La carta {Dion}

por **Alexander L. Armengaud** Jue Mayo 31, 2012 8:12 pm

Alexander había llegado apenas de los tribunales, o cada día había más pecadores o sencillamente los inquisidores estaban más animados que de costumbre en juzgar personas a muerte pues, la verdad eran muchos los que había tenido que aprobar para su ejecución y un sinnúmero de papeleo del demonio que al final terminó dejando en manos de su buen amigo Amour para irse temprano con Bruno de ahí.

Llegó a la mansión sin ánimos siquiera de reclamar al cochero su mal conducción, estaba cansado. Una sirvienta le esperaba en la entrada con un sobre sellado por la inquisición, aquello no tenía buena pinta ¿Acaso la inquisición le había enviado un citatorio? ¿¡Había osado ofenderlo con una de esas cartas estúpidas con las que comienza la tortura de cualquier mortal que no fuera él en todo París?! ¿¡Trabajando ahí no pudieron hacerle llegar un mensaje de forma más discreta?! Se adentró como fiera a la mansión y estando dentro lanzó su capa al sillón –HIJOS DE PUTA!- Gritó molesto volteando violento a señalar una sirvienta –¡Tú! ¡Quiero un maldito café!- Le ordenó pasando a sentarse y abriendo brusco el sobre para mirar la carta, la extendió con agresividad entre sus manos para proceder a leer:

<<Nuestro muy estimado hermano en la fe:

Alexander Léonie Armengaud, General condecorado, Sacerdote y Ministro de la inquisición. Lamentamos informarle que el santísimo consejo va a hacerle una visita el día de mañana para aclarar un rumor de escandalosa índole.
Se le ha acusado con el ministro de España por los cargos de.-

Sodomia e incesto

Todo apunta a quien ahora vive con usted, el distinguidísimo caballero Dion Armengaud Leblanc.
Esperamos aclarar esto cuanto antes y personalmente presenciar su defensa para determinar si darle seguimiento a esta acusación que a nuestro parecer es una calumnia hasta demostrar lo contrario.
Atte. El consejo de la santísima inquisición.>>

¿Quién diablos se atrevería a decirles tal cosa a esos idiotas?... Lograría saberlo y cuando obtuviera la información se encargaría personalmente, ahora las manos le temblaban de coraje por lo que lanzó la carta a la chimenea sin importarle y arrebató el café que la sirvienta le traía, le dio un largo trago con el que lo terminó en seguida y gruño molesto con una mirada ensimismada en veneno mental.

por **Dion Armengaud Leblanc** Jue Mayo 31, 2012 9:52 pm

Cuando Dion comenzaba a escuchar gritos en la mansión y no era él quien le gritaba a las ineptas sirvientas, sólo podía ser Alex quien llegaba del tribunal... Respiró profundo esperando las malas noticias, estaba algo cansado de todo lo que conllevaba el que Alexander fuera ministro, pero a la vez estaba consciente de que él poco podía hacer... quizá no hacerlo enojar más de la cuenta.
Terminó de arreglarse y acomodó su camisa en el espejo con enormes orlas que había en su habitación, la cual jamás usaba, a menos que tuviera que cambiarse de ropa, por lo demás practicamente vivía en la habitación de castaño "su habitación" y en el estudio donde solía pasar largas horas.
Bajó las escaleras con ese aire entre seductor y divino que poseía, del cual, no era completamente consciente en ocasiones.
Por la expresión de Alexander, pudo intuir que las cosas eran mucho peor de lo que podían llegar a escucharse arriba. -¿Alex?...-Fué lo único que alcanzó a decir cuando en sus ojos sólo se reflejaba preocupación e incertidumbre. Miró de reojo a la sirvienta, como diciéndole que se fuera antes de que pudiera irle peor.

por **Alexander L. Armengaud** Vie Jun 01, 2012 10:18 am

Escuchó bajar a Dion y le dieron ganas de encender él mismo la maldita chimenea para que esa cosa se quemara de una buena vez pero era tarde para eso. Apenas si escuchó su nombre y le dolió en el alma pensar que algo le pudiera pasar a su ángel, jamás permitiría que esos idiotas le tocaran un solo cabello... En ese caso prefería matarlo con sus propias manos.

Volteó a mirarle con una expresión disgustada, se levantó y le atrajo de la cintura para besar su frente -Dion... si tuviera que hacer algo terrible por salvar nuestro honor ¿Me perdonarías?...- Le preguntó en un tono amargo presionándolo contra él apenas un poco en un abrazo posesivo -Si mañana... tuviera que hacer algo de lo que me arrepienta. Pero prefiero hacerlo yo a permitir que algún otro estupido lo haga... Los asesinaría a todos sino procediera como pienso hacerlo, Dion... A todos sin excepción...- Le decía con la vista en la nada imaginándose lo peor en medio de sus ahora delirios.

Intentaba estar tranquilo pero la furia contenida comenzaba a acumularse en su pecho amenazando con estallar a gritos muy pronto.

por **Dion Armengaud Leblanc** Vie Jun 01, 2012 10:11 pm

El ojiverde se acercó a Alexander, no se inmutó por la manera en la que lo abrazó, no le parecía extraño que fuera tan efusivo, cerró los ojos apenas y un instante, por el confort del contacto, aunque cuando comenzó a escucharlo supo que no le duraría mucho tiempo, ese tono lúgubre lo estaba preocupando...

-Alex, dime que ha pasado...- Le preguntó mientras intentaba buscar su mirada, ¿Honor?...Sabía que cuando el castaño comenzaba a hablar de asesinatos era por que las cosas eran serias...¿Qué era lo que lo tenía tan molesto? Rogaba a los dioses que no se enojara más... -Yo te apoyaré en lo que necesites... no importa lo que sea...-Sentenció, fijando su mirada en el otro para hacerle entender que hablaba en serio, que daría su vida si Alex se la pidiera, sin siquiera pensárselo dos veces.

por **Alexander L. Armengaud** Sáb Jun 02, 2012 5:10 pm

Alexander le miró con un atisbo de dolor en sus castañas pupilas, y evitó su mirada cuando este intentó profundizar más en ella, lo comprendería si le sostenía la mirada más tiempo -...A algún idiota se le ocurrió insinuar a los ministros... esto...- No supo como explicarlo, un "lo nuestro" hubiera sido demasiado para su mente ahora. Él no consideraba tener una relación , bueno no en el concepto que la gente ridícula tenía, él estaba con Dion porque le resultaba una necesidad, una parte de él, un complemento que era imposible negar en su vida o que llegara a faltar o que al pensar en él como individuo no viniera Dion dentro del concepto.

Si preguntaba más estallaría en ira, no quería asustarlo pero estaba muy molesto y esas punzadas de rencor en su vientre cada vez eran más intensas. Se dio la media vuelta dándole la espalda. Pero lamentablemente ya había dirigido una mirada a la chimenea que yacía apagada con la carta a espera de que la incendiasen.

por **Dion Armengaud Leblanc** Lun Jun 04, 2012 5:58 pm

A Dion se le fue el color por unos instantes al escuchar tal cosa, ¿Quién había sido capaz de hacer algo así? Cualquiera que hubiera sido el artífice de tal atrocidad no estaría mucho tiempo regodéandose con los vivos... conocía a Alexander más que cualquier otra persona. Por un momento, imágenes llenas de paranoia pasaron por la mente del ojiverde, cada escena mucho peor que la anterior, tuvo que parpadear un par de veces para intentar borrarlas...

Cuando el castaño le dio la espalda, Dion logró percibir la mirada que le lanzó a la chimenea, rápidamente tomó el papel que estaba sobre los leños sin encender, pasó rápidamente los ojos sobre ella.

"Se le ha acusado con el ministro de España por los cargos de.-
Sodomia e incesto
Todo apunta a quien ahora vive con usted, el distinguidísimo caballero Dion Armengaud..."

La carta tembló en sus manos, de manera un tanto histérica e indignada, la cólera se la dejaba a Alexander, no preguntó nada, sabía que no era el momento, simplemente buscó algo en qué sentarse pues sus piernas parecían querer doblarse de la impresión.

por **Alexander L. Armengaud** Lun Jun 04, 2012 6:32 pm

Giró unos momentos a pasos largos por la alfombra como fiera enjaulada analizando y repasando una y otra vez a sus estúpidos compañeros de trabajo, alguno de ahí debía de ser el culpable estaba 1000% seguro que era así, un par de caras se le vinieron a la mente y entonces tomó uno de los candelabros para lanzarlo lejos -¡¡¡ESOS MALNACIDOS!!!- Gritó enloqueciendo de repente, encolerizado, caminó casi precipitándose a la cocina y comenzó a buscar con lo que le iba a dar muerte al hijo de puta, tenía que ser un cuchillo digno, sí, de su propia casa para que quedara muy claro de quién había sido obra... que nadie se metiera en su camino porque se lo llevaba de paso.

Al encontrar un cuchillo de ancha hoja lo puso en la barra de la cocina y una sirvienta se asomó a ver lo que hacía el castaño para salir corriendo a informarle a Dion -¡¡Jesús santísimo!! ¡¡Nos matará a todos!!- Gritó como siempre esas mujeres estúpidas exagerando las cosas, gruñó molesto al escuchar tal afirmación, si tuviera que matar a una mujer no desperdiciaría un cuchillo de su casa, ¡Por dios!

Envolvió el cuchillo tranquilamente en una adorable servilleta con orillas de encajes negros y a pasos severos regresó a la estancia -¡Me las van a pagar todas, Dion! ¡Te lo juro! ¡Lo juro por todo lo sagrado que tengo! ¡Ese estupido consejo lamentará haber osado ofenderme con esa estupida carta y peor aún pagará el haberle creído a una escoria antes que a mí! ¿¡Pero es que París está lleno de idiotas?!- Se quejaba a gritos mientras giraba por la alfombra, luego buscaba algo para encender la estupida chimenea y al hacerlo tirar la carta sin parar de gritar sus quejas al aire. -¡Hijos de puta!-

por **Dion Armengaud Leblanc** Lun Jun 04, 2012 7:00 pm

Dion se quedó como ausente de la realidad unos instantes, como pensando todas las cosas que podrían hacer esos perros del consejo en su contra, reaccionó hasta que los gritos de una de las sirvientas retumbaron en sus oídos.
Se levantó del sillón como impulsado por una fuerza superior y miró a Alexander, quien envolvía un cuchillo enorme en una servilleta de tela ¿No eran esos los cuchillos que se usaban para matar puercos?....La duda lo asaltó momentáneamente.
-¡¿Quieres dejar de gritar y encender la maldita chimenea?!- Le vociferó a la mujer, hacía demasiado escándalo como para conocer a Alexander desde hacía tiempo., ya sabía por qué no le duraban las sirvientas...
-¡Alex, yo sé que quieres matarlos, pero serías el principal sospechoso y el consejo se te iría encima!- Le dijo al castaño como intentando que recapacitara, no podía pedirle que se calmara, mucho menos siendo él como era, eso imposible.
-Dime qué planeas hacer para la inspección...-Preguntó queriendo aparentar normalidad, sin querer saber la respuesta del todo, una vez que la chimenea estuvo encendida, el ojiverde se acercó y lanzó el trozo de papel sin mayor consideración, mirando fijamente cómo éste comenzaba lentamente a carbonizarse.

por **Alexander L. Armengaud** Lun Jun 04, 2012 7:13 pm

Suspiró y le miró intentando regresar en sí con aquellas hermosas orbes verdes -No hay nivel de dificultad, mi ángel...- Dijo atrayéndolo a él -Sólo...preséntate mañana y... ya veré qué se me ocurre- Contestó decidido, si prometía que le sacaría de esta es porque iba a hacerlo pero aún no tenía idea de lo que haría para que le creyeran, amaba al ojiverde con todo su ser implicado sólo en esa acción, un atisbo de mentira al respecto sería como un sarcasmo. Tenía qué meditar mucho lo que diría, cómo procedería a hablarles y sobre todo hacer que se le restara importancia a tal acusación "ridícula".

Buscó sus labios besándolo y dando profundidad en el contacto al instante, estaba preocupado, estaba muy irritado e indignado con el maldito mundo por no poder controlar del todo aquella situación. Con su impulso hizo que el fino cuerpo terminara arrinconado contra la pared, le besaba con posesividad y tremendo deseo intentando desquitar su coraje de un modo más... productivo. Era obvio que Alexander tenía acción todos los días por ese tipo de cosas.

por **Dion Armengaud Leblanc** Lun Jun 04, 2012 8:08 pm

Dion accedió ante las palabras de Alexander, temiendo por lo que pudiera pasar, pero por suerte, después de la "inspección" que más bien resultaba ser un juicio, Alexander podría acabar con los responsables, sólo por eso no se pondría a hacer drama en ese instante.

Apenas si le dio tiempo de reaccionar ante las acciones animales de Alexander, se dejó llevar por el beso y se quejó un poco cuando su espalda chocó de manera brusca contra la pared, haciendo eco por la estancia vacía, afortunadamente. Sus piernas comenzaron a enredarse casi de manera felina mientras los besos subían de tono, de manera de que las piernas del ojiverde terminaron al rededor de la cintura de Alex cuando éste lo cargó y sostuvo su peso entre su cuerpo y la pared, sus brazos se enredaron a su cuello para no perder el equilibrio.

¿Sodomía? Que no tuvieran ni un atisbo de placer en su vida no era culpa de ellos.

por **Alexander L. Armengaud** Lun Jun 04, 2012 8:33 pm

No podía dejar de besarle, apenas si se separó para jadear y cargarle tomando sus muslos para sostenerlo con comodidad y proseguir a devorar el cuello ajeno en besos y lamidas desesperadas por sentirlo, lo adoraba tanto...

Ascendió por el camino trazado para robarle un beso húmedo y sensual que fue breve para mirarle a los ojos -Te amo...- Volvió a besarle del mismo modo para repetir esas palabras -Te amo, Dion...- Pocas veces lo decía y a decir verdad con tal claridad esas palabras exactas las había dicho hace ya un par de años antes de irse a la guerra, pero en ese momento lo consideró necesario, mordió sus hombros sobre la ropa mientras comenzaba a frotarse ligeramente contra él.

por **Dion Armengaud Leblanc** Vie Jun 08, 2012 9:14 pm

Dion alzó un poco la cabeza, cediéndole gustoso su cuello a Alexander, el ojiverde sabía que para él había sólo una forma para liberar la tensión... y bueno, era esa.
Los labios de Alex eran los únicos que había conocido en toda su vida, y por mucho que él pudiera hacer a sus espaldas, sabía que a final de cuentas le pertenecían. Lo miró fijamente cuando escuchó al castaño pronunciar aquello, no era del todo lo que decía (a pesar de que no lo hacía a menudo) era la manera concreta en la que lo decía lo que hacía que Dion se quedara sin habla. Por mucho que Dion no quisiera aceptarlo, esa clase de cosas eran prácticamente afrodisiacas para él.

-Alex...te amo tanto...-Le dijo el ojiverde de manera pausada y bastante agitada, pues el contacto que ejercía sobre el castaño sobre su piel aún cubierta hacía que se alterara, enredó una de sus manos en el cabello de Alexander, pegándolo de manera deliciosa a su cuello.

por **Alexander L. Armengaud** Lun Jun 11, 2012 9:25 pm

Alexander le beso apasionadamente el cuello cuando supo que eso era lo que Dion deseaba, gruñó complacido de escuchar su nombre en los labios ajenos, sus manos recorrieron lentamente la fina cintura con morbo, con lascivia.

Ansiaba tanto poseerle que en ése tipo de situaciones simplemente dejaba de pensar, el deseo caía a su razón como bendita anestesia -Dion... Mi Dion...- Gimió extasiado pasando a besarle en los labios, devorándole en tremendo contacto húmedo que a él mismo le arrebató el aliento. Jadeó desesperado mientras se frotaba con un poco más de fuerza.

por **Dion Armengaud Leblanc** Vie Ene 25, 2013 12:12 am

Dion se estremeció con el contacto sobre su cintura, las manos de Alexander quemaban como fuego recién encendido, como esas que se encienden en los pastizales y devoran todo a su paso. Posó las delicadas manos sobre los fuertes hombros aferrándose y suspirando bajito antes de que sus labios fueran atrapados de nuevo en un fiero beso que le robó algo más que el aliento, y eso era lo que necesitaba, salir de su mente y del problema de la acusación por sodomía, no quería admitir que tenía miedo, a pesar de que estaba completamente protegido por Alexander, temía que el destino diera un giro y le jugara una mala pasada.

¿Por que eso que hacían, el amarse tanto y de manera tan intensa, tenía que ser un crimen ante los ojos de cualquiera?

por **Alexander L. Armengaud** Vie Ene 25, 2013 12:43 am

Devoró los labios ajenos con desesperación, profundizando en la boca ajena captando hasta el más mínimo sabor dulce de ella, le embriagaba su sabor, la pasión en su pecho era insaciable una vez que comenzaba, mordisqueó los labios ajenos mientras relajaba aquella profundidad entre sus bocas y lo despegó de la pared cargándolo sin problemas sosteniendo sus piernas para recargarlo sobre uno de los grandes muebles donde guardaban las vajillas, sólo hizo esa pausa para sostenerlo mejor y avorazarse en la boca ajena, gruñía entre esos contactos como león hambriento, le levantó de nuevo y le puso contra otra de las paredes en breves pasos para frotarse un poco y apoyar al ojiverde mientras le quitaba la camisa de un tirón, lanzándola por allí, tiró de sus zapatos mientras bajaba a mordidas y lametones más violentos y desesperados por el fino cuello, al lograr despojarlo de aquello lo tomó de nuevo y sin mayor dificultad lo llevó entre besos más apasionados al sillón más grande de la casa. Recargó a Dion con delicadeza en la suave superficie y lo repasó con una de sus manos en caricias bruscas mientras que ubicaba a tanteos con la mano libre el portón de la sala, utilizó su poderoso brazo para lanzar la puerta y que se cerrara de golpe, no quería que nadie los molestara... de hecho compadecía a la pobre alma que se atreviera.

por **Dion Armengaud Leblanc** Vie Ene 25, 2013 12:59 am

El ojiverde jadeaba bajito mientras se dejaba llevar, la lengua experta de Alezander danzaba con la suya y parecían querer fundirse en una sola. Los pequeños labios ya se hallaban rojizos e hinchados por los contactor recientes, aunque Dion fuera ignorante de la visión tan divina que provocaba el verlo de esa manera. Se apoyó mejor sobre el mueble por lo que fue más fácil para Alexander una vez que lo despojó de sus ropas, no fue consciente de la manera en la que llegaron al sillón, hasta que sintió la mullida superficie bajo su cuerpo y sus finos cabellos que se desparramaban en uno de los cojines y se sobresaltó con las mejillas sonrosadas cuando Alexander azotó la puerta, cosa que era lo mejor si es que en esa casa todos querían permanecer vivos.
Su respiración estaba entrecortada y su corazón bombeaba con fuerza tal dentro de su pecho, que Dion sentía que sus latidos podían escucharse por toda la sala, un escalofrío delicioso le recorrió el cuerpo al sentir el tacto del otro sobre su piel desnuda, se le escapó su nombre en un gemido sin soltar su cuello y cediéndole ese espacio vital entre sus piernas.

por **Alexander L. Armengaud** Vie Ene 25, 2013 1:12 am

Sonrió al ver su sorpresa cuando azotó la puerta y entonces con la punta de su lengua trazó un camino descendente desde la comisura de su boca hasta uno se sus rosados botones, al llegar a él lo succionó y lo jugó entre sus labios disfrutando del espacio que le había dado entre sus piernas, pero aún no tenía suficiente, desabrochó el pantalón ajeno y comenzó a bajarlo por sus muslos, después hizo que levantara las piernas para sacarlo hacia arriba y también lanzarlo, esa ropa fina no impediría que dejara de tener la misma hambre por él, tampoco iba a limitarse en sus salvajadas sólo por eso. Al fin con ese cuerpo de ángel desnudo y a su merced coló su mano entre las piernas ajenas comenzando a frotar un poco y soltando un gemido que no pudo contener al sentirlo ya tan duro sólo por ese "inocente" entremés. -¡Mngh! ...Dion- Mordió el oído ajeno mientras rebuscaba en la orilla del sillón el pequeño lubricante que allí ocultaba para ese tipo de ocasiones imprevistas, obviamente tenía delicadeza en esos aspectos con el otro, de lo contrario ya lo hubiera mandado a freír espárragos. Esperaba como acechando que el otro liberara su miembro ya tan apretado en esos pantalones y así tener su pase para continuar... -Hazlo de una vez, tú sabes que quieres... que seamos uno...- Le susurraba al oído entre jadeos colando su lengua después, se frotaba con todo y ropa contra el otro, tomando sus piernas para doblarlas contra el abdomen ajeno y que pudiera sentirle mejor a pesar de la ropa, estaba muy ansioso.

por **Dion Armengaud Leblanc** Vie Ene 25, 2013 12:03 pm

-Ahhh, Alex...- Susurró el ojiverde al sentir la lengua del castaño sobre sus rosados botones, que ya se habían endurecido por la atención. Levantó sus piernas en un afán contorsionista mientras quedaba completamente desnudo a merced del Inquisidor. Casi sintió vergüenza al ser delatado por su sexo, que ya hacía doler su vientre y que con el simple roce de Alexander hizo que pegara un gritito. El rubor se hizo incandescente en sus mejillas al escuchar aquello, esa clase de insinuaciones directas lo avergonzaban y le ponían al mismo tiempo.
Buscó a tientas desde su posición el broche del pantalón de Alexander, sin dejar de besarlo y de jadear bajito en su oído, y cuando pudo abrirlo apenas lo suficiente para hacer ceder su ropa interior y dejar al descubierto aquella erección que parecía estar volviendo loco al otro. Con la mano disponible tomó el pequeño frasco de lubricante y lo destapó, virtió una cantidad considerable sobre esa mano y dejó caer al piso, sin importarle mucho, sabía que tenían cierta dotación de esa clase de líquido y él ya le había agarrado gusto y manía a hacerlo en todos lados. Posó la mano con lubricante sobre el pene erecto de Alexander y sus ávidos dedos se deslizaron por la longitud, presionaba un poco sólo para tentarlo mientras él empujaba sus caderas en su dirección. -Lo somos, Alex...- era tan perfecto, aún más cuando estaba tan caliente, a Dion le era imposible no ponerse sentimental y entregarse por completo.

por **Alexander L. Armengaud** Sáb Jun 01, 2013 8:34 pm

Alexander esperó cerrando los ojos intentando tener paciencia, la mano delicada de el otro sobre su hombría era algo que lo volvía loco, cuando terminó con eso inmediatamente entró en su interior con una fuerte estocada con la que llegó hasta el fondo, dejó escuchar un gruñido mientras mordía su cuello con fiereza, pronto comenzó a moverse fuerte y preciso en su interior una y otra vez, desquitando su furia en las entrañas del otro, el que todo lo curaba, el que siempre lograba mantenerlo con la cabeza fría, el dueño de su corazón, quien había logrado arrancarle el corazón a Alexander Armengaud. Tomó la mano que estaba llena del lubricante y la limpió con su boca depositando contactos húmedos y deliciosos en cada uno de sus dedos. Después entrelazó sus dedos con los ajenos pegando aquella mano contra el sillón. Embistió cada vez más fuerte, besaba el cuello ajeno, mordió uno de sus hombros y finalmente le arrebató un beso voraz en medio de su frenesí, gruñía cada vez más salvaje al ir acercándose a su clímax, aumentaba poco a poco la velocidad, podía sentir ese pequeño borde que rozaba una y otra vez causando contracción contra su propio miembro, la estrechez le arrebató su nombre -...¡Dion!... ¡Gnhh!- Comenzó a hacerlo cada vez más fuerte, más furioso, plantó ambas manos contra el sillón al penetrarlo por última vez y quedarse totalmente dentro, le miró a los ojos mientras se corría en su interior, su mirada oscura se perdió por un momento en el éxtasis. Se tiró sobre él repartiendo caricias contra sus costados y sus piernas delineando su piel disfrutando de lo suave que era -Eres tan perfecto... mi ángel... sólo mío...- Le gruñó al oído mordiendo su lóbulo. Aún estaba molesto, pero se sentía mucho mejor.

por **Dion Armengaud Leblanc** Sáb Jun 01, 2013 9:11 pm

Recorrió con sus hábiles dedos de artista toda la extensión, subiendo y bajando mientras correspondía a los besos hambrientos del otro, una vez que lo consideró conveniente, sintió cómo el sexo del otro entraba de lleno en su interior, sacándole un jadeo alto, como un gritito de dolor mezclado con el placer, su interior se contrajo deliciosamente dando paso a una oleada eléctrica sobre todos sus miembros.Decía su nombre entre jadeos mientras sus piernas rodeaban la cintura del otro a manera de que las estocadas tuvieran mayo mayor profundidad, mayor fiereza, como solía serlo todo cuando se trataba de él. -Alex, no tan...agh ¡fuerte!- Dion gemía, completamente fuera de sí,como en una especie de trance que sólo le inducía el contacto con Alex. Sintió un ardor delicioso cuando se corrió en su interior, y él entre su abdomen, mientras lo miraba a los ojos, en ese momento, podía morir así, porque el mundo se le acababa sin la presencia de Alexander, sin toda la revolución que implicaba su carácter,lo amaba como a nadie y siempre haría lo que fuera necesario.
-Sólo tuyo Alex, siempre...- Le sonrió con la respiración agitada y con los cabellos castaños alborotados y húmedos, mientras rodeaba con sus níveos brazos el cuello ajeno.

por **Alexander L. Armengaud** Sáb Jun 01, 2013 10:34 pm

-FIN DE LA ESCENA-

Continúa en: Culpable, ineptos

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