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Invitando copas
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Invitando copas
Después de caminar algunos minutos, no tardaron en llegar a la plaza y a partir de allí, siguiendo al pie de la letra las indicaciones que Morgana le había dado para llegar al sitio. Era agradable, aún no estaba completamente lleno el lugar debido a que aún no era tarde, pero sin duda pronto lo estaría y no sabía si el chico podría soportarlo. Preguntó si no habría un lugar menos concurrido y le mostraron el piso superior que, con frecuencia, estaba menos poblado. Killian guió a ambos para ir a sentarse arriba, acompañado de Gabriel. Y en el poco tiempo que tomaron para ponerse cómodos, una camarera les sirvió dos sendas jarras de cerveza y las dejó allí. Aquello era refrescante y Killian se podría haber bebido la suya de un solo trago, pero antes quería ver la reacción de Gabriel al beberla.
- Espero que se encuentre cómodo Gabriel. Este piso al parecer no se llena demasiado, así que tendrá plena libertad de sentirse satisfecho - Tomó la jarra de cerveza y con un gesto, apremió al joven a tomar la suya mientras le daba un sorbo.- Ah, alcohol... dulce placer del hombre. Debería estar bendecido en todas las religiones - Bromeó, con una diminuta sonrisa para luego mirar al chico.- Vamos con esa cerveza y luego... luego provarás el ron, es lo mejor que hay- Le aseguró, con naturalidad - Así que vamos, debes terminar esa jarra antes de pensar en algo más- Le apremió, divertido, ansioso por verle de verle en ese modo.
- Espero que se encuentre cómodo Gabriel. Este piso al parecer no se llena demasiado, así que tendrá plena libertad de sentirse satisfecho - Tomó la jarra de cerveza y con un gesto, apremió al joven a tomar la suya mientras le daba un sorbo.- Ah, alcohol... dulce placer del hombre. Debería estar bendecido en todas las religiones - Bromeó, con una diminuta sonrisa para luego mirar al chico.- Vamos con esa cerveza y luego... luego provarás el ron, es lo mejor que hay- Le aseguró, con naturalidad - Así que vamos, debes terminar esa jarra antes de pensar en algo más- Le apremió, divertido, ansioso por verle de verle en ese modo.
Killian J. McFadden- Eta
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Re: Invitando copas
La plaza de Grève en toda su amplitud, con gente caminando por todos lados y el ruido de los comerciantes aquí y allá. Pese a eso, un sitio bastante pintoresco, pero no por eso menos incómodo para Gabriel, quien seguía aferrado del brazo de Killian. Se había cubierto con su capucha por lo incómodo que se sentía, tanto por la gente alrededor como por estar aferrado al marinero. No es que este le desagradara, simplemente el contacto humano en general era algo bastante aterrador para él, y sin embargo se había atrevido a tomarle del brazo y no soltarlo por un trayecto relativamente largo. Cuando se dio cuenta, estaban frente a un establecimiento que tenía la leyenda de "Babylon", al parecer un bar. Se le hacía familiar, tal vez su tío lo había mencionado alguna vez en una de sus pláticas con Diègue. Estuvo a punto de retractarse de su invitación cuando entraron y vio a la gente sentada ahí, bebiendo y riendo, aunque no eran muchos, pero sí los suficientes para que Gabriel se sintiera tenso.
A pasos tiesos, continuó su camino, siendo guiado hasta un segundo piso que se veía bastante vacío, solo por la excepción de un par de personas que estaban ahí, tal vez en busca de algo de privacidad. Igualmente, a él no le interesaba lo que las personas cuchichearan a su alrededor. Tomó asiento junto con el de los ojos grises, y se sorprendió de la rapidez del servicio cuando le asentaron aquellos inmensos tarros de cerveza. Abrió los ojos de par en par, ¿realmente esperaban que se bebiera aquello? - Gracias.- Habló apenas audible para agradecer a la camarera, sin alzar la mirada y mucho menos quitarse la capucha. Una vez se hubo retirado, guió vista hacia el rostro de Killian, escuchándolo con atención. - Tendré que adaptarme primero...- Se alzó de hombros con timidez, todo el sitio en sí hacía que se sintiera ansioso de cierta manera, pero no podía ser grosero con su acompañante. Lo pensó dos veces antes de descubrirse la cabeza para dejar ver su rostro entero, que pintaba una mueca cómica de inseguridad y tensión, con sus labios apretados en una línea y las cejas curvadas.
Le observó primero tomar un trago de su cerveza con un gusto que casi era contagioso, después agarró su propio tarro de modo vacilante, y tras esperar unos momentos mirando al de los ojos grises, finalmente dio el primer trago a su bebida, para después suspirar. La cerveza estaba fría, y sabía bastante bien a pesar de que no acostumbraba tomarla. Por lo general, y cuando se daban esas escasas ocasiones en las que bebía, consumía vinos, whiskys y esa clase de licores. - Está buena.- Comentó, y dio otro trago a esta, para después abrir los ojos y casi atragantarse con ese último comentario. - ¿Entonces esperas que tome más?- En ese momento, hasta su propiedad se había desvanecido un poco por la impresión. - Pero... esta cosa es gigante.- Señaló su tarro, en verdad era bastante grande para él. - Y el ron es muy fuerte... Seguramente no salgo caminando de aquí si bebo demasiado.- Se había puesto muy tenso de repente, sus manos apretaban la madera de la mesa sin darse cuenta, pero cuando notó la expresión del otro hombre, bajó la mirada, en un intento de relajarse un poco y recuperar la compostura, con un sonrojo en las mejillas. - Bueno... digamos que no acostumbro a beber.- Sus manos jugaban bajo la mesa en un tic nervioso, y optó por mejor dar otro trago a su cerveza para destensarse un poco más.
A pasos tiesos, continuó su camino, siendo guiado hasta un segundo piso que se veía bastante vacío, solo por la excepción de un par de personas que estaban ahí, tal vez en busca de algo de privacidad. Igualmente, a él no le interesaba lo que las personas cuchichearan a su alrededor. Tomó asiento junto con el de los ojos grises, y se sorprendió de la rapidez del servicio cuando le asentaron aquellos inmensos tarros de cerveza. Abrió los ojos de par en par, ¿realmente esperaban que se bebiera aquello? - Gracias.- Habló apenas audible para agradecer a la camarera, sin alzar la mirada y mucho menos quitarse la capucha. Una vez se hubo retirado, guió vista hacia el rostro de Killian, escuchándolo con atención. - Tendré que adaptarme primero...- Se alzó de hombros con timidez, todo el sitio en sí hacía que se sintiera ansioso de cierta manera, pero no podía ser grosero con su acompañante. Lo pensó dos veces antes de descubrirse la cabeza para dejar ver su rostro entero, que pintaba una mueca cómica de inseguridad y tensión, con sus labios apretados en una línea y las cejas curvadas.
Le observó primero tomar un trago de su cerveza con un gusto que casi era contagioso, después agarró su propio tarro de modo vacilante, y tras esperar unos momentos mirando al de los ojos grises, finalmente dio el primer trago a su bebida, para después suspirar. La cerveza estaba fría, y sabía bastante bien a pesar de que no acostumbraba tomarla. Por lo general, y cuando se daban esas escasas ocasiones en las que bebía, consumía vinos, whiskys y esa clase de licores. - Está buena.- Comentó, y dio otro trago a esta, para después abrir los ojos y casi atragantarse con ese último comentario. - ¿Entonces esperas que tome más?- En ese momento, hasta su propiedad se había desvanecido un poco por la impresión. - Pero... esta cosa es gigante.- Señaló su tarro, en verdad era bastante grande para él. - Y el ron es muy fuerte... Seguramente no salgo caminando de aquí si bebo demasiado.- Se había puesto muy tenso de repente, sus manos apretaban la madera de la mesa sin darse cuenta, pero cuando notó la expresión del otro hombre, bajó la mirada, en un intento de relajarse un poco y recuperar la compostura, con un sonrojo en las mejillas. - Bueno... digamos que no acostumbro a beber.- Sus manos jugaban bajo la mesa en un tic nervioso, y optó por mejor dar otro trago a su cerveza para destensarse un poco más.
Gabriel Brice- Eta
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Re: Invitando copas
El pirata no pudo evitar sonreirse ante la actitud desconfiada que mostraba el chico. Era como un animalito asustado, aunque bueno, despues de tales debates entendia porque; no era fácil afrontar que el mundo se te estaba cayendo encima de ese modo y que no tienes control alguno sobre tus acciones. Sin embargo, para ser el primer intento, lo estaba llevando bastante bien. Le dio otro trago a su refrescante cerveza, sintiendo el líquido helado y amarillento bajar por su garganta a tragos largos. ¿Cómo a alguien podía no gustarle? Quien lo dijera, debia ser reverendo idiota.
Su mirada escrutó el recinto aunque no de manera evidente, sino pareciendo tan natural como si estuviera a punto de preguntar el clima. Aquella segunda planta era un sitio mucho mas intimo, incluso habian un par de hombres más atras de ellos cuchicheando palabras inentendibles para él. No era inglés ni francés, seguro habia de ser italiano o español. Volvio su atención al joven cuando le dijo que no acostumbraba beber demasiado y no pudo evitar reirse, bajo para no llamar demasiado la atención.
- Precisamente por eso, Gabriel, debe usted beber más - Le apremió sin dejar de sonreirle - Debe experimentar de lo que hasta ahora se ha perdido en la vida... ¿Y que mejor que con uno de los placeres de la vida de ricos y pobres como lo es el alcohol? - le animó - Vamos Gabriel, prometo cuidar que no te pongas ebrio... palabra de marino - Le prometió, antes de guiñarle un ojo, riendo un poco más - Entonces, ¿Vamos con la siguiente?-
Su mirada escrutó el recinto aunque no de manera evidente, sino pareciendo tan natural como si estuviera a punto de preguntar el clima. Aquella segunda planta era un sitio mucho mas intimo, incluso habian un par de hombres más atras de ellos cuchicheando palabras inentendibles para él. No era inglés ni francés, seguro habia de ser italiano o español. Volvio su atención al joven cuando le dijo que no acostumbraba beber demasiado y no pudo evitar reirse, bajo para no llamar demasiado la atención.
- Precisamente por eso, Gabriel, debe usted beber más - Le apremió sin dejar de sonreirle - Debe experimentar de lo que hasta ahora se ha perdido en la vida... ¿Y que mejor que con uno de los placeres de la vida de ricos y pobres como lo es el alcohol? - le animó - Vamos Gabriel, prometo cuidar que no te pongas ebrio... palabra de marino - Le prometió, antes de guiñarle un ojo, riendo un poco más - Entonces, ¿Vamos con la siguiente?-
Killian J. McFadden- Eta
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Re: Invitando copas
El Brice observaba a Killian sin sentirse muy convencido de lo que le decía, por supuesto que no permitiría que él midiera la cantidad de licor que consumía, él mismo se cuidaría de ello. Y a pesar de ello, solo se limitó a asentir con la cabeza pintando una muy tímida sonrisa, y agarró su tarro con ambas manos para terminarse el contenido, dando un gran suspiro que culminó en un eructo. Aquello no había sido con intensión, y provocó que el rostro de Gabriel se pusiera completamente rojo por la vergüenza y se encogiera de hombros. - L-lo siento...- Balbuceó torpemente. Genial, ahora comenzaba su tartamudeo nervioso, siempre tenía que salir con alguna de sus torpezas, y en ese momento sentía el deseo de que se lo tragara la tierra. - Entonces... ¿P-pedirás otra ronda?- Preguntó sin mirar al otro, encogido en su asiento, en un triste intento por dispersarse, pero solo lograba que su tensión aumentara. Ahora sus dedos tamborileaban sobre la orilla de la mesa a modo de tic nervioso.
Gabriel Brice- Eta
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Re: Invitando copas
Solo asintió al ver la timida sonrisa del chico, sabiendo claramente que este no cofiaba en él. Claro, ¿Por qué lo haría? Probablemente él mismo no confiaría en él... si no fuera si mismo. Le vio tomar el tarro con ambas manos mientras sus ojos seguían cada movimiento del chico, como el líquido se deslizaba por su garganta a toda prisa como si quisiera escapar del envase o como si fuera la última gota de agua dulce en medio del mar para un viajero. Sin embargo, cuando luego de aquel suspiro satisfecho le salió un eructo al otro, no pudo evitar reirse. Típico, aquello era cosa de principiantes y por lo mismo no se lo recriminaría. No quería avergonzarlo más... bueno no más de lo que ya lo hacía con su risa, lo cual no había sido intencional pero no había podido evitarlo. La expresión avergonzada del otro se le había hecho demasiado graciosa... y adorable a la vez.
- No tienes que disculparte de cada cosa que hagas, Gabriel - Le aseguró para estirar una mano sobre la mesa y palmearle el hombro - Tal vez que se escapen sonidos como esos no es correcto para un caballero, pero en sitios como estos... puedes permitirte ciertas licencias porque, aunque parezca grotesco, sino lo haces, podría interpretarse que no estás disfrutandolo... y eso a veces cae mal - Aclaró, aunque sin deseos de causarle más preocupaciones.
Una sonrisa amplia y ancha se le pintó en el rostro cuando el otro preguntó si pediría otra ronda. ¡Pero si era lo que estaba esperando que le dijera! Tomó su propio tarro de cerveza, acabandolo en unos pocos tragos, al igual que el otro, aunque él controlara mejor aquel reflejo de eructo sin permitir que el propio se escuchara. No necesitó gritar, con una palmada fuerte a la mesa casi en seguida apareció la mesera, a quien le pidió esta vez una botella de ron. No quería uno demasiado añejo porque podía ser fuerte para el chico, así que se conformaría con el ron común que vendían en París que en realidad, era bastante bueno. Mejor que el de España y eso era decir bastante.
- Bien, de acuerdo. Ya probaste la cerveza, ahora lo que sigue en la lista es el ron - Indicó al chico, para luego tomar la botella, destaparla y paladear su aroma - Mmmmm... esta no esta mal. No esta demasiado añejado así que no es demasiado pesado para que lo pruebes - Le aseguró. Sirvió dos tragos en los pequeños vasos de vidrio que les trajeron y tomó el suyo, bebiendolo de una sola vez- ahhhh... es refrescante Gabriel, ya lo verás. Sentirás un pequeño ardor al tragarlo pero el sabor en la lengua es bastante agradable para este en particular - sirvió uno nuevo para él, para acompañar al de ojos verdes.- Así que vamos, te acompañaré en este trago, ¡salud! - Dijo, chocandolo con el otro para esperar luego a que lo bebiera y hacerlo al mismo tiempo.
- No tienes que disculparte de cada cosa que hagas, Gabriel - Le aseguró para estirar una mano sobre la mesa y palmearle el hombro - Tal vez que se escapen sonidos como esos no es correcto para un caballero, pero en sitios como estos... puedes permitirte ciertas licencias porque, aunque parezca grotesco, sino lo haces, podría interpretarse que no estás disfrutandolo... y eso a veces cae mal - Aclaró, aunque sin deseos de causarle más preocupaciones.
Una sonrisa amplia y ancha se le pintó en el rostro cuando el otro preguntó si pediría otra ronda. ¡Pero si era lo que estaba esperando que le dijera! Tomó su propio tarro de cerveza, acabandolo en unos pocos tragos, al igual que el otro, aunque él controlara mejor aquel reflejo de eructo sin permitir que el propio se escuchara. No necesitó gritar, con una palmada fuerte a la mesa casi en seguida apareció la mesera, a quien le pidió esta vez una botella de ron. No quería uno demasiado añejo porque podía ser fuerte para el chico, así que se conformaría con el ron común que vendían en París que en realidad, era bastante bueno. Mejor que el de España y eso era decir bastante.
- Bien, de acuerdo. Ya probaste la cerveza, ahora lo que sigue en la lista es el ron - Indicó al chico, para luego tomar la botella, destaparla y paladear su aroma - Mmmmm... esta no esta mal. No esta demasiado añejado así que no es demasiado pesado para que lo pruebes - Le aseguró. Sirvió dos tragos en los pequeños vasos de vidrio que les trajeron y tomó el suyo, bebiendolo de una sola vez- ahhhh... es refrescante Gabriel, ya lo verás. Sentirás un pequeño ardor al tragarlo pero el sabor en la lengua es bastante agradable para este en particular - sirvió uno nuevo para él, para acompañar al de ojos verdes.- Así que vamos, te acompañaré en este trago, ¡salud! - Dijo, chocandolo con el otro para esperar luego a que lo bebiera y hacerlo al mismo tiempo.
Killian J. McFadden- Eta
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Re: Invitando copas
Aquella palmada en el hombro no hizo que su situación mejorara. Sus ojos se abrieron de par en par y sus hombros se convirtieron en dos rocas por unos instantes, tras los cuales dio un amplio suspiro para relajarse, y destensarse un poco. - Comprendo.- Indicó, aún sonrojado. En realidad, sus modales le impedían darse aquellas "licencias" que el pirata le comentaba, podría tolerarlas pero él no se sentía cómodo haciendo esa clase de cosas... Claro, como si estuviese cómodo consigo mismo alguna vez en la vida. Alzó las cejas, pues, al verle terminarse su tarro con ese entusiasmo, y una sutil sonrisa se curvó en sus labios, sintiéndose tal vez un tanto contagiado de aquel ánimo por un instante.
De nuevo se sorprendió por el servicio del lugar, era como si ya supieran analizar a los clientes y saber qué servirles al instante. Observó a Killian servirle una ración de ron, y tomó su pequeño vaso para mirar el licor sin estar muy seguro de probarlo de nuevo. Lo había bebido en otra ocasión estando con Diègue y su tío, y su torpeza no le permitió terminarse su tarro en aquella ocasión, en la que al parecer las ratas se regocijaron del licor derramado en el suelo esa noche. Otra vez puso esa mirada insegura luego de que vio al otro acabarse su trago y servirse más, pero por fin dio un suspiro, chocó su vaso con el ajeno, y tras titubear unos instantes, se llevó aquel contenido a los labios. Al instante sintió la fuerza del alcohol en su paladar, y el trago ya le quemaba la garganta. Carraspeó por el ardor a la par que asentaba el pequeño vaso en la mesa y hacía una mueca, aunque no tan notoria, sí era divertida. El sabor se había quedado en su lengua, y ahora podía degustar mejor la madera del añejado del ron, y en verdad no estaba mal. - Debo admitir que... tienes buen gusto...- Finalmente, y dando un paso más, se desinhibió otro poco para dejar la formalidad del "usted" y pasar a un más ameno "tú".
Le miró a los ojos y sonrió cortezmente, el alcohol ya comenzaba a correr por su cuerpo, dando esa sensación de relajamiento progresivamente, su cuerpo ya no estaba tan tenso como al principio. - Una vez, me llevaron a un bar que está en el mercado negro, y ahí probé el ron. No pude disfrutarlo del todo porque... tiré mi tarro por accidente.- De nuevo se encogió de hombros, apenado por contar aquella anécdota, pero era lo único relativamente interesante que le vino a la mente para comentar. Definitivamente no era el mejor conversador del mundo. - Eh... así que eres marinero, ¿no? He de suponer que has viajado mucho...- Por un momento, puso esa mirada perdida, soñadora, como las que acostumbraba cuando se perdía en sus libros. - ¿Cómo es el mar?- Por su puesto. Había nacido en Buffon, un lugar ciertamente alejado del mar, y luego París se había convertido en su mazmorra. Tenía real curiosidad de saber. Todo lo que sabía era por sus libros, y los dibujos no son tan detallados como las imágenes reales.
De nuevo se sorprendió por el servicio del lugar, era como si ya supieran analizar a los clientes y saber qué servirles al instante. Observó a Killian servirle una ración de ron, y tomó su pequeño vaso para mirar el licor sin estar muy seguro de probarlo de nuevo. Lo había bebido en otra ocasión estando con Diègue y su tío, y su torpeza no le permitió terminarse su tarro en aquella ocasión, en la que al parecer las ratas se regocijaron del licor derramado en el suelo esa noche. Otra vez puso esa mirada insegura luego de que vio al otro acabarse su trago y servirse más, pero por fin dio un suspiro, chocó su vaso con el ajeno, y tras titubear unos instantes, se llevó aquel contenido a los labios. Al instante sintió la fuerza del alcohol en su paladar, y el trago ya le quemaba la garganta. Carraspeó por el ardor a la par que asentaba el pequeño vaso en la mesa y hacía una mueca, aunque no tan notoria, sí era divertida. El sabor se había quedado en su lengua, y ahora podía degustar mejor la madera del añejado del ron, y en verdad no estaba mal. - Debo admitir que... tienes buen gusto...- Finalmente, y dando un paso más, se desinhibió otro poco para dejar la formalidad del "usted" y pasar a un más ameno "tú".
Le miró a los ojos y sonrió cortezmente, el alcohol ya comenzaba a correr por su cuerpo, dando esa sensación de relajamiento progresivamente, su cuerpo ya no estaba tan tenso como al principio. - Una vez, me llevaron a un bar que está en el mercado negro, y ahí probé el ron. No pude disfrutarlo del todo porque... tiré mi tarro por accidente.- De nuevo se encogió de hombros, apenado por contar aquella anécdota, pero era lo único relativamente interesante que le vino a la mente para comentar. Definitivamente no era el mejor conversador del mundo. - Eh... así que eres marinero, ¿no? He de suponer que has viajado mucho...- Por un momento, puso esa mirada perdida, soñadora, como las que acostumbraba cuando se perdía en sus libros. - ¿Cómo es el mar?- Por su puesto. Había nacido en Buffon, un lugar ciertamente alejado del mar, y luego París se había convertido en su mazmorra. Tenía real curiosidad de saber. Todo lo que sabía era por sus libros, y los dibujos no son tan detallados como las imágenes reales.
Gabriel Brice- Eta
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Re: Invitando copas
Killian tomo su trago al verle a Gabriel hacerlo, y disfrutó de la sensacion ardiente en su garganta a tragarlo y el delicioso sabor que quedó atrapado en su paladar. Era una de las cosas que mas le gustaba. No pudo evitar sonreirse divertido al ver las reacciones del chico que no cuadraban para nada con las palabras que dijo despues, lo cual lo hacía aún más cómico. Se sirvió y bebió otro trago mientras escuchaba como le contaba su primera experiencia con el ron, no muy buena por cierto, pero cuando comenzó a preguntar acerca de él y el mar y lo que hacia, se sintio mucho mas en confianza de hablar, de decir, de contar. Si habia algo que Killian McFadden sabia apreciar era el mar.
- Pues si, la verdad es que he viajado bastante, es algo que me gusta hacer. Creo que por haber crecido junto al mar - Explicó con tranquilidad, mirándole como parecia ilusionado al explicar su experiencia - Yo digo que el mar es vida, es una fuerza imperiosa y desatada que ningun barco puede controlar. Ni siquiera las terribles leyendas de espieitus marino que deboran tripulaciones enteras son tan terribles como un mar embrabecido por una tormenta a medianoche - Aseguro con una calma que hasta resultaba aterradora - Sin embargo, a veces puedes ser calmo, hasta hermoso, y en el mar se ven los mejores atardeceres - Le aseguró, convencido.- Puedes ver el cielo pintado de fuego, como si quisiera deborar todo en el mar... Entonces este es como en espejo, ambos quieren tragar el barco y no sabes donde empieza el cielo y empieza el mar, y eso... Eso es indescriptible- Aseguro, incluso un poco nostalgico.
Trataba de ser lo mas descriptivo posible. Alguien que no habia salido de los libros debia tener buena imaginacion para dibujar la escena en su cabeza. Se sirvió mas ron y bebió un poco mas, dos vasos seguidos, antes de servir dos shots, uno mas para él y el segundo para Gabriel. Luego, empujó el vaso ligeramente hacia él.
- Vamos, un segundo - Le animó - Y luego me diras lo que quieras saber del mar... Puedo contarte todas las historias del mar que quieras - dijo, con tranquilidad. El ron le ponia de buen humor como para contar historias.
- Pues si, la verdad es que he viajado bastante, es algo que me gusta hacer. Creo que por haber crecido junto al mar - Explicó con tranquilidad, mirándole como parecia ilusionado al explicar su experiencia - Yo digo que el mar es vida, es una fuerza imperiosa y desatada que ningun barco puede controlar. Ni siquiera las terribles leyendas de espieitus marino que deboran tripulaciones enteras son tan terribles como un mar embrabecido por una tormenta a medianoche - Aseguro con una calma que hasta resultaba aterradora - Sin embargo, a veces puedes ser calmo, hasta hermoso, y en el mar se ven los mejores atardeceres - Le aseguró, convencido.- Puedes ver el cielo pintado de fuego, como si quisiera deborar todo en el mar... Entonces este es como en espejo, ambos quieren tragar el barco y no sabes donde empieza el cielo y empieza el mar, y eso... Eso es indescriptible- Aseguro, incluso un poco nostalgico.
Trataba de ser lo mas descriptivo posible. Alguien que no habia salido de los libros debia tener buena imaginacion para dibujar la escena en su cabeza. Se sirvió mas ron y bebió un poco mas, dos vasos seguidos, antes de servir dos shots, uno mas para él y el segundo para Gabriel. Luego, empujó el vaso ligeramente hacia él.
- Vamos, un segundo - Le animó - Y luego me diras lo que quieras saber del mar... Puedo contarte todas las historias del mar que quieras - dijo, con tranquilidad. El ron le ponia de buen humor como para contar historias.
Killian J. McFadden- Eta
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Re: Invitando copas
Gabriel escuchaba con suma atención sin quitar su mirada esmeralda sobre el marinero, pero su mente estaba perdida en imágenes que se formaban conforme le iba explicando cómo era el océano. Pudo visualizar en su imaginación el contraste del atardecer en el agua como un lienzo pintado a acuarelas, el agua ondeando, danzando al vals de su propio son que, pese a que no tenía una idea tan clara de cómo sería el ulular del viento con el agua, trataba de imaginarlo. Sus ojos eran soñadores en esos momentos, se pensaba a sí mismo en un barco, sintiendo la brisa en su rostro, con uno de esos trajes de marinero que dibujaban en los libros de piratas, sintiéndose libre como alguna vez le gustaría ser... Regresó a la realidad de manera sutil cuando Killian le sirvió otro trago, y miró su vaso unos momentos, antes de agarrarlo y dar un suspiro para tomarlo. Otra vez ese ardor en la garganta se presentó, pero esta vez fue un poco más... placentero, y el sabor del ron pudo percibirlo mejor entre lo amargo del alcohol.
Pensó en su posible pregunta... en realidad, habían muchas cosas que quería preguntar, pero no se sentía con la confianza suficiente para hacerlo. Aún así, iría lanzando las que se le ocurrieran una por una para poder pasar el rato. - Bueno... He leído que a veces se puede ver un destello verde cuando el sol se esconde en el mar. ¿Es eso cierto?- Preguntó con suma curiosidad. Jamás había visto algo como eso en la vida. - Yo... intenté verlo una vez en el río Sena... Pero no sucedió nada.- Miró a la mesa, pensando en ese día. Realmente fue algo decepcionante para el Brice, pero tal vez era solo un fenómeno que sucedía en el mar.
Pensó en su posible pregunta... en realidad, habían muchas cosas que quería preguntar, pero no se sentía con la confianza suficiente para hacerlo. Aún así, iría lanzando las que se le ocurrieran una por una para poder pasar el rato. - Bueno... He leído que a veces se puede ver un destello verde cuando el sol se esconde en el mar. ¿Es eso cierto?- Preguntó con suma curiosidad. Jamás había visto algo como eso en la vida. - Yo... intenté verlo una vez en el río Sena... Pero no sucedió nada.- Miró a la mesa, pensando en ese día. Realmente fue algo decepcionante para el Brice, pero tal vez era solo un fenómeno que sucedía en el mar.
Gabriel Brice- Eta
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Re: Invitando copas
La mirada de ojos ensoñadores que había puesto Gabriel durante todo aquel rato donde estuvo describiendo aquello le señaló de inmediato la emoción que tenía el otro por conocer el mar, por conocer la libertad, aquello que se le negaba en... cualquiera que fuera su situación. El otro podría huir, de seguro, pero apostaba a que estaba demasiado acostumbrado a su vida cómoda como para atreverse a hacer alguna locura como, por ejemplo, huir en un barco como polizonte o algo así. Sin embargo, no se exoneraría de sugerirle la idea. Si en su barco tuviera chicos atractivos como Gabriel, tal vez no le preocuparía estar tanto tiempo en el mar.
Bebió otra vez acompañando a Gabriel, para luego servirse otro y dejarlo reposando sobre la mesa mientras pensaba la respuesta a la pregunta que el chico le había planteado. Conocía la respuesta pero intentaba ser lo menos... cruel posible. Suspiró, bebiendo el trago que acababa de servirse y que apenas había dejado que se enfriara, antes de carraspear con su garganta y tomar de nuevo la palabra.
- Ese destello verde no es algo bueno la verdad, pero es mejor que no lo hayas visto - Le aseguró con voz solemne, casi misteriosa- Yo mismo lo he visto apenas solo dos veces, pero las leyendas de los mares cuentas que este destello solo presagia muerte - Confirmó - Yo mismo lo observé una de las veces sintiendome a punto de pasar al otro lado, pero finalmente ya vez que no fue así- Le sonrió un poco, buscando animarlo - Se dice que el borde del mar refulge en color verde cuando se lleva una embarcación que no volverá a ver al sol de los vivos. Puede ser un espectáculo hermoso pero también muy siniestro cuando sabes lo que significa... y que en cualquier momento podrías ser tu - Señaló, con tranquilidad.
Esperó un poco más, solo para que las palabras lograran efecto en Gabriel, que el chico lograra internalizarlas, antes de servir dos nuevos tragos. A este paso, tardarían muchisimo en terminar aquella botella de Ron, aunque la verdad no era como si tuviera algo más que hacer.
- Sin embargo, cosas tanto tenebrosas como hermosas se observan cuando estas en medio del mar - Al decir esto, casi sonó nostálgico - Algo tan peligroso como hermoso solo puede ser comparado, a mi parecer con el primer amor... ese que suele dejarte el corazón destrozado cuando termina - Una sonrisa torcida se le dibujó en el rostro mientras pensaba en la persona que mencionaba - Pese a todo, la sensación de libertad que te da surcar las aguas a la velocidad del viento en tus velas no la cambiaría por nada. Deberías probarlo alguna vez, Gabriel - Animó el pirata, con una media sonrisa seductora y suspicaz, como él era, antes de beber lo suyo.
Bebió otra vez acompañando a Gabriel, para luego servirse otro y dejarlo reposando sobre la mesa mientras pensaba la respuesta a la pregunta que el chico le había planteado. Conocía la respuesta pero intentaba ser lo menos... cruel posible. Suspiró, bebiendo el trago que acababa de servirse y que apenas había dejado que se enfriara, antes de carraspear con su garganta y tomar de nuevo la palabra.
- Ese destello verde no es algo bueno la verdad, pero es mejor que no lo hayas visto - Le aseguró con voz solemne, casi misteriosa- Yo mismo lo he visto apenas solo dos veces, pero las leyendas de los mares cuentas que este destello solo presagia muerte - Confirmó - Yo mismo lo observé una de las veces sintiendome a punto de pasar al otro lado, pero finalmente ya vez que no fue así- Le sonrió un poco, buscando animarlo - Se dice que el borde del mar refulge en color verde cuando se lleva una embarcación que no volverá a ver al sol de los vivos. Puede ser un espectáculo hermoso pero también muy siniestro cuando sabes lo que significa... y que en cualquier momento podrías ser tu - Señaló, con tranquilidad.
Esperó un poco más, solo para que las palabras lograran efecto en Gabriel, que el chico lograra internalizarlas, antes de servir dos nuevos tragos. A este paso, tardarían muchisimo en terminar aquella botella de Ron, aunque la verdad no era como si tuviera algo más que hacer.
- Sin embargo, cosas tanto tenebrosas como hermosas se observan cuando estas en medio del mar - Al decir esto, casi sonó nostálgico - Algo tan peligroso como hermoso solo puede ser comparado, a mi parecer con el primer amor... ese que suele dejarte el corazón destrozado cuando termina - Una sonrisa torcida se le dibujó en el rostro mientras pensaba en la persona que mencionaba - Pese a todo, la sensación de libertad que te da surcar las aguas a la velocidad del viento en tus velas no la cambiaría por nada. Deberías probarlo alguna vez, Gabriel - Animó el pirata, con una media sonrisa seductora y suspicaz, como él era, antes de beber lo suyo.
Killian J. McFadden- Eta
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Algo en la previa expresión de Killian le hizo sentir inseguro sobre la respuesta que estaba a punto de darle, como si aquello no fuese realmente bueno. Aún así, juntó las manos sobre la mesa para observarle mientras escuchaba. Los ojos verdes centellaban intrigados con cada palabra que el pirata decía, y su expresión era de sutil consternación. Jamás pudo haber imaginado que el significado de un fenómeno natural que parecía hermoso, en realidad fuese algo tan terrible, sobretodo cuando en esos libros que hablaban sobre los paisajes de la tierra describían aquel espectáculo como una maravilla. Bajó la mirada a la mesa, absorto en ese pensamiento, era como si el color verde fuese de mal augurio, sus ojos eran de ese color, y la vida era cruel con el. No lo mataba, pero sí lo hacía sufrir, como si paladeara de esa tortura lenta que era su diario sobrevivir. Observó el vaso una vez más, ese que le había servido Killian, y sin decir una palabra, se lo bebió de un trago, gruñendo suavemente por el ardor producido.
Escuchó después esa referencia al primer amor, y realmente no supo de manera exacta cómo interpretarla porque... bueno, el jamás había sentido aquello. No había sufrido ese "mal del corazón" nunca... Lo único que había internado por todos esos años era ese odio enfermizo que le lastimaba, y también esa sensación rara que se alojaba en el pecho de vez en cuando y le confundía... Ambos producidos por su tío... Hizo una mueca, no quería pensar en él en esos instantes, quería sentirse libre y a salvo, aunque fuese bebiendo, pero con una compañía agradable, como la de Killian. - Sería interesante subir alguna vez a un barco. Jamás he abordado uno.- Comentó, aún con la mirada en la mesa. Después alzó el rostro para observarle, y un sutil rubor pobló sus mejillas ante esa sonrisa que le había dedicado el marinero. Se veía tan bien de esa manera, confianzudo, algo rudo, pero igualmente amable y, por la manera en la que lo trataba, también era comprensivo. Una suave sonrisa se pintó en su propio rostro, con la cual desvió luego su mirada para servirse licor por iniciativa propia, solo para hacer algo, y luego tomarse el trago de una sola vez. Esos pensamientos no eran adecuados, seguramente era efecto del alcohol, aunque debía admitir que el pirata le estaba cayendo bien... Nadie lo había tratado así en años, tal vez solo Camus, pero él había desaparecido de la faz de la tierra de manera misteriosa. Solo esperaba que estuviese bien en donde sea que estuviera.
Carraspeó un poco, se había perdido en sus pensamientos unos segundos. Volvió a enfocarse en lo que estaban... "Cierto, lo del barco". Una idea se le cruzó en mente, pero se avergonzó enseguida de ella, y prefirió reservarse el derecho de externarla. Tal vez, si se hacía de mayor amistad con Killian, pudiese alguna vez atreverse a pedirle que... le diera un paseo en barco por el mar. Pero no sería en esa ocasión. - Por el momento, creo que me conformaré con mis libros.- Comentó, alzándose de hombros con ese rubor adorable en sus mejillas. Entonces, se le ocurrió otra cosa para preguntar. - ¿Existen los monstruos marinos?- Alzó la mirada, clavándola en los orbes grises ajenos con la emoción parecida a la de un niño. - He leído sobre el kraken, o el leviatán, o las serpientes marinas... ¿Son reales? ¿O solo son mitos antiguos?- Tal vez era tonta su pregunta, pero soñaba con esa clase de fantasías muy a pesar de que sabía que la probabilidad de que aquello fuese real era nula.
Escuchó después esa referencia al primer amor, y realmente no supo de manera exacta cómo interpretarla porque... bueno, el jamás había sentido aquello. No había sufrido ese "mal del corazón" nunca... Lo único que había internado por todos esos años era ese odio enfermizo que le lastimaba, y también esa sensación rara que se alojaba en el pecho de vez en cuando y le confundía... Ambos producidos por su tío... Hizo una mueca, no quería pensar en él en esos instantes, quería sentirse libre y a salvo, aunque fuese bebiendo, pero con una compañía agradable, como la de Killian. - Sería interesante subir alguna vez a un barco. Jamás he abordado uno.- Comentó, aún con la mirada en la mesa. Después alzó el rostro para observarle, y un sutil rubor pobló sus mejillas ante esa sonrisa que le había dedicado el marinero. Se veía tan bien de esa manera, confianzudo, algo rudo, pero igualmente amable y, por la manera en la que lo trataba, también era comprensivo. Una suave sonrisa se pintó en su propio rostro, con la cual desvió luego su mirada para servirse licor por iniciativa propia, solo para hacer algo, y luego tomarse el trago de una sola vez. Esos pensamientos no eran adecuados, seguramente era efecto del alcohol, aunque debía admitir que el pirata le estaba cayendo bien... Nadie lo había tratado así en años, tal vez solo Camus, pero él había desaparecido de la faz de la tierra de manera misteriosa. Solo esperaba que estuviese bien en donde sea que estuviera.
Carraspeó un poco, se había perdido en sus pensamientos unos segundos. Volvió a enfocarse en lo que estaban... "Cierto, lo del barco". Una idea se le cruzó en mente, pero se avergonzó enseguida de ella, y prefirió reservarse el derecho de externarla. Tal vez, si se hacía de mayor amistad con Killian, pudiese alguna vez atreverse a pedirle que... le diera un paseo en barco por el mar. Pero no sería en esa ocasión. - Por el momento, creo que me conformaré con mis libros.- Comentó, alzándose de hombros con ese rubor adorable en sus mejillas. Entonces, se le ocurrió otra cosa para preguntar. - ¿Existen los monstruos marinos?- Alzó la mirada, clavándola en los orbes grises ajenos con la emoción parecida a la de un niño. - He leído sobre el kraken, o el leviatán, o las serpientes marinas... ¿Son reales? ¿O solo son mitos antiguos?- Tal vez era tonta su pregunta, pero soñaba con esa clase de fantasías muy a pesar de que sabía que la probabilidad de que aquello fuese real era nula.
Gabriel Brice- Eta
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- ¿De verdad? Pues te has perdido de semejante placer toda tu vida Gabriel, te lo aseguro - Añadió el pirata, convencido.- Surcar los mares es lo más maravilloso que jamás podrás hacer; sentir el viento en tu rostro, el suelo tambaleandose bajo tus pies pero con la seguridad que eres libre y que eso es lo más importante de todo - Se convenció.
Le sorprendió que el chico comenzara a poner de su parte al verle tomar el trago con rapidez. No lo disfrutaba, no lo paladeaba, y tal vez por eso parecía poder ver tal sacrificio a través de aquellos ojos claros, lo cual parecia ser reflejo de aquella situación que le atormentaba. ¿Cómo de malo seria? Le daba curiosidad conocer la verdad, saber "a que se enfrentaba", pero al mismo tiempo sabia que no era correcto preguntar, porque aquel no era su asunto. Ademas, ¿Quien sabe? Podria ser incluso algo que él no quisiera escuchar. Por lo mismo, guardó silencio ante aquella duda, mientras escuchaba al joven comentar de su barco... Y al último minuto, arrepentirse y decidir volver de nuevo su cabeza a los libros, como una tortuga que se esconde en su caparazón por miedo a ser herida. Ahora que lo pensaba detenidamente, aquella era exactamente la actitud de Gabriel, aunque por supuesto, las tortugas no se sonrojaban ni se veian adorablemente bien sonrojadas. No sabia si aquello era producto del alcohol o de los pensamientos ajenos, pero aquello le mantuvo la sonrisa pícara en el rostro con la cual, disimuladamente, le coquetaba, por la simple razón de que así era él.
- ¿Monstruos marinos?- Repitió, sorprendido ante la pregunta, lo habia tomado desprevenido - Pues... Para ser sinceros, yo nunca he visto uno. Al leviatán o al Kraken por lo menos no - Enfatizó - Y de aquellos que los han visto, muy pocos han vivido para contarlo, así que me alegra no haberlos encontrado nunca - Expresó, con sinceridad - Pero las serpientes marinas, esas si que existen - le aseguró - Yo las he visto con mis propios ojos, aunque no son tan grandes como cuentan las historias. Aun asi, son algo digno de temerse - Señalo, asintiendo un poco solemne para mirar a Gabriel a los ojos, acercando un poco mas sus cuerpos para verse mas de cerca - Tal parece que has leido mucho sobre el mar, realmente te gusta, ¿No? - Inquirió, suspicaz, mirandolo con travesura. El chico era todo un personaje.
Le sorprendió que el chico comenzara a poner de su parte al verle tomar el trago con rapidez. No lo disfrutaba, no lo paladeaba, y tal vez por eso parecía poder ver tal sacrificio a través de aquellos ojos claros, lo cual parecia ser reflejo de aquella situación que le atormentaba. ¿Cómo de malo seria? Le daba curiosidad conocer la verdad, saber "a que se enfrentaba", pero al mismo tiempo sabia que no era correcto preguntar, porque aquel no era su asunto. Ademas, ¿Quien sabe? Podria ser incluso algo que él no quisiera escuchar. Por lo mismo, guardó silencio ante aquella duda, mientras escuchaba al joven comentar de su barco... Y al último minuto, arrepentirse y decidir volver de nuevo su cabeza a los libros, como una tortuga que se esconde en su caparazón por miedo a ser herida. Ahora que lo pensaba detenidamente, aquella era exactamente la actitud de Gabriel, aunque por supuesto, las tortugas no se sonrojaban ni se veian adorablemente bien sonrojadas. No sabia si aquello era producto del alcohol o de los pensamientos ajenos, pero aquello le mantuvo la sonrisa pícara en el rostro con la cual, disimuladamente, le coquetaba, por la simple razón de que así era él.
- ¿Monstruos marinos?- Repitió, sorprendido ante la pregunta, lo habia tomado desprevenido - Pues... Para ser sinceros, yo nunca he visto uno. Al leviatán o al Kraken por lo menos no - Enfatizó - Y de aquellos que los han visto, muy pocos han vivido para contarlo, así que me alegra no haberlos encontrado nunca - Expresó, con sinceridad - Pero las serpientes marinas, esas si que existen - le aseguró - Yo las he visto con mis propios ojos, aunque no son tan grandes como cuentan las historias. Aun asi, son algo digno de temerse - Señalo, asintiendo un poco solemne para mirar a Gabriel a los ojos, acercando un poco mas sus cuerpos para verse mas de cerca - Tal parece que has leido mucho sobre el mar, realmente te gusta, ¿No? - Inquirió, suspicaz, mirandolo con travesura. El chico era todo un personaje.
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¿El leviatán no existía? ¿Cómo podía ser eso posible? Ahora la Atlántida parecía un sueño más con toda esa magia y conocimientos de otro mundo que jamás podría alcanzar porque probablemente no eran ciertos, al igual que el leviatán. Del kraken no se decepcionaba tanto, después de todo era una bestia de los dioses griegos, aunque hubiese sido genial saber que eran reales. Al final, su decepción no fue completa, porque para su maravilla las serpientes marinas sí existían, así que tenía esperanza de que algunas cosas más de sus libros pudiesen ser ciertas, como la existencia de esas nuevas tierras de las que se contaba que Leifr Eiríksson, "El Afortunado" había descubierto cuando se perdió por el mar.
Ciertamente, escuchar aquellas cosas le estaba animando bastante, era increíble aprender cosas referente a sus libros de las palabras de otra persona que sabía del tema. Sus ojos brillaban por esas ansias de seguir preguntando y que continuara respondiéndole, pero los abrió muy grandes cuando notó que se acercaba "demasiado" a él, y se sonrojó más notoriamente que veces anteriores al sentirse tan cerca del rostro ajeno, crispando sus manos sobre la mesa y tensando todo su cuerpo. Estaba atolondrado sin saber qué hacer, pero su subconsciente le hizo concentrarse en la pregunta previa para poder contestarla. - Ah... S-sí, creo q-que he leído b-bastante.- Tuvo pena de mirarle a los ojos, sabía que se reiría de él por lo torpe que estaba actuando y por ese ridículo tartamudeo que le atacaba cuando se ponía nervioso, pero no podía controlarlo. Así que volteó súbitamente su rostro a la mesa, sin saber exactamente qué ver, hasta que fijó su mirada en la botella de ron que había ahí. Rápidamente alargó su mano crispada hacia la botella, con movimientos tiesos...
Lamentablemente sus nervios eran tales que hizo que la botella se cayera en la mesa, y el ron comenzara a verterse. Así que apartó su mano de manera fugaz, guardándosela en el pecho como un niño asustado y temeroso de que lo regañaran. -¡Lo siento!- Exclamó con voz temblorosa por los nervios, se apresuró a poner de pie de nuevo el envase cuando su mente captó que no debía de dejar que el líquido continuara tirándose. Qué estúpido era, estaba haciendo el ridículo frente a ese hombre. Ahora sentía que su estrés era mayor, y sentía calor en todo el rostro por la vergüenza.
Ciertamente, escuchar aquellas cosas le estaba animando bastante, era increíble aprender cosas referente a sus libros de las palabras de otra persona que sabía del tema. Sus ojos brillaban por esas ansias de seguir preguntando y que continuara respondiéndole, pero los abrió muy grandes cuando notó que se acercaba "demasiado" a él, y se sonrojó más notoriamente que veces anteriores al sentirse tan cerca del rostro ajeno, crispando sus manos sobre la mesa y tensando todo su cuerpo. Estaba atolondrado sin saber qué hacer, pero su subconsciente le hizo concentrarse en la pregunta previa para poder contestarla. - Ah... S-sí, creo q-que he leído b-bastante.- Tuvo pena de mirarle a los ojos, sabía que se reiría de él por lo torpe que estaba actuando y por ese ridículo tartamudeo que le atacaba cuando se ponía nervioso, pero no podía controlarlo. Así que volteó súbitamente su rostro a la mesa, sin saber exactamente qué ver, hasta que fijó su mirada en la botella de ron que había ahí. Rápidamente alargó su mano crispada hacia la botella, con movimientos tiesos...
Lamentablemente sus nervios eran tales que hizo que la botella se cayera en la mesa, y el ron comenzara a verterse. Así que apartó su mano de manera fugaz, guardándosela en el pecho como un niño asustado y temeroso de que lo regañaran. -¡Lo siento!- Exclamó con voz temblorosa por los nervios, se apresuró a poner de pie de nuevo el envase cuando su mente captó que no debía de dejar que el líquido continuara tirándose. Qué estúpido era, estaba haciendo el ridículo frente a ese hombre. Ahora sentía que su estrés era mayor, y sentía calor en todo el rostro por la vergüenza.
Gabriel Brice- Eta
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Re: Invitando copas
Sin saberlo, Killian reaccionó tal como el chico estaba pensando; al notarlo tartamudeando tan nerviosamente con el rostro rojo, no pudo evitar reirse. Empero, no lo hacía de mala fe, pues lo que creia era que al chico le estaba empezando a afectar el ron, lo cual era algo de lo más lógico y natural si no se esraba acostumbrado a aquel tipo de licores tan fuertes, aunque ese no lo fuera tanto como otros que habia probado. Trató de controlar su risa cuando vio que el chico realmente estaba aterrorizado cuando, al tumbar la botella por accidente, chilló unas disculpas antes de recordar que debia levantar la botella de nuevo. Negó suavemente, dejando salir un suspiro. Pensó para si mismo en la pena que le daba el muchacho, aunque no lo dejara reflejar en sus gestos o en su faz; debian tenerlo viviendo en una angustia muy grande para que reaccionara de ese modo. Seguro esa era la situación que le tenia mal. Llevó una mano y la posó en su hombro, sacudiendolo un poco para atraer su mirada y que viera que no estaba enojado.
- Hey, tranquilo ¿de acuerdo? Los accidentes ocurren, no pasa nada - Le aseguró con naturalidad, buscando calmarlo -Nadie murió y una botella nueva de ron puede volver a comprarse. No hay motivos por los cuales alterarse - añadió. Soltandole, le sirvió un vaso nuevo y se lo entregó en las manos.- Bien se ve que el ron te esta afectando, mate - Le bromeó - pero tal parece que es justo lo que necesitas para calmar esos nervios asi que, vamos, hasta el fondo - Le animó, antes de tomar su vaso y hacer lo mismo.
La verdad es que Gabriel, con la vida que le estaba atormentando, parecia el candidato ideal para huir en una aventura por el mar. Pero la verdad temia un poco por el chico. La verdad es que le parecía atractivo de una manera delicada, mas aún con ese rostro sonrojado y los ojos perdidos y temerosos, y por lo mismo temia por el, pues no todos los piratas le gustaba saciar sus anchas en las amplias caderas de las voluptuosas mujeres que los esperaban en los puertos, algunos preferian chiquillos mansos como Gabriel. Por lo mismo, no era capaz de hacerle tal proposición. No era como si Killian se preocupara especialmente por otros, pero su vida ya parecía tan triste y miserable como para que viniera alguien como él a hacersela peor. Por eso no se atrevía sugerirselo.
- Hey, tranquilo ¿de acuerdo? Los accidentes ocurren, no pasa nada - Le aseguró con naturalidad, buscando calmarlo -Nadie murió y una botella nueva de ron puede volver a comprarse. No hay motivos por los cuales alterarse - añadió. Soltandole, le sirvió un vaso nuevo y se lo entregó en las manos.- Bien se ve que el ron te esta afectando, mate - Le bromeó - pero tal parece que es justo lo que necesitas para calmar esos nervios asi que, vamos, hasta el fondo - Le animó, antes de tomar su vaso y hacer lo mismo.
La verdad es que Gabriel, con la vida que le estaba atormentando, parecia el candidato ideal para huir en una aventura por el mar. Pero la verdad temia un poco por el chico. La verdad es que le parecía atractivo de una manera delicada, mas aún con ese rostro sonrojado y los ojos perdidos y temerosos, y por lo mismo temia por el, pues no todos los piratas le gustaba saciar sus anchas en las amplias caderas de las voluptuosas mujeres que los esperaban en los puertos, algunos preferian chiquillos mansos como Gabriel. Por lo mismo, no era capaz de hacerle tal proposición. No era como si Killian se preocupara especialmente por otros, pero su vida ya parecía tan triste y miserable como para que viniera alguien como él a hacersela peor. Por eso no se atrevía sugerirselo.
Killian J. McFadden- Eta
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Re: Invitando copas
Una vez más se sintió crispado cuando el marinero comenzó a sacudirle del hombro de esa manera, con sus nervios alterados no era una buena forma de tratar de tranquilizarlo. Por el simple hecho de no querer ser descortés con Killian, y porque sabía que no era su intención alterarlo, no le empujó la mano, y se quedó quieto hasta que el otro la retiró de forma voluntaria. Entonces respiró hondo para después suspirar, intentando calmarse por todos los medios posibles. Prestó atención a las palabras ajenas, era definitivo que le consideraba un idiota. Sin embargo, las tomó por el lado amable y se tranquilizó un poco más. El alcohol en su cuerpo le estaba dificultando esa tarea. Negó para sí mismo, y sostuvo el nuevo trago de ron que el otro le había servido, sin estar muy seguro ya de beberlo. Y sin embargo, se atrevió a hacerlo. La verdad es que estaba bastante bueno, ya comenzaba a acostumbrarse al sabor. - La verdad... no sé si deba continuar bebiendo.- Comentó, alzándose de hombros un poco apenado. - Soy... muy torpe normalmente... Y creo que si sigo bebiendo me entorpeceré más.- Hizo una mueca de inconformidad. Estaba siendo sincero, y ni si quiera entendía por qué le estaba explicando aquello al marinero, sentía que le debía esa explicación tal vez. - Yo pagaré por todo.- Aclaró. Era obvio, por supuesto, ya que había sido él el de la idea de ir a beber y quien le había invitado, pero por si acaso se le ocurría querer pagar su desastre, mejor lo dejaba en claro una vez más. - Mejor... continúa hablándome del mar. ¿Haz... visitado tierras nuevas? ¿Te has perdido alguna vez?- Se sentía nervioso, e intentaba calmarse y entablar una conversación normal, porque... vamos, no era posible que no pudiese hacer algo tan nimio como eso. Muy a pesar de que tenía ganas de huir del lugar, igualmente quería quedarse con el marinero, y sinceramente de hacerse más amistad con él.
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Re: Invitando copas
Killian le miró nervioso y sintió un poco de pena por el chico, pero le impulsó a calmarse, haciendole beber el licor. Eventualmente dejaría de preocuparse. Pensó interiormente en esas vidas de los nobles y como muchos terminaban como ese chico, envuelto en aquellas redes de sangre y mentiras. Por eso él no se involucraba con los nobles sino para obtener de ellos algun trabajo, algun beneficio, y eso era todo. Se encogio de hombros, relajando un poco la expresion y la postura, escuchando el apremio ajeno por mas historia, mas conocimiento, ese deseo por vivir en un mundo imaginario, lejos de la realidad. A pesar de su belleza eterea, tenia una vida triste.
-Igual no creo que pase nada si bebes demasiado. No mientras estés conmigo, al menos - señaló, con una sonrisa confiada y seductora como todo él - Entonces, hablemos del mar...- comenzó, poniendose cómodo para empezar a pensar en lo que contaria- ¿Alguna vez has escuchado historias respecto a Leifr Eiríksson? El afortunado, le llaman - Le comentó, con naturalidad - Conocí a alguien que navegó con él... Y terminó guiandonos a una de nuestras mejores expediciones - Y con esa dramática frase, empezó su historia.
Para suerte ajena, los piratas eran muy buenos contadores de historias y Killian no era la excepcion; empezó a relatarle las peripecias de su viaje, como habian casi muerto de sed en medio del mar, la isla en la que habian terminado cercados por un grupo de agresivos nativos y muchos detalles mas que, sabia, emocionarian al chico. Entre pausa y pausa tomaba un poco mas de ron, como si el liquido ambarino le aclarara la garganta y la mente para seguir relatando. En medio de ella, le trajeron una nueva botella de ron, que el pirata consumió sin dudar y, de ese modo, continuo relatando hasta que incluso varios curiosos se acercaron a escuchar el relato. Porque Killian tenia esa habilidad carismatica de atraer a quienes se acercaban a él.
-Igual no creo que pase nada si bebes demasiado. No mientras estés conmigo, al menos - señaló, con una sonrisa confiada y seductora como todo él - Entonces, hablemos del mar...- comenzó, poniendose cómodo para empezar a pensar en lo que contaria- ¿Alguna vez has escuchado historias respecto a Leifr Eiríksson? El afortunado, le llaman - Le comentó, con naturalidad - Conocí a alguien que navegó con él... Y terminó guiandonos a una de nuestras mejores expediciones - Y con esa dramática frase, empezó su historia.
Para suerte ajena, los piratas eran muy buenos contadores de historias y Killian no era la excepcion; empezó a relatarle las peripecias de su viaje, como habian casi muerto de sed en medio del mar, la isla en la que habian terminado cercados por un grupo de agresivos nativos y muchos detalles mas que, sabia, emocionarian al chico. Entre pausa y pausa tomaba un poco mas de ron, como si el liquido ambarino le aclarara la garganta y la mente para seguir relatando. En medio de ella, le trajeron una nueva botella de ron, que el pirata consumió sin dudar y, de ese modo, continuo relatando hasta que incluso varios curiosos se acercaron a escuchar el relato. Porque Killian tenia esa habilidad carismatica de atraer a quienes se acercaban a él.
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Re: Invitando copas
Aquellos ojos esmeralda brillaron ante la mención de ese personaje. ¿Entonces sí había existido? Se acomodó, sintiéndose más entusiasmado, y prestó cuidadosa atención a todo aquel relato, con los ojos perdidos y una suave sonrisa que denotaban su emoción. Por dentro, estaba lleno de vívidas imágenes del relato y se fascinaba por toda aquella odisea tan terrible, pero interesante, que el pirata había vivido. Tal vez por la emoción, tal vez por el ron que ya se había tomado, pero comenzaba a sentirse bastante bien, por lo que no dudó ya en servirse algunos tragos más de licor entre lo que duró el relato, llegando a tal punto en el que ni si quiera se sintió incómodo cuando los curiosos comenzaron a acercarse. Se sentía en un ambiente ameno, de hecho era la primera vez que se sentía en un ambiente así, y eso le hacía relajarse de todo su estrés previo, aunado con los efectos sutiles del alcohol, que pronto empezarían a marcarse más, como en ese ligero rubor permanente que ya comenzaba a pintar en las mejillas de Jean.
Por fin se veía riendo y mostrando su sonrisa más amplia, bastante desinhibido, aunque conservando su elegancia y un poco de esa introversión que evidentemente nunca se le quitaría. Tan animado se había puesto, que él igual se unió al relato, hablando de alguna que otra historia de sus libros, pero él no tenía la gracia de Killian, más bien relataba de una manera un poco más pintoresca y letrada en cierta manera, pero no por eso dejó de interesar a los demás. No sentía pena de caer en el error, sabía que de cualquier manera, el marinero le despejaría cualquier duda que tuviera, y eso le alentaba. No habló tanto como el otro, pero se sintió bien de compartir lo poco que sabía. Entre toda la conversación, se habían gastado ya la segunda botella de ron. Gabriel comenzaba a sentirse algo mareado, y no estaba seguro de querer continuar, por su propio bien. - Creo que yo dejaré de beber. Si quieres pedir otra botella para ti, no hay problema.- Comentó con una sonrisa encantadora hacia el marinero. No parecía estar ebrio, pero ya se notaba que el alcohol comenzaba a afectarle, y él mismo lo notó, hecho que le desconcertó un poco.
Por fin se veía riendo y mostrando su sonrisa más amplia, bastante desinhibido, aunque conservando su elegancia y un poco de esa introversión que evidentemente nunca se le quitaría. Tan animado se había puesto, que él igual se unió al relato, hablando de alguna que otra historia de sus libros, pero él no tenía la gracia de Killian, más bien relataba de una manera un poco más pintoresca y letrada en cierta manera, pero no por eso dejó de interesar a los demás. No sentía pena de caer en el error, sabía que de cualquier manera, el marinero le despejaría cualquier duda que tuviera, y eso le alentaba. No habló tanto como el otro, pero se sintió bien de compartir lo poco que sabía. Entre toda la conversación, se habían gastado ya la segunda botella de ron. Gabriel comenzaba a sentirse algo mareado, y no estaba seguro de querer continuar, por su propio bien. - Creo que yo dejaré de beber. Si quieres pedir otra botella para ti, no hay problema.- Comentó con una sonrisa encantadora hacia el marinero. No parecía estar ebrio, pero ya se notaba que el alcohol comenzaba a afectarle, y él mismo lo notó, hecho que le desconcertó un poco.
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Re: Invitando copas
Cuando, luego de un largo rato hablando, su relato acabó, se sorprendió de que Gabriel tomara la palabra. Sin embargo, su sorpresa fue grata al darse.cuenta que aun cuando fueran historias falsas, como él llamaba a los libros, aún asi mantenian interesado a su diminuto "publico". No le pasó desapercibido por supuesto, que el otro ya comenzaba a ponerse ebrio; se notaba en la manera mas suelta en la que hablaba y en el permanente rubor de sus mejillas. Pero eso no era malo, o al menos no para él, quien no le despegaba la mirada de encima, acompañandola con esa encantadora sonrisa que tan bien le sentaba a su rostro y que luego se transformó en risa cuando, al finalizar el relato, Gabriel le dijo que no beberia más.
- Si, creo que es suficiente para tu primera vez- Bromeó el pirata - Pero pese a todo, te ha sentado bien el ron, ¿Eh Gabriel? - Le animó, sin dejar de sonreirle, guiñandole un ojo - Tal vez sea mejor llevarte a casa... O si no quieres llegar a ella con un pirata por compañía, eres libre de quedarte en mi barco e irte en la mañana si gustas - ofreció, guiñandole un ojo de manera quizá un poco atrevida tal cual era él.-¿Te gustaria conocer el Jolly Roger, Gabriel? - le ofreció sin borrar la sonrisa de su rostro, quizá con un diminuto doble sentido - No creo que consigamos nada mejor acá si no vas a seguir bebiendo - sentenció con tranquilidad, terminando con el trago de su vaso.
Le hizo una seña a una mesera para que le trajera una nueva y ultima botella. En vista de que el otro no parecia querer seguir bebiendo, la tomaria para si, asi que pidió una un poco mas fuerte esta vez. Eso mientras esperaba que Gabriel se decidía, estaba casi seguro que su respuesta seria un si pero de igual forma prefería darle el don de la duda. Después de todo, si simplemente se lo llevaba a su barco, aquello parecería sumamente extraño y podía acarrearle problemas innecesarios.
- Entonces, ¿Que dices? ¿Una cama? ¿O un barco pirata?- Inquirió, impaciente. Queria marcharse del lugar y hacer algo más interesante.-Así podrías comprobar que tanto de tus libros es cierto- Le tentó deliberadamente. No podía decir que no a eso.
- Si, creo que es suficiente para tu primera vez- Bromeó el pirata - Pero pese a todo, te ha sentado bien el ron, ¿Eh Gabriel? - Le animó, sin dejar de sonreirle, guiñandole un ojo - Tal vez sea mejor llevarte a casa... O si no quieres llegar a ella con un pirata por compañía, eres libre de quedarte en mi barco e irte en la mañana si gustas - ofreció, guiñandole un ojo de manera quizá un poco atrevida tal cual era él.-¿Te gustaria conocer el Jolly Roger, Gabriel? - le ofreció sin borrar la sonrisa de su rostro, quizá con un diminuto doble sentido - No creo que consigamos nada mejor acá si no vas a seguir bebiendo - sentenció con tranquilidad, terminando con el trago de su vaso.
Le hizo una seña a una mesera para que le trajera una nueva y ultima botella. En vista de que el otro no parecia querer seguir bebiendo, la tomaria para si, asi que pidió una un poco mas fuerte esta vez. Eso mientras esperaba que Gabriel se decidía, estaba casi seguro que su respuesta seria un si pero de igual forma prefería darle el don de la duda. Después de todo, si simplemente se lo llevaba a su barco, aquello parecería sumamente extraño y podía acarrearle problemas innecesarios.
- Entonces, ¿Que dices? ¿Una cama? ¿O un barco pirata?- Inquirió, impaciente. Queria marcharse del lugar y hacer algo más interesante.-Así podrías comprobar que tanto de tus libros es cierto- Le tentó deliberadamente. No podía decir que no a eso.
Killian J. McFadden- Eta
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Re: Invitando copas
Extrañamente, y fuera de sus parámetros de comportamiento habitual, Jean estaba riendo ante aquellos pequeños chistes, algo que no le incomodaba, sino al contrario, se sentía muy a gusto. Pero paró esas risas ante la propuesta del pirata, cambiándolas por un semblante sorprendido. - ¿En serio?- Habló con esa misma estupefacción. Lo analizó por un momento. Realmente tenía una oportunidad para conocer un verdadero barco pirata, no podía creerlo. Además no le convenía llegar acompañado de Killian, si su hermana lo veía, iría con Amour a contarle, y seguro lo haría sufrir por ello. Además... no le apetecía llegar a la mansión, no después de sentirse tan bien con tan buena compañía. Había pensado en tal vez quedarse en una posada a dormir y al día siguiente aparecerse muy temprano, como si hubiese salido a comprar al mercado negro, pero estar en el barco sonaba mejor. Pintó una sonrisa muy amplia, mostrando sus dientes de manera encantadora, con todo el entusiasmo que le recorría. - Me encantaría conocer el Jolly Roger.- Comentó con toda la serenidad de la que fue capaz. Para el era algo maravilloso y prometedor. Evidentemente no caló aquel doble sentido del pirata, era bastante inocente como para si quiera haberlo atisbado. Para él fue una propuesta sincera, y realmente ansiaba acompañarle. Ahora que estaba algo tocado por el alcohol, podía notar claramente el atractivo del pirata sin reprimirse de ello, en verdad era cautivador su porte, pero sus pensamientos se detenían hasta ahí. Del entusiasmo, se levantó de su asiento... Lo cual fue una mala idea. Levantarse fue como si todo el peso del licor le sentara de golpe, y sintió que se mareaba en su lugar y todo giraba a su alrededor. Tuvo que apoyarse en la mesa para no caer y recuperar su orientación. ¿Pero qué rayos...? Parpadeó un par de veces, tratando de enfocar su entorno, hasta que luego de unos instantes lo logró. Sentía muy "suave su cuerpo, como si estuviese flotando tal vez, por lo que solo se quedó parado, mirando atontado a Killian mientras intentaba recuperarse del mareo. - ¿Eh... n-nos vamos?- Tartamudeó, poniéndose más rojo de lo que ya estaba, nunca le había pasado eso cuando consumía alcohol, tal vez porque nunca bebía más de dos copas.
Gabriel Brice- Eta
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Re: Invitando copas
La perspectiva animada del chico terminó por entusiasmarle a él también. Despues de todo, no siempre tenias a alguien con el entusiasmo ajeno por ver un barco pirata, puesto que usualmente la gente mas bien los rehuia. Sin embargo, captar la atención del otro tampoco habia sido sumamente dificil, especialmente después de que el otro se decidiera a beber de una forma mas relajada, al punto en que ahora estaba mareado. Pobre chico, debia aprender a beber mejor.
- Oye oye, ten cuidado- le advirtió, sosteniendole- Asi no vas a llegar muy lejos, ¿de acuerdo? Asi que, despacio ahora y un paso a la vez - señaló cuando el otro recuperó la conciencia, pasandose uno de sus brazos por los hombros.- Por lo visto, lo mejor será que te ayude hasta que recuperes la compostura... O el equilibrio, lo que vuelva primero - le bromeo, dandole un trago a la botella que le quedaba.
Dado que el otro mostraba tan emocionado por lo del barco, le llevaria a verlo... Aunque no estaba seguro de lo mucho que el otro pudiera ver dado su estado. Aun asi, pensaba, lo peor que podia pasarle es que tuviera que dejarlo tendido en algun camastro hasta que se le pasara la borrachera. La idea se le antojaba divertida, solo tendria que vigilar que Gabriel no se cayera por la borda.
-Come on, mate - Le animó Killian, sin poder evitar hablar en su idioma nativo - Si quieres ver ese barco, no me dejes todo el trabajo - Le apremió - Hay que caminar al Sena. Alli esta encallada nuestra nave. Podras descansar uma vez que llegues a ella...-
- Oye oye, ten cuidado- le advirtió, sosteniendole- Asi no vas a llegar muy lejos, ¿de acuerdo? Asi que, despacio ahora y un paso a la vez - señaló cuando el otro recuperó la conciencia, pasandose uno de sus brazos por los hombros.- Por lo visto, lo mejor será que te ayude hasta que recuperes la compostura... O el equilibrio, lo que vuelva primero - le bromeo, dandole un trago a la botella que le quedaba.
Dado que el otro mostraba tan emocionado por lo del barco, le llevaria a verlo... Aunque no estaba seguro de lo mucho que el otro pudiera ver dado su estado. Aun asi, pensaba, lo peor que podia pasarle es que tuviera que dejarlo tendido en algun camastro hasta que se le pasara la borrachera. La idea se le antojaba divertida, solo tendria que vigilar que Gabriel no se cayera por la borda.
-Come on, mate - Le animó Killian, sin poder evitar hablar en su idioma nativo - Si quieres ver ese barco, no me dejes todo el trabajo - Le apremió - Hay que caminar al Sena. Alli esta encallada nuestra nave. Podras descansar uma vez que llegues a ella...-
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Re: Invitando copas
Muy a pesar de que hizo su mejor intento, no pudo recuperar el equilibrio enseguida. Trató caminar otra vez por su propia cuenta, pero lo que ganó fue que trastabillara, y se aferrara a las ropas ajenas para no caer, hecho que le hizo sonrojarse nuevamente. Recuperando la compostura, se vio en la penosa necesidad de aceptar la ayuda del pirata. Estando en su estado, el tocarlo resultaba más desagradable que antes, y sin embargo se forzó a hacerlo, o no saldría de ese bar caminando con la decencia que le quedaba. Por lo que sin más, se aferró de él, y poco a poco fue agarrando el ritmo de sus propios pasos, caminando decentemente una vez salieron del lugar, a pesar de sentirse aún tan desubicado. Su próximo destino: el río Sena. Realmente estaba muy ansioso por llegar...
- FIN DE LA ESCENA -
Continúa:
- El pirata y el grumete
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Gabriel Brice- Eta
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