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Mafia y amoríos {Dion, Bruno y Amour}
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Mafia y amoríos {Dion, Bruno y Amour}
+Tenía planeando el cómo derrocar a quienes estaban en su contra desde hace mucho tiempo, Martin Bianchi era uno de los nombres con los que había dado en su interrogatorio a Leònide antes de matarlo, y también deseaba con todas sus fuerzas matar a uno de los integrantes del consejo que había estado en el interrogatorio de "Sodomía" y en el que le impusieron trabajar en conjunto con Ayrton a la fuerza, el más insolente de ellos, ese mal nacido tenía qué morir.
El problema de todo aquello había sido al ahondar en la biografía del tal "Martin Bianchi", el sujeto tenía influencias con el Papa y peor aún, era uno de los aspirantes a ministro de Italia, el hijo de puta estaba conspirando en su contra porque le estorbaba para meter alguno de sus hombres en ese puesto y hacer su voluntad de Italia y de Francia... pero estaba equivocado si creía que perjudicándolo iba a lograr algo, de ningún modo lo iba a borrar del mapa tan fácil, bastaba la noticia de que había salido bien librado del interrogatorio del consejo al que le había metido por debajo del agua. Afortunadamente ya se había deshecho de su padre y no podría obtener más cartas bajo la manga porque todos los que conservaba eran fieles a él... o casi todos, allí tenía un soplón entre todo su personal que le informaba lo que sucedía desde adentro, un maldito infiltrado, una manzana podrida en la cesta que sería peligrosa y pudriría a las demás sino se apresuraba, esa noche no había dormido investigando entre el papeleo, tenía un whisky fuertísimo para subsistir esa noche escarbando dentro del papeleo que Bruno y Marc tuvieron la bondad de obtener para él de la Inquisición española con un buen colega.
Tenía problemas ¿Cómo resolverlos? ¿Cómo saber los siguientes pasos de su enemigo? Frunció el ceño mientras se concentraba más y lanzaba su expediente a la mesa -Maldito sea...- Musitó. Eran las 4 de la madrugada y todavía no tenía nada, sino se le ocurría algo rápido lo iban a derrocar, tenía que poder jugar sus piezas con astucia, siempre lograba dar en el clavo... quien sabía moverse en París y tenía ojos por todos lados era quien podría ayudarlo, el creía poder hacer eso pero si el infiltrado estaba entre los suyos de nada serviría movilizar a su gente para generar resultados que estuviera ya sabiendo al tiempo su enemigo, necesitaba de la ayuda de algún tipo de mercenario... alguien como... miró desesperado a la ventana ¿Los gitanos? ¿Tan desesperado estaba? Bajó las cejas. Jamás había pensado echar mano de una artimaña así para acabar con alguien pero... entre más lo analizaba más iba cobrando sentido en su cabeza. El rey gitano no era tonto, seguramente se haría del rogar al principio pero sólo un idiota rechazaría una oferta como la que él le haría... ahora si el rey gitano iba a ayudarlo también necesitaría infiltrar sus mejores cartas para abrir el juego, la "fiesta" sólo comenzaba, pero sólo contaba con el apoyo de Bruno y Amour y aunque eran bien parecidos era divertido pensar que pudieran seducir a hombres como esos, se estaba arriesgando a que los mandaran decapitar o algo mucho peor, la debilidad de cualquier hombre eran las mujeres fáciles, esas que abrían las piernas una noche y desaparecían después... ¿Dónde obtener mujeres confiables?... Podría ser que Aimeé aceptara si le ofrecía un buen trato, por dios, se sentía realmente extraño teniendo que estar pidiendo favores cuando él era el que concedía todo y ahora estaba en problemas, pero siempre había un pez más gordo que uno. Justo se lamentaba en silencio de aquello cuando un ruido le hizo saltar y volver a su gran sala volvió la mirada a los portones de forma anonadada ¿Quién osaba molestarlo? Se supone que la servidumbre ya debería estar durmiendo, exceptuando a la mujer que había destinado a aguardar en la cocina por si se le antojaba u ofrecía algo a esa hora.
*Bruno ya llevaba la cuenta de los tragos que había tomado, pero debían de ser muchos, porque Amour y él ya comenzaban a reírse de cualquier estupidez aún cuando tenían una mayúscula tolerancia al alcohol y mucha experiencia catando diversos licores.
—Por dios, no había visto unos senos tan feos, desde que el cardenal visitó el tribunal la semana pasada —Bruno hizo una mueca de asco a la vez que vaciaba el contenido de su copa, sin ser plenamente consciente de que dicho comentario acerca de la mesera que les estaba coqueteando haría que Amour escupiera lo que estaba bebiendo, rociándolo un poco y provocándoles una carcajada a ambos, misma que aterrorizó a la señorita –pues seguramente había intuido que se reían de ella-, dejándoles ahí la botella por la cual ya habían pagado. Amour le recriminó que era un estúpido, Bruno asintió. —Estúpido pero no mentiroso.
En cuanto Bruno vio entrar a uno de los gatos de la Inquisición –uno de los tantos de Alexander- la sonrisa que había bailado en su rostro toda la velada, comenzó a desdibujarse poco a poco, convirtiéndose en una mueca de fastidio. —Prepara tus cosas —le dijo a Amour mientras sacaba un par de francos en la bolsa y los lanzaba a la mesa, no había que ser vidente para suponer que Alexander los llamaba y era urgente, paranoide y nocturno, como él.
Subieron al carruaje con toda la seriedad que les permitía su estado de embriaguez actual; al mensajero no le habían dado detalles, por lo que todo el trayecto a la mansión Armengaud fue una conversación acalorada –y divertida-, llena de teorías conspiratorias y posibles razones que justificaran que ellos tuvieran que presentarse ante el Ministro de inmediato.
***
Alexander mantenía las cosas de la Inquisición con un hermetismo que a veces ni siquiera Dion podía tener la más mínima pista del cataclismo de ideas que cruzaban por su mente, esa era una noche de esas en las que no dormiría por su culpa. Le había dicho de la manera más sutil posible que no lo molestara, que tenía trabajo, y se había encerrado a leer montones y montones de papeles; Dion, por su parte, al no estar acostumbrado a dormir solo, andaba por la habitación como un alma en pena, había intentado leer, incluso pintar un poco, pero nada había resultado, la curiosidad comenzaba a carcomerlo y sobre el rostro ya se le habían asentado unas pequeñas ojeras.
Escuchó un carruaje a corta distancia y entonces supo que todo comenzaba a ponerse un poco más grave, Amour y Bruno bajaban de él con esa seriedad pétrea que parecía ser un requisito de todo inquisidor. Dion decidió bajar a abrir la puerta, aunque seguramente la servidumbre ya lo hubiera hecho por él, y aunque no estuviera del todo presentable, quizá así se enteraría de algo.
—Buenas noches, Monsieur, lamentamos ser inoportunos —comentó Bruno haciendo una elegante reverencia, Dion estaba a una distancia prudente de la puerta y aún así percibió el hedor a alcohol que emanaba de ellos.
“Inoportunos es poco” quiso decir, pero en vez de eso decidió restarle importancia al asunto. —Ésta es su casa, pasen por favor —ladeando una sonrisa.
+Decir que Amour se moría de la risa de las tonterías que Bruno decía era poco, en verdad se divertía de lo lindo con él y más esa madrugada porque se suponía que al día siguiente entraban tarde... pero también se le quitó la risa cuando vio entrar una cara conocida al lugar -Agh... demonios...- Ladeó una expresión de inconformidad en sus perfectos labios y finalmente caminó hasta al carruaje con algo de dificultad, tuvo que sostenerse de la cintura de Bruno para no caer porque todo le daba vueltas en ese momento, su equilibrio estaba a poco de sucumbir con todo ese alcohol, el cochero tuvo que esperar a que orinara uno de los arbustos de la taberna, pudorosamente le dio la espalda a Bruno de forma divertida porque la sutileza también se había evaporado de él con el estado en el que se encontraba. Subió ya con más seriedad y volteó a la ventana comenzando a recordar alguna de las muchas bobadas que había dicho Bruno ese día riéndose bajito y fue cuando se atrevió a indagar de lo que acontecería con ese loco hombre, sólo fue tema para reírse más y más en el camino. Cuando llegaron Amour se bajó casi abrazado de Bruno porque si se bajaba solo se iba a dar de bruces contra el piso, jadeó al estar ya allí y se esforzó muchísimo por ya ponerse serio, podía dominarlo siempre y cuando Bruno se callara y él no lo viera a la cara por un rato o volvería su ataque de risa incontrolable. Caminó con toda la estabilidad que fue capaz, se concentró, casi no se notaba si no hablaba, porque en serio su tono estaba severamente afectado, cuando abrió Dion se obligó a desviar la mirada para no tener problemas si es que Alexander estaba cerca, no podía evitar contemplar a ese hombre por más que se esforzaba así que era mejor ni mirarlo en ese momento. Pasó con cierto cuidado por el pasillo, sabía dónde se ubicaba Alexander, al entrar tranquilamente con un paso desganado y desgarbado se sentó a su lado y tomó su cabeza para atraerlo y besar efusivamente su sien. -Alex~-
Alexander estaba concentrado repasando todavía y de repente al entrar el otro hizo aquello que fue claro signo de su ebriedad, su aroma podía embriagar a cualquiera simplemente -Iugh... ¡Amour, ve a besar a Bruno! Hey- Se quejó removiéndose un poco mientras el otro lo abrazaba sólo para fastidiarlo -Basta, guarda la compostura- Le regañó pero una sonrisa se comenzó a pintar en sus labios -Lamento arruinar su noche, supongo que la pasaban bien- Dijo con sinceridad buscando la mirada de Bruno que afortunadamente estaba menos ebrio que el otro. -Si gustan otro trago pueden decirlo, pero si vas a besarme como este tonto, no por favor- Bromeó con Bruno mientras apartaba a Amour empujando su rostro lejos de él con la mano haciendo que se sentara bien en el sillón lo que les hizo reír como torpes a ambos. -A ver, ya basta, esto es serio Amour si sigues de encimoso vamos a tener que proceder de otra manera- Levantó las cejas sin poder evitar sonreír.
-Hasta crees que podrías tener tanta suerte...- Se burló el castaño y suspiró ya guardando un poco de seriedad -¿Qué pulga te pica? ¿Porqué tanto alboroto?...-
-"¿Qué pulga te pica?"... Por dios- Se rió un poco y después luchó por ponerse serio -Dion, ángel ¿Puedes traerle un café a Brice?- Le pidió en voz alta pero intentando ser de lo más dulce para que no lo mandara al carajo.
*Entraron en la estancia con un paso más lento de lo que les hubiera gustado, pero la coordinación no era su punto fuerte en ese momento, por lo que agradeció internamente no tener que subir a la oficina de Alexander y tener que subir esas ostentosas escaleras, con Amour a cuestas.
Mantuvo la seriedad lo más que pudo, a pesar de que le resultaba hilarante la manera tan efusiva con la que Amour saludaba a Alexander, iba a hacer una serie de chistes al respecto, pero se contuvo. –Sabes que no eres mi tipo, Alex –le comentó divertido mientras tomaba asiento, dejándose caer con muy poca delicadeza.
-Ni siquiera yo tengo tanta suerte –él encantado de proceder en otros términos con Amour, de hecho, si no estuvieran en la mansión Armengaud por ese ataque sicótico de Alexander, no lo hubiera pensado tanto. Hablaba solo todo el tiempo, por lo que realmente no esperaba ser escuchado por Amour, la respuesta le hizo sonreír con cierto descaro.
Dion escuchó el pedido de Alex y accedió amablemente aunque no estaba contento con la situación, esos hombres eran prácticamente hermanos de Alex y aunque llegaran ebrios podía tolerarlos, Bruno era exageradamente cortés siempre y Amour siempre había sido atento –aún con su extrañísimo carácter y la pequeña fascinación que tenía por observarlo.
-¿Quieres algo, Bruno?- por suerte una de las mucamas seguía por ahí y le ahorraría el trabajo.
-Me encuentro perfectamente, te lo agradezco- dijo Bruno, casi tanteando las palabras, muy poco acostumbrado a que lo trataran con familiaridad. Dion asintió brevemente antes de hacerle un ademán a la mujer para que lo siguiera hasta la cocina, mejor prepararle otro trago a Alexander y acercar una botella, esas empresas iban a durar lo que restaba de la noche.
Dion lucía radiante incluso en sus ropas para dormir, con razón el jefe estaba coladísimo por él, pensó Bruno, ésta vez sólo para sus adentros.
Amour y él esperaron a que Alex comenzara a hablar.
+-Caballeros tenemos un grave problema- Comenzó el castaño poniéndose serio del todo y subió la mirada -Tenemos encima de nosotros a un idiota llamado Martin Biachi ¿Para alguno un nombre conocido?-
Amour levantó las cejas y lanzó una mirada a Bruno, si a él no le sonaba ese nombre a él sí y muchísimo, era un tipo bastante presumido, un maldito en el amplio sentido de la palabra -¿El futuro ministro de Italia?...- Preguntó arrastrando las palabras -¿Porqué le interesa París a ese tipo?-
-Amour piensa, quiere extender sus dominios, alguien como yo estorba en sus planes pero él estorba en los míos, para ser más específicos necesitamos pensar la manera de mantenerlo vigilado, tenemos uno o varios espías entre los nuestros, necesitamos encontrarlos... pero eso después, primero lo lógico: No puedo echar mano de mis propios hombres porque estos espías rebelarían todo, mis movimientos no serían una novedad, así que ustedes dos me tienen que ayudar a localizar al rey gitano y después vamos a necesitar un par de mujeres para... robar correspondencia ¿Estoy siendo claro? Necesito infiltrar espías en sus filas, o quizá directamente con él ¿Tienen a alguien en mente?-
-Mi sobrina es una puta, está a tu disposición si es lo que quieres, pero ella no será suficiente...- Dijo con toda franqueza el castaño y comenzó a reírse al terminar esa frase ordinaria. Alexander amplió una sonrisa pero logró controlar su risa, se suponía que era algo serio.
-No estoy seguro de que mi prima quiera cooperar... ni siquiera me he atrevido a poner el tema en tela de juicio, además si metemos a cualquiera podríamos tener más problemas lejos de resolver algo ¿Soy claro?- La conversación no era para nada discreta a esa hora, además la sirvienta que estaba allí era una de esas devotas a Dion, por lo que las cosas estaban a salvo allí. Su casa quizá era de los pocos lugares sin oídos en París.
*Bruno asintió levemente, no conocía a Bianchi en persona, pero durante su tiempo en España se hablaba mucho de él, no era tan viejo como para conseguir un puesto de alto rango ni pertenecía a una familia tan importante; todo lo que había forjado era gracias a sus sucias jugadas y a la compra de allegados, no le sorprendía demasiado que a algún inquisidor o ministro le llegaran al precio, aún así todo era más severo de lo que se escuchaba, alguien había decidido sobreponer una suma de dinero en vez de la lealtad, tendrían que peinar el tribunal y a todos sus allegados. Pero primero, la bendita correspondencia.
-Les recuerdo caballeros, que no tengo familia y no confío en las mujeres...-no eran traumas personales, simplemente no podían mantener la boca cerrada por cinco minutos y pensar un poquito más allá de lo evidente.
-Estoy seguro de que tu prima lo haría por una buena suma de dinero, no te ofendas -le dijo a Alexander, mientras repasaba a la profundidad la propuesta. -La sobrina de Amour sería más barata, pero menos de fiar...necesitamos mujeres nuevas, que no puedan ser ligadas a nosotros, como inventadas -habló, cualquiera diría que era parte de la cháchara de su embriaguez, pero estaba hablando en serio.
Dion se acercó junto a la sirvienta, que traía en manos la charola de plata con todo lo requerido, se quedaron en silencio por un momento, como no queriendo que él escuchara o sin saber si seguir o no con el plan de contratar mujeres. De pronto, una idea, como un az intenso de luz golpeó la mente de Bruno.
-Tengo una idea, y antes de que decidas desollarme, quiero que me escuches con atención. No podemos confiar en cualquiera, independientemente del dinero y las influencias que se tengan que mover, el plan no puede salir de aquí, así que creo conveniente que todo quede en familia...-bajó el tono de sus palabras ante eso último y le dirigió una mirada más que obvia a Dion, sin que éste lo notara.
Alexander bien podría romperle la nariz como mínimo, por subversivo e idiota, pero llevaba toda la razón en lo que decía, hasta Amour se quedó muy quieto, como sin poder refutar aquella teoría.
+Alexander escuchó sus opiniones tranquilamente, Amour era divertido pero aunado con Bruno eran un dúo que se debía rentar en días aburridos, de repente la cosa comenzó a tomar un curso más serio, lleno de suspenso mientras escuchaba lo que decía el otro "Inventadas" ¿Mujeres inventadas? Era verdad... después de todo no se podían portar tan decentes si lo que planeaban era un asesinato en el frío sentido de esa palabra, quien fuera el traidor moriría y cualquier infiltrado nuevo que pudiera llegar a insertar ese tipo, pero después del primer muerto seguro que comenzarían a pensarse las cosas, elegantemente habrían respondido a la jugada y a la vez habrían humillado la "astucia" de ese idiota.
Su mirada se aseveró en las últimas palabras y observó a su ángel fijamente desviando la mirada reacio a aquello sin responder, tensó la mandíbula y suspiró, bajando ligeramente las cejas.
Amour no tenía problemas en que su sobrina entrara, aunque el pago probablemente sería pasar la noche en la cama del ministro, desde cuando que quería a su jefe en la bolsa, pero eso ya no lo diría él sino que dejaría a la mujer negociarlo directamente, ante la insinuación de Bruno abrió muy grandes los ojos y miró a Bruno asegurándose de que estuviera bien todavía, ¿Qué cosa se había atrevido a insinuar? Tomó el café y lo apresuró para acallarse un momento.
-¿Porqué habría de tomar en serio esa sugerencia fruto de tu embriaguez?- Se atrevió a preguntar al fin levantándose con las manos a la espalda dando un par de pasos a la chimenea para observarla fijamente con un semblante pensativo, aunque le había enfurecido en un principio la idea algo muy en sus adentros gritaba que podría ser una posibilidad... Una que le disgustaba por lo práctica que podría llegar a ser porque...
-¿Que no ha domado ya al hombre más poderoso de París? ¿Qué sería para él un pobre diablo con aires de grandeza?- Intervino Amour de repente, vaya se había esforzado muchísimo por pensar en un argumento decente que le salvara la cara a ese tonto de Bruno.
*-No es fruto de la embriaguez, es una medida radical, lo entiendo. ¿Pero no estamos todos ya con la soga al cuello? Sabes que te debo mi lealtad, lo haría yo de ser necesario, pero eso es poco menos que imposible –lo detectarían, ¿dónde podía figurar una mujer tan fea cómo él? Ni siquiera en un carnaval gitano.
-Tomaremos las medidas necesarias –le aseguró solemne, no hacía falta decirlo, una incursión como esa requeriría un par de días de planeación, por suerte estaba muy acostumbrado a no dormir. Agradeció infinitamente que Amour lo apoyara, aunque al inicio su expresión dijera: ¿Estás estúpido?
Dion era el tesoro más preciado que tenía Alexander, pero precisamente por eso había que proceder de inmediato, no desearían tener otro incidente como aquél donde Alexander se vio obligado incluso a golpearlos. Los tiempos se habían tornado difíciles, las soluciones también.
-No sé si vayas a hacer a Marc partícipe de todo esto, sé que viaja mucho y cuida de tus asuntos en las fronteras, pero considero que Aimeé sería vital para esta empresa –ella era probablemente la dama más elegante de todo París, sus conocimientos en las artes mujeriles sumados a la persuasión de Dion serían la mezcla perfecta.
Le robó un poco de café a Amour, sin que éste se inmutara, pasaban tanto tiempo juntos que convivir así ya era un hábito. ¿Seguían pensando que estaba loco?
Dion no regresó a la cocina, estaba en un extremo de la estancia, posando sus orbes verdes alternadamente hacia los presentes buscando un poco de claridad, sin tener mucho éxito. Tenía pistas y mientras las unía, un mal presentimiento comenzaba a aparecer.
+-Está bien, sólo tengan cuidado con ella, es... "especial", si Marc se entera de algo que no le guste vamos a tener problemas y la verdad entre familia no es buena idea pelear ¿Gustan ir a despertarla? Seguro que los manda al diablo- Dijo divertido, obviamente el tema no era tan urgente como para eso pero sí para ubicar al rey gitano. [b]-Yo me encargo entonces de las mujeres del caso, Amour si puedes habla con tu sobrina y me dices qué se puede hacer para compensar en el caso de que el favor no sea gratuito y Bruno... vas a tener que buscar a Adrien, sugiero que primero contactes con alguien que en serio te lleve a él y no a tu muerte, quizá Robert te ayude a dar con su paradero, no lo sé, busca alguien así, tú sabes cómo mover piezas. Aunque Robert no me agrada, quizá tengas que ir a la taberna, lo tengo ¿Y el tipo del Babylon?-
Amour amplió una sonrisa de satisfacción por la última pregunta y asintió -Yo lo conozco, es confiable, todo le vale un carajo- Agregó alzándose de hombros -Dicen las malas lenguas que es muy buen colega de ese "rey" bastardo-
-Bien, ya tenemos al fin algo claro. Yo hablaré con Dion, necesito que mañana mismo vayan a buscar a ese tipo y lo hagan llegar conmigo, díganle que el "Jinete de la muerte" necesita un favor, si pregunta alguna estupidez más como para jugar a las contraseñas díganle "Elefantes rosas" en serio, díganlo o voy a tener que ir a sacarlos de la corte- Les advirtió tranquilamente y sin más se levantó -Necesito que repasen estos papeles, son datos que yo ya estudié pero los van a necesitar para saber más de este idiota, voy a mandar preparar la habitación para huéspedes ¿Se quedan en la misma, no?- Preguntó con habitualidad y Amour se alzó de hombros mientras tomaba las hojas e intentaba leer, ya no estaba tan mal, el café comenzaba a ayudarlo pero aún así le costaba trabajo concentrarse.
-Tsk... por culpa de este hijo de puta no pude terminarme i cerveza, más vale que lo mates como Dios manda o yo mismo lo haré...-
Alexander sonrió -No creo que Dios tenga problema con lo que estoy pensando para él, tranquilo- Salió de la habitación y tomó del brazo a Dion para llevarlo al pasillo y primero robarle un beso -Ya deberías irte a dormir, yo mando a la sirvienta a preparar esa habitación y subo en un momento contigo ¿Tienes mi trago?- Preguntó cariñoso pegando su frente a la ajena.
*Bruno negó enfáticamente, como para hacer reír a los presentes, sería todo un error molestar a una mujer como Aimeé sin terminar con algo ensartado en el cuerpo.
-Me encargaré de encontrar al gitano -dijo accediendo a los comentarios de Amour, últimamente se habían hecho clientes asiduos de aquél bar y obtener información a cambio de dinero -o cualquier cosa que le interesara a aquél tipo-estaba dentro de su alcance. No pudo evitar reír ante la "contraseña" seguro había sido idea del Rey Loco, sólo para hacer enojar a Alexander. Miró junto con Amour los papeles que les tendía Alexander, al parecer tendrían mucho que aprender, pero ya sería por la mañana, porque en ese momento tenía el cerebro apagado, podía entender órdenes, pero con ese grado de ebriedad no se le quedaría nada más que malos chistes.
-Sep-en realidad no había problema con la habitación, el verdadero problema era que Amour se durmiera sin hacer tanto alboroto, Dion los correría definitivamente. Se levantó del sillón, quitándole las hojas al otro, a nadie podía engañar, seguro ni siquiera entendía lo que estaba leyendo.
-Vamos Brice, será un día largo -le tendió una mano para que se levantara, con suerte dormirían cuatro horas y tendrían un buen desayuno para la resaca. Pasaron por la estancia, con una mucama que caminaba enfrente de ellos para guiarles el camino, Bruno miró con algo de fastidio las escaleras que parecían interminables, amenazó al otro con la mirada, lo último que quería era rodar como costal de papas varios metros hacia abajo. Dijo algo a modo de despedida un "Buenas noches" algo apagado.
***
Dion siguió a Alexander y le extendió su copa antes de asentir levemente, no muy convencido.
-Tarde o temprano tendrás que decirme, si es pronto, mejor...-le dijo con una sonrisa, primero robándole un pequeño beso.
-También tendrás que dejarlos dormir un poco más -ésta vez lo besó un poco más profundo, pegando su cuerpo al suyo y suspirando levemente. Le costó trabajo separarse, pero debía ver si todo estaba en perfecto orden en la cocina, revisar que Sophie siguiera dormida y evitar el trauma de dos inquisidores más en casa.
+-Ugh... no espera- Intentó quejarse pero sí, todavía estaba bastante aturdido por el alcohol en realidad cuando intentó leer las letras se le movían o cambiaba una palabra por otra, menos mal que Bruno le quitó las hojas antes de que él mismo las lanzara con desesperación. Al levantarse tan rápido la sala dio vueltas y se llevó una mano al rostro para controlar aquello un segundo y Bruno seguía tirando de él -Ay por dios... Bruno... yo me quedo aquí en las escaleras, gracias por la hospitalidad- Agregó divertido y se empezó a reír como bobo -¿Qué? ¿Crees que te mataría en las escaleras?... Mira, a veces tú me... caes mal pero no a esos extremos... noh, jamás a eshos extremos ¿Vale?, ahora...digamos que subiré con mucho cuidado...- Se agarró del barandal y comenzó a subir de lado con cuidado de no caerse aunque a mitad de camino comenzó a darle demasiada risa y se sentó en el escalón -¡Ahh! Ayudaaa- Dijo sólo para molestar a Bruno y tomó su mano para atraerlo y abrazarse a su cuello, sí el orgullo se le había acabado ahora que se había dado cuenta que era más difícil de lo que parecía y que ya estaba algo mareado. Cuando llegaron arriba miró feo a la sirvienta para que se fuera de una buena vez y dejó que Bruno le guiara dentro de la habitación -Ohh cariño...- Dijo con un tonito agudo para seguir jugando con el.
***
El castaño temió por aquel diálogo ¿Cómo sabía eso? ese sexto sentido con el que ambos se comunicaban no podía ser normal, se quedó serio pero correspondía más que encantado a esos besos que le dejaban aturdido, iba a negarse rotundamente a la segunda petición pero ya que fue tan "amable" cambió de parecer muy rápido -Vale... cuéntales seis horas...- Dijo bastante complaciente. -Si ves a Aimeé antes que yo en la mañana, por el amor de dios, dile que se ponga una bata para desayunar, si se atreve a andar semidesnuda por allí Amour va a sufrir un colapso en mi comedor, no queremos eso- Le musitó al oído y después se rió un poco, ese cabrón de Brice era incorregible. Abrazó de la cintura a su ángel y lo atrajo contra él con algo de fuerza pegándole contra la pared -Ángel mío... mmhh- Inhaló ese dulce y delicado aroma que tenía su piel y después hundió la nariz entre los suaves cabellos castaños. -...¿Harías cualquier cosa si te lo pidiera?...- Preguntó todavía con sus dudas de lo que iba a comentarle ¿Pero qué más quedaba? Era el más listo después de él mismo para librarse de los problemas, conocía todo lo necesario para ese encargo y además era de lo más discreto, comprometido y precioso sobre todas las personas, sobre todas las mujeres que alguna vez vio. Amour tenía razón en algo, era capaz de seducir a quien fuera si se lo proponía pero... eso le enorgullecía y le preocupaba muchísimo a la vez.
*Decir que la situación le daba gracia era poco, Amour subía las escaleras con tal cautela que parecería que cada escalón medía medio metro como mínimo, él lo seguía lentamente, casi pegado a su espalda para que no se cayera. -Gracias, ya comenzaba a preocuparme -dijo, riéndose, antes de que el otro lo tomara del cuello, contagiándole la risa. Y ahí estaban los dos, a la mitad de la escalera, riéndose como idiotas. Lo tomó de la cintura, para que no se cayera -y del borrachazo retrocediera todo lo que habían avanzado- y así fue más sencillo llegar hasta arriba con el mayor decoro posible y sin nada roto.
Pasó por completo de aquella mujer que les había indicado cuál era su habitación, ni siquiera la había escuchado por jugar con Amour, si no habían despertado a todos los habitantes de la mansión, era quizá porque ésta era muy grande o simplemente tenían el sueño terriblemente profundo, porque ellos no habían sido precisamente cautelosos.-Cherì...-lo molestó mientras entraban a tropezones, primero Amour aunque Bruno todavía lo sostenía, casi tiran un jarrón y una escultura griega al intentar entrar, causándoles más risa todavía; sólo Dion podía poner esas trampas mortales como adornos decorativos.
-Hey, hey... siéntate aquí -le dijo Amour conduciéndolo hasta la cama, esperando fuera obediente y él pudiera dejar los papeles sobre el pequeño escritorio que estaba al otro extremo del cuarto, ya estaban en pésimo estado y lo último que deseaba era que algo todavía peor les pasara.
***
Se pasó la lengua por el labio inferior con actitud triunfante, había ganado para aquellos torpes algunas horas de sueño, de una manera bastante sencilla. -Le advertiré -ya hasta Sophie se había acostumbrado a ver a su "tía" en paños menores hasta en la cocina, a Dion le daba un infarto el día en que intentó imitarla.
La piel se le enchinó ante un gesto tan simple y jadeó bajito a modo de respuesta, Alexander conocía todos y cada uno de sus puntos débiles, esos en los que Dion se derretía sin mucho esfuerzo. -Cualquier cosa -le dijo al oído, parva después fijar su mirada en él, como diciéndole que no podría hablar más en serio.
-¿Ya vas a decirme? -le dijo rozando la punta de su nariz con la ajena, eso siempre funcionaba.
+Se sentó como mejor pudo pero apenas estuvo en la cama se retorció un poco hacia el centro y suspiró con alivio, esa cama estaba muy blanda y rica ese Alex sí que tenía muebles finos -Uhh ¿Dónde están las putas cuando se les necesita? Háblale a la sirvienta otra vez- Bromeó pintando una sonrisa y abriéndose el chaleco lentamente ya que su motricidad con los botones no era muy buena ahora. -Tal vez... eso es lo que coronaría la noche como memorable... no dejar dormir a ese cabrón de Alexander por una vez... ¿Sabías que las prostitutas extranjeras gritan demasiado?... Yo lo supe apenas, es desagradable a veces, no hay como consumir las cosas locales- Y cuando dio ese consejo de dejó escuchar una risilla más melódica -Soy un idiota, ya sé...- Suspiró de nuevo y jadeó un par de veces mientras se acomodaba mejor sobre as grandes almohadas de plumas.
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-Ehh ¿Porqué me siento manipulado?- Preguntó pintando una sonrisa y besando su mejilla y sus labios en un contacto pequeño -Bien... pues necesito información de un tipo que me quiere fuera del juego. El problema es que ese trabajo tendría que encomendárselo a un par de mujeres inteligentes y fieles a mí y no conozco ninguna con tal descripción...- Dijo con amplia sinceridad. -Entonces...- Bajó la mirada algo avergonzado, era un hombre anticuado no le gustaba pedirle ningún "fetiche" a Dion y de hecho temía que si lo viera llegara a agarrarle el gusto, pero lamentablemente necesitaba que fuera él, no confiaba en nadie más. -…necesito que te vistas de mujer y junto con Aimeé me consigas esa información- Dijo sin más rodeos.
*Dejó los papeles donde debían estar, e incluso les puso una figurita rara encima, como para asegurarse que se quedaran ahí, Alexander no era de las personas que daban indicaciones dos veces. Comenzó a desatar su camisa, obviamente no tenían ropa ahí, por lo que lo mejor sería dejarla doblada en algún lugar y en las mejores condiciones posibles, o al día siguiente parecería un pordiosero.
-Agh,¿Sabías que tienes un pésimo gusto para las mujeres? -le dijo a Amour con una verdadera mueca de asco, dejando la camisa sobre un sillón pequeño, dejando su abdomen descubierto. -Ojalá que nunca te peguen las ladillas, tú y tus incursiones tan "finas"-le dijo burlándose. Alexander podría tener ojo de águila para todo, pero cuando realmente se quedaba dormido, era un poco más que un tronco que soltaba ruidos de ultratumba.
-Si no me dices, no me doy cuenta -comentó, alzando las cejas, fingiendo sorpresa. -Amour, muévete-Bruno se quedó parado junto a la cama, soportando el éxtasis del otro ante la mullida cama, a Bruno le daba igual, había dormido en lugares peores que ese, y mejores también. Además, tampoco creía que pudiera mantenerse tan estoico ante una situación como esa, no ante las cosas que Amour le provocaba a veces y no sabía si prefería seguir en negación.
***
-¿Manipulándote yo? -Se hizo el desentendido por un momento, antes de prestar atención a lo que Alexander decía, primero con mucha curiosidad y después, abriendo los ojos con evidente sorpresa, sin evitar sonrojarse. De acuerdo, eso superaba el nivel de "hacer lo que sea" que tenía en mente.
-¿Por qué simplemente no los torturas para obtener información? -dijo con un puchero, no quería verse tan infantil y hacer una rabieta, pero la idea de verse en vestido lo descolocaba un poco. -De acuerdo, lo haré...-dijo decidido en cuanto comenzó a escuchar los motivos de Alexander, que eran muchos más de los que había imaginado. ¿De cuál de sus idiotas amigos había sido la idea? De haber sabido, los dejaba dormir en el jardín, junto a la tumba de su antigua sirvienta.
¿Qué tan difícil podía ser?
El problema de todo aquello había sido al ahondar en la biografía del tal "Martin Bianchi", el sujeto tenía influencias con el Papa y peor aún, era uno de los aspirantes a ministro de Italia, el hijo de puta estaba conspirando en su contra porque le estorbaba para meter alguno de sus hombres en ese puesto y hacer su voluntad de Italia y de Francia... pero estaba equivocado si creía que perjudicándolo iba a lograr algo, de ningún modo lo iba a borrar del mapa tan fácil, bastaba la noticia de que había salido bien librado del interrogatorio del consejo al que le había metido por debajo del agua. Afortunadamente ya se había deshecho de su padre y no podría obtener más cartas bajo la manga porque todos los que conservaba eran fieles a él... o casi todos, allí tenía un soplón entre todo su personal que le informaba lo que sucedía desde adentro, un maldito infiltrado, una manzana podrida en la cesta que sería peligrosa y pudriría a las demás sino se apresuraba, esa noche no había dormido investigando entre el papeleo, tenía un whisky fuertísimo para subsistir esa noche escarbando dentro del papeleo que Bruno y Marc tuvieron la bondad de obtener para él de la Inquisición española con un buen colega.
Tenía problemas ¿Cómo resolverlos? ¿Cómo saber los siguientes pasos de su enemigo? Frunció el ceño mientras se concentraba más y lanzaba su expediente a la mesa -Maldito sea...- Musitó. Eran las 4 de la madrugada y todavía no tenía nada, sino se le ocurría algo rápido lo iban a derrocar, tenía que poder jugar sus piezas con astucia, siempre lograba dar en el clavo... quien sabía moverse en París y tenía ojos por todos lados era quien podría ayudarlo, el creía poder hacer eso pero si el infiltrado estaba entre los suyos de nada serviría movilizar a su gente para generar resultados que estuviera ya sabiendo al tiempo su enemigo, necesitaba de la ayuda de algún tipo de mercenario... alguien como... miró desesperado a la ventana ¿Los gitanos? ¿Tan desesperado estaba? Bajó las cejas. Jamás había pensado echar mano de una artimaña así para acabar con alguien pero... entre más lo analizaba más iba cobrando sentido en su cabeza. El rey gitano no era tonto, seguramente se haría del rogar al principio pero sólo un idiota rechazaría una oferta como la que él le haría... ahora si el rey gitano iba a ayudarlo también necesitaría infiltrar sus mejores cartas para abrir el juego, la "fiesta" sólo comenzaba, pero sólo contaba con el apoyo de Bruno y Amour y aunque eran bien parecidos era divertido pensar que pudieran seducir a hombres como esos, se estaba arriesgando a que los mandaran decapitar o algo mucho peor, la debilidad de cualquier hombre eran las mujeres fáciles, esas que abrían las piernas una noche y desaparecían después... ¿Dónde obtener mujeres confiables?... Podría ser que Aimeé aceptara si le ofrecía un buen trato, por dios, se sentía realmente extraño teniendo que estar pidiendo favores cuando él era el que concedía todo y ahora estaba en problemas, pero siempre había un pez más gordo que uno. Justo se lamentaba en silencio de aquello cuando un ruido le hizo saltar y volver a su gran sala volvió la mirada a los portones de forma anonadada ¿Quién osaba molestarlo? Se supone que la servidumbre ya debería estar durmiendo, exceptuando a la mujer que había destinado a aguardar en la cocina por si se le antojaba u ofrecía algo a esa hora.
*Bruno ya llevaba la cuenta de los tragos que había tomado, pero debían de ser muchos, porque Amour y él ya comenzaban a reírse de cualquier estupidez aún cuando tenían una mayúscula tolerancia al alcohol y mucha experiencia catando diversos licores.
—Por dios, no había visto unos senos tan feos, desde que el cardenal visitó el tribunal la semana pasada —Bruno hizo una mueca de asco a la vez que vaciaba el contenido de su copa, sin ser plenamente consciente de que dicho comentario acerca de la mesera que les estaba coqueteando haría que Amour escupiera lo que estaba bebiendo, rociándolo un poco y provocándoles una carcajada a ambos, misma que aterrorizó a la señorita –pues seguramente había intuido que se reían de ella-, dejándoles ahí la botella por la cual ya habían pagado. Amour le recriminó que era un estúpido, Bruno asintió. —Estúpido pero no mentiroso.
En cuanto Bruno vio entrar a uno de los gatos de la Inquisición –uno de los tantos de Alexander- la sonrisa que había bailado en su rostro toda la velada, comenzó a desdibujarse poco a poco, convirtiéndose en una mueca de fastidio. —Prepara tus cosas —le dijo a Amour mientras sacaba un par de francos en la bolsa y los lanzaba a la mesa, no había que ser vidente para suponer que Alexander los llamaba y era urgente, paranoide y nocturno, como él.
Subieron al carruaje con toda la seriedad que les permitía su estado de embriaguez actual; al mensajero no le habían dado detalles, por lo que todo el trayecto a la mansión Armengaud fue una conversación acalorada –y divertida-, llena de teorías conspiratorias y posibles razones que justificaran que ellos tuvieran que presentarse ante el Ministro de inmediato.
***
Alexander mantenía las cosas de la Inquisición con un hermetismo que a veces ni siquiera Dion podía tener la más mínima pista del cataclismo de ideas que cruzaban por su mente, esa era una noche de esas en las que no dormiría por su culpa. Le había dicho de la manera más sutil posible que no lo molestara, que tenía trabajo, y se había encerrado a leer montones y montones de papeles; Dion, por su parte, al no estar acostumbrado a dormir solo, andaba por la habitación como un alma en pena, había intentado leer, incluso pintar un poco, pero nada había resultado, la curiosidad comenzaba a carcomerlo y sobre el rostro ya se le habían asentado unas pequeñas ojeras.
Escuchó un carruaje a corta distancia y entonces supo que todo comenzaba a ponerse un poco más grave, Amour y Bruno bajaban de él con esa seriedad pétrea que parecía ser un requisito de todo inquisidor. Dion decidió bajar a abrir la puerta, aunque seguramente la servidumbre ya lo hubiera hecho por él, y aunque no estuviera del todo presentable, quizá así se enteraría de algo.
—Buenas noches, Monsieur, lamentamos ser inoportunos —comentó Bruno haciendo una elegante reverencia, Dion estaba a una distancia prudente de la puerta y aún así percibió el hedor a alcohol que emanaba de ellos.
“Inoportunos es poco” quiso decir, pero en vez de eso decidió restarle importancia al asunto. —Ésta es su casa, pasen por favor —ladeando una sonrisa.
+Decir que Amour se moría de la risa de las tonterías que Bruno decía era poco, en verdad se divertía de lo lindo con él y más esa madrugada porque se suponía que al día siguiente entraban tarde... pero también se le quitó la risa cuando vio entrar una cara conocida al lugar -Agh... demonios...- Ladeó una expresión de inconformidad en sus perfectos labios y finalmente caminó hasta al carruaje con algo de dificultad, tuvo que sostenerse de la cintura de Bruno para no caer porque todo le daba vueltas en ese momento, su equilibrio estaba a poco de sucumbir con todo ese alcohol, el cochero tuvo que esperar a que orinara uno de los arbustos de la taberna, pudorosamente le dio la espalda a Bruno de forma divertida porque la sutileza también se había evaporado de él con el estado en el que se encontraba. Subió ya con más seriedad y volteó a la ventana comenzando a recordar alguna de las muchas bobadas que había dicho Bruno ese día riéndose bajito y fue cuando se atrevió a indagar de lo que acontecería con ese loco hombre, sólo fue tema para reírse más y más en el camino. Cuando llegaron Amour se bajó casi abrazado de Bruno porque si se bajaba solo se iba a dar de bruces contra el piso, jadeó al estar ya allí y se esforzó muchísimo por ya ponerse serio, podía dominarlo siempre y cuando Bruno se callara y él no lo viera a la cara por un rato o volvería su ataque de risa incontrolable. Caminó con toda la estabilidad que fue capaz, se concentró, casi no se notaba si no hablaba, porque en serio su tono estaba severamente afectado, cuando abrió Dion se obligó a desviar la mirada para no tener problemas si es que Alexander estaba cerca, no podía evitar contemplar a ese hombre por más que se esforzaba así que era mejor ni mirarlo en ese momento. Pasó con cierto cuidado por el pasillo, sabía dónde se ubicaba Alexander, al entrar tranquilamente con un paso desganado y desgarbado se sentó a su lado y tomó su cabeza para atraerlo y besar efusivamente su sien. -Alex~-
Alexander estaba concentrado repasando todavía y de repente al entrar el otro hizo aquello que fue claro signo de su ebriedad, su aroma podía embriagar a cualquiera simplemente -Iugh... ¡Amour, ve a besar a Bruno! Hey- Se quejó removiéndose un poco mientras el otro lo abrazaba sólo para fastidiarlo -Basta, guarda la compostura- Le regañó pero una sonrisa se comenzó a pintar en sus labios -Lamento arruinar su noche, supongo que la pasaban bien- Dijo con sinceridad buscando la mirada de Bruno que afortunadamente estaba menos ebrio que el otro. -Si gustan otro trago pueden decirlo, pero si vas a besarme como este tonto, no por favor- Bromeó con Bruno mientras apartaba a Amour empujando su rostro lejos de él con la mano haciendo que se sentara bien en el sillón lo que les hizo reír como torpes a ambos. -A ver, ya basta, esto es serio Amour si sigues de encimoso vamos a tener que proceder de otra manera- Levantó las cejas sin poder evitar sonreír.
-Hasta crees que podrías tener tanta suerte...- Se burló el castaño y suspiró ya guardando un poco de seriedad -¿Qué pulga te pica? ¿Porqué tanto alboroto?...-
-"¿Qué pulga te pica?"... Por dios- Se rió un poco y después luchó por ponerse serio -Dion, ángel ¿Puedes traerle un café a Brice?- Le pidió en voz alta pero intentando ser de lo más dulce para que no lo mandara al carajo.
*Entraron en la estancia con un paso más lento de lo que les hubiera gustado, pero la coordinación no era su punto fuerte en ese momento, por lo que agradeció internamente no tener que subir a la oficina de Alexander y tener que subir esas ostentosas escaleras, con Amour a cuestas.
Mantuvo la seriedad lo más que pudo, a pesar de que le resultaba hilarante la manera tan efusiva con la que Amour saludaba a Alexander, iba a hacer una serie de chistes al respecto, pero se contuvo. –Sabes que no eres mi tipo, Alex –le comentó divertido mientras tomaba asiento, dejándose caer con muy poca delicadeza.
-Ni siquiera yo tengo tanta suerte –él encantado de proceder en otros términos con Amour, de hecho, si no estuvieran en la mansión Armengaud por ese ataque sicótico de Alexander, no lo hubiera pensado tanto. Hablaba solo todo el tiempo, por lo que realmente no esperaba ser escuchado por Amour, la respuesta le hizo sonreír con cierto descaro.
Dion escuchó el pedido de Alex y accedió amablemente aunque no estaba contento con la situación, esos hombres eran prácticamente hermanos de Alex y aunque llegaran ebrios podía tolerarlos, Bruno era exageradamente cortés siempre y Amour siempre había sido atento –aún con su extrañísimo carácter y la pequeña fascinación que tenía por observarlo.
-¿Quieres algo, Bruno?- por suerte una de las mucamas seguía por ahí y le ahorraría el trabajo.
-Me encuentro perfectamente, te lo agradezco- dijo Bruno, casi tanteando las palabras, muy poco acostumbrado a que lo trataran con familiaridad. Dion asintió brevemente antes de hacerle un ademán a la mujer para que lo siguiera hasta la cocina, mejor prepararle otro trago a Alexander y acercar una botella, esas empresas iban a durar lo que restaba de la noche.
Dion lucía radiante incluso en sus ropas para dormir, con razón el jefe estaba coladísimo por él, pensó Bruno, ésta vez sólo para sus adentros.
Amour y él esperaron a que Alex comenzara a hablar.
+-Caballeros tenemos un grave problema- Comenzó el castaño poniéndose serio del todo y subió la mirada -Tenemos encima de nosotros a un idiota llamado Martin Biachi ¿Para alguno un nombre conocido?-
Amour levantó las cejas y lanzó una mirada a Bruno, si a él no le sonaba ese nombre a él sí y muchísimo, era un tipo bastante presumido, un maldito en el amplio sentido de la palabra -¿El futuro ministro de Italia?...- Preguntó arrastrando las palabras -¿Porqué le interesa París a ese tipo?-
-Amour piensa, quiere extender sus dominios, alguien como yo estorba en sus planes pero él estorba en los míos, para ser más específicos necesitamos pensar la manera de mantenerlo vigilado, tenemos uno o varios espías entre los nuestros, necesitamos encontrarlos... pero eso después, primero lo lógico: No puedo echar mano de mis propios hombres porque estos espías rebelarían todo, mis movimientos no serían una novedad, así que ustedes dos me tienen que ayudar a localizar al rey gitano y después vamos a necesitar un par de mujeres para... robar correspondencia ¿Estoy siendo claro? Necesito infiltrar espías en sus filas, o quizá directamente con él ¿Tienen a alguien en mente?-
-Mi sobrina es una puta, está a tu disposición si es lo que quieres, pero ella no será suficiente...- Dijo con toda franqueza el castaño y comenzó a reírse al terminar esa frase ordinaria. Alexander amplió una sonrisa pero logró controlar su risa, se suponía que era algo serio.
-No estoy seguro de que mi prima quiera cooperar... ni siquiera me he atrevido a poner el tema en tela de juicio, además si metemos a cualquiera podríamos tener más problemas lejos de resolver algo ¿Soy claro?- La conversación no era para nada discreta a esa hora, además la sirvienta que estaba allí era una de esas devotas a Dion, por lo que las cosas estaban a salvo allí. Su casa quizá era de los pocos lugares sin oídos en París.
*Bruno asintió levemente, no conocía a Bianchi en persona, pero durante su tiempo en España se hablaba mucho de él, no era tan viejo como para conseguir un puesto de alto rango ni pertenecía a una familia tan importante; todo lo que había forjado era gracias a sus sucias jugadas y a la compra de allegados, no le sorprendía demasiado que a algún inquisidor o ministro le llegaran al precio, aún así todo era más severo de lo que se escuchaba, alguien había decidido sobreponer una suma de dinero en vez de la lealtad, tendrían que peinar el tribunal y a todos sus allegados. Pero primero, la bendita correspondencia.
-Les recuerdo caballeros, que no tengo familia y no confío en las mujeres...-no eran traumas personales, simplemente no podían mantener la boca cerrada por cinco minutos y pensar un poquito más allá de lo evidente.
-Estoy seguro de que tu prima lo haría por una buena suma de dinero, no te ofendas -le dijo a Alexander, mientras repasaba a la profundidad la propuesta. -La sobrina de Amour sería más barata, pero menos de fiar...necesitamos mujeres nuevas, que no puedan ser ligadas a nosotros, como inventadas -habló, cualquiera diría que era parte de la cháchara de su embriaguez, pero estaba hablando en serio.
Dion se acercó junto a la sirvienta, que traía en manos la charola de plata con todo lo requerido, se quedaron en silencio por un momento, como no queriendo que él escuchara o sin saber si seguir o no con el plan de contratar mujeres. De pronto, una idea, como un az intenso de luz golpeó la mente de Bruno.
-Tengo una idea, y antes de que decidas desollarme, quiero que me escuches con atención. No podemos confiar en cualquiera, independientemente del dinero y las influencias que se tengan que mover, el plan no puede salir de aquí, así que creo conveniente que todo quede en familia...-bajó el tono de sus palabras ante eso último y le dirigió una mirada más que obvia a Dion, sin que éste lo notara.
Alexander bien podría romperle la nariz como mínimo, por subversivo e idiota, pero llevaba toda la razón en lo que decía, hasta Amour se quedó muy quieto, como sin poder refutar aquella teoría.
+Alexander escuchó sus opiniones tranquilamente, Amour era divertido pero aunado con Bruno eran un dúo que se debía rentar en días aburridos, de repente la cosa comenzó a tomar un curso más serio, lleno de suspenso mientras escuchaba lo que decía el otro "Inventadas" ¿Mujeres inventadas? Era verdad... después de todo no se podían portar tan decentes si lo que planeaban era un asesinato en el frío sentido de esa palabra, quien fuera el traidor moriría y cualquier infiltrado nuevo que pudiera llegar a insertar ese tipo, pero después del primer muerto seguro que comenzarían a pensarse las cosas, elegantemente habrían respondido a la jugada y a la vez habrían humillado la "astucia" de ese idiota.
Su mirada se aseveró en las últimas palabras y observó a su ángel fijamente desviando la mirada reacio a aquello sin responder, tensó la mandíbula y suspiró, bajando ligeramente las cejas.
Amour no tenía problemas en que su sobrina entrara, aunque el pago probablemente sería pasar la noche en la cama del ministro, desde cuando que quería a su jefe en la bolsa, pero eso ya no lo diría él sino que dejaría a la mujer negociarlo directamente, ante la insinuación de Bruno abrió muy grandes los ojos y miró a Bruno asegurándose de que estuviera bien todavía, ¿Qué cosa se había atrevido a insinuar? Tomó el café y lo apresuró para acallarse un momento.
-¿Porqué habría de tomar en serio esa sugerencia fruto de tu embriaguez?- Se atrevió a preguntar al fin levantándose con las manos a la espalda dando un par de pasos a la chimenea para observarla fijamente con un semblante pensativo, aunque le había enfurecido en un principio la idea algo muy en sus adentros gritaba que podría ser una posibilidad... Una que le disgustaba por lo práctica que podría llegar a ser porque...
-¿Que no ha domado ya al hombre más poderoso de París? ¿Qué sería para él un pobre diablo con aires de grandeza?- Intervino Amour de repente, vaya se había esforzado muchísimo por pensar en un argumento decente que le salvara la cara a ese tonto de Bruno.
*-No es fruto de la embriaguez, es una medida radical, lo entiendo. ¿Pero no estamos todos ya con la soga al cuello? Sabes que te debo mi lealtad, lo haría yo de ser necesario, pero eso es poco menos que imposible –lo detectarían, ¿dónde podía figurar una mujer tan fea cómo él? Ni siquiera en un carnaval gitano.
-Tomaremos las medidas necesarias –le aseguró solemne, no hacía falta decirlo, una incursión como esa requeriría un par de días de planeación, por suerte estaba muy acostumbrado a no dormir. Agradeció infinitamente que Amour lo apoyara, aunque al inicio su expresión dijera: ¿Estás estúpido?
Dion era el tesoro más preciado que tenía Alexander, pero precisamente por eso había que proceder de inmediato, no desearían tener otro incidente como aquél donde Alexander se vio obligado incluso a golpearlos. Los tiempos se habían tornado difíciles, las soluciones también.
-No sé si vayas a hacer a Marc partícipe de todo esto, sé que viaja mucho y cuida de tus asuntos en las fronteras, pero considero que Aimeé sería vital para esta empresa –ella era probablemente la dama más elegante de todo París, sus conocimientos en las artes mujeriles sumados a la persuasión de Dion serían la mezcla perfecta.
Le robó un poco de café a Amour, sin que éste se inmutara, pasaban tanto tiempo juntos que convivir así ya era un hábito. ¿Seguían pensando que estaba loco?
Dion no regresó a la cocina, estaba en un extremo de la estancia, posando sus orbes verdes alternadamente hacia los presentes buscando un poco de claridad, sin tener mucho éxito. Tenía pistas y mientras las unía, un mal presentimiento comenzaba a aparecer.
+-Está bien, sólo tengan cuidado con ella, es... "especial", si Marc se entera de algo que no le guste vamos a tener problemas y la verdad entre familia no es buena idea pelear ¿Gustan ir a despertarla? Seguro que los manda al diablo- Dijo divertido, obviamente el tema no era tan urgente como para eso pero sí para ubicar al rey gitano. [b]-Yo me encargo entonces de las mujeres del caso, Amour si puedes habla con tu sobrina y me dices qué se puede hacer para compensar en el caso de que el favor no sea gratuito y Bruno... vas a tener que buscar a Adrien, sugiero que primero contactes con alguien que en serio te lleve a él y no a tu muerte, quizá Robert te ayude a dar con su paradero, no lo sé, busca alguien así, tú sabes cómo mover piezas. Aunque Robert no me agrada, quizá tengas que ir a la taberna, lo tengo ¿Y el tipo del Babylon?-
Amour amplió una sonrisa de satisfacción por la última pregunta y asintió -Yo lo conozco, es confiable, todo le vale un carajo- Agregó alzándose de hombros -Dicen las malas lenguas que es muy buen colega de ese "rey" bastardo-
-Bien, ya tenemos al fin algo claro. Yo hablaré con Dion, necesito que mañana mismo vayan a buscar a ese tipo y lo hagan llegar conmigo, díganle que el "Jinete de la muerte" necesita un favor, si pregunta alguna estupidez más como para jugar a las contraseñas díganle "Elefantes rosas" en serio, díganlo o voy a tener que ir a sacarlos de la corte- Les advirtió tranquilamente y sin más se levantó -Necesito que repasen estos papeles, son datos que yo ya estudié pero los van a necesitar para saber más de este idiota, voy a mandar preparar la habitación para huéspedes ¿Se quedan en la misma, no?- Preguntó con habitualidad y Amour se alzó de hombros mientras tomaba las hojas e intentaba leer, ya no estaba tan mal, el café comenzaba a ayudarlo pero aún así le costaba trabajo concentrarse.
-Tsk... por culpa de este hijo de puta no pude terminarme i cerveza, más vale que lo mates como Dios manda o yo mismo lo haré...-
Alexander sonrió -No creo que Dios tenga problema con lo que estoy pensando para él, tranquilo- Salió de la habitación y tomó del brazo a Dion para llevarlo al pasillo y primero robarle un beso -Ya deberías irte a dormir, yo mando a la sirvienta a preparar esa habitación y subo en un momento contigo ¿Tienes mi trago?- Preguntó cariñoso pegando su frente a la ajena.
*Bruno negó enfáticamente, como para hacer reír a los presentes, sería todo un error molestar a una mujer como Aimeé sin terminar con algo ensartado en el cuerpo.
-Me encargaré de encontrar al gitano -dijo accediendo a los comentarios de Amour, últimamente se habían hecho clientes asiduos de aquél bar y obtener información a cambio de dinero -o cualquier cosa que le interesara a aquél tipo-estaba dentro de su alcance. No pudo evitar reír ante la "contraseña" seguro había sido idea del Rey Loco, sólo para hacer enojar a Alexander. Miró junto con Amour los papeles que les tendía Alexander, al parecer tendrían mucho que aprender, pero ya sería por la mañana, porque en ese momento tenía el cerebro apagado, podía entender órdenes, pero con ese grado de ebriedad no se le quedaría nada más que malos chistes.
-Sep-en realidad no había problema con la habitación, el verdadero problema era que Amour se durmiera sin hacer tanto alboroto, Dion los correría definitivamente. Se levantó del sillón, quitándole las hojas al otro, a nadie podía engañar, seguro ni siquiera entendía lo que estaba leyendo.
-Vamos Brice, será un día largo -le tendió una mano para que se levantara, con suerte dormirían cuatro horas y tendrían un buen desayuno para la resaca. Pasaron por la estancia, con una mucama que caminaba enfrente de ellos para guiarles el camino, Bruno miró con algo de fastidio las escaleras que parecían interminables, amenazó al otro con la mirada, lo último que quería era rodar como costal de papas varios metros hacia abajo. Dijo algo a modo de despedida un "Buenas noches" algo apagado.
***
Dion siguió a Alexander y le extendió su copa antes de asentir levemente, no muy convencido.
-Tarde o temprano tendrás que decirme, si es pronto, mejor...-le dijo con una sonrisa, primero robándole un pequeño beso.
-También tendrás que dejarlos dormir un poco más -ésta vez lo besó un poco más profundo, pegando su cuerpo al suyo y suspirando levemente. Le costó trabajo separarse, pero debía ver si todo estaba en perfecto orden en la cocina, revisar que Sophie siguiera dormida y evitar el trauma de dos inquisidores más en casa.
+-Ugh... no espera- Intentó quejarse pero sí, todavía estaba bastante aturdido por el alcohol en realidad cuando intentó leer las letras se le movían o cambiaba una palabra por otra, menos mal que Bruno le quitó las hojas antes de que él mismo las lanzara con desesperación. Al levantarse tan rápido la sala dio vueltas y se llevó una mano al rostro para controlar aquello un segundo y Bruno seguía tirando de él -Ay por dios... Bruno... yo me quedo aquí en las escaleras, gracias por la hospitalidad- Agregó divertido y se empezó a reír como bobo -¿Qué? ¿Crees que te mataría en las escaleras?... Mira, a veces tú me... caes mal pero no a esos extremos... noh, jamás a eshos extremos ¿Vale?, ahora...digamos que subiré con mucho cuidado...- Se agarró del barandal y comenzó a subir de lado con cuidado de no caerse aunque a mitad de camino comenzó a darle demasiada risa y se sentó en el escalón -¡Ahh! Ayudaaa- Dijo sólo para molestar a Bruno y tomó su mano para atraerlo y abrazarse a su cuello, sí el orgullo se le había acabado ahora que se había dado cuenta que era más difícil de lo que parecía y que ya estaba algo mareado. Cuando llegaron arriba miró feo a la sirvienta para que se fuera de una buena vez y dejó que Bruno le guiara dentro de la habitación -Ohh cariño...- Dijo con un tonito agudo para seguir jugando con el.
***
El castaño temió por aquel diálogo ¿Cómo sabía eso? ese sexto sentido con el que ambos se comunicaban no podía ser normal, se quedó serio pero correspondía más que encantado a esos besos que le dejaban aturdido, iba a negarse rotundamente a la segunda petición pero ya que fue tan "amable" cambió de parecer muy rápido -Vale... cuéntales seis horas...- Dijo bastante complaciente. -Si ves a Aimeé antes que yo en la mañana, por el amor de dios, dile que se ponga una bata para desayunar, si se atreve a andar semidesnuda por allí Amour va a sufrir un colapso en mi comedor, no queremos eso- Le musitó al oído y después se rió un poco, ese cabrón de Brice era incorregible. Abrazó de la cintura a su ángel y lo atrajo contra él con algo de fuerza pegándole contra la pared -Ángel mío... mmhh- Inhaló ese dulce y delicado aroma que tenía su piel y después hundió la nariz entre los suaves cabellos castaños. -...¿Harías cualquier cosa si te lo pidiera?...- Preguntó todavía con sus dudas de lo que iba a comentarle ¿Pero qué más quedaba? Era el más listo después de él mismo para librarse de los problemas, conocía todo lo necesario para ese encargo y además era de lo más discreto, comprometido y precioso sobre todas las personas, sobre todas las mujeres que alguna vez vio. Amour tenía razón en algo, era capaz de seducir a quien fuera si se lo proponía pero... eso le enorgullecía y le preocupaba muchísimo a la vez.
*Decir que la situación le daba gracia era poco, Amour subía las escaleras con tal cautela que parecería que cada escalón medía medio metro como mínimo, él lo seguía lentamente, casi pegado a su espalda para que no se cayera. -Gracias, ya comenzaba a preocuparme -dijo, riéndose, antes de que el otro lo tomara del cuello, contagiándole la risa. Y ahí estaban los dos, a la mitad de la escalera, riéndose como idiotas. Lo tomó de la cintura, para que no se cayera -y del borrachazo retrocediera todo lo que habían avanzado- y así fue más sencillo llegar hasta arriba con el mayor decoro posible y sin nada roto.
Pasó por completo de aquella mujer que les había indicado cuál era su habitación, ni siquiera la había escuchado por jugar con Amour, si no habían despertado a todos los habitantes de la mansión, era quizá porque ésta era muy grande o simplemente tenían el sueño terriblemente profundo, porque ellos no habían sido precisamente cautelosos.-Cherì...-lo molestó mientras entraban a tropezones, primero Amour aunque Bruno todavía lo sostenía, casi tiran un jarrón y una escultura griega al intentar entrar, causándoles más risa todavía; sólo Dion podía poner esas trampas mortales como adornos decorativos.
-Hey, hey... siéntate aquí -le dijo Amour conduciéndolo hasta la cama, esperando fuera obediente y él pudiera dejar los papeles sobre el pequeño escritorio que estaba al otro extremo del cuarto, ya estaban en pésimo estado y lo último que deseaba era que algo todavía peor les pasara.
***
Se pasó la lengua por el labio inferior con actitud triunfante, había ganado para aquellos torpes algunas horas de sueño, de una manera bastante sencilla. -Le advertiré -ya hasta Sophie se había acostumbrado a ver a su "tía" en paños menores hasta en la cocina, a Dion le daba un infarto el día en que intentó imitarla.
La piel se le enchinó ante un gesto tan simple y jadeó bajito a modo de respuesta, Alexander conocía todos y cada uno de sus puntos débiles, esos en los que Dion se derretía sin mucho esfuerzo. -Cualquier cosa -le dijo al oído, parva después fijar su mirada en él, como diciéndole que no podría hablar más en serio.
-¿Ya vas a decirme? -le dijo rozando la punta de su nariz con la ajena, eso siempre funcionaba.
+Se sentó como mejor pudo pero apenas estuvo en la cama se retorció un poco hacia el centro y suspiró con alivio, esa cama estaba muy blanda y rica ese Alex sí que tenía muebles finos -Uhh ¿Dónde están las putas cuando se les necesita? Háblale a la sirvienta otra vez- Bromeó pintando una sonrisa y abriéndose el chaleco lentamente ya que su motricidad con los botones no era muy buena ahora. -Tal vez... eso es lo que coronaría la noche como memorable... no dejar dormir a ese cabrón de Alexander por una vez... ¿Sabías que las prostitutas extranjeras gritan demasiado?... Yo lo supe apenas, es desagradable a veces, no hay como consumir las cosas locales- Y cuando dio ese consejo de dejó escuchar una risilla más melódica -Soy un idiota, ya sé...- Suspiró de nuevo y jadeó un par de veces mientras se acomodaba mejor sobre as grandes almohadas de plumas.
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-Ehh ¿Porqué me siento manipulado?- Preguntó pintando una sonrisa y besando su mejilla y sus labios en un contacto pequeño -Bien... pues necesito información de un tipo que me quiere fuera del juego. El problema es que ese trabajo tendría que encomendárselo a un par de mujeres inteligentes y fieles a mí y no conozco ninguna con tal descripción...- Dijo con amplia sinceridad. -Entonces...- Bajó la mirada algo avergonzado, era un hombre anticuado no le gustaba pedirle ningún "fetiche" a Dion y de hecho temía que si lo viera llegara a agarrarle el gusto, pero lamentablemente necesitaba que fuera él, no confiaba en nadie más. -…necesito que te vistas de mujer y junto con Aimeé me consigas esa información- Dijo sin más rodeos.
*Dejó los papeles donde debían estar, e incluso les puso una figurita rara encima, como para asegurarse que se quedaran ahí, Alexander no era de las personas que daban indicaciones dos veces. Comenzó a desatar su camisa, obviamente no tenían ropa ahí, por lo que lo mejor sería dejarla doblada en algún lugar y en las mejores condiciones posibles, o al día siguiente parecería un pordiosero.
-Agh,¿Sabías que tienes un pésimo gusto para las mujeres? -le dijo a Amour con una verdadera mueca de asco, dejando la camisa sobre un sillón pequeño, dejando su abdomen descubierto. -Ojalá que nunca te peguen las ladillas, tú y tus incursiones tan "finas"-le dijo burlándose. Alexander podría tener ojo de águila para todo, pero cuando realmente se quedaba dormido, era un poco más que un tronco que soltaba ruidos de ultratumba.
-Si no me dices, no me doy cuenta -comentó, alzando las cejas, fingiendo sorpresa. -Amour, muévete-Bruno se quedó parado junto a la cama, soportando el éxtasis del otro ante la mullida cama, a Bruno le daba igual, había dormido en lugares peores que ese, y mejores también. Además, tampoco creía que pudiera mantenerse tan estoico ante una situación como esa, no ante las cosas que Amour le provocaba a veces y no sabía si prefería seguir en negación.
***
-¿Manipulándote yo? -Se hizo el desentendido por un momento, antes de prestar atención a lo que Alexander decía, primero con mucha curiosidad y después, abriendo los ojos con evidente sorpresa, sin evitar sonrojarse. De acuerdo, eso superaba el nivel de "hacer lo que sea" que tenía en mente.
-¿Por qué simplemente no los torturas para obtener información? -dijo con un puchero, no quería verse tan infantil y hacer una rabieta, pero la idea de verse en vestido lo descolocaba un poco. -De acuerdo, lo haré...-dijo decidido en cuanto comenzó a escuchar los motivos de Alexander, que eran muchos más de los que había imaginado. ¿De cuál de sus idiotas amigos había sido la idea? De haber sabido, los dejaba dormir en el jardín, junto a la tumba de su antigua sirvienta.
¿Qué tan difícil podía ser?
Alexander L. Armengaud- Dseta
- Sexo :
Ocio : ...
Mensajes : 242
Fecha de inscripción : 04/02/2012
Ficha técnica
Estado civil: En una relación
Pareja: Dion Armengaud
Círculo social: Inquisición
Re: Mafia y amoríos {Dion, Bruno y Amour}
De repente se desesperó ¿¡"Hazte a un lado"?! Tenía que ser una jodida broma, nadie cuerdo dejaba pasar una oportunidad tan buena -Bruno... ¿Quién te hizo tanto daño como para ser tan... marica?- No supo que otra palabra utilizar y le vio con fastidio -Estás loco si crees que vas a dormir a mi lado así, vete al sofá de enfrente- Ordenó alargando una mano para empujarle lejos -Vete, no te quiero ver, mejor apagas la luz- Comentó volteándose con brusquedad y cubriéndose la cabeza con una almohada, no sabía exactamente porqué de repente estaba tan molesto, en realidad estaba demasiado aturdido como para no saber nada.
*-¿Pero qué...? -ni siquiera le había dado tiempo de terminar la frase cuando Amour ya estaba gritando y diciéndole un sin fin de cosas que definitivamente no veía venir y que le sorprendieron a la par que le molestaron, hirieron y le provocaron un sinfín de emociones, aunque lo único que le demostraba era furia.
Saltó encima de él con toda la intención de golpearlo, estaba rojo hasta las orejas y eso era una pésima señal. -¡Eso te importa un carajo, Amour! ¿Quién te crees para hablarme así? -forcejeó con él hasta que estuvo de frente, quizá se ganó un par de golpes a modo de respuesta, pero ni siquiera los sintió, tomó fuertemente sus brazos -no sin algo de esfuerzo- hasta ponerlos por arriba de su cabeza.
-¿Crees que voy a pedirte permiso? -le dijo apretándolo más fuerte, enredando sus piernas con las ajenas en una especie de nudo imposible. Había matado a muchas personas por menos que eso. Liberó una de sus manos, sólo para tomarle el rostro con fuerza, él también podía llegar a hacer daño si se lo proponía, era su trabajo a final de cuentas; sintió su aliento etílico calentándole la sangre, pero ni siquiera se inmutó.
-¿Qué mierda es lo que quieres? ¿es esto? -le dijo mientras presionaba aquella mano libre sobre la entrepierna del otro aún con el pantalón puesto, estaba llegando al límite de su escasa paciencia, si tan sólo Amour no hubiera tocado aquella fibra sensible que ni siquiera Bruno sabía que tenía.
+Al principio pensó que Bruno estaba jugando con él, pero fue muy claro que eso ya no era un juego cuando comenzó a gritar, aún así mantuvo una sonrisa y se volteó a regañadientes lanzándole golpes para que le soltara. Le miró como una fiera, fijamente analizando la situación y arqueó una ceja y a la segunda pregunta no pudo evitar sonreír todavía más evidente. Gruñó peleando por soltarse pero esa reacción le gustó mucho, el escucharle preguntando "¿Qué mierda quieres?" Le hizo la noche a decir verdad, le había dado mucha gracia, se rió bajo pero algo ahogado porque tembló por ese toque y se retorció un poco -¿Qué mierda quieres tú? La pregunta correcta aquí es ¿Quién jodidos te crees TÚ para celarme y abordarme todo el tiempo? ¿Quién carajos te crees para tomarme como ahora? ¡Poniendo en riesgo tu maldita existencia con este ultraje!- Siseó tomando su rostro con brusquedad para que le mirara, su pecho se llenó de ira e indignación pero también de un "no sé qué" que era el que daba cabida a las demás cosas en su interior, hasta lo ebrio se le bajó, no le tenía miedo a Bruno, le confrontó con todo ese poder en su fuerte carácter que hacía que le saliera el diablo que tenía dentro -¿Crees que no sé jugar tu estúpido juego? Que no se te olvide que la pesadilla de muchos en esta puta ciudad soy yo, no sé qué es lo que tu cabecita obtusa piense al respecto pero yo no me ando con rodeos ni medias tintas y el problema de eso es que tú sí. Tú sí haces eso, prefiero que le des una patada en las bolas en vez de evitarme y darle rodeos a lo que ya es... Así que hazme el favor de no hacer esa mierda de nuevo o voy a romperte la cara, ¿Qué vas a contestar? "Nos la rompemos" ¡Eres un marica!- Le dijo con sorna pero sólo para retarlo, para animarlo a seguir. Era como un "Por favor cógeme o no te lo perdonaré" Pero en el idioma extraño que Amour manejaba.
*-¿Celarte? Siempre pensé que te creías muy importante, pero no pensé que alucinaras tanto -le dijo entre risas y ese tonito sarcástico que usaba tan a menudo. Lo odiaba porque era cierto lo que decía y desconocía hasta qué punto se había hecho el estúpido y por cuánto tiempo lo había pasado por alto esa lealtad casi perruna que le tenía y todo lo que ella conllevaba, misma que desencadenaba su situación actual, como una copa que de a poco había comenzado a derramarse.
-¿Ultraje? ¡Desde cuándo tan virgen, Amour! -siguió riéndose como si nada sin moverse un ápice de donde estaba. -Vaya que usas palabras que no entiendes -volvió a presionar en el mismo punto, sin importarle las amenazas del otro, él tampoco le tenía miedo, eso estaba claro, y si el asunto ya estaba jodido, qué más daba llegar a las últimas consecuencias. Era precisamente ese carácter terrible, aún peor que el suyo lo que lo había obsesionado, era precisamente ese derroche de furia lo que lo había calentado más, si cabía. -¿Qué va a hacer el demonio de París? ¿Vas a matarme? Primero tendrás que negar que te gusta -bajó el tono en eso último, afilando la mirada, retándolo mientras se acercaba a su boca. Al inicio, todo fue un atropello, un choque brusco de dientes y labios y demás forcejeos, en los que Bruno pudo jalar la camisa ajena haciendo crujir la tela al contacto con sus manos. Muy en el fondo esperaba más golpes, golpes de verdad, que le dijeran que se detuviera, pero éstos no llegaron, por lo que ahora sí se dispuso a "ultrajar" la boca ajena.
+-Deja de hacerte el estúpido conmigo- Pidió mientras le miraba con amplia seriedad como acechándolo, su expresión no se inmutó ni un poco de modo que en verdad esa mirada castaña clara podía llegar a ser aterradora. -¿"Tan virgen"?- Preguntó indignado escupiendo esa cita y bajó las cejas mientras le lanzaba una mirada de desprecio y obstinación ¿Cómo se atrevía? Volvió a temblar y tomó aire con violencia cuando hizo aquello, le hirvió la sangre con sólo ese toque y eso le molestó de sobremanera por lo que apretó los dientes y le lanzó una mirada de advertencia, peligrosa pero a la vez retadora, gruñendo por el coraje de no poder deshacerse de él de un zarpazo. Se enojó muchísimo de que dijera todo eso con sorna, pues en efecto podría matarlo con la habilidad que tiene un gato al matar un ratón, pero no lo haría porque él le... atraía muchísimo, en realidad le tenía completamente a su disposición, y a pesar de que pudo haberle tenido todo ese tiempo, Bruno sencillamente había decidido no hacerlo. Se portó como una fiera cuando inició ese beso, no estaba dispuesto a que las cosas le fueran tan sencillas, pero después irremediablemente tuvo que dejar que el otro profundizara apenas un poco en su boca, cuando sintió que aquello era demasiado le mordió para que se alejara y le miró con intensidad.
-¿Te digo una cosa? Yo siempre soy el que pone las reglas, te estás dando licencias que nadie se ha dado, si la jodes juro que voy a violarte con un palo ¿Oíste bien?- Dijo mientras jadeaba pesadamente y abría las piernas de modo que el otro pudiera acomodarse mejor sobre él, desviando la mirada de modo orgulloso mientras otorgaba tal privilegio.
*Quería hacer más chistes sobre la vida sexual del otro, pero valoraba demasiado su vida y la simple idea de hacer una lista le hacía hervir la sangre y no estaba tan en sus cabales para ser un maestro del autocontrol como solía hacerlo antes y fingir que no pasaba nada, dejó pasar todos los insultos, podía dejar pasar cualquier cosa sólo por tratarse de él.
-Como ordene, su señoría -le dedicó una sonrisa torcida, aún con esa ira líquida que parecía atravesarle todo el cuerpo, causándole revoluciones internas, los músculos de su torso desnudo se contrajeron ante tal afirmación. Lo había repasado mentalmente, había dudado y había intentado que esa sensación agridulce, hasta entonces desconocida en él desapareciera; la había embriagado, matado de insomnio y casi enterrado, pero siempre salía a flote junto con todas esas cosas que guardaba celosamente en el inconsciente.
Logró colocarse a la perfección entre sus piernas, haciendo que la fricción entre ambos le hiciera respirar pesado, como si las sensaciones comenzaran a sobrepasarlo, siempre que tenía encuentros carnales, su "yo racional" se separaba de su cuerpo, pero ahora estaba adherido, en resistencia.
Una vez que el lenguaje corporal de Amour delató que no lo mataría, Bruno le soltó las muñecas, sólo para poder colar sus manos debajo de su camisa, acariciando levemente el abdomen del otro, encontrando en un gesto tan simple la mayor revelación jamás acontecida, si Amour pudiera saber lo que pensaba, seguramente se reiría de su idiotez, de su lentitud.
Se acercó a su cuello, primero como un impulso y después, pasando su nariz hasta la clavícula de Amour, mientras su piel se erizaba pudo darse el gusto de comenzar a lamerla, primero con besos esporádicos y después con succiones breves que comenzaban a armonizar poco a poco el silencio que mágicamente se había hecho entre los dos.
"Si te digo que esperé una eternidad por ti, ¿me creerías?"
“Su señoría” Gimió al escuchar esas palabras, podía percibir que estaba molesto con él y eso le ponía mucho, aunque en realidad daba igual el cómo se encontrara Bruno o lo que hiciera, Amour sentía algo tan fuerte por él que el simple hecho de concentrarse en la idea de que al fin sería suyo lo excitaba y le hacía arquearse ligeramente sobre la cama, su sangre comenzaba a hervir de sólo sentirle acomodándose entre sus piernas. Sin embargo no podía dejar de mirarlo como una fiera que estudiaba a su presa, cualquier movimiento en falso y todo ese avance podía irse con facilidad por la borda, después de todo no dejaba de ser él un hombre peligroso, sin embargo Bruno sabía guardar su distancia, esperar e interpretar las señales con prudencia, esos astutos ojos le hipnotizaron e hicieron que Amour de repente pusiera los ojos en blanco mientras los cerraba y cedía su cuello tensando las muñecas ligeramente hacia abajo obviamente esperando a que le soltara, que ni creyera que tenía el control absoluto, tendría sólo el suficiente que él le otorgara y justo ahora por ser él se encontraba demasiado complaciente.
Sí… esas manos se deslizaron al fin por su torso acariciándolo, tembló exhalando violentamente mientras su piel se erizaba y él medio se encogía ligeramente al toque de esas manos frías pero tersas, estudiaba con adoración esas caricias. Ladeó la cabeza vibrando entero –Mmmh…- Apretó los labios al tenerle al fin por su cuello, estaba ya completamente manso y dispuesto a él, entreabrió un poco los ojos y miró la habitación mientras jadeaba, no era un sueño. Era la realidad, Bruno estaba sobre su cuerpo, estaba disfrutando de su piel, una intensa oleada de excitación le recorrió cuando los besos fueron más húmedos y llevó las manos a acariciar una de sus mejillas, mordiéndose el labio inferior en un intento por controlar esas locas sensaciones que justo ahora no sólo ocupaban la parte baja del inquisidor como era costumbre sino también su pecho, algo allí le provocaba impulsos que le hacían ser hipersensible a los toques de Bruno (cosa que nunca le había pasado), no sólo estaba excitado sino que era muy feliz de al fin poder pertenecerle tal y como había estado deseando. Se sentía ridículo, todo el tiempo se sintió así cuando se atrevía permitirse ensoñarse un rato con ese idiota de tales reconocimientos en los sentimientos mejor ocultos y resguardados de la bóveda en su corazón, inéditamente abierta hasta ahora, siendo que antes se creía inexistente o impenetrable. Con la mano libre deslizó sus dedos por un costado del cuerpo de Bruno y llegó hasta colarse un poco debajo del pantalón y después subir la mano traviesa por la piel cálida del otro sintiendo una que otra a su paso, un gemido más se le escapó, allí estaba con él y ¡demonios! se sentía delicioso pero a la vez pensamientos extraños corrían rápido por su cabeza y eso le hizo comenzar a enfadarse un tanto, de haber sabido tal ves hubiera bebido un poco más.
La naturaleza de esos pensamientos eran totalmente indeseables en alguien como él, cursis, vomitivos, estúpidos, utópicos y por eso mismo antes de Bruno habían estado completamente resguardados en lo más profundo de un alma podrida, una personalidad ventajosa y cínica, sádica e intimidante. Últimamente afloraban descarados tales sentimientos descontrolando su cuerpo y dando pie a desear desesperadamente que Bruno lo tomara. Su embriaguez sólo sacaba a relucir con más evidencia su ansiedad y anhelo por él y aquello le indignó, le hizo sentir humillado, ofendido y al descubierto. Además también mandó a flote el miedo, pues una vez que aquello sucediera seguramente ya no podría domar sus sentimientos hacia el otro con tanta facilidad. “¡No me importa!” -... Bruno…- Alcanzó a jadear al oído ajeno y lo lamió colando su lengua dentro, tan perdido y delirante en aquello que su ira sólo pudo ser presente cuando sus cortas uñas se clavaron en la espalda ajena -…Eres mi perdición…- Le musitó cerrando los ojos mientras iba bajando poco a poco aquella mano aferrada a la espalda ajena rasguñando a su paso aquella piel “¿Qué harás cuando ya no pueda ser dueño completo de mí? Cuando te hagas propietario oficial de la parte que te corresponde yo ya no podré hacer nada.” -Esto no terminará una vez que lo inicies…- Siseó seductor a su oído y tomó una de sus manos para presionarla contra uno de sus botones e impedir que siguiera acariciándole. Era una amenaza quizá… pero también una advertencia muy cierta para sí mismo, ya estaba obsesionado con aquello, no había vuelta atrás. Sólo había perdición en la lista de opciones… Buscó su mirada y esos intensos ojos eran demasiado para su estado delirante por lo que le encendieron y abrasaron carcomiendo su alma, miró sus labios pero no se atrevió a tomarlos por su cuenta, esperaría a que él le devorara de una buena vez y para siempre. Esa sensación de peligro sólo lograba disparar la adrenalina suficiente para decir “¿Porqué carajos no habría de continuar?” ¡Sólo un loco se negaría! Lo había deseado todo ese tiempo, era hora de aceptarlo, su orgullo le había causado ya bastante tiempo de espera, no estaba dispuesto a esperar más, además era natural que algo así pasara entre ellos tarde o temprano, su vínculo era demasiado intenso aún sin siquiera haberse esforzado demasiado en él, sencillamente hacían una química abrumadora.[/b]
*-¿Pero qué...? -ni siquiera le había dado tiempo de terminar la frase cuando Amour ya estaba gritando y diciéndole un sin fin de cosas que definitivamente no veía venir y que le sorprendieron a la par que le molestaron, hirieron y le provocaron un sinfín de emociones, aunque lo único que le demostraba era furia.
Saltó encima de él con toda la intención de golpearlo, estaba rojo hasta las orejas y eso era una pésima señal. -¡Eso te importa un carajo, Amour! ¿Quién te crees para hablarme así? -forcejeó con él hasta que estuvo de frente, quizá se ganó un par de golpes a modo de respuesta, pero ni siquiera los sintió, tomó fuertemente sus brazos -no sin algo de esfuerzo- hasta ponerlos por arriba de su cabeza.
-¿Crees que voy a pedirte permiso? -le dijo apretándolo más fuerte, enredando sus piernas con las ajenas en una especie de nudo imposible. Había matado a muchas personas por menos que eso. Liberó una de sus manos, sólo para tomarle el rostro con fuerza, él también podía llegar a hacer daño si se lo proponía, era su trabajo a final de cuentas; sintió su aliento etílico calentándole la sangre, pero ni siquiera se inmutó.
-¿Qué mierda es lo que quieres? ¿es esto? -le dijo mientras presionaba aquella mano libre sobre la entrepierna del otro aún con el pantalón puesto, estaba llegando al límite de su escasa paciencia, si tan sólo Amour no hubiera tocado aquella fibra sensible que ni siquiera Bruno sabía que tenía.
+Al principio pensó que Bruno estaba jugando con él, pero fue muy claro que eso ya no era un juego cuando comenzó a gritar, aún así mantuvo una sonrisa y se volteó a regañadientes lanzándole golpes para que le soltara. Le miró como una fiera, fijamente analizando la situación y arqueó una ceja y a la segunda pregunta no pudo evitar sonreír todavía más evidente. Gruñó peleando por soltarse pero esa reacción le gustó mucho, el escucharle preguntando "¿Qué mierda quieres?" Le hizo la noche a decir verdad, le había dado mucha gracia, se rió bajo pero algo ahogado porque tembló por ese toque y se retorció un poco -¿Qué mierda quieres tú? La pregunta correcta aquí es ¿Quién jodidos te crees TÚ para celarme y abordarme todo el tiempo? ¿Quién carajos te crees para tomarme como ahora? ¡Poniendo en riesgo tu maldita existencia con este ultraje!- Siseó tomando su rostro con brusquedad para que le mirara, su pecho se llenó de ira e indignación pero también de un "no sé qué" que era el que daba cabida a las demás cosas en su interior, hasta lo ebrio se le bajó, no le tenía miedo a Bruno, le confrontó con todo ese poder en su fuerte carácter que hacía que le saliera el diablo que tenía dentro -¿Crees que no sé jugar tu estúpido juego? Que no se te olvide que la pesadilla de muchos en esta puta ciudad soy yo, no sé qué es lo que tu cabecita obtusa piense al respecto pero yo no me ando con rodeos ni medias tintas y el problema de eso es que tú sí. Tú sí haces eso, prefiero que le des una patada en las bolas en vez de evitarme y darle rodeos a lo que ya es... Así que hazme el favor de no hacer esa mierda de nuevo o voy a romperte la cara, ¿Qué vas a contestar? "Nos la rompemos" ¡Eres un marica!- Le dijo con sorna pero sólo para retarlo, para animarlo a seguir. Era como un "Por favor cógeme o no te lo perdonaré" Pero en el idioma extraño que Amour manejaba.
*-¿Celarte? Siempre pensé que te creías muy importante, pero no pensé que alucinaras tanto -le dijo entre risas y ese tonito sarcástico que usaba tan a menudo. Lo odiaba porque era cierto lo que decía y desconocía hasta qué punto se había hecho el estúpido y por cuánto tiempo lo había pasado por alto esa lealtad casi perruna que le tenía y todo lo que ella conllevaba, misma que desencadenaba su situación actual, como una copa que de a poco había comenzado a derramarse.
-¿Ultraje? ¡Desde cuándo tan virgen, Amour! -siguió riéndose como si nada sin moverse un ápice de donde estaba. -Vaya que usas palabras que no entiendes -volvió a presionar en el mismo punto, sin importarle las amenazas del otro, él tampoco le tenía miedo, eso estaba claro, y si el asunto ya estaba jodido, qué más daba llegar a las últimas consecuencias. Era precisamente ese carácter terrible, aún peor que el suyo lo que lo había obsesionado, era precisamente ese derroche de furia lo que lo había calentado más, si cabía. -¿Qué va a hacer el demonio de París? ¿Vas a matarme? Primero tendrás que negar que te gusta -bajó el tono en eso último, afilando la mirada, retándolo mientras se acercaba a su boca. Al inicio, todo fue un atropello, un choque brusco de dientes y labios y demás forcejeos, en los que Bruno pudo jalar la camisa ajena haciendo crujir la tela al contacto con sus manos. Muy en el fondo esperaba más golpes, golpes de verdad, que le dijeran que se detuviera, pero éstos no llegaron, por lo que ahora sí se dispuso a "ultrajar" la boca ajena.
+-Deja de hacerte el estúpido conmigo- Pidió mientras le miraba con amplia seriedad como acechándolo, su expresión no se inmutó ni un poco de modo que en verdad esa mirada castaña clara podía llegar a ser aterradora. -¿"Tan virgen"?- Preguntó indignado escupiendo esa cita y bajó las cejas mientras le lanzaba una mirada de desprecio y obstinación ¿Cómo se atrevía? Volvió a temblar y tomó aire con violencia cuando hizo aquello, le hirvió la sangre con sólo ese toque y eso le molestó de sobremanera por lo que apretó los dientes y le lanzó una mirada de advertencia, peligrosa pero a la vez retadora, gruñendo por el coraje de no poder deshacerse de él de un zarpazo. Se enojó muchísimo de que dijera todo eso con sorna, pues en efecto podría matarlo con la habilidad que tiene un gato al matar un ratón, pero no lo haría porque él le... atraía muchísimo, en realidad le tenía completamente a su disposición, y a pesar de que pudo haberle tenido todo ese tiempo, Bruno sencillamente había decidido no hacerlo. Se portó como una fiera cuando inició ese beso, no estaba dispuesto a que las cosas le fueran tan sencillas, pero después irremediablemente tuvo que dejar que el otro profundizara apenas un poco en su boca, cuando sintió que aquello era demasiado le mordió para que se alejara y le miró con intensidad.
-¿Te digo una cosa? Yo siempre soy el que pone las reglas, te estás dando licencias que nadie se ha dado, si la jodes juro que voy a violarte con un palo ¿Oíste bien?- Dijo mientras jadeaba pesadamente y abría las piernas de modo que el otro pudiera acomodarse mejor sobre él, desviando la mirada de modo orgulloso mientras otorgaba tal privilegio.
*Quería hacer más chistes sobre la vida sexual del otro, pero valoraba demasiado su vida y la simple idea de hacer una lista le hacía hervir la sangre y no estaba tan en sus cabales para ser un maestro del autocontrol como solía hacerlo antes y fingir que no pasaba nada, dejó pasar todos los insultos, podía dejar pasar cualquier cosa sólo por tratarse de él.
-Como ordene, su señoría -le dedicó una sonrisa torcida, aún con esa ira líquida que parecía atravesarle todo el cuerpo, causándole revoluciones internas, los músculos de su torso desnudo se contrajeron ante tal afirmación. Lo había repasado mentalmente, había dudado y había intentado que esa sensación agridulce, hasta entonces desconocida en él desapareciera; la había embriagado, matado de insomnio y casi enterrado, pero siempre salía a flote junto con todas esas cosas que guardaba celosamente en el inconsciente.
Logró colocarse a la perfección entre sus piernas, haciendo que la fricción entre ambos le hiciera respirar pesado, como si las sensaciones comenzaran a sobrepasarlo, siempre que tenía encuentros carnales, su "yo racional" se separaba de su cuerpo, pero ahora estaba adherido, en resistencia.
Una vez que el lenguaje corporal de Amour delató que no lo mataría, Bruno le soltó las muñecas, sólo para poder colar sus manos debajo de su camisa, acariciando levemente el abdomen del otro, encontrando en un gesto tan simple la mayor revelación jamás acontecida, si Amour pudiera saber lo que pensaba, seguramente se reiría de su idiotez, de su lentitud.
Se acercó a su cuello, primero como un impulso y después, pasando su nariz hasta la clavícula de Amour, mientras su piel se erizaba pudo darse el gusto de comenzar a lamerla, primero con besos esporádicos y después con succiones breves que comenzaban a armonizar poco a poco el silencio que mágicamente se había hecho entre los dos.
"Si te digo que esperé una eternidad por ti, ¿me creerías?"
“Su señoría” Gimió al escuchar esas palabras, podía percibir que estaba molesto con él y eso le ponía mucho, aunque en realidad daba igual el cómo se encontrara Bruno o lo que hiciera, Amour sentía algo tan fuerte por él que el simple hecho de concentrarse en la idea de que al fin sería suyo lo excitaba y le hacía arquearse ligeramente sobre la cama, su sangre comenzaba a hervir de sólo sentirle acomodándose entre sus piernas. Sin embargo no podía dejar de mirarlo como una fiera que estudiaba a su presa, cualquier movimiento en falso y todo ese avance podía irse con facilidad por la borda, después de todo no dejaba de ser él un hombre peligroso, sin embargo Bruno sabía guardar su distancia, esperar e interpretar las señales con prudencia, esos astutos ojos le hipnotizaron e hicieron que Amour de repente pusiera los ojos en blanco mientras los cerraba y cedía su cuello tensando las muñecas ligeramente hacia abajo obviamente esperando a que le soltara, que ni creyera que tenía el control absoluto, tendría sólo el suficiente que él le otorgara y justo ahora por ser él se encontraba demasiado complaciente.
Sí… esas manos se deslizaron al fin por su torso acariciándolo, tembló exhalando violentamente mientras su piel se erizaba y él medio se encogía ligeramente al toque de esas manos frías pero tersas, estudiaba con adoración esas caricias. Ladeó la cabeza vibrando entero –Mmmh…- Apretó los labios al tenerle al fin por su cuello, estaba ya completamente manso y dispuesto a él, entreabrió un poco los ojos y miró la habitación mientras jadeaba, no era un sueño. Era la realidad, Bruno estaba sobre su cuerpo, estaba disfrutando de su piel, una intensa oleada de excitación le recorrió cuando los besos fueron más húmedos y llevó las manos a acariciar una de sus mejillas, mordiéndose el labio inferior en un intento por controlar esas locas sensaciones que justo ahora no sólo ocupaban la parte baja del inquisidor como era costumbre sino también su pecho, algo allí le provocaba impulsos que le hacían ser hipersensible a los toques de Bruno (cosa que nunca le había pasado), no sólo estaba excitado sino que era muy feliz de al fin poder pertenecerle tal y como había estado deseando. Se sentía ridículo, todo el tiempo se sintió así cuando se atrevía permitirse ensoñarse un rato con ese idiota de tales reconocimientos en los sentimientos mejor ocultos y resguardados de la bóveda en su corazón, inéditamente abierta hasta ahora, siendo que antes se creía inexistente o impenetrable. Con la mano libre deslizó sus dedos por un costado del cuerpo de Bruno y llegó hasta colarse un poco debajo del pantalón y después subir la mano traviesa por la piel cálida del otro sintiendo una que otra a su paso, un gemido más se le escapó, allí estaba con él y ¡demonios! se sentía delicioso pero a la vez pensamientos extraños corrían rápido por su cabeza y eso le hizo comenzar a enfadarse un tanto, de haber sabido tal ves hubiera bebido un poco más.
La naturaleza de esos pensamientos eran totalmente indeseables en alguien como él, cursis, vomitivos, estúpidos, utópicos y por eso mismo antes de Bruno habían estado completamente resguardados en lo más profundo de un alma podrida, una personalidad ventajosa y cínica, sádica e intimidante. Últimamente afloraban descarados tales sentimientos descontrolando su cuerpo y dando pie a desear desesperadamente que Bruno lo tomara. Su embriaguez sólo sacaba a relucir con más evidencia su ansiedad y anhelo por él y aquello le indignó, le hizo sentir humillado, ofendido y al descubierto. Además también mandó a flote el miedo, pues una vez que aquello sucediera seguramente ya no podría domar sus sentimientos hacia el otro con tanta facilidad. “¡No me importa!” -... Bruno…- Alcanzó a jadear al oído ajeno y lo lamió colando su lengua dentro, tan perdido y delirante en aquello que su ira sólo pudo ser presente cuando sus cortas uñas se clavaron en la espalda ajena -…Eres mi perdición…- Le musitó cerrando los ojos mientras iba bajando poco a poco aquella mano aferrada a la espalda ajena rasguñando a su paso aquella piel “¿Qué harás cuando ya no pueda ser dueño completo de mí? Cuando te hagas propietario oficial de la parte que te corresponde yo ya no podré hacer nada.” -Esto no terminará una vez que lo inicies…- Siseó seductor a su oído y tomó una de sus manos para presionarla contra uno de sus botones e impedir que siguiera acariciándole. Era una amenaza quizá… pero también una advertencia muy cierta para sí mismo, ya estaba obsesionado con aquello, no había vuelta atrás. Sólo había perdición en la lista de opciones… Buscó su mirada y esos intensos ojos eran demasiado para su estado delirante por lo que le encendieron y abrasaron carcomiendo su alma, miró sus labios pero no se atrevió a tomarlos por su cuenta, esperaría a que él le devorara de una buena vez y para siempre. Esa sensación de peligro sólo lograba disparar la adrenalina suficiente para decir “¿Porqué carajos no habría de continuar?” ¡Sólo un loco se negaría! Lo había deseado todo ese tiempo, era hora de aceptarlo, su orgullo le había causado ya bastante tiempo de espera, no estaba dispuesto a esperar más, además era natural que algo así pasara entre ellos tarde o temprano, su vínculo era demasiado intenso aún sin siquiera haberse esforzado demasiado en él, sencillamente hacían una química abrumadora.[/b]
Amour Brice- Dseta
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Ocio : Gabriel
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Ficha técnica
Estado civil: Soltero
Pareja: ---
Círculo social: Inquisición
Re: Mafia y amoríos {Dion, Bruno y Amour}
Alguien que lo retara
Comenzó a tirar de la camisa del otro, ya no podía controlarse, no podía resistir y fingir, no cuando todo lo que había deseado desde que miró aquellos ojos se volvía realidad. Quizá por eso lo seguía a todos lados, quizá sí lo celaba y prefería ladear la cabeza cuando Amour miraba a alguien más.
Con el tiempo había aprendido a controlar esa parte, a intentar callar todas esas voces que le gritaban cosas cada que estaba a su lado, voces que le decían que lo olvidara, que nunca sería lo suficientemente reelevante en la vida del otro, por mucho que lo intentara...que estaba loco.
Alguien que no le tuviera miedo
Cuando Bruno pudo sentir aquellos dedos sobre su piel, quiso llorar, llorar en el buen sentido y llorar de gusto, de ser correspondido de alguna forma aún producto de la embriaguez; y aunque esa parte todavía dolía, podría soportarla por el simple hecho de poder tocarlo también, de hacerlo gemir de placer y escuchar su nombre en los labios ajenos, después de eso bien podría ir al infierno sin importarle nada.
Alguien que lo quisiera a él y a todos sus demonios
Se quedó quieto al escuchar su voz, al sentir sus uñas grabadas en la piel, ese simple gesto lo hizo jadear por la intensidad que todo aquello representaba, era como recorrer un desierto y al fin encontrar agua, con el miedo latente de que todo fuera una jugarreta de su imaginación. Nunca creyó despertar ningún sentimiento en Amour, uno que no fuera rabia, quizá por eso él lo consideraba su perdición y para entonces, Bruno ya era una mezcla entre excitación y sorpresa.
"Tú lo eres, tú eres mi perdición y mi obsesión, una fuerza extraña me lleva siempre hacia a ti y ya no quiero resistirme".
-Estoy dispuesto a asumir las consecuencias -le respondió firme, olvidando por un momento la revolución mental por la que estaba pasando, se sentía más vivo que nunca, como si pudiera sentir cada fibra de su cuerpo al estar en contacto con la del otro. Tomó el rostro de Amour entre sus manos, para grabar por siempre en su memoria esos ojos y esa boca, esa respiración entrecortada... y lo besó, pero ésta vez diferente, primero uniendo sus labios levemente, casi dando las gracias; para después fundirse en un beso más largo, robándole el aliento. Después empezó a desnudarle los hombros y los brazos, y la piel ajena nunca le pareció tan nívea, blanquísima, casi brillante.
"Si no me vas a amar, mejor mátame". Era una plegaria silenciosa, misma que le repetía Bruno a través de cada beso y caricia llenos de deseo pero también de algo más, pronto comenzó a descender sobre su pecho, dejando un camino húmedo hasta el vientre de Amour delataba algo más que evidente y Bruno empezaba a odiar toda esa ropa que ya era un estorbo.
Ese alguien era Amour...
Comenzó a tirar de la camisa del otro, ya no podía controlarse, no podía resistir y fingir, no cuando todo lo que había deseado desde que miró aquellos ojos se volvía realidad. Quizá por eso lo seguía a todos lados, quizá sí lo celaba y prefería ladear la cabeza cuando Amour miraba a alguien más.
Con el tiempo había aprendido a controlar esa parte, a intentar callar todas esas voces que le gritaban cosas cada que estaba a su lado, voces que le decían que lo olvidara, que nunca sería lo suficientemente reelevante en la vida del otro, por mucho que lo intentara...que estaba loco.
Alguien que no le tuviera miedo
Cuando Bruno pudo sentir aquellos dedos sobre su piel, quiso llorar, llorar en el buen sentido y llorar de gusto, de ser correspondido de alguna forma aún producto de la embriaguez; y aunque esa parte todavía dolía, podría soportarla por el simple hecho de poder tocarlo también, de hacerlo gemir de placer y escuchar su nombre en los labios ajenos, después de eso bien podría ir al infierno sin importarle nada.
Alguien que lo quisiera a él y a todos sus demonios
Se quedó quieto al escuchar su voz, al sentir sus uñas grabadas en la piel, ese simple gesto lo hizo jadear por la intensidad que todo aquello representaba, era como recorrer un desierto y al fin encontrar agua, con el miedo latente de que todo fuera una jugarreta de su imaginación. Nunca creyó despertar ningún sentimiento en Amour, uno que no fuera rabia, quizá por eso él lo consideraba su perdición y para entonces, Bruno ya era una mezcla entre excitación y sorpresa.
"Tú lo eres, tú eres mi perdición y mi obsesión, una fuerza extraña me lleva siempre hacia a ti y ya no quiero resistirme".
-Estoy dispuesto a asumir las consecuencias -le respondió firme, olvidando por un momento la revolución mental por la que estaba pasando, se sentía más vivo que nunca, como si pudiera sentir cada fibra de su cuerpo al estar en contacto con la del otro. Tomó el rostro de Amour entre sus manos, para grabar por siempre en su memoria esos ojos y esa boca, esa respiración entrecortada... y lo besó, pero ésta vez diferente, primero uniendo sus labios levemente, casi dando las gracias; para después fundirse en un beso más largo, robándole el aliento. Después empezó a desnudarle los hombros y los brazos, y la piel ajena nunca le pareció tan nívea, blanquísima, casi brillante.
"Si no me vas a amar, mejor mátame". Era una plegaria silenciosa, misma que le repetía Bruno a través de cada beso y caricia llenos de deseo pero también de algo más, pronto comenzó a descender sobre su pecho, dejando un camino húmedo hasta el vientre de Amour delataba algo más que evidente y Bruno empezaba a odiar toda esa ropa que ya era un estorbo.
Ese alguien era Amour...
Bruno Bergeron- Eta
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Re: Mafia y amoríos {Dion, Bruno y Amour}
Al escuchar la respuesta sólo pintó una sonrisilla galante de esas despreocupadas que eran tan suyas -Tsk...- Cerró los ojos y se concentró en esas endemoniadas caricias, sí... pareciera que esas manos y esa boca no sólo quemaban su piel sino su alma también, las sentía tan íntimas, tan dentro que le arrebataron jadeos y ya le tenían hirviendo y temblando de ansias, apretó los ojos con fuerza y su boca pintó una fina línea mientras se arqueaba -¡Mmmh!- Estaba ya tan cerca de esa zona que le enloquecía la sola idea y ni siquiera le había rozado siquiera, llevó una mano a la cabeza ajena para alejarlo un momento en un jadeo violento que le produjo un espasmo y abrió los ojos dejando ver esa mirada de delirio sólo por él.
-Espera... sólo un momento...- Ordenó en el tono más firme que pudo y atrajo el rostro de Bruno hacia él para arrebatarle un beso intenso mientras ponía sus manos sobre su torso y luego deslizó su mano enredando sus dedos por sus cabellos castaños colando la otra mano a su entrepierna frotándola con fuerza para satisfacerlo un poco también, hacerle desearlo. Deslizó su boca por su mejilla y susurró a su oído -... Dime... ¿Has deseado este momento?... ¿Has imaginado cómo sería?... ¿Te has pensado dentro?... Porque a mí esas cosas me volvían loco en mi habitación...- Le confesó besando su oído después y colando la lengua para estremecerle, después fue bajando por su maxilar, su cuello en el que se detuvo a hacer una marca, estaba casi llorando de placer y apenas habían comenzado a calentar motores, deseaba arrancarse la ropa pero también deseaba perderse en aquella piel que ahora estaba a su merced como nunca lo hubiera esperado. Además si llegaba a segunda base justo en ese momento estaba tan excitado que seguro se correría a la primera provocación sin poder evitarlo, esperaba relajarse un poco con aquellos juegos, aunque por tratarse de Bruno con quien estaba, eso iba a estar muy complicado.
-Espera... sólo un momento...- Ordenó en el tono más firme que pudo y atrajo el rostro de Bruno hacia él para arrebatarle un beso intenso mientras ponía sus manos sobre su torso y luego deslizó su mano enredando sus dedos por sus cabellos castaños colando la otra mano a su entrepierna frotándola con fuerza para satisfacerlo un poco también, hacerle desearlo. Deslizó su boca por su mejilla y susurró a su oído -... Dime... ¿Has deseado este momento?... ¿Has imaginado cómo sería?... ¿Te has pensado dentro?... Porque a mí esas cosas me volvían loco en mi habitación...- Le confesó besando su oído después y colando la lengua para estremecerle, después fue bajando por su maxilar, su cuello en el que se detuvo a hacer una marca, estaba casi llorando de placer y apenas habían comenzado a calentar motores, deseaba arrancarse la ropa pero también deseaba perderse en aquella piel que ahora estaba a su merced como nunca lo hubiera esperado. Además si llegaba a segunda base justo en ese momento estaba tan excitado que seguro se correría a la primera provocación sin poder evitarlo, esperaba relajarse un poco con aquellos juegos, aunque por tratarse de Bruno con quien estaba, eso iba a estar muy complicado.
Amour Brice- Dseta
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Re: Mafia y amoríos {Dion, Bruno y Amour}
Por un momento se sintió perturbado en cuanto Amour tomó su rostro, quizá se había arrepentido...y un pánico instantáneo se apoderó de él. Hasta que le tomó el rostro para atraerlo hacia él; y correspondió a aquél beso con fervor, mordiénlole un poco el labio, sin poderlo evitar cuando lo acaricio de esa forma tan deliciosa, haciéndolo estremecer por completo.
Se sorprendió por la pregunta, alzando ligeramente las cejas, como si la respuesta no fuera lo suficientemente obvia. -Sí...-le dijo en un susurro pegado a la boca ajena, sin replicar nada por esa marca en su cuello, que le abrasaba y le arrebató un gruñido. -Cada día, desde que te vi por primera vez...-le confesó mientras repartía pequeños besos sobre su rostro, como para calmarse a sí mismo, porque las sensaciones eran abrumadoras, y Bruno quería disfrutar aquél momento sin arruinarlo para ambos.
No mentía, lo había deseado desde que había llegado a la inquisición y Alexander los había presentado formalmente, desde que había estrechado su mano cortesmente y el otro le había dirijido una simple mirada, evaluándolo con cierto desdén.
- Me preguntaba cómo sería besarte, tocarte hasta hacerte gemir. Y ahora estás aquí...-le dijo en un jadeo como si todavía no pudiera creerlo, acariciando sus muslos como para que no se le esfumara.
Se sorprendió por la pregunta, alzando ligeramente las cejas, como si la respuesta no fuera lo suficientemente obvia. -Sí...-le dijo en un susurro pegado a la boca ajena, sin replicar nada por esa marca en su cuello, que le abrasaba y le arrebató un gruñido. -Cada día, desde que te vi por primera vez...-le confesó mientras repartía pequeños besos sobre su rostro, como para calmarse a sí mismo, porque las sensaciones eran abrumadoras, y Bruno quería disfrutar aquél momento sin arruinarlo para ambos.
No mentía, lo había deseado desde que había llegado a la inquisición y Alexander los había presentado formalmente, desde que había estrechado su mano cortesmente y el otro le había dirijido una simple mirada, evaluándolo con cierto desdén.
- Me preguntaba cómo sería besarte, tocarte hasta hacerte gemir. Y ahora estás aquí...-le dijo en un jadeo como si todavía no pudiera creerlo, acariciando sus muslos como para que no se le esfumara.
Bruno Bergeron- Eta
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Re: Mafia y amoríos {Dion, Bruno y Amour}
Le calentaba muchísimo su secreta sumisión a sus deseos, ese tono grave y las cosas cursis que decía, se le quedó mirando como un idiota mientras el otro decía esas cosas a las que que por más que Amour intentaba portarse incrédulo el amor que le tenía le hacía tragarse esas palabras una a una incluso aunque esa no fuera su voluntad. Entrecerró los ojos dejándose hacer y jadeó con la respiración alterada mordiéndose el labio inferior con sensualidad.
-Nnh... hah...- Cerró los ojos y se retorció, ahora esas manos hirvientes eran poderosas armas capaces de destruírle en segundos, de quemarle la piel hasta calcinarlo por dentro, dejar de él sólo vestigios huecos del malnacido que era normalmente. Se rió un poco por lo último, pero no por incredulidad, en realidad eran nervios y parte de la embriaguez que aún intoxicaba su sangre -Esas palabras son horriblemente inimaginables en ti...- Lo molestó, detestaba que esas cursilerías le erizaran la piel, pero no podía evitarlo, aunque se quejaba le gustaba -Sólo ruego que esto no sea lo que le dices siempre a... quienes visitan tu lecho porque... me pone mucho cómo lo dices...- Le musitó cerca del oído y besó su mejilla, después le atrajo para besarlo con intensidad y girar con él sobre la cama dejándolo debajo. -Ya no vas a escapar de mí- Sentenció con esa mirada peligrosa entreabriendo los labios para suspirar entre su respiración agitada, y depositando un beso en su mentón llevó una mano traviesa por su piel que descubrió su dura hombría sin poder dejar de observarle la frotó entre sus dedos y después acercó su dureza para rozarse así un par de veces gimiendo bajo por la sensación, tomó ambas con una mano y comenzó a frotarlas con algo de rapidez en ese movimiento, bajando la mirada a lo que hacía respirando pesadamente. Necesitaba sentirlo y esas preliminares le estaban matando tanto como le hacían ansiarlo todavía más.
-Nnh... hah...- Cerró los ojos y se retorció, ahora esas manos hirvientes eran poderosas armas capaces de destruírle en segundos, de quemarle la piel hasta calcinarlo por dentro, dejar de él sólo vestigios huecos del malnacido que era normalmente. Se rió un poco por lo último, pero no por incredulidad, en realidad eran nervios y parte de la embriaguez que aún intoxicaba su sangre -Esas palabras son horriblemente inimaginables en ti...- Lo molestó, detestaba que esas cursilerías le erizaran la piel, pero no podía evitarlo, aunque se quejaba le gustaba -Sólo ruego que esto no sea lo que le dices siempre a... quienes visitan tu lecho porque... me pone mucho cómo lo dices...- Le musitó cerca del oído y besó su mejilla, después le atrajo para besarlo con intensidad y girar con él sobre la cama dejándolo debajo. -Ya no vas a escapar de mí- Sentenció con esa mirada peligrosa entreabriendo los labios para suspirar entre su respiración agitada, y depositando un beso en su mentón llevó una mano traviesa por su piel que descubrió su dura hombría sin poder dejar de observarle la frotó entre sus dedos y después acercó su dureza para rozarse así un par de veces gimiendo bajo por la sensación, tomó ambas con una mano y comenzó a frotarlas con algo de rapidez en ese movimiento, bajando la mirada a lo que hacía respirando pesadamente. Necesitaba sentirlo y esas preliminares le estaban matando tanto como le hacían ansiarlo todavía más.
Amour Brice- Dseta
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Re: Mafia y amoríos {Dion, Bruno y Amour}
-Eso es lo que provocas en mí...todo es tu culpa-le susurró muy pegado a su boca, era verdad, sólo Amour sacaba esa parte de él que ni siquiera sabía que tenía, o que siquiera pudiera existir en alguien como él, podría llenarlo de palabras sucias pero también profesarle lo que sentía de todas las maneras posibles, aunque él no quisiera escucharlo. -Por supuesto que no- casi se sintió ofendido con sólo mencionar que él hiciera eso sólo para llevarse a alguien a la cama (de hecho, en sus encuentros casuales ni siquiera hablaba más allá de lo necesario). -Tú...eres perfecto, me vuelves loco, me haces perder la razón -le decía mientras lo observaba con auténtica devoción, maravillado de cada una de sus expresiones, de su piel...acariciaba sus muslos mientras le decía aquello sólo para hacerlo estremecer.
Su espalda chocó contra la cama mientras lo besaba con hambre, no esperaba esa respuesta pero la acepta con gusto, más vale que Amour cumpla sus palabras porque Bruno piensa moverse ni un ápice, por suerte ya ha asimilado todo el alcohol que bebieron así que ahora sólo siente el calor del momento y un poco de alegría extraña recorrerle el cuerpo. No puede evitar gemir cuando Amour lo toca, quizá ya ha enterado a toda la mansión Armengaud pero poco le importa, cuando esas manos expertas que saben exactamente dónde y cómo tocar lo recorren por completo.
Está más necesitado que nunca así que roza con sus manos los pezones ajenos y el abdomen, todo lo que tiene a su paso y todo se le antoja terriblemente suave ante sus delgados dedos. -Ven...-lo llama en un jadeo, atrayéndolo con su índice para después besarle el mentón y el cuello...la clavícula, mientras su otra mano baja peligrosamente y lo acaricia con fuerza.
Su espalda chocó contra la cama mientras lo besaba con hambre, no esperaba esa respuesta pero la acepta con gusto, más vale que Amour cumpla sus palabras porque Bruno piensa moverse ni un ápice, por suerte ya ha asimilado todo el alcohol que bebieron así que ahora sólo siente el calor del momento y un poco de alegría extraña recorrerle el cuerpo. No puede evitar gemir cuando Amour lo toca, quizá ya ha enterado a toda la mansión Armengaud pero poco le importa, cuando esas manos expertas que saben exactamente dónde y cómo tocar lo recorren por completo.
Está más necesitado que nunca así que roza con sus manos los pezones ajenos y el abdomen, todo lo que tiene a su paso y todo se le antoja terriblemente suave ante sus delgados dedos. -Ven...-lo llama en un jadeo, atrayéndolo con su índice para después besarle el mentón y el cuello...la clavícula, mientras su otra mano baja peligrosamente y lo acaricia con fuerza.
Bruno Bergeron- Eta
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Re: Mafia y amoríos {Dion, Bruno y Amour}
Amour gimió agudo al escuchar esas palabras y comenzó a balancear la cadera contra ese movimiento obsceno en el que frotaba ambas hombrías, primero lentamente pero pronto no podía soportarlo, tuvo que subir el ritmo con su mano estimulando ambas de por medio, el cómo le alababa, y le miraba de esa manera extraña que causaba mariposas en el estómago, no podía, era demasiado, sus ojos estaban perdidos en esa imagen de él recostado debajo de su cuerpo, disfrutando de lo que él le hacía, maravillado recorría ese cuerpo perfecto, esas facciones deliciosas. Vibraba ante sus caricias, el alcohol aún lo tenía muy mareado y atontado y es que Bruno no se puso tan borracho como él, por eso es que de alguna forma el otro ya estaba como si nada y Amour seguía sintiéndose ebrio.
Su cabeza dio vueltas ante cada beso intenso de esa boca experta, esa lengua que serpenteaba dentro de su boca, los gemidos que logra arrancarle serán parte de sus sueños húmedos desde ahora -¡Sí! Tócame Bruno... mnh... hazme terminar...- Jadea enloquecido observando el curso de esas manos finas y cálidas por su cuerpo, entre su estrepitosa respiración observa esa seña y le sonríe sensual acercándose a lamer sus labios y dejar que le mime un poco sin detener el vaivén de sus caderas apretando más sus erecciones para hacer del roce más intenso, con esa boca en su piel y esas manos quemándole el alma va a correrse muy pronto, poco después baja la cabeza y entre un gruñido contrae los labios apretando los dientes en una expresión erótica acelerando un tanto más ese movimiento frenético -¡GNH! ¡Hahh!...- No puede evitar gemir un tanto, cierra los ojos y en un grito mudo y se tensa sobre él dejando que su semilla moje su vientre, recarga la frente en su hombro -¡Bruno!... Mmnh...- Mordió la piel que tuvo a su alcance y con un jadeo violento marca que las sensaciones más intensas de su orgasmo ya han pasado, le besa con intensidad demandando un contacto más íntimo, pero lo cierto es que comienza a sentir que su cuerpo está dando las últimas, siente un mareo que no es sólo por su embriaguez sino por ese cansancio acumulado, aún así desea complacer a Bruno, lo atrae para que se pose sobre él de nuevo y se separa en un pesado jadeo por la falta de respiración.
Su cabeza dio vueltas ante cada beso intenso de esa boca experta, esa lengua que serpenteaba dentro de su boca, los gemidos que logra arrancarle serán parte de sus sueños húmedos desde ahora -¡Sí! Tócame Bruno... mnh... hazme terminar...- Jadea enloquecido observando el curso de esas manos finas y cálidas por su cuerpo, entre su estrepitosa respiración observa esa seña y le sonríe sensual acercándose a lamer sus labios y dejar que le mime un poco sin detener el vaivén de sus caderas apretando más sus erecciones para hacer del roce más intenso, con esa boca en su piel y esas manos quemándole el alma va a correrse muy pronto, poco después baja la cabeza y entre un gruñido contrae los labios apretando los dientes en una expresión erótica acelerando un tanto más ese movimiento frenético -¡GNH! ¡Hahh!...- No puede evitar gemir un tanto, cierra los ojos y en un grito mudo y se tensa sobre él dejando que su semilla moje su vientre, recarga la frente en su hombro -¡Bruno!... Mmnh...- Mordió la piel que tuvo a su alcance y con un jadeo violento marca que las sensaciones más intensas de su orgasmo ya han pasado, le besa con intensidad demandando un contacto más íntimo, pero lo cierto es que comienza a sentir que su cuerpo está dando las últimas, siente un mareo que no es sólo por su embriaguez sino por ese cansancio acumulado, aún así desea complacer a Bruno, lo atrae para que se pose sobre él de nuevo y se separa en un pesado jadeo por la falta de respiración.
Amour Brice- Dseta
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Re: Mafia y amoríos {Dion, Bruno y Amour}
Bruno no pierde detalle de ese cuerpo perlado por el sudor, de las mejillas rosadas de Amour, ya sea por el calor o por la embriaguez y no cree que haya ser viviente más perfecto que él. Le cuesta asimilar todo aquello y aún asi le encanta que todo haya terminado así. Se siente estúpido por haber dejado pasar tanto tiempo, por dudar de que alguien como él pudiese sentir algo así de fuerte y encima ser correspondido en una forma que sólo ellos sabían y que estaba fuera del entendimiento de la gente común.
Se estremece entero ante aquella súplica y no hace otra cosa más que obedecer fervientemente a ella, reemplaza la mano de Amour con la suya y presiona en aquél punto sensible que hace quelos dos griten sin ninguna piza de pudor, incluso el tacto le revela que Amour ha terminado sobre él y aquel mordisco sólo logra encenderlo un poco más. Pierde su mano en el cabello ajeno lo acaricia mientras lo besa, sabe que está rendido, lo nota en su respiracion y en su cuerpo que aún tiembla un poco por el reciente orgasmo pero a él le falta algo y se odiará eternamente si no lo intenta cuando menos.
Se posa sobre él una vez más y lo contempla pareciéndole aún más delicioso, la simple idea de terminar dentro de Amour lo hace contraerse y liberar un poco de preseminal. Le acaricia el rostro y lo besa lento, como pidiéndole permiso de llegar más allá, realiza un vaivén lento con su cadera, como incitándolo y la semilla derramada parece ser el libricante perfecto para esa plegaria silenciosa, no pierde el tiempo de decirle de toda clase de cosas al oído, desde las más sucias hasta las más sublimes...quizá Amour no las recuerde pero no le importa, porque con el simple hecho de saber que lo escucha y que le provoca pequeños gemidos y suspiros entrecortados es su único pago.
Se estremece entero ante aquella súplica y no hace otra cosa más que obedecer fervientemente a ella, reemplaza la mano de Amour con la suya y presiona en aquél punto sensible que hace quelos dos griten sin ninguna piza de pudor, incluso el tacto le revela que Amour ha terminado sobre él y aquel mordisco sólo logra encenderlo un poco más. Pierde su mano en el cabello ajeno lo acaricia mientras lo besa, sabe que está rendido, lo nota en su respiracion y en su cuerpo que aún tiembla un poco por el reciente orgasmo pero a él le falta algo y se odiará eternamente si no lo intenta cuando menos.
Se posa sobre él una vez más y lo contempla pareciéndole aún más delicioso, la simple idea de terminar dentro de Amour lo hace contraerse y liberar un poco de preseminal. Le acaricia el rostro y lo besa lento, como pidiéndole permiso de llegar más allá, realiza un vaivén lento con su cadera, como incitándolo y la semilla derramada parece ser el libricante perfecto para esa plegaria silenciosa, no pierde el tiempo de decirle de toda clase de cosas al oído, desde las más sucias hasta las más sublimes...quizá Amour no las recuerde pero no le importa, porque con el simple hecho de saber que lo escucha y que le provoca pequeños gemidos y suspiros entrecortados es su único pago.
Bruno Bergeron- Eta
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Re: Mafia y amoríos {Dion, Bruno y Amour}
Hubo un momento de confusión en el que se elevó de tal manera en su orgasmo que no entendía ni un carajo, sólo se concentraba en las sensaciones, en las caricias que lo excitaban aún después de ese sublime orgasmo, estaba seguro que si se esforzaba podía soportar despierto un poco más, podía adorarlo más y más, lo necesitaba. Tomó una de sus manos y la presionó contra su pecho, justo sobre su corazón, y es que sí, si se ponía atención Amour de hecho tenía un corazón, que podía palparse latiendo frenético debajo de esa mano.
Cuando le sintió sobre él jadeó pesadamente, no podía escucharlo, sus labios se movían y su cabeza dio vueltas que le obligaron a cerrar los ojos y aferrarse a él, sentía que si lo soltaba se perdería en terrenos desconocidos del infierno al que claramente estaba destinado, lo besó profundizando el contacto mientras sentía que pese a su cansancio el deseo y ese horrendo amor por él que aunque le abrumaba estaba dispuesto a sentir. Gimió cuando se tuvo que separar por aire y acarició sus mejillas con sus pulgares. -Sólo hazlo...- Musitó a su oído sintiendo una punzada de excitación de sólo hacerse a la idea, sabía lo que quería y por su culpa pese a que el Brice mayor nunca se hubiera pensado debajo en ese momento, por culpa de ese hombre, también deseaba lo mismo, si le tomaba de una buena vez ambos saldrían de dudas respecto a esos incómodos sentimientos y deseos. -Sólo... sé cuidadoso... o mi venganza será terrible...- Musitó en un tonito bromista riendo bajito pero muy breve porque su agitada respiración y su ansiedad en ese momento le interrumpieron en chiste.
Abrió más las piernas acomodándolas al rededor de su cintura intentando ponerse cómodo, estaba tan relajado por todo que realmente no estaba asustado, estarlo era para principiantes y claramente él no era uno de esos, lamió debajo de su oído y mordió su lóbulo comenzando a tener al menos un poco más de claridad de lo que estaban haciendo, una alarma en su mente le gritaba que no quería olvidarse de ese momento, quería capturar a Bruno y ese primer momento entre ellos con toda la nitidez posible de forma desesperada.
Cuando le sintió sobre él jadeó pesadamente, no podía escucharlo, sus labios se movían y su cabeza dio vueltas que le obligaron a cerrar los ojos y aferrarse a él, sentía que si lo soltaba se perdería en terrenos desconocidos del infierno al que claramente estaba destinado, lo besó profundizando el contacto mientras sentía que pese a su cansancio el deseo y ese horrendo amor por él que aunque le abrumaba estaba dispuesto a sentir. Gimió cuando se tuvo que separar por aire y acarició sus mejillas con sus pulgares. -Sólo hazlo...- Musitó a su oído sintiendo una punzada de excitación de sólo hacerse a la idea, sabía lo que quería y por su culpa pese a que el Brice mayor nunca se hubiera pensado debajo en ese momento, por culpa de ese hombre, también deseaba lo mismo, si le tomaba de una buena vez ambos saldrían de dudas respecto a esos incómodos sentimientos y deseos. -Sólo... sé cuidadoso... o mi venganza será terrible...- Musitó en un tonito bromista riendo bajito pero muy breve porque su agitada respiración y su ansiedad en ese momento le interrumpieron en chiste.
Abrió más las piernas acomodándolas al rededor de su cintura intentando ponerse cómodo, estaba tan relajado por todo que realmente no estaba asustado, estarlo era para principiantes y claramente él no era uno de esos, lamió debajo de su oído y mordió su lóbulo comenzando a tener al menos un poco más de claridad de lo que estaban haciendo, una alarma en su mente le gritaba que no quería olvidarse de ese momento, quería capturar a Bruno y ese primer momento entre ellos con toda la nitidez posible de forma desesperada.
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