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Entre libros (Amour Brice)
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Entre libros (Amour Brice)
Su amada biblioteca, pintorescamente lúgubre, con olor a libros y humedad, y un aire de paz particularmente frío y cómodo para Gabriel. Ese era su lugar favorito en el mundo, muy a pesar de encontrarse dentro de su mismo purgatorio. Sabía que prácticamente nadie se atrevía a entrar ahí, más que la servidumbre cuando él no se encontraba, para limpiar un poco el polvo que se juntaba. Era como su escondite personal, en el cual los libros eran sus mejores amigos, le contaban sus fantásticas historias, y él les contaba las suyas... más lúgubres, e igualmente siempre habían algunos libros que le comprendían, pues sus historias llegaban a ser tan oscuras como las de él. Aquellos objetos eran las únicas cosas que le llenaban de vida y le causaban alegría al tomarlos en sus manos y perderse entre sus páginas. Prácticamente toda la biblioteca estaba llena de literatura de su selección, y alguno que otro viejo libro de los que habían quedado de los originales Brice que, por cierto, no eran lecturas que le interesaran.
Esa tarde, como muchas otras, se había refugiado ahí para escapar de su perdición mental y no pensar en su hermana, ni mucho menos en su tío... No, era lo que menos quería, o su lectura terminaría arruinándose, como le había sucedido ya otras ocasiones. Por lo mismo, tomó un libro al azar, alguno que no hubiese leído aún, ya que, aunque era muy difícil de creer, habían libros que no se había atrevido a esculcar. Había encontrado algo de poesía griega antígua, la cual le gustaba bastante, y aprovechó para sentarse en su sillón especial, al fondo del lugar, para tener la mayor privacidad posible, como si no existiera nada más. Después de una hora, tal vez dos, escuchó un chirrido tétrico que le erizó la piel y le obligó a alzar la mirada de su lectura. Escuchó pasos conocidos que se adentraban al lugar y su cuerpo se crispó enseguida, palideciendo un poco.
¿Por qué estaba ahí?
Tragó en seco, y se quedó estático, con miedo incluso de respirar, y comenzó a rogar porque no se diera cuenta de su presencia.
Esa tarde, como muchas otras, se había refugiado ahí para escapar de su perdición mental y no pensar en su hermana, ni mucho menos en su tío... No, era lo que menos quería, o su lectura terminaría arruinándose, como le había sucedido ya otras ocasiones. Por lo mismo, tomó un libro al azar, alguno que no hubiese leído aún, ya que, aunque era muy difícil de creer, habían libros que no se había atrevido a esculcar. Había encontrado algo de poesía griega antígua, la cual le gustaba bastante, y aprovechó para sentarse en su sillón especial, al fondo del lugar, para tener la mayor privacidad posible, como si no existiera nada más. Después de una hora, tal vez dos, escuchó un chirrido tétrico que le erizó la piel y le obligó a alzar la mirada de su lectura. Escuchó pasos conocidos que se adentraban al lugar y su cuerpo se crispó enseguida, palideciendo un poco.
¿Por qué estaba ahí?
Tragó en seco, y se quedó estático, con miedo incluso de respirar, y comenzó a rogar porque no se diera cuenta de su presencia.
Gabriel Brice- Eta
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Re: Entre libros (Amour Brice)
Amour entró como un loco a la casa ese día, le había pasado de todo ese día en el jodido trabajo, entró con una expresión de asesino a casa -¿Dónde carajos está Gabriel?...- Le preguntó a uno de sus criados acercándose peligrosamente con una mirada tan afilada como un par de cuchillos, que de haber sido así ya hubieran matado al sujeto -E-en... la biblioteca- Contestó el hombre confundido, Amour procedió a aventarlo y adentrarse a la casa pateando cosas a su paso y destruyendo lo que se interponía, le valía un carajo estaba muy muy molesto y perdería el control si no se tranquilizaba con alguien... y ese alguien sólo tenía un rostro y un nombre... y esos ojos verdes deliciosos que quisiera comerse.
Entró con un aura maligna a su alrededor y cerró con seguro en movimientos que parecían severos pero a la vez calculados, con parsimonia aterradora, después caminó hacia él en pasos bruscos y frenéticos al estar dentro y tomó el libro que el otro sostenía entre sus manos y lo lanzó tras ellos procediendo a devorarle el cuello y colar sus manos entre la camisa ajena aplicando fuerza para hacer volar los botones y así poder bajar su boca por el níveo torso gruñendo y mordiendo la piel del otro sin intensiones de hacerle daño, sólo para desahogar su ira de algún modo positivo, no podía hablar, de hacerlo destrozaría el puto lugar y mataría al maldito consejo de inquisidores hijo de puta.
Tomó uno de los muslos ajenos con fuerza y deslizó su mano hasta su pie haciendo volar el zapato del otro prácticamente arrebatándolo de su pie y aventándolo con la misma brusquedad -Ahh... Gabriel... Tranquilízame, hazlo ahora antes de que sea tarde...- Le gruñó al oído mordiendo su lóbulo después mientras tiraba de sus pantalones hacia abajo para quitárselos no sin antes buscando el frasco de lubricante de su bolsillo, siempre lo cargaba consigo, era tan bruto... quería devorarlo como una fiera, poseerlo como las almas que tomaba de la inquisición, absorber su fe alimentarse con su miedo, tenía sed de él como si fuera una de las cosas elementales para sentirse estable de nuevo. -Mngh!...- Gruñó al poder sacar una pierna del otro de ese jodido pantalón, con eso era más que suficiente...
Entró con un aura maligna a su alrededor y cerró con seguro en movimientos que parecían severos pero a la vez calculados, con parsimonia aterradora, después caminó hacia él en pasos bruscos y frenéticos al estar dentro y tomó el libro que el otro sostenía entre sus manos y lo lanzó tras ellos procediendo a devorarle el cuello y colar sus manos entre la camisa ajena aplicando fuerza para hacer volar los botones y así poder bajar su boca por el níveo torso gruñendo y mordiendo la piel del otro sin intensiones de hacerle daño, sólo para desahogar su ira de algún modo positivo, no podía hablar, de hacerlo destrozaría el puto lugar y mataría al maldito consejo de inquisidores hijo de puta.
Tomó uno de los muslos ajenos con fuerza y deslizó su mano hasta su pie haciendo volar el zapato del otro prácticamente arrebatándolo de su pie y aventándolo con la misma brusquedad -Ahh... Gabriel... Tranquilízame, hazlo ahora antes de que sea tarde...- Le gruñó al oído mordiendo su lóbulo después mientras tiraba de sus pantalones hacia abajo para quitárselos no sin antes buscando el frasco de lubricante de su bolsillo, siempre lo cargaba consigo, era tan bruto... quería devorarlo como una fiera, poseerlo como las almas que tomaba de la inquisición, absorber su fe alimentarse con su miedo, tenía sed de él como si fuera una de las cosas elementales para sentirse estable de nuevo. -Mngh!...- Gruñó al poder sacar una pierna del otro de ese jodido pantalón, con eso era más que suficiente...
Última edición por Amour Brice el Miér Feb 12, 2014 1:05 am, editado 1 vez
Amour Brice- Dseta
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Re: Entre libros (Amour Brice)
La escena fue entonces como en cámara lenta. Gabriel sintió que del miedo pasaba drasticamente al pánico cuando encontró la mirada iracunda de su tío sobre él. Su instinto le hizo temblar y tratar de levantarse, pero su cuerpo le respondió demasiado lento. Cuando se dio cuenta, su libro ya había volado, y Amour lo tenía aprisionado entre su cuerpo y su sillón, y le besaba de aquella manera tan asquerosamente brusca, tan insana... El ojiverde se retorcía, presa del pánico que le comía y los estremecimientos que aquellos toques le causaban. Sus ojos se llenaron de lágrimas cuando la piel de su torso sintió la de las manos de su tío, y escuchó los botones de su camisa caer por el suelo. Ahí iba otra de sus camisas... Más estremecimientos le recorrieron por aquellas mordidas. Apretaba los dientes para no mascullar nada, pero le fue imposible en algún punto, en el que el choque de aquellos roces le hizo abrir la garganta forzosamente para liberar un jadeo, el cual le hizo sentir humillado, y a partir de ahí, suaves sollozos acompañaron a esos jadeos impotentes, junto con unas cuantas lágrimas viles que parecían regocijarse de su mal momento.
La manera en la que lo estaba tocando le hacía sentir tan sucio y ultrajado, y también hacía que su miedo se elevara a niveles aún más altos. Su cuerpo temblaba debajo del ajeno, que ya le había semi-desnudado. Ahora se erizaba por el roce en la piel de su muslo, y se sentía más impotente aún porque no podía evitar jadear por aquellas sensaciones mórbidas e impropias. Un estremecimiento surcó su espalda cuando le habló al oído, y se quedó paralizado un momento, con los ojos vidriosos. Tuvo miedo de las consecuencias que esa advertencia podía tener, tanto, que su mente se quedó en blanco por algunos segundos en los que se enajenó del momento, hasta volver en sí, y finalmente dejar de forcejear contra la voluntad de Amour. Solo sentía esos besos, esos roces sobre sí, y trataba de contener esos pequeños gemidos en los que entremezclaba placer y frustración. Tenía que hacer caso a lo que le decía, y de manera torpe, intentó buscar sus labios, solo entregándose al momento, lo que fuese para evadir la parte traumante de aquello. No tenía otra opción después de todo.
La manera en la que lo estaba tocando le hacía sentir tan sucio y ultrajado, y también hacía que su miedo se elevara a niveles aún más altos. Su cuerpo temblaba debajo del ajeno, que ya le había semi-desnudado. Ahora se erizaba por el roce en la piel de su muslo, y se sentía más impotente aún porque no podía evitar jadear por aquellas sensaciones mórbidas e impropias. Un estremecimiento surcó su espalda cuando le habló al oído, y se quedó paralizado un momento, con los ojos vidriosos. Tuvo miedo de las consecuencias que esa advertencia podía tener, tanto, que su mente se quedó en blanco por algunos segundos en los que se enajenó del momento, hasta volver en sí, y finalmente dejar de forcejear contra la voluntad de Amour. Solo sentía esos besos, esos roces sobre sí, y trataba de contener esos pequeños gemidos en los que entremezclaba placer y frustración. Tenía que hacer caso a lo que le decía, y de manera torpe, intentó buscar sus labios, solo entregándose al momento, lo que fuese para evadir la parte traumante de aquello. No tenía otra opción después de todo.
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Re: Entre libros (Amour Brice)
El castaño estaba ansioso por seguir, le encantaba tomarlo aunque el otro muriera de miedo cada que lo hacía, adoraba su voz, esos titubeos y las lágrimas de orgullo que derramaba... sabía que en el fondo disfrutaba de tan retorcida diversión porque de otro modo ¿Porqué seguía allí?... Lamió su cuello recorriéndolo con devoción y cuando el otro buscó sus labios los recibió con tremendo placer haciéndose de ellos mordiéndolos un poco en medio de su desesperación, se desabrochó el pantalón y sacó su erecto miembro níveo que ya estaba más duro y caliente que nada de sólo tener esos breves contactos con el otro, con nadie se excitaba de esa manera, sólo Gabriel le hacía hervir la sangre así. Se paró frente a él y abrió el frasco de lubricante intentando ser cuidadoso permitiéndole que tomara un poco -Prepárate un poco mientras ya sabes qué hacer...- Le ordenó con una severa mirada que era obvio que no aceptaba un no por respuesta, jaló la pierna ajena subiéndola a la codera del sillón para poder observar cómo se preparaba dejando el frasco en la mesita de a lado y tomando la cabeza ajena acercándola a su miembro -Hazlo- Le ordenó sin poder dejar de observarlo, no podía soportarlo, lo deseaba con tanta intensidad, justo ahora era cuando comenzaba a olvidar sus problemas mentales.
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Re: Entre libros (Amour Brice)
Ahogó un gemido ante la correspondencia fiera de aquel beso. No podía negar que, por más que le frustrara, su tío besaba condenadamente bien... y eso le causaba algo de asco interno, más que nada, asco hacia sí mismo. Vio que se separaba de él, y observó el botecito de lubricante que tenía en manos, aferrándose al sillón y desviando la mirada al suelo, para ocultar su mirada esmeralda que brillaba de ira y odio. Con su mano torpe y temblorosa, tomó una cantidad abundante del líquido viscoso, estremeciéndose por la sensación en sus manos, y se quedó quieto por un momento que no le duró mucho, ya que enseguida se vio empujado y su pierna subió al sofá, abriéndole y dejándole más expuesto que antes. Sintió el tirón en su cabeza y, cuando se dio cuenta, se encontraba de frente al duro sexo de Amour, que amenazaba con irrumpir en sus labios de manera lasciva y aberrante. Le miró con hastío, y sin esperar más, cerró los ojos con fuerza para comenzar a lamer y chupar toda aquella suave y dura extensión, sintiendo cómo se deslizaba por sus labios y se humedecía con su lengua. Sus dedos viajaron titubeantes hasta su entrada, y se retorció un poco al introducirse uno, frunciendo su expresión por lo desagradable de la sensación inicial. Poco a poco, empezó a masajearse a sí mismo para minimizar el dolor y que su entrara se dilatara. Sentía que nunca se acostumbraría a ello por más veces que se hubiera visto forzado a hacerlo. Mientras, su boca se comía aquel falo con habilidad adquirida. Escuchaba a su tío hacer ruidos y sabía cómo le gustaba que lo hiciera. Su rostro estaba rojo de la vergüenza por aquello, las lágrimas no paraban de salir de sus ojos tras saber que de cierta manera disfrutaba aquella aberración.
Ahora habían dos dedos dentro de sí, que se movían libremente y hacían que jadeara de vez en vez. Su boca ya devoraba de manera glotona el pene húmedo de su verdugo, enguyéndolo todo una y otra vez, sintiendo cómo se ahogaba entre momentos, en los cuales se separaba un poco para respirar y jadear en un intento por recuperar aire y también por la sensación de estarse autoestimulando. En uno de esos momentos, se separó completamente, y miró a su tío con los ojos llenos de lágrimas, las mejillas rojas y una mirada suplicante. - Por favor...- Susurró con pena. ¿Era una súplica por que lo dejara en paz? ¿O una por que siguiera con aquello? Fervientemente creía en la primera, aunque su temple le hacía dudar de aquello, porque en esos momentos se sentía un enfermo que gustaba de los malos tratos de ese hombre de mirada oscura y siniestra, misma que le desgarraba el alma cada que miraba a sus ojos y le hacía sentirse de su propiedad, ya siendo a la fuerza o sin ella... era demasiado débil para ya si quiera tener la voluntad de pertenecerse a sí mismo o a alguien más que no fuese su tío.
Ahora habían dos dedos dentro de sí, que se movían libremente y hacían que jadeara de vez en vez. Su boca ya devoraba de manera glotona el pene húmedo de su verdugo, enguyéndolo todo una y otra vez, sintiendo cómo se ahogaba entre momentos, en los cuales se separaba un poco para respirar y jadear en un intento por recuperar aire y también por la sensación de estarse autoestimulando. En uno de esos momentos, se separó completamente, y miró a su tío con los ojos llenos de lágrimas, las mejillas rojas y una mirada suplicante. - Por favor...- Susurró con pena. ¿Era una súplica por que lo dejara en paz? ¿O una por que siguiera con aquello? Fervientemente creía en la primera, aunque su temple le hacía dudar de aquello, porque en esos momentos se sentía un enfermo que gustaba de los malos tratos de ese hombre de mirada oscura y siniestra, misma que le desgarraba el alma cada que miraba a sus ojos y le hacía sentirse de su propiedad, ya siendo a la fuerza o sin ella... era demasiado débil para ya si quiera tener la voluntad de pertenecerse a sí mismo o a alguien más que no fuese su tío.
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Re: Entre libros (Amour Brice)
Este se irguió parado ahí como estaba poniendo los ojos en blanco y cerrándolos por completo, estaba perdido en esa sensación, la había deseado tanto que se llevó una mano a la boca sólo dejando escuchar un gruñido al principio, nadie le hacía delirar así, sinceramente nadie se la chupaba como él y eso eran como diez mil puntos a su favor, dejó escuchar un par de jadeos profundos -¡Gnh! ¡Demonios!... Ah lo... haces tan bien... ¡Mgh Gabriel...!- Pronunció su nombre entre gruñidos, comenzaba a adorar el cómo hacía aquello, era tan perfeccionista en ello que era arte lo que hacía sobre su sexo, no pudo evitar comenzar a mover ligeramente sus caderas contra la boca ajena, hasta que el otro se separó, Amour se esforzó por mirarlo a los ojos con toda la compostura que pudo, moría por tomarlo, por hacerlo suyo, esos ojos verdes, esa piel tersa y blanca que quería morder y besar una y otra vez... Al escuchar su súplica una punzada de excitación le recorrió haciéndolo expulsar aire en un sonidito imprevisto de su garganta, se quitó el saco y la camisa se la sacó por arriba lanzándola por ahí tomando el mentón ajeno y atrayéndolo hasta sus labios, jadeó antes de besarlo, lo deseaba mucho, le hizo levantarse del sillón tampoco deseaba utilizarlo del todo... quería que sintiera también, por lo que manteniéndolo de pie bajó por su cuello en mordisqueos deliciosos y se instaló en uno de sus botones succionándolo y mordiéndolo con delirio mientras tomaba el miembro ajeno entre sus dedos y comenzaba a masturbarlo con frenesí haciendo que su espalda golpeara contra la fría pared subiendo a morder su cuello ¡Ohh el Olimpo en esa voz prodigiosa! -Oh sí... gime más alto... los sirvientes se han largado...- Le musitaba al oído entre lametones y mordisqueos por este volviéndose loco por entrar en ese delicioso interior pero quería que estuviera ansioso, de por sí ya lo deseaba pero él quería más, que se lo suplicara. -¿Quieres correrte?...- Le preguntó lascivo depositando un beso en su mejilla y otro en la comisura de sus labios -...¿Qué es lo que quieres?- Preguntó delirante separándose de él del todo y caminando a sentarse al sillón y abrir bien su pantalón para sacar del todo su erección dejándola al descubierto y frotándola un poco mientras le miraba perdido -No dejaré que te sientes aquí si no me lo pides- Le dijo con una chispa de emoción en esas reacias orbes castañas. -Tengo que saber que lo deseas tanto como yo...- Le susurró con ese rostro de ángel precioso que era él, adoraba esas facciones y esa voz... las reacciones que tenía ante esas cosas era quizá lo que más le hacía delirar y musitar su nombre entre sueños, Gabriel siempre le daba lo que él quería.
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Re: Entre libros (Amour Brice)
Sus ojos vidriosos se cerraron una vez más para poder recibir los fieros labios de su tío que demandaban por los suyos de nuevo. Sus dedos salieron de su interior, haciendo que se estremeciera, en la necesidad de aferrarse de algún lado, por lo que buscó los brazos del sillón en el que estaba. No duró mucho así, ya que tuvo que levantarse, sintiéndose arrastrado por su dueño, aún sin separarse de ese contacto, y aparentemente sin intenciones de hacerlo. Jadeó con los ojos cerrados por el choque que subía por su cuello, le hacía estremecerse y fruncir el ceño por sus reproches mentales hacia sí mismo. ¿Por qué no podía combatir a Amour?... Porque sabía que le iría peor si intentaba ir en su contra, por eso. Era débil... ya lo sabía, y su tío era un bastardo porque se aprovechaba de eso... También lo sabía. Su espalda se arqueó al sentir que sus botones eran atendidos de aquella manera tan perversamente lasciva, pero a la vez tan excitante. Su garganta dejó escapar un gemido traicionero que retumbó por toda la biblioteca al momento en el que su miembro comenzó a ser masturbado, haciéndole incluso expulsar un poco de líquido pre-seminal como muestra de lo involuntariamente ansioso que se encontraba por que lo tocara de esa manera. No, nunca le desearía, nunca podría querer por sí mismo que le tomara así... Nunca aceptaría que moría cada que lo tomaba y reafirmaba que era suyo, porque lo odiaba, a él y a sí mismo por eso. Su espalda topó contra la pared, no supo en qué momento, y un gemido más se escuchó de su voz. Se mordió el labio inferior, tratando de contener todos esos gimoteos que peleaban por salir y darle placer a Amour, y aún así podía escuchar todos los ruidos que hacía en ese intento. Se estremeció otra vez, esos dos besos le quemaban, y su pecho se removía por "eso" que solo su tío podía causarle, y que muy a pesar de hacerle sentir enfermo, también lo disfrutaba y de alguna manera quería más. Escuchó a sus preguntas sin saber qué contestar a ellas, muy a pesar de tener la respuesta en la punta de su lengua con sabor al otro.
Extrañamente, se sintió vacío cuando se separó de él y se fue a sentar al sillón. Su desnudez le hizo sentir vergüenza, y solo atinó a rodearse a sí mismo con sus brazos, apretujándose un poco en un intento por no romperse más de lo que ya estaba, y mucho menos frente a ese hombre que le escudriñaba y hacía que estar desnudo frente a él fuese la mayor de las humillaciones que podrían haber. Bajó un poco su mirada para evadir la ajena, y se topó con ese miembro caliente que había devorado hacía unos momentos atrás, y se sonrojó fuertemente por eso. Su mirada viajó entonces al suelo, su cuerpo temblaba por el hastío, pero su propio sexo estaba duro y dolorido por el deseo. Su orgullo le hacía negar los deseos de su cuerpo, y esa sensación en su pecho le confundía demasiado. "Quiero que esto se acabe..." Pensó para sí mismo. - Quiero que me tomes...- Susurró, aún con la mirada al suelo, sin poder evitar que la voz se le quebrara en esa última palabra. Alzó esa mirada verde, humillada, y le miró sintiéndose por completo sumiso. Sus ojos centellaron tras verle sentado ahí, con ese semblante que le hacía ver como algo divino, como un dios griego tal vez...
- Quiero correrme para ti...- Y el deseo dentro de él creció, amenazando con mandar al carajo su orgullo luego de esa frase tan denigrante. Caminó titubeante hasta quedar frente a su tío, sin atreverse a mirarlo a la cara. No dejaría que le viera a los ojos. Con cuidado, se subió sobre él, acomodando sus rodillas a ambos lados de su cuerpo y aferrando sus manos a la cabecera del sillón. Sus nalgas se frotaban contra su miembro y producían que el rubor en su rostro fuese mayor, y apretaba más los ojos con tal de no abrirlos. De nuevo, un par de lágrimas se escurrieron por sus mejillas por lo que estaba a punto de hacer. "Basta... no quiero esto..." - Por favor...- Susurró para sí mismo, como una súplica que pedía empezar con aquello... para terminar pronto.
Extrañamente, se sintió vacío cuando se separó de él y se fue a sentar al sillón. Su desnudez le hizo sentir vergüenza, y solo atinó a rodearse a sí mismo con sus brazos, apretujándose un poco en un intento por no romperse más de lo que ya estaba, y mucho menos frente a ese hombre que le escudriñaba y hacía que estar desnudo frente a él fuese la mayor de las humillaciones que podrían haber. Bajó un poco su mirada para evadir la ajena, y se topó con ese miembro caliente que había devorado hacía unos momentos atrás, y se sonrojó fuertemente por eso. Su mirada viajó entonces al suelo, su cuerpo temblaba por el hastío, pero su propio sexo estaba duro y dolorido por el deseo. Su orgullo le hacía negar los deseos de su cuerpo, y esa sensación en su pecho le confundía demasiado. "Quiero que esto se acabe..." Pensó para sí mismo. - Quiero que me tomes...- Susurró, aún con la mirada al suelo, sin poder evitar que la voz se le quebrara en esa última palabra. Alzó esa mirada verde, humillada, y le miró sintiéndose por completo sumiso. Sus ojos centellaron tras verle sentado ahí, con ese semblante que le hacía ver como algo divino, como un dios griego tal vez...
- Quiero correrme para ti...- Y el deseo dentro de él creció, amenazando con mandar al carajo su orgullo luego de esa frase tan denigrante. Caminó titubeante hasta quedar frente a su tío, sin atreverse a mirarlo a la cara. No dejaría que le viera a los ojos. Con cuidado, se subió sobre él, acomodando sus rodillas a ambos lados de su cuerpo y aferrando sus manos a la cabecera del sillón. Sus nalgas se frotaban contra su miembro y producían que el rubor en su rostro fuese mayor, y apretaba más los ojos con tal de no abrirlos. De nuevo, un par de lágrimas se escurrieron por sus mejillas por lo que estaba a punto de hacer. "Basta... no quiero esto..." - Por favor...- Susurró para sí mismo, como una súplica que pedía empezar con aquello... para terminar pronto.
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Re: Entre libros (Amour Brice)
Una punzada en su miembro le hizo jadear pesadamente al escuchar eso, esa actitud de virgen que ponía cada que lo hacían lo hacía perder la cabeza, se intentó controlar dejando que este se subiera encima y cerró los ojos perdido en esa súplica que no supo exactamente de qué era, con la boca semi-abierta dejó que sólo su aliento alcohólico y dulce por el vino rozara esa piel con la delicadeza con la que debía ser tratada una blancura de tal naturaleza y sus manos fueron hacia su rostro con lentitud sensual rozando con las yemas de sus dedos aquellas mejillas, los pectorales ajenos y después fueron a posarse sobre aquel trasero perfecto del otro acariciándolo de abajo hacia arriba mientras su boca mordía el cuello ajeno como si fuera un vampiro deseando saborear su sangre en ese contacto, le mordió en la base del cuello hasta saborear ese carmín de esencia metálica que le hizo estremecer sus sentidos y apretar sus nalgas entre sus dedos separándolas para colar un dedo corazón bien adentro moviéndolo en ligeros círculos -No... creo que aún no te estás portando del todo bien...- Se separó de su piel para musitar aquello y hacerlo que se levantara jalándolo hacia arriba de la cintura y después dándole la vuelta -Todavía no lo escucho todo...- Dijo como si pudiera leer su interior, sabía que había cosas allí que aún no se atrevía a decirle pero oh... él haría que se las dijera prácticamente a la fuerza. Sostuvo una de sus piernas con firmeza y empujó su espalda para que se doblara frente a él, atrajo esas caderas hacia él y abriendo bien los glúteos ajenos ordenó -Sosténte aquí...- Dijo con esa firmeza en su voz que no aceptaba "No" por respuesta, Sostenía su cintura con una mano y coló su lengua de forma lasciva en la entrada ajena bajando con la mano libre a frotar el perineo mientras su lengua entraba y salía de allí de forma hipnótica.
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Re: Entre libros (Amour Brice)
El roce de sus manos le hicieron vibrar por el éxtasis, un respingo en su miembro dolorido fue evidencia de ello, y un jadeo lo delató por completo. Gimió, intentando no hacerlo, cuando esas manos posesivas tomaron sus nalgas, y por mera inercia comenzó a moverse sutilmente para aumentar esas caricias. Ladeó su cuello inconscientemente para cedérselo a Amour, y un gemido ahogado salió del fondo de su garganta cuando le mordió de aquella manera tan intensa. El dolor era grande, podía sentir cómo esos dientes le cortaban la piel y la sangre comenzaba a brotar en finos hilillos. Apretó los ojos, tratando de contenerse, pero no pudo más, y las lágrimas comenzaron a rodar con mayor abundancia. Ahora le quedaría una marca visible, nunca podía salir librado de ese hecho. Una serie de gimoteos le siguieron, ya que su interior se vio invadido por un dedo que jugaba con movimientos circulares, masajeándolo y, de paso, causándole choques eléctricos que obligaban a su garganta a gemir, como si de un canto se tratara. Continuaba aferrado a la cabecera del sillón, se negaba a tocar a Amour, pero tuvo que soltarse cuando el otro le dio la vuelta, y lo obligó a encorvarse de esa manera. Ya se sentía humillado, y ahora que le tenía en esa posición tan obscena... su orgullo quedó aplastado. - No, por favor...- Masculló entre dientes, y finalmente arqueó la espalda de manera violenta, gimiendo sonoramente y enterrando los dedos en los brazos del sillón a los que estaba aferrado. Era inevitable que las oleadas de placer subieran por todo su cuerpo y le arrancaran esos sonidos de la garganta. Aunque quisiera combatir contra ello, no podía. Era tan delirante la manera en la que esa húmeda lengua entraba y salía, hurgaba dentro de sí, le saboreaba y tenía el descaro de darle placer y hacerle gemir cual torturado. - A-ah... Amour...- Masculló trabajosamente. Habían tantas cosas que quería decir, unas que denotaban que su temple estaba totalmente quebrantada, y otras tantas que trataban de salvar lo que quedaba de su fuerza de voluntad. Sin embargo, en esos momentos todo él estaba hecho una maraña de confusión, no podía consigo. - Q-Quiero que me hagas tuyo... ¡Ngh! ¡Quiero que me folles!- Finalmente habló, con la mente nublada por el placer, y un sollozo se escapó entre todos aquellos gimoteos y jadeos, un sollozo por la pena de ya no tener nada, ni si quiera su orgullo... Todo era de su tío. Su vientre se contrajo, entre todos esos pensamientos, y su mente quedó en blanco mientras se corría de manera involuntaria. Su cuerpo temblaba por los espasmos y la electricidad que le recorría, y el chorro de semen le manchó el vientre, y también parte del sillón y la piel de Amour. Sintió que perdía las fuerzas, sus brazos flaquearon por un momento, y quedó apoyado sobre sus codos en los brazos del sillón, respirando pesadamente por aquel orgasmo tan grande. Y es que a pesar de ya sentir la sensación del post-orgasmo, su miembro seguía erecto, con esa resistencia juvenil que poseía. Comenzó a sollozar entonces, de una manera que podía caer en lo tierno, su rostro estaba rojo por la vergüenza y se lo cubrió con ambas manos, mojando sus palmas con las lágrimas que caían de sus ojos. - Te odio...- Murmuró apenas audible, un pensamiento para sí, y que nunca tendría el valor de declarárselo formalmente a su tío. - ... Lo siento.- Habló, esta vez un poco más audible, dirigiéndose al otro, acompañando esa declaración con un sollozo. ¿Por qué se disculpaba? No le debía ninguna disculpa a ese hombre, pero sintió la necesidad de decirlo... Se sentía un imbécil, y es que lo era.
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Re: Entre libros (Amour Brice)
Adoró cada segundo de aquella voz inundando las paredes y una vez que pudo saber que se había corrido por primera vez ya no le importó, se incorporó llevando una mano al miembro ajeno para tomar algo de semen con las yemas de sus dedos y llevárselo a la boca de forma sensual, lamiéndolos mientras se acomodaba tras él y sin más preámbulos acomodaba su erección en la entrada ajena, entonces tomó su cintura con firmeza y lo envistió con furia metiéndose bien dentro de una sola estocada gruñendo y temblando un poquito al sentirse tan apretado allí dentro, apretó los dientes y frunció ligeramente el ceño inmutando apenas un poco su rostro de ángel -Ahh...- Jadeó cerrando los ojos, le encantaba sentirse tan dentro del otro, no esperó y comenzó a moverse rítmico y rápido en su interior, tirando de sus caderas para que fuera con la fuerza necesaria, se dobló sobre el otro y lo tomó de los cabellos mirándole con perversión y ese aire dominante manteniendo la boca semiabierta en una expresión sensual e imponente sin poder dejar de respirar agitado mientras se metía bien dentro de nuevo sin dejar de mirarlo -Te gusta que te coja de esta manera... hipócrita de mierda, tu interior me dice cuanto lo disfrutas...- Siseó a su oído para después ensombrecer su expresión con una más severa y terrorífica -¡Pídeme que te coja como es debido!- Le exigió estocándolo con brusquedad de nuevo rozando sin piedad la próstata ajena por segunda ocasión, ¡Por dios! Moría por escuchar de sus labios esa plegaria constante "Cójeme Amour, cójeme..." Ya deliraba con el mero pensamiento, gruñó de nuevo apenas si levantando su cintura contrayendo su abdomen un poco para que le sintiera, no se movería de esa posición hasta no haberlo oído.
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Re: Entre libros (Amour Brice)
Gabriel tembló cuando sintió la punta de la virilidad de su tío contra su entrada, y formó una perfecta "o" con su boca al momento de aquella penetración tan brusca. - ¡Ngh!- Cerró los ojos con fuerza, haciendo que unas lágrimas cayeran por la comisura de estos. Aquello había dolido, pero pronto comenzó a recorrerle esa electricidad aturdidora que esas estocadas solían causarle muy en contra de su fuero interno que gritaba que aquello era aberrante. Su tío entonces rozó ese punto clave con tanta fuerza, que Gabriel dio un gemido más audible y agudo, acompañado de un escalofrío que le hizo arquear la espalda. Se quejó cuando le jaló del cabello de esa manera, y su pecho sintió temor por aquella expresión de Amour. Le dolía cada que le decía esa clase de cosas, detestaba que lo tratara de esa manera... Era meramente un objeto. Le miró unos instantes a los ojos, con esas orbes esmeralda vidriosas por las lágrimas de antes, y las mejillas rojas, para luego cerrar los ojos por la vergüenza de lo que iba a decir. - Cójemeh... ¡ah! ¡Cójeme, Amour! ¡Cójeme más!...- Le costaba trabajo articular aquellas humillantes palabras, pero finalmente pudo decirlo. Un choque más en la próstata hizo que lanzara otro gemido sensual, cargado de algo de dolor, pero no era dolor físico, sino más sentimental. Pese a que su cuerpo, por más que lo odiara, disfrutaba de aquel acto, su pecho dolía intensamente por ser denigrado a eso. Ahora que Camus había desaparecido, la información que pudiese obtener de su tío a cambio de prestarse a ser su monigote de desfogue era completamente inútil. Ahora, parecía permanecer ahí por gusto... o por sumisión. Sus manos arrugaban la tela del mueble en el que estaban, y sus ojos permanecían cerrados. Su garganta no dejaba de emitir sonidos como señal de que estaba disfrutando de aquellas estocadas. Ese era el momento en el que todo Gabriel se quebrantaba y se entregaba sumisamente a Amour, aunque su odio no lo quisiera, aunque su subconsciente le dijera que no. - ¡Nagh... A-amour...- Parecía delirar por aquellas oleadas de placer tan descaradas. Un sutil hilillo plateado de saliva se deslizaba por su mentón tras mantener la boca abierta tanto tiempo, gimiendo y jadeando.
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Re: Entre libros (Amour Brice)
Lo hizo gemir la manera en que le pidió aquello, deliraba y se volvía loco cada que Gabriel cumplía sus ordenes, tomó su cintura con fuerza y comenzó a moverse dentro con furia metiendo y sacando su virilidad sintiendo tal placer en ello que tenía que gruñir en cada fuerte estocada para desahogar su placer, apretaba los dientes y miraba fijamente el perfecto trasero del ojiverde, bajó una de sus manos a apretar uno de sus perfectos muslos y con la otra siguió sujetando con gran fuerza la cintura de ensueño para seguir con ese ritmo loco, comenzaba a haber allí un sonidito obsceno, uno que lo alentaba todavía más a continuar, subió su mano de nuevo y capturó el miembro ajeno comenzando a masturbarlo con brusquedad quedándose dentro de él moviéndose en círculos, le mirada embriagado en placer, unos ojos que denotaban su lujuria más que nada... ese hombre era precioso pero con esa mirada perdida en el otro lo era aún más justo ahora. Al escuchar su voz tal y como lo deseaba volvió a tomar su cintura con ambas manos aferrándole, seguro aquello dejaría marcas -Voy a... terminar con estoh...- Gruñó contra su hombro y comenzó a aumentar la velocidad frenéticamente pegando contra ese punto en su interior una y otra vez mordiendo su ñabio inferior hasta hacerlo sangrar, se corrió en su interior violentamente presionando el miembro ajeno con su poderosa mano para que el otro no pudiera correrse, aún no... lo iba a hacer jadear y babear por aquello, perderse en tanto placer hasta volverlo loco. Cerró los ojos con fuerza por un momento y apenas si dejó escuchar un gruñido que alcanzó a detener en su garganta, finalmente suspiró en tono tembloroso y jadeó un par de veces mientras se retiraba de su interior, bajó a besar la entrada ajena y meter la lengua para probar algo de su propia semilla, entonces se levantó al fin y tomó su propio miembro para comenzar a masturbarse un poco y que volviera su erección a ponerse tan dura como antes, le hizo una seña de que se tirara en el piso y se tiró tras él con sus ojos castaños bien atentos en esa espalda marfileña de la que gustaba, siempre se lo hacía de modo que el otro le diera la espalda porque le era muy molesto verlo llorar la mayoría del tiempo, a veces le fastidiaba y otras tantas tenía la reacción de querer matarlo a golpes así que era mejor así. Se acomodó de lado tras él una vez que se sintió listo y se metió dentro de nuevo mientras tomaba una pierna del otro y la sostenía en el aire cerrando los ojos con fuerza, una vez que Gabriel se encargó de sostener su propia pierna tal y como lo ameritaba la costumbre Lance bajó una mano a presionar con dos de sus dedos en pequeños círculos contra su perineo mientras comenzaba a moverse lentamente de nuevo -Si te corres antes de que lo ordene te voy a voltear la cara de un golpe y voy a tener que cojerte todo lo que resta de la tarde...- Le amenazó con grave tono al oído.
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Re: Entre libros (Amour Brice)
El dolor se mezclaba con el placer, eso era algo muy raro, pero posible en Gabriel, y aparte se aunaba con el dolor psicológico que aquello conllevaba, por supuesto. Ese era el momento en el que Gabriel Brice se perdía por completo y en su lugar quedaba el fiel esclavo de Amour, que le servía a completa sumisión y se perdía del mundo terrenal de tal manera que el oscuro espíritu quebrantado del ojiverde no se lastimaba más. Ahora era su cuerpo el que hablaba por él, y así como un poseso, gemía y lanzaba el nombre de Amour al aire mientras este lo embestía y le hacía llenarse de ese placer inmundo e insano. Su piel ardía en las partes en donde su tío le tenía aferrado, el chasquido obsceno que provocaban sus pieles al chocar retumbaba en sus oídos, y su vientre temblaba por las oleadas de éxtasis al estar martilleando ese punto clave dentro de él. Se sentía cerca de ese final, tontamente creía que su tortura estaba por acabar, y sintió la semilla ajena llenarle, acompañada de un ligero ardor en su interior, seguramente la brusquedad del otro le habría lastimado por dentro. El también estaba próximo a acabar, podía sentirlo en su vientre, pero gruñó cuando se vio frustrado y sintió su miembro siendo ahorcado por esa mano que ahora impedía que alcanzara ese esperado éxtasis. Se estremeció cuando le sintió fuera de él, y gimoteó por esa lengua en su entrada, igualmente obedeció a la orden y se echó al suelo boca abajo, con la mirada perdida y el rostro inexpresivo, como si su mente estuviese perdida, o como si estuviese drogado. Era la manera más fácil de enajenarse del momento. Cerró los ojos, soltando una sutil lágrima, antes de que su tío volviera a arremeter contra él y soltara un jadeo por el ardor que aquello le provocaba. Las embestidas fueron tomando su ritmo poco a poco, y de nuevo el ojiverde se vio gimiendo en poco tiempo. Se estremeció de nuevo cuando Amour le hizo esa advertencia. Sus ojos regresaron a la vida para reflejar el pánico que sintió. ¿Cómo podría resistir tanto, si hace un momento estuvo a punto de correrse? Apretó fuerte los dientes y los ojos, sus uñas aferraron la piel de su propia pierna, dejando marcas en esta, y se concentró para tratar de controlarse lo más que pudo, resistiendo a ese placer, a ese éxtasis y ese choque eléctrico que aquella virilidad producía cuando rozaba ese enigmático punto en su interior. Pero era muy difícil. Realmente lo intentó, luchó contra esa sensación, reprimiéndose incluso de hacer ruido alguno, pero después de un rato, ya no pudo más, y un alarido salió del fondo de su garganta, al mismo tiempo que su semen fue expulsado a chorro y manchó la alfombra del lugar. Su cuerpo se estremecía por completo, y más porque seguía recibiendo aquellas estocadas aún cuando le había llegado el clímax por segunda vez. Cerró los ojos con fuerza, ya se había mentalizado para el golpe en el rostro. Incluso pensaba en dónde había puesto el medicamento para sus moretones, tendría que aplicárselo en la noche, si no es que se quedaba dormido del cansancio y el dolor en su cama... y eso si es que se quedaba en su cama, y no en la misma biblioteca. Era seguro que no volvería ahí en al menos una semana.
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Re: Entre libros (Amour Brice)
Sonrió al sentir que se corría con tal intensidad, sus paredes le apretaron de tal manera que no pudo evitar intentar ir contra esa presión acelerando sus estocadas para alargar aquel placer como la nota final de una canción, extender ese momento, sabía dos cosas: Que el otro no iba a resistirlo tal y como sucedía a menudo y la otra que igual lo quería golpear se corriera o no por marica, así que salió de él por un momento y volteó al otro de forma brusca para golpear su rostro tal y como lo había dicho volteándole el rostro del golpazo con el dorso de la mano, quizá "midiendo su fuerza" un poco para no romperle nada y se acomodó entre sus piernas volviendo a sumergirse en su interior mientras una de las piernas de Gabriel la acomodaba sobre su hombro, jadeó al sentirse dentro de nuevo y bajó la cabeza respirando violentamente durante unos segundos, devoró sus labios saboreando la sangre del otro, vaya y eso que había medido su fuerza, le había roto un labio, pero eso lo excitó más por lo que comenzó a tomar un ritmo rápido y breve en el interior ajeno, bajó a besar su cuello y después a chupar uno de sus botones ya sin intenciones de herirlo más, por lo menos había dejado de llorar afortunadamente o le hubiera golpeado de nuevo, tomó sus glúteos apretándolos con fuerza entre sus dedos y comenzó un ritmo más violento y frenético al sentirse cerca de nuevo, tomó el miembro ajeno entre sus dedos y comenzó a masturbarlo siguiendo el ritmo que él mismo llevaba en su interior -¡Ahh! Ga-briel... ¡NGH!- Gruñó su nombre como nunca había pronunciado alguno mientras follaba y tomó sus labios apasionadamente de nuevo mientras le estocaba certero y con fuerza unas últimas veces, al escuchar que ya comenzaba a hacer mucho ruído con la mano libre paró a taparle la boca con fuerza bajando la cabeza pegando su frente en el mentón ajeno penetrándole de tal forma gloriosa que no tardó en gemir corriéndose dentro. Jadeó bruscamente, pues ni él esperaba correrse de nuevo tan pronto pero las expresiones del otro y su sabor a sangre le habían descontrolado muchísimo. Se quedó tirado sobre él destapando su boca y soltando su miembro húmedo al fin y quedándose sobre él disfrutando esa sensación de éxtasis que tanto le había hecho falta para calmarse, era dopamina pura.
Amour Brice- Dseta
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Re: Entre libros (Amour Brice)
Se sentía como un muñeco de trapo, siendo manipulado como Amour se le viniera en gana, y como tal se dejó voltear para recibir el golpe que ya le esperaba. Su rostro giró por la fuerza del golpe, y pronto pudo paladear el sabor metálico de su propia sangre. Su rostro era inexpresivo, no había si quiera mostrado señas de dolor, solo su mente abstraía esa sensación sin permitirle externarla. Lo único para lo que su rostro se contorsionaba era para gemir y jadear, sus manos se aferraban a la alfombra debajo de él, y sus labios correspondían a los besos fieros de su dueño sin decir palabra alguna. Así mismo, cedía su cuello y se arqueaba mansamente para que el otro le devorara como mejor creyera conveniente. Solo era eso, una coraza vacía perdida en la sensación placentera de lo carnal. Sus gemidos se vieron acallados por la mano ajena, y por tercera vez eyaculó, a la par con el Brice principal. Sentía claramente que sus paredes se contraían contra el falo que aún estaba dentro de él, y se estremecía por la sensación. Así se quedó, inmóvil, con la mirada perdida en la nada, respirando agitadamente para recuperar el aliento, y con Amour encima de él. Poco a poco iba regresando a la consciencia se su ser, y sentía repugnancia de su cuerpo, y del cuerpo que estaba sobre sí. Era un asco que probablemente caía en lo insano, no podría tolerar nunca aquello. Era aberrante la sensación del semen ajeno deslizándose entre sus glúteos, seguramente con algo de sangre entremezclada por el ardor que sentía dentro de él. Cerró sus ojos, y pensó en lo mucho que le gustaría huir de ese lugar, en la libertad con la que siempre soñaba, probablemente solo la alcanzaría con la muerte, pero ya lo había intentado anteriormente, sin éxito. Tal vez estaba destinado a sufrir eso toda su vida, y era demasiado cobarde como para querer cambiarlo. Entre todos esos pensamientos, sentía que la somnolencia le iba abrumando poco a poco, se sentía cansado, y solo quería desaparecer del mundo real.
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Re: Entre libros (Amour Brice)
Finalmente al sentirse mejor Amour se levantó del piso, se acomodó los pantalones y se puso la camisa sin decir palabra, al ver al otro idiota sólo tirado allí le dio una patada, bueno en realidad sólo lo removió con el pie -Levántate y vístete, idiota, no pensarás quedarte allí a que te vea la servidumbre así- Le regañó mientras se acomodaba la gabardina encima de sus vestimentas y se miraba contra uno de los cristales de la ventana, un hueco en su pecho, ese estúpido hueco de nuevo que le recordaba que si el otro correspondía a sus caricias era porque le había domado a golpes como manso animal más no porque realmente le quisiera ¡Tonterías! ¡Necesitaba un trago y ya! Caminó severo y aunque se había enfadado ante el pensamiento justo ahora estaba mucho más relajado ¿Así sería aquello siempre?... Sin más que decirle al otro más que una última mirada de odio por esos pensamientos, salió de la habitación cerrando tras de sí.
-FIN DE LA ESCENA-
-FIN DE LA ESCENA-
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