Celos [Aimée]

por **Marc A. Domecq** Sáb Ago 10, 2013 7:10 pm

Hacía varios días que se repetía el mismo patrón, en los aposentos de la pareja Domecq: Cerca de las 8 de la noche, Aimée se aseaba, se sentaba ante el espejo a cepillar su largo cabello rubio, se maquillaba minuciosamente; luego elegía un vestido escotado y unas altas zapatillas, que tuvieran cuerdas, para atarlas bien ceñidas a sus tobillos. Después simplemente tomaba sus cosas y se iba. Marc en cambio, llevaba todas esas noches teniendo que quedarse en casa con su primo Alexander, repasando cómo desempeñarse en el Tribunal durante cada caso particular, para que no le pareciera sospechoso a los demás jueces y que no fueran a darse cuenta de su evidente falta de experiencia en los juzgados.

Esa noche, mientras estaba sentado en su sofá, leyendo ese aburrido libro de torturas que Alexander le había dado para que lo estudiara; levantó los ojos hacia Aimée, quien despreocupadamente pasó por enfrente suyo hacia el clóset, en busca de un nuevo vestido para salir. Sus mirada azul se oscureció por una sombra de ira, fruto de los celos que lo albergaban, que se arremolinaban en su estómago y que quemaban su garganta. Cerró el libro con una mano y se levantó de pronto del sofá, tomando por el brazo a su hermana para detenerla, obligándola a que lo encarara, con facilidad, pues tenía mucha más fuerza. -¿De nuevo te vas?...- Su tono fue delicado, casi dulce, pero sus ojos la miraron fijamente, de modo escalofriante -quiero que me digas...A dónde...- Siseó eso último y su mirada junto con su expresión severa, daba más miedo aún. Eso empezaba a no ser una buena señal, en otras palabras, la menor empezaba a correr peligro. -cuida... lo que vas a responder...mi amour...- Le dijo después, otra vez con esa delicadeza y dulzura que sin embargo, antecedían la catástrofe; mientras acarició lentamente su mejilla pero sus ojos azules aún estaban ensombrecidos, fijos, espeluznantes.

por **Aimée E. Domecq** Sáb Ago 10, 2013 7:36 pm

Aimée estaba muy contenta, adoraba bailar y uno de los gitanos le había invitado a un baile de saltarello que habían organizado de noche tras la catedral, todo el pueblo podía acudir, la regla era no informar a las autoridades de tal celebración y ella encantada no diría ni una palabra a Alexander de aquello, no le interesaba su "gran misión" a ella le caían bien las personas de París, le habían estado tratando tan bien que estaba enamorándose de la ciudad nueva en la que estaban.

Cuando Marc le tomó así de repente le descolocó, no imaginaba que fuera a reaccionar así, casi cae por los tacones y apenas si tuvo el instinto de aferrarse a las ropas ajenas para ponerse de pie con cuidado -Ay Marc, casi me haces caer...- Se quejó con un puchero en un tonito tranquilo de "sufrimiento". Volteó a mirarlo al fin una vez que se pudo parar bien de nuevo, por poco y se tuerce el tobillo de nuevo y eso sería un problema. -Quiero ir al baile de saltarello que han organizado esta noche tras la catedral, una gitana me invitó amablemente, sabes que adoro bailar cariño. Además, bueno... yo pensé que querías que te dejara concentrarte en tus estudios- Le dijo comenzando a hacer un tonito meloso mientras le acomodaba bien la ropa ya que se la había desordenado un poco al aferrarse a él, depositó un besito en su mentón y un destello de emoción cruzó su mirada cuando se le ocurrió algo brillante, lo miró emocionada y puso ambas manos en sus mejillas para que le mirara -Tengo una idea... qué tal si te escapas de Alex hoy y vienes conmigo... un saltito hacia la sala abrimos la puerta con cuidado y hasta luego...- Le dijo atrevida acercándose mucho a él con ciertos ademanes mientras hablaba pero al final no lo besó, sólo le había estafado, riéndose después de forma traviesa y enredándose en el brazo ajeno haciendo que le abrazara la cintura quedando de espaldas contra él -¿Sí? ¿Bailarías conmigo, amour?...-

por **Marc A. Domecq** Sáb Ago 10, 2013 8:19 pm

Aimée logró un poco su cometido de distraerlo, con la supuesta inocencia que pretendía, pero Marc aún estaba serio y rotundo mientras la otra le acomodaba la ropa y se quejaba de que la hubiera jalado, lo que le hizo también despertar, ligeramente, de su alarmante estado predecesor a una temible crisis. Fue relajándose con lentitud, el hecho de tenerla cerca ya era en sí un anestésico para él, su aroma lo embriagaba, igual que su sedosa piel y sus cabellos dorados como el trigo...pero el problema era cuando ella era la causa de su tensión. Su imaginación viajó hacia una imagen de ella bailando con toda esa plebe, las vulgares miradas negras sobre ella, contemplándola con lujuria repulsiva, todos esos hediondos e inmundos. Fue como si la sangre le hirviera y tuvo que cerrar los ojos, dando un bufido para controlar el torrente de sus pensamientos que literalmente lo mareó, lo atacaba por sorpresa la ira, de tal modo, que burlaba hasta su equilibrio -Entonces dices que...haz estado yendo a bailar con ese montón de mugrientos...ladrones...todas estas noches...- Su brazo como una viga de acero se quedó paralizada, aferrada en torno a su cintura mientras trataba de controlar ese enojo que amenazaba con escapáresele de las manos -Después de todo lo que te he dicho...sobre esta gente tú...simplemente...vas y...te mezclas con ellos...- Ese tono ya había perdido su dulzura, subiendo a un nivel más serio que no estaba "yendo" nada bien...

por **Aimée E. Domecq** Sáb Ago 10, 2013 8:34 pm

Aimée estaba jugando con los dedos ajenos alegremente pero después de escuchar las breves palabras y que obviamente ya no podía mover los dedos ajenos ni un milímetro frunció el ceño luchando por controlarse para seguir teniéndole paciencia "Por todos los cielos, algo hice muy mal para que el Creador me odie tanto..." Pensó renegando mentalmente -Mira, la verdad es que es la primera vez que me invitan, las otras noches he estado conociendo el mundo nocturno de la ciudad, es divertido, la catedral, el río de noche, las reuniones amables entre el vulgo en las calles y las tabernas de París. Ahora que si necesitas más pruebas de mi fidelidad es que no ha venido por mí la inquisición, Marc...- Dijo seriamente comenzando a cambiar ese dulce tono andrógino por uno con un tinte más masculino bastante interesante. Arqueó una ceja al terminar de hablar -Has el favor de soltarme...- Pidió breve y conciso, más como una orden en realidad. ¿Cómo se atrevía?... Aunque le ponía que le celara en realidad y también provocarlo un poco, gustaba de jugar con fuego, incluso sabía los límites de aquello, cuándo ya era demasiado, lo sabía y le gustaba molestarlo en realidad. Sus celos significaban que le pertenecía, que toda su esencia le pertenecía y así debía ser, suyo, de nadie más, mataría a quien osara meterse con lo que le pertenecía, su única real pertenencia en el mundo.

por **Marc A. Domecq** Sáb Ago 10, 2013 8:54 pm

-...¿Qué es lo que pasa contigo, Éiren?- Así lo llamaba cuando comenzaba a perderle la paciencia, le espetó eso en un tono más agresivo. Sus manos voltearon el menudo cuerpo ajeno con brusquedad hacia él, prácticamente levantándolo del piso y luego volviendo a depositarlo sobre él, a veces no medía sus fuerzas por lo que estaba apretándole los hombros con mucha de ella -¿¡No he sido claro contigo!?...¡Cómo demonios..!- Cerró los ojos una vez más, sintiendo una punzada en la sien que era la primer advertencia, necesitaba calmarse, necesitaba hacerlo pero no soportaba la actitud de la rubia, sentía la necesidad de aclararle aquello, de recordarle su posición...Escuchó sus palabras y abrió nuevamente los ojos, esa mirada escalofriante había vuelto-No amour...Yo soy la inquisición...- Le dijo de una forma nuevamente espeluznante, mirando sus ojos tan cerca, un sonrojo leve empezó a invadir su rostro, por la euforia que estaba atacándolo. Mientras miraba ese rostro terco tan abrumadoramente hermoso, su mirada cambió súbitamente, reflejando un porfío deseo mientras recorría esas facciones angelicales -Dímelo...- Ese tono se suavizó una vez más, pero aún no se amedrentaba su ira, sólo estaba exhalando su última alternativa de redención -¿Lo tienes claro?...que nada más eres mía...- Sus manos ahora pasaron a aferrarse a su cintura y sus ojos se perdieron levemente en los suyos, aquella era la línea divisoría, la cuerda floja...si Aimée daba un paso en falso, se encontraría perdida, como cayendo al abismo, del que ya no hay marcha atrás...

por **Aimée E. Domecq** Sáb Ago 10, 2013 9:12 pm

Le miró sin retroceder ni un poco por su actitud, seguía mirándole con firme convicción, seriedad que no se borró ni un poco ni siquiera cuando le tomó con tanta fuerza, finalmente no era una chica, tampoco un chico pero la brusquedad no le afectaba tanto, una chica seguro ya estaría con algo roto pero él no. Se quitó su agarre con indignación sin decir una palabra, manteniendo una mirada retadora -... ¿Necesitas escucharlo?...- Le preguntó comenzando a pintar una sonrisa maligna en su rostro, traviesa y enigmática como era esa expresión le pintaba perfecta. Retrocedió un par de pasos hasta quedar contra la puerta -No me tienes contenta... ¿Porqué debería obedecerte?- Preguntó bajito con ese tonito aterciopelado. Esa mirada azul le seguía, esa que le exigía, que a pesar de su tremendo espíritu que creía indomable, se rendía tarde o temprano a la fuerza del otro, a su forma de ser tan dominante, esa que sólo el tenía para detener todo su sistema de defensas. -Sólo tuya mientras sepa que tú... también me perteneces...- Le musitó mirándole esta vez de una forma más intensa, transmitiéndole ese intenso sentir que incluso resonó en su pecho ante los latidos más fuertes y rápidos de su corazón. Lo tomó de las solapas y lo atrajo a él para prenderse de su labio inferior y hacer que su propia cabeza pegara contra la puerta mientras al fin le arrebataba un contacto violento y brusco con el que manifestaba su malestar ante tales actitudes del otro.

por **Marc A. Domecq** Sáb Ago 10, 2013 9:36 pm

Marc la miró alejarse con la tensión respirándose por el aire, extendiéndose lentamente por toda la habitación, mientras una imperceptible cuenta hacia atrás comenzaba, era cuestión de tiempo que el ojiazul perdiera el control por completo si la menor seguía comportándose así. La observó pegándose a la puerta. Afortunadamente, el mayor también pudo sentir con la misma intensidad esas palabras apasionadas que le recitaba la muchacha, pero gruñó reacio a su agarre cuando la menor lo agarró, uno de sus puños se estrelló en la puerta con un golpe seco cuando la otra lo atrajo hacia sí, acorralándola; mientras sus labios respondieron con resistencia inicial, pero por mero instinto, se quedaron prendidos a los ajenos, era indescriptible cuanto Marc disfrutaba esos gestos violentos de la chica, pero era igualmente peligroso jugar ese juego con él, en el estado de alteración en el que aún se encontraba. Su resistencia y su ira se hundieron en la nada junto con su lengua en la boca de la menor, ese sabor envenenó de inmediato sus labios, invadió como una descarga eléctrica, cada poro, cada vena, cada sinápsis neuronal como si fuese heroína que desconectara de inmediato su razón. Sus dos manos se convirtieron en puños contra la puerta mientras Marc contestaba ese beso con el doble de fiereza de la que Aimée exigía a su boca con la suya propia. Luego extendió las manos lentamente, pero las dejó aún ahí, paralizadas contra la puerta, pues sabía que en el momento en que las despegara empezaría a tocarla y ya no iba a parar...

por **Aimée E. Domecq** Sáb Ago 10, 2013 9:49 pm

Demonios, ya estaba húmeda y sólo era un jodido beso, pero debía controlarse, no pensar en ello porque de lo contrario caería en ese jodido pánico. Se aferró con más fuerza a las ropas del otro pero al no serle suficiente se prendió de su cuello parándose de puntas sobre sus tacones, subió una pierna a la cintura ajena por mero instinto sin poder dejar de jugar violento con aquellos labios, correspondiendo una y otra vez como si estuviera poseída, apenas si respiraba entre aquel contacto -Ahh...- Dejó escuchar un gemidito entre el contacto, sus latidos comenzaban a aumentar y de repente una oleada de calor pareció invadirle haciendo que se pasmara y bajara la pierna de Marc, lo empujó con ambas manos, esas manos de mujer, níveas y con las uñas perfectamente arregladitas, largas medianamente y en un corte redondeado muy bonito. -Bastah...- Le musitó temblando un poquito, demostrando su miedo con esto mientras se pegaba contra la puerta todo lo que podía -...¡Marc!- Exclamó asustada al sentir que no se detenía. -Marc por favor...- Pidió en un todo delicioso a pesar de que, en realidad, estaba suplicando por que le dejara de una buena vez.

por **Marc A. Domecq** Sáb Ago 10, 2013 10:00 pm

-¿Qué quieres mi amour?...- Le susurró embriagado contra su piel de porcelana mientras sus labios iban y venían sobre su cuello hacia su clavícula y más abajo, le gustó mucho cuando se le repegó aunque dio un respingo al pensar que no iba a poder controlar cierta reacción en su entrepierna, que afortunadamente no se hizo presente, pero si tenía mucho calor, estaba excitado igual que ella, oyendo a medias sus ruegos y pensando de forma ingenua, que la menor estaba haciéndose la difícil y que quizá en esa ocasión sí podría tenerla. -Anda, abrázame...- Le murmuró agitado entre los besos que le daba y tomó sus manitas para ponerlas en su propio cuello, aprovechando la momentánea indefensión ajena para rodear su menuda figura con ambos brazos y medio cargarla, para poder alcanzar mejor su pecho y seguir llenándolo de besos, le gustaba mucho también, pese a que apenas si era un levísimo relieve el que se asomaba en ese escote, era perfecto; le parecía simplemente tan exquisita, la menor no tenía idea de cómo la deseaba, aún estando consciente de que no era precisamente "la" sino "el" menor, realmente eso pasaba a segundo término, hacerle el amor era lo que quería, simplemente, sin que fuera relevante lo demás.

por **Aimée E. Domecq** Sáb Ago 10, 2013 10:15 pm

Cerró los ojos con fuerza mientras intentaba respirar para controlarse, quizá si soportaba ese frío que le recorría la columna vertebral y esas malditas imágenes de su padre y esos hombres asquerosos podría lograrlo, quitarse ese trauma de una buena vez, pero cada que llegaba a ese punto era muy difícil concentrarse. Sollozó bajo luchando por controlarse, esas imágenes le lastimaban aún, las miradas y los toques irrespetuosos, asquerosos e indeseados. Aquellos rostros que jamás podría olvidar, tenía miedo. Ocultó su rostro en el hombro ajeno refugiándose como una niña pequeña en él. Después de ese día jamás había podido ser la misma, y a pesar de que amaba a Marc y más que nada en el mundo quería darle gusto, aquel trauma le perseguía incluso en sueños, una y otra vez esas imágenes, esas voces internas. -Tengo miedo... Yo... no sé si puedah- Musitó bajo, aferrándose a él mientras restregaba su carita contra el hombro ajeno para limpiar sus lágrimas -No dejes de hablarme... no calles...- Le musitó manteniendo los ojos cerrados, aún temblaba como roedor asustado entre las garras del depredador, pero confiaba en que si superaba aquella etapa... tal vez, sólo tal vez podría lograr tener una vida normal algún bendito día. Aún podía escucharlos, podía verlos, esas imágenes no se detenían, parecían ir más rápido cuando aumentaba su terror, pero debía controlarlo sólo debía concentrarse en Marc aunque su miedo quisiera impedírselo. Apretó los dientes peleando consigo misma, bueno, una vez que pasara aquello ¿Y "ese problema entre sus piernas"? ¿Si no era capaz de aceptarlo?... si sencillamente no le atrayera más ella moriría irremediablemente, no soportaría el rechazo de Marc. Buscó su mirada de forma desesperada, buscando refugio en aquellas orbes azules -¿De verdad tú... tú quieres?...- Le preguntó en un tono temeroso.

por **Marc A. Domecq** Sáb Ago 10, 2013 10:44 pm

-No amour, no temas...sabes cuanto te quiero...eres...mi todo...la joya más preciosa de todas...tú eres...mi amor...Aimée...eres...- Pero se le fue la voz cuando captó que estaba llorando, reconoció esa humedad tibia en su cuello, quien sabe, quizá se había excedido. Entonces dejó de besarla y también miró sus ojos, regalándole automáticamente esa calidez que la menor necesitaba con esa porfía, esos ojos en tono celeste claro, tan bellos y radiantes que tenía Marc. Había logrado aplacarse justo cuando decidió que tenía que hacerlo, lo que generalmente no conseguía, pero era sólo para demostrarle que no se excedería a pesar de todo -Sí...- Se sinceró con ella tragando en seco y mirando momentáneamente al suelo, pero luego le devolvió sus ojos, honestos aunque apagados, pues pensaba que tal vez él era el problema, puesto que no sabía a qué se debía ese pánico que la menor tenía, comprendía que era virgen y todo eso, pero no le parecía del todo normal, aún así -Pero...quiero esperar...- Mintió, no quería esperar, era lo último que quería, más bien la frase correcta era "tengo que esperar" -Quiero que tú también...quieras...- Acarició sus mejillas con ambas manos entonces, suspirando a medida que hacía aquello, cerró los ojos y pegó su frente a la suya -Que estés lista...- Entonces volvió a mirarla -no me importa cuanto sea...- Ah vaya que le importaba, pero tenía que decirlo para al menos intentar creérselo. Le extendió entonces una sonrisa, tocando también su cabello, tratando de que dejara de temblar, porque realmente no quería que fuera así, no pensaba obligarla, la amaba demasiado como para ello...

por **Aimée E. Domecq** Sáb Ago 10, 2013 11:28 pm

Le escuchó con sus grandes orbes llenas de lágrimas, no era sólo deseo... no lo era, podía verlo en sus ojos, no era esa lascivia asquerosa que tenía su padre o esos idiotas que habían estado allí, no, él... en realidad le quería. -Yoh... Marc... tienes que saber queh no es tu culpa- Le pronunció bajito después ella misma bajando la mirada oscura. -Si esperas yo... puede que jamás esté lista...- Le confesó dejándose caer al piso, quedando sentada allí como muñeca rota. -Tengo secretos. Secretos que cada día me pesan más y más...- Le confesó buscando su mirada. Pero supo que definitivamente no era buena idea decírselo de forma enferma como -Me... violaron como a un maldito hombre, nuestro padre y un par de sujetos que desaparecieron posteriormente...Creo que quedé jodida de la cabeza desde ese día... nuestro padre al saber el supuesto secreto de que yo no era lo que esperaban él y esos tipos, los mató para que no dijeran ni una palabra y... después de acabar con ellos, ensangrentado se volvió hacia mí y... continuó con aquella pesadilla...- "Maldita sea, pensaba en voz alta" O... no pudo controlarlo, todo lo que se le vino a la cabeza lo había pronunciado como si estuviera poseída, fijaba los ojos tras de Marc como si la escena reviviera justo a las espaldas de este. Las lágrimas surcaron las níveas mejillas sin siquiera ella misma preverlo, pero después se cubrió el rostro avergonzada de que le mirara, lo de que su madre lo supo desde que la vio era otra historia, también la confusión de ese idiota que al hacer aquel ultraje sólo jaloneando la ropa de Aimée había pensado que sencillamente se trataba de un hombre cuando después de todo no había mirado el panorama completo, que en realidad era "peor" que eso. No, no podía terminar con aquello, su madre se había llevado el secreto a la tumba y no la involucraría en eso, no ahora. -Lo siento... lo siento mucho, Marc...- Se disculpó bajo entre un profundo sollozo. -No quería que lo supieras antes... aún te dolía tanto su sombra... no podía hacerlo... no podía echar de cabeza esa imagen...- Su tono tembloroso era muy doloroso de oír, aún podía sentir esas manos sobre ella, todas las noches desde que había sucedido, a la aparición de Marc esas pesadillas fueron disminuyendo más no desaparecieron nunca, ni siquiera ahora. -Me siento sucia... me siento tan mal... por eso tengo miedo, no puedo dejar de ver todo aquello, son imágenes que no se han ido nunca, tan nítidas, tan reales...- Confesaba bajo entre jadeos forzados por su llanto. Pero entre aquello había lanzado palabras claves "Como a un maldito hombre" y "Supuesto secreto" pero en ese momento no lo había pensado, pues herida lo había confesado todo, no quería que Marc siguiera pensando que era su culpa, jamás le atribuiría nada.

por **Marc A. Domecq** Dom Ago 11, 2013 12:04 am

Marc mientras la escuchaba, pensaba haberse salido de la realidad, pues a veces también le pasaba, que su mente le jugaba mal y lo hacía creer historias crueles y nocivas contra si mismo, que en realidad no habían pasado. Pero la cabeza le volvió a punzar con mucho dolor y al sujetársela comprobó que no era su imaginación, que realmente Aimée estaba dándole aquellas imágenes mentales que estaban haciendo trizas la imagen del hombre que amó y admiró durante toda su vida, sí, despiadado, frívolo y loco, (igual que él) pero así lo había amado y respetado. Sin embargo jamás llegó a imaginar que hubiera sido capaz de cometer aquellas innombrables vejaciones, de llegar a esos extremos con la que era...su propia hija...y la dueña del alma y del ser entero de Marc, obviamente, lo más preciado en su existencia; por lo que no podía imaginar que hubiera permitido que algo como eso le sucediera y que jamás, mientras vivió su padre, lo hubiera sabido o siquiera sospechado...que no era más que un inmundo maldito que... Sus pensamientos viajaban tan rápido, aquel había sido un shock tan tremendo y repentino que lo había dejado mudo y estático, quemándose por dentro, pero sin ser capaz de atinar a mover un sólo músculo, pues el proceso de asimilación no estaba llegando a él. Su rostro estaba asombrado, más no desencajado, simplemente estaba, inmóvil, mirando a la nada, ni respiraba. Lentamente y por fortuna, fue reaccionando, fue repasando aquellas palabras con detenimiento y frialdad, su frágil estabilidad mental ya había sido burlada demasiado para un sólo día, sin embargo, el hecho de ver ahí tirada a Aimée, destrozada, tan vulnerable, abriéndose con él de ese modo por primera vez...de algún modo rescató la muy escasa cordura y prudencia que estaban enterradas en su mente debajo de esa oleada de ira, que amenazaba con explotar irremediablemente, pero la contuvo, logró hacerlo, simplemente por ella. Por algunos minutos no dijo palabra alguna, mientras ella lloraba, solamente la miraba de un modo raro, como con extrañeza pero sin lástima, era...empatía. -Oh...mi amor...- Retrocedió un par de pasos como si repentinamente, ya no pudiera sostener su cuerpo y se le doblaron las rodillas en su sofá, dejándose caer sentado y tembloroso mientras miraba el piso, ahora sí, desencajado. Se cubrió la boca con ambas manos respirando con ahínco varias veces para dominarse, antes de conseguir decir algo coherente -Yo...no tenía idea...yo...yo lo siento...fue mi culpa...mi entera culpa yo...debí haber estado ahí...debí...haber hecho algo...- No podía derrumbarse, pero era demasiado para él. Se cubrió los ojos ahora, con una mano. De pronto, otra vez la ira, se reflejó en sus orbes azules como un destello de odio y tremendo coraje -Malnacido...maldito malnacido...- Le costó un minuto más, de silencio, enterrar a su padre por segunda vez, puesto que no podía vengarse de él, no le quedó más opción que desterrarlo en su mente del pedestal donde se encontraba, de minimizarlo y degradarlo hasta que se sembró en él como el odio y rencores más profundos en su retorcido interior.

Luego nuevamente la miró y aunque no se pudo levantar del sillón, se inclinó hacia ella y le habló con intimidad, con susurros que también denotaban cuanto dolor tenía en su interior -Mi amor...Aimée...tú no...tienes que disculparte...- Prácticamente escupió esas últimas palabras, manchadas de sangre, pues se había remordido los labios y la lengua en medio de su lucha por controlarse. -Yo...yo soy quien debe...jamás...jamás te pregunté yo...soy un cerdo egoísta...- Se agachó otra vez y volvió a recargarse en el respaldo del sillón, cubriéndose el rostro con su mano temblorosa -Oh mi amor...- No dejaba de murmurar eso como un lamento incesante.

por **Aimée E. Domecq** Dom Ago 11, 2013 12:33 am

Aimée se quedó allí sentada por un momento negando con la cabeza mientras miraba al piso -No... ya te lo dije, no es tu culpa, tú no podías saberlo, nunca se lo había dicho a nadie... ¡Nunca!... Él me daba mucho miedo, me había prohibido hablar de aquello o me cortaría el cuello como a esos tipos, además... Nunca volvió a acercarse a mí- Pronunció con cierta tristeza, tales cosas siempre le habían afectado de alguna forma, aunque sabía que no deberían... -Nunca volvió a dirigirme la palabra, ni siquiera cuando se largó a la guerra contigo- Le dirigió una mirada más después de haber limpiado sus lágrimas, se quitó los tacones ya que estaba sentada en el piso y se puso de pie para tomar tranquilamente una tetera que tenía justo en el tocador y servir una taza, caminando hacia él con sus piecitos descalzos. Se sentó a horcajadas sobre él robándole un breve contacto -Siento haberte alterado tanto...- Le musitó bajando la mirada a la taza que sostenía con las manos contra su pecho, le dio un sorbo y procedió a besarlo para que se tomara la dósis correcta de té ¿Lo consentía mucho al encargarse ella misma de darle diario la dosis correcta? Incluso al probarlo sabía si se había pasado de hierbas y en ese caso disminuir la dosis para cuidar de él, también debía estar a una temperatura aceptable y además sólo darlo en caso de notar un repentino cambio de humor o en su caso en una situación que pudiera fomentarlos, como ahora, al pasarle a Marc con ese beso el primer traguito de medicina, se separó lamiéndose los labios estaba en su punto así que no le haría daño, le entregó la tacita con la dosis correcta y le pintó una tenue sonrisa -Quiero que sepas que... valoro mucho que sepas comprenderme, muchas gracias, de verdad... por todo- Le dijo en tono adorable mientras se acercaba a besar su maxilar. -Sabes perfectamente lo importante que eres para mí... Y sobre todo que te amo- Le confesó sin poder evitar que una lágrima más recorriera su mejilla, bajó la mirada algo avergonzada y se acomodó el cabello detrás del oído jugando con las puntas de sus rubios cabellos enredándolos entre sus dedos -Podemos intentarlo cuando tú quieras ¿vale? Yo... lo único que quiero es poder hacerte feliz...- Musitó.

por **Marc A. Domecq** Dom Ago 11, 2013 6:50 pm

Marc escuchó lo que le decía, sentado en el sillón con una mejor postura, pero todavía se le notaba muy afectado. Su mente viajó al recuerdo, precisamente, de cuando dejó la casa, él sí se había despedido, pero por entonces aún no conocía a su hermana como ahora, aún no la amaba tanto y nunca se dio cuenta del dolor que ocultaba detrás de ese silencio, de esos ojos distantes y apagados, que siguieron su partida desde ese árbol en el jardín de su casa, a medida que el carruaje avanzaba y los dividía a ambos a dos mundos nuevos, llenos de tortuoso dolor. Luego reaccionó un poco cuando sintió el peso de la muchacha sobre sus piernas, quien lo besó con el sabor de esa hierba que ya le era tan conocida. Le aceptó la tacita, con el pulso aún inestable, pues su cuerpo seguía siendo un manojo de sentimientos revueltos, haciendo oleadas y estragos en todo él.Se quedó mirando cabizbajo, en silencio, pero Aimée volvió a atraer su atención cuando le besó el maxilar y sus mirada compungida subió a mirarla nuevamente. Se esforzó en sonreírle débilmente y le acarició de nuevo el cabello rubio. Se bebió de un trago el contenido de la tacita y luego la dejó en la mesita de centro, para poder poner esa mano delicadamente sobre su pantorrilla, para acariciarla con sutilidad y darle algo de consuelo. Besó esa lágrima que rodó por su mejilla, escuchando lo que decía silenciosamente, antes de poder ser capaz de decir algo. -Amour...tú no tienes que darme las gracias, yo lo he hecho porque...yo también te amo...y...por ello...deseo tanto estar así contigo...aunque...entiendo lo duro que...debe ser...lidiar con recuerdos como esos- Claro que podía decirse que la comprendía, porque lo asociaba muchísimo con su experiencia en la guerrilla, pasaron una y mil cosas abominables que también, a la fecha, aún lo perseguían y le impedían ser normal, como ya bien lo sabía Aimée. -Pero tú ya me haces feliz...sólo con el simple hecho de estar aquí, conmigo...- La abrazó más, pegándola a su cuerpo con facilidad -Si tú no me cuidaras...en primera instancia, yo no me podría beber jamás este maldito brebaje amargo...aunque terminara matando a todos a mi paso...- Le dijo con esa bromista sonrisa, pues así era él, siempre acababa recurriendo a su carisma para hacer sonreír a la joven -Te amo...amour...te amo...- Besó suavemente su cuello a medida que musitaba aquello como una letanía y en el curso, llegó hasta sus labios otra vez, prendiéndose de ellos en un contacto más pasional e intenso, pero sin el frenesí anterior, no estaba dominado por su deseo sino por su desquiciado amor por ella.

por **Aimée E. Domecq** Dom Ago 11, 2013 7:36 pm

Aimée le escuchó bajando la mirada y jugando con sus dedos una vez que dejó la taza por ahí, correspondió al contacto sintiendo aquel calor de nuevo, con esas palabras le había hecho viajar de ida y regreso al cielo y le dirigió una intensa mirada con sus orbes azules antes de poder corresponder con ímpetu. Quizá sí se moría de ganas por él, pero no lo iba a decir tan abiertamente, además de que si lo emocionaba y su estabilidad mental le impedía hacer algo más ella misma no se lo perdonaría jamás. Tomó la mano del otro y la hizo subir un poco bajo la larga falda del vestido elegante para que sintiera aquellos ligueros y pintando una sonrisa se dirigió a besar el mentón ajeno -¿Todavía piensas que podría engañarte amore?- Le preguntó algo divertida. -¿Vas a ir a bailar conmigo?... Por favor- Preguntó de nuevo entrelazando sus finos dedos con los ajenos y rogando un poco con ese tonito meloso al que nunca le decía que no.

por **Marc A. Domecq** Dom Ago 11, 2013 8:34 pm

Marc sonrió con picardía cuando sintió el relieve del encaje que adornaba sus ligueros, junto con la aterciopelada sensación de sus medias de seda -¿Qué?...vamos amor...sabes que adoro bailar...pero no es muy atractiva la idea de hacerlo entre todos esas...personas tan inferiores- Decidió no ponerles más adjetivos despectivos, pero estaba sonriendo con amplitud mientras decía aquello, denotando que ya no le desagradaba tanto la idea y que, Aimée estaba logrando su objetivo de convencerlo -Dime...¿Bailaremos algo entretenido?...- Le hartaba, tener que bailar esos monótonos bailes que la realeza acostumbraba, en los grandes salones de fiestas para los ricos; toda la coreografía tenía que ser exacta y memorizada, como si fuesen jodidos muñequitos en una caja musical, en serio lo repudiaba, pero había tenido que acostumbrarse, debido a todas las damas que lo obligaban a que bailara con ellas y sobre todo, para poder lucir a la preciosa Aimée entre todas esas mujeres y hombres de poder, quienes apenas la miraban, la idolatraban.

por **Aimée E. Domecq** Lun Ago 12, 2013 12:04 am

-¡Amore! ¿Crees que te llevaría a bailar a uno de esos aburridos lugares? Es claro que si voy de noche con el vulgo es porque se divierten más que nosotros cuando se trata de baile, bailaremos saltarello y créeme que es mucho más interesante- Le dijo más que emocionada -Ese baile es genial, pero ahora que me haces pensarlo este vestido no puede ser tan apropiado, tal vez necesite algo menos llamativo... más ligero para ello- Mientras decía aquello desató el corset que apresaba sus costillas y se lo sacó por arriba dejando ver que debajo traía un vestidito sencillo de "plebeya" que se repegaba a sus pequeños pechos de forma hipnótica. Abrió un broche de la falda ampona y dejó ver debajo una sencilla tela gris mate que iba arriba de los tobillos. Tiró aquella ropa tranquilamente a un lado y le sonrió al otro -Ahora ya sabes mi rutina nocturna, este vestido lo mandé a hacer especial para que Alex ni siquera sospeche al verme salir tan elegante...- Le pronunció de cierto modo divertida porque, bueno, todo estaba planeado, incluso los botines cafés que traía combinaban con ambos atuendos o los mismos accesorios que llevaba encima.

por **Marc A. Domecq** Lun Ago 12, 2013 9:59 pm

Marc la miró serio por unos segundos, arqueando una ceja con desaprobación, pero luego lentamente extendió una sonrisa picarona, pues en el fondo lo enloquecía eso de ella, tenía ese ingenio perverso y astuto, justo como el suyo. -Qué mala chica...te haz portado terriblemente mal...mereces un buen castigo- Le dijo con un tono sensual, su voz adquiría un matiz aterciopelado cuando hacía ese tipo de amenazas. Se levantó del sofá, adelantándose hacia ella en una pose erguida, teatral y luego le extendió su mano para que la tomara. Cuando la tomó, la atrajo hacia su cuerpo en un sólo movimiento grácil, tomándola en una pose típica de baile, poniendo su mano en su cintura y sosteniendo con la otra, la pequeña mano de la jóven. La inclinó hacia el suelo tal y como en los pasos de baile y cuando la hizo erguirse de nuevo, la atrapó de un modo más sensual deslizando sus manos por su cintura lentamente hasta llegar a su menudita espalda y con un gesto igualmente lascivo, se prendió de sus labios en un beso furtivo y demandante, que fue un contacto violento pero exquisito. Degustó esa pequeña boca con deleite hasta se rompió el beso repentinamente y se quedó mirando con los ojos entrecerrados a los suyos -Bailaremos...- Le susurró con malicia, seguramente, algo tramaba, pero lo importante era que había accedido.

por **Aimée E. Domecq** Mar Ago 13, 2013 12:02 am

Aimée le siguió el juego más que encantada y correspondió al contacto lentamente disfrutando de tenerlo tan cerca, le gustaba esa relación suya, y lo adoraría infinitamente si lo acompañaba esa noche. Al sólo escuchar esa respuesta fue ampliamente feliz -No sabes lo contenta que me pongo cuando actúas así de adorable...- Le musitó cerca de los labios para robarle otro breve contacto más y guiar la mano ajena a que quedara sobre uno de sus pequeños pechos como una especie de premio por su respuesta como quien no quiere la cosa. -Entonces vamos a bailar...- Le musitó finalmente separándose de él y corriendo alegremente a la puerta -Anda, el carruaje ya nos espera- Le animó.

-FIN DE LA ESCENA-

Continua en: Noche de baile

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