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Enfermedad del demonio {Gabriel}
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Enfermedad del demonio {Gabriel}
Amour una buena mañana despertó con un dolor espantoso en la garganta, le hubiera gustado gritar pero el simple hecho de sentir aquel dolor en su garganta era demasiado para él, se retorció de dolor allí por un momento al intentar tocar su garganta, estaba ya algo inflamada. Era terrible, él era el hombre más sano del mundo, no podía creer que ahora hubiese amanecido tan mal, para variar cuando intentó levantarse todo le dio vueltas por lo que supo que tenía fiebre, en la ventana podía notarse que estaba lloviendo y él moría de calor, además estaba adolorido terriblemente de todo el cuerpo, llamó a una de sus sirvientas con una "ridícula" campana que tenía para cuando no se quería molestar en gritarles aunque eso era raro pero justo ahora era preciso utilizarla -Trae... un doctor... dile que se apresure....- Le ordenó cerrando los ojos mientras su respiración se agitaba por lo enfermo que se sentía.
La servidumbre estaba vuelta loca, todas las siervas muy tristes se pasaban la noticia de que el amo estaba enfermo, lo adoraban por muy mal que el otro pudiera llegar a tratarlas en su llegada del trabajo pero finalmente el castaño siempre trataba de ser un caballero con ellas de alguna manera, sabía bien que tener de su lado a la servidumbre era bueno, como ahora que sufrían por él. El mayor de los Brice estaba muy mal, la fiebre comenzaba a aumentar, incluso comenzó a alucinar, veía a Bruno, su buen amigo Bruno rondando su cuarto... pero después vio a su hermano, este le miraba feo, lo sabía no había educado a sus hijos como el otro hubiera querido, su adorado hermano era un santo, y él un patán hecho y derecho, afrontó esa mirada supuestamente de modo digno aunque en la realidad sólo mirara a la nada con expresión decaída.
Al llegar el médico a atenderle y palpar su garganta al notar la ligera inflamación debajo de las orejas se dio cuenta que Lance había contraído paperas, mandó algunos analgésicos naturales para él y compresas frías y baños con agua fría para bajar su fiebre, no había más que hacer que dejarle reposar y esperar a que se curara solo, si la inflamación empeoraba debería alimentarse de líquidos para que no fuera tan doloroso para él, unas compresas hechas de plantas medicinales ayudarían a la inflamación en sus cuerdas bucales, Amour estaba convaleciente, realmente se sentía muy mal, ordenó como pudo que todas las sirvientas salieran de allí y cerraran con llave tras de sí, no quería contagiar a nadie y menos que le vieran convalecer, estaría delirando pero lo que sí escuchó bien en medio de su delirio fue que podría curarse solo por lo que mandó que se largaran. Se durmió durante unas horas mientras su fiebre no disminuía...
La servidumbre realmente estaba preocupada por el amo Lance, pero definitivamente no iban a desafiar sus ordenes, por lo que una de las sirvientas, la más joven corrió aterrada a refugiarse en el torso de Gabriel en cuanto le vio -¡Amo Gabriel haga que el amo Lance tome su tratamiento por favor! ¡Le han diagnosticado paperas esta mañana y nos ordenó irnos de su habitación y cerrar bajo llave! Amaneció muy mal pero no quiere que nadie lo moleste, realmente me preocupa su condición...- Le dijo la chiquilla al ojiverde muy conmocionada.
La servidumbre estaba vuelta loca, todas las siervas muy tristes se pasaban la noticia de que el amo estaba enfermo, lo adoraban por muy mal que el otro pudiera llegar a tratarlas en su llegada del trabajo pero finalmente el castaño siempre trataba de ser un caballero con ellas de alguna manera, sabía bien que tener de su lado a la servidumbre era bueno, como ahora que sufrían por él. El mayor de los Brice estaba muy mal, la fiebre comenzaba a aumentar, incluso comenzó a alucinar, veía a Bruno, su buen amigo Bruno rondando su cuarto... pero después vio a su hermano, este le miraba feo, lo sabía no había educado a sus hijos como el otro hubiera querido, su adorado hermano era un santo, y él un patán hecho y derecho, afrontó esa mirada supuestamente de modo digno aunque en la realidad sólo mirara a la nada con expresión decaída.
Al llegar el médico a atenderle y palpar su garganta al notar la ligera inflamación debajo de las orejas se dio cuenta que Lance había contraído paperas, mandó algunos analgésicos naturales para él y compresas frías y baños con agua fría para bajar su fiebre, no había más que hacer que dejarle reposar y esperar a que se curara solo, si la inflamación empeoraba debería alimentarse de líquidos para que no fuera tan doloroso para él, unas compresas hechas de plantas medicinales ayudarían a la inflamación en sus cuerdas bucales, Amour estaba convaleciente, realmente se sentía muy mal, ordenó como pudo que todas las sirvientas salieran de allí y cerraran con llave tras de sí, no quería contagiar a nadie y menos que le vieran convalecer, estaría delirando pero lo que sí escuchó bien en medio de su delirio fue que podría curarse solo por lo que mandó que se largaran. Se durmió durante unas horas mientras su fiebre no disminuía...
La servidumbre realmente estaba preocupada por el amo Lance, pero definitivamente no iban a desafiar sus ordenes, por lo que una de las sirvientas, la más joven corrió aterrada a refugiarse en el torso de Gabriel en cuanto le vio -¡Amo Gabriel haga que el amo Lance tome su tratamiento por favor! ¡Le han diagnosticado paperas esta mañana y nos ordenó irnos de su habitación y cerrar bajo llave! Amaneció muy mal pero no quiere que nadie lo moleste, realmente me preocupa su condición...- Le dijo la chiquilla al ojiverde muy conmocionada.
Amour Brice- Dseta
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Re: Enfermedad del demonio {Gabriel}
Muy temprano, justo al alba, Jean había salido bajo su capa negra rumbo hacia el mercado negro, en busca de sus medicinas, las que siempre necesitaba luego de que Amour abusaba de él por las múltiples contuciones, magulladuras y laceraciones que le quedaban. A pesar de que ya habían pasado varias noches desde su último encuentro, aún le quedaban moretones y heridas por curar. Qué vergüenza que le vieran cuando recién le hubieran causado eso... Sería aún peor si monsieur McFadden le viera en ese estado, estaba seguro que en ese momento moriría de la vergüenza. Con esos pensamientos, regresó por fin a la mansión, aún era temprano. Pero se vio sorprendido por la manera en la que aquella sirvienta le había recibido. No supo qué hacer, se quedó estático en su lugar por unos segundos, hasta que se atrevió a levantar una mano para acariciarle el hombro por mera cortesía, en un intento por calmarla. Estuvo a punto de preguntarle el motivo de su angustia, cuando ella sola habló de lo que sucedía, descolocando a Gabriel con ello. ¿Su tío estaba enfermo? Se separó un poco de ella para verle la expresión y poder determinar si lo que decía era cierto o era una simple broma, o tal vez alguna orden extraña de Amour, pero el sentimiento en el rostro de la muchacha era real, lo que le hizo fruncir las cejas a modo de preocupación. - Si mi tío no quiere que nadie lo moleste, no puedo entrar a atenderle.- Comentó con esa misma angustia contagiada por la empatía. En realidad no quería subir a ver a Amour, no tenía ganas de verle así.
- Pero amo Gabriel.- Continuó insistiendo la sirvienta. - Si no toma su medicación no va a recuperarse pronto. El doctor dijo que podría curarse solo, pero que era muy difícil que lo lograra, y que lo conveniente era que recibiera su tratamiento.
Jean se quedó pensando acerca de lo que debía hacer. Una parte de él, la que odiaba a Amour con todo lo que tenía, le decía que lo dejara ahí tirado en su cama, y con suerte moriría por su enfermedad. La otra, que siempre reprimía y que golpeaba su pecho en un intento por salir, le estaba obligando a atender a su verdugo...
... Su dueño...
Porque muy a pesar de esa terapia que recibió en el bar a manos de Killian, aún no se atrevía a avanzar más para poder adueñarse de sí mismo y ser libre. Con la angustia marcada en sus ojos verdes, miró a la sirvienta para acceder a cuidar de su tío, y subió por las escaleras con la bolsa de medicinas homeopáticas en mano. Primero fue a su habitación para guardar las suyas, y luego cruzó hacia la de su tío, abriendo muy suavemente la puerta para pasar, y quedándose estático en la entrada tras ver su figura envuelta entre sábanas en la cama. Se veía tan débil de esa forma, durmiendo por la fiebre... Y eso era realmente preocupante.
Se acercó hacia su cama para verle más de cerca. El sudor perlaba su frente, y la expresión dura en su rostro denotaba que estaba sufriendo de los estragos de la alta temperatura. Su pecho se removió tras verle de esa manera. Aunque su odio se negara, tendría que ayudarle, por lo que no le quedó más que ponerse a preparar las mezclas de plantas para hacer las compresas. Después de un rato, en el cual Amour continuó durmiendo, terminó el preparado, y solo bastó humedecerlo para hacer las compresas frescas. Se acercó de nueva cuenta a su tío, que estaba dormido sobre su costado, y con delicadeza, colocó el pañuelo con medicina justo donde estaba la inflamación de las glándulas, lo que hizo que Lance se removiera, y Gabriel retrocediera del susto, inconscientemente preparándose para un regaño o algo tal vez peor.
- Pero amo Gabriel.- Continuó insistiendo la sirvienta. - Si no toma su medicación no va a recuperarse pronto. El doctor dijo que podría curarse solo, pero que era muy difícil que lo lograra, y que lo conveniente era que recibiera su tratamiento.
Jean se quedó pensando acerca de lo que debía hacer. Una parte de él, la que odiaba a Amour con todo lo que tenía, le decía que lo dejara ahí tirado en su cama, y con suerte moriría por su enfermedad. La otra, que siempre reprimía y que golpeaba su pecho en un intento por salir, le estaba obligando a atender a su verdugo...
... Su dueño...
Porque muy a pesar de esa terapia que recibió en el bar a manos de Killian, aún no se atrevía a avanzar más para poder adueñarse de sí mismo y ser libre. Con la angustia marcada en sus ojos verdes, miró a la sirvienta para acceder a cuidar de su tío, y subió por las escaleras con la bolsa de medicinas homeopáticas en mano. Primero fue a su habitación para guardar las suyas, y luego cruzó hacia la de su tío, abriendo muy suavemente la puerta para pasar, y quedándose estático en la entrada tras ver su figura envuelta entre sábanas en la cama. Se veía tan débil de esa forma, durmiendo por la fiebre... Y eso era realmente preocupante.
Se acercó hacia su cama para verle más de cerca. El sudor perlaba su frente, y la expresión dura en su rostro denotaba que estaba sufriendo de los estragos de la alta temperatura. Su pecho se removió tras verle de esa manera. Aunque su odio se negara, tendría que ayudarle, por lo que no le quedó más que ponerse a preparar las mezclas de plantas para hacer las compresas. Después de un rato, en el cual Amour continuó durmiendo, terminó el preparado, y solo bastó humedecerlo para hacer las compresas frescas. Se acercó de nueva cuenta a su tío, que estaba dormido sobre su costado, y con delicadeza, colocó el pañuelo con medicina justo donde estaba la inflamación de las glándulas, lo que hizo que Lance se removiera, y Gabriel retrocediera del susto, inconscientemente preparándose para un regaño o algo tal vez peor.
Gabriel Brice- Eta
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Re: Enfermedad del demonio {Gabriel}
Amour estaba profundamente dormido, aunque en realidad se sentía muy mal como para estarlo la fiebre le había facilitado aquello, igual le dolía todo el cuerpo y mucho más debajo de los oídos, era terrible, no supo nada ni escuchó cosa alguna hasta que algo frío le tocó y le hizo dar un brinco que lamentó por moverse brusco y causar que le dolieran aquellas partes inflamadas de su cuerpo, cerró los ojos con fuerza gruñendo mientras se volteaba y jadeaba un par de veces, dejó escuchar un quejido y después se obligó a abrir los ojos para ver a quien se había atrevido a entrar a molestarlo y desafiar sus ordenes, pero al ver a Gabriel medio retrocedió en su cama y negó ligeramente cerrando los ojos y gimiendo del dolor -No Gabriel, tú no... vete... vas a... contagiarteh- Le dijo en medio de su fiebre al otro respirando algo agitado después, su más grande temor era que su sobrino pasara por lo que él en ese momento, no quería hacerlo sufrir así, bastante tenía ya el pobre con cargar con su "amor carnal" no correspondido.
Amour Brice- Dseta
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Re: Enfermedad del demonio {Gabriel}
Se había quedado en su lugar, encogido de hombros por la reprimenda que estaba esperando, pero le sorprendió escuchar que su tío no lo regañó, sino más bien se lo pidió con cierta... "preocupación" en su tono de voz. Claro, era obvio que estaba enfermo y no podía gritar en su estado, y eso le preocupó aún más. Recuperó la compostura y le miró con aquellos ojos preocupados. - No se preocupe, tío. Me enfermé de paperas cuando era niño.- Comentó tímidamente, y con cuidado volvió a tomar la compresa. - Permítame un poco...- Suavemente, movió la cabeza de Amour para acomodar la compresa de hierbas debajo de su oreja, en la zona inflamada, y una vez lo hubo logrado, se volteó para preparar la otra, y ponerla de la misma manera del otro lado de su cabeza. Finalmente, e ignorando lo más que podía los quejidos de su tío, puso una última en su frente para que la fiebre comenzara a bajar en la medida de lo posible. - ¿C-cómo se siente? Digo... Las compresas...- Se atrevió a preguntar a tartamudeos tímidos, quedándose parado en su lugar, estando a la expectativa de las reacciones de Amour.
Gabriel Brice- Eta
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Re: Enfermedad del demonio {Gabriel}
Amour se dejó hacer respirando con dificultad, su piel perlada en sudor por la fiebre era algo con sinceridad lindo en él porque de alguna manera remarcaba su vulnerabilidad justo en ese momento, le miraba con los ojos entreabiertos por muy poco siguiendo sus movimientos con sus ojos castaños, le alivió un poco el que le dijera que ya se había enfermado de niño, pero incluso ahora en su estado delirante su incógnita era ¿Qué hacía allí? Era extraño, Gabriel era el último que esperaba ver cuidando de él en ese momento, sintió extraño con la primer compresa húmeda contra su maxilar derecho y de algún modo le causó alivio, uno indescriptible por lo rico que se sentía aquello frío contra lo que tanto le dolía, cuando le colocó el otro cerró los ojos sin poder pelear más contra sus párpados, apenas si escuchó la pregunta -Meh-jor...- Musitó bajo apenas audible y buscó la mano del otro en las sábanas -No... tienes que hacerlo, tú... no deberías estar aquí...- Le musitó en tono decaído desviando la mirada al decirle aquello, le disgustaba la idea pero sabía perfectamente que Gabriel lo odiaba (o debería hacerlo) y tenía motivos suficientes para desear su muerte.
Amour Brice- Dseta
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Re: Enfermedad del demonio {Gabriel}
La mirada de Gabriel bajó hacia las sábanas cuando le escuchó decir aquello. Era de suponer que Amour no quisiera verle ahí, probablemente preferiría a Tiffany en su lugar, después de todo con ella congeniaba mejor. Por supuesto, no es como si él estuviera ahí por la buena voluntad de querer cuidarle. En realidad lo sentía más como una obligación, o tal vez un compromiso con las sirvientas...
Todos esos pensamientos fueron fugaces, y se cortaron cuando notó que la mano de su tío se movía en las sábanas y tomaba la suya en un débil agarre, que provocó que su pecho se removiera, y tal vez un sutil sonrojo se pintara en sus mejillas. No... Amour no lo quería, mucho menos se preocuparía por él. Aunque tenía razón, sabía que su tío tenía consciente que su relación se limitaba a la cortesía de la correspondencia forzada a su salvajismo... ¿Pero era aquello cierto? De nuevo, esa parte de Gabriel que siempre le mantenía confuso y en la eterna melancolía le golpeaba el pecho, buscando que se doblegara a un sentimiento que no comprendía, ni quería hacerlo. - L-las sirvientas están preocupadas por usted.- Comentó fugazmente, sintiéndose algo incómodo por el toque de la mano ajena, y a la vez sin querer soltarle. - Además, Tiffany no está, y ella tampoco le puede cuidar porque puede enfermarse. Jamás le ha dado paperas.- Su mirada seguía fija a las sábanas, sin atreverse a mirar a su convaleciente tío por el temor de perder su temple y, como siempre, doblegarse a él, aunque inconscientemente ya lo estuviera haciendo. - Pero, si así lo desea, puedo retirarme y regresar en un rato para cambiar las compresas.- Soltó la mano de su tío con suavidad, llevándola a su pecho para guardársela en ese tic nervioso propio de él, que le hacía ver adorable.
Todos esos pensamientos fueron fugaces, y se cortaron cuando notó que la mano de su tío se movía en las sábanas y tomaba la suya en un débil agarre, que provocó que su pecho se removiera, y tal vez un sutil sonrojo se pintara en sus mejillas. No... Amour no lo quería, mucho menos se preocuparía por él. Aunque tenía razón, sabía que su tío tenía consciente que su relación se limitaba a la cortesía de la correspondencia forzada a su salvajismo... ¿Pero era aquello cierto? De nuevo, esa parte de Gabriel que siempre le mantenía confuso y en la eterna melancolía le golpeaba el pecho, buscando que se doblegara a un sentimiento que no comprendía, ni quería hacerlo. - L-las sirvientas están preocupadas por usted.- Comentó fugazmente, sintiéndose algo incómodo por el toque de la mano ajena, y a la vez sin querer soltarle. - Además, Tiffany no está, y ella tampoco le puede cuidar porque puede enfermarse. Jamás le ha dado paperas.- Su mirada seguía fija a las sábanas, sin atreverse a mirar a su convaleciente tío por el temor de perder su temple y, como siempre, doblegarse a él, aunque inconscientemente ya lo estuviera haciendo. - Pero, si así lo desea, puedo retirarme y regresar en un rato para cambiar las compresas.- Soltó la mano de su tío con suavidad, llevándola a su pecho para guardársela en ese tic nervioso propio de él, que le hacía ver adorable.
Gabriel Brice- Eta
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Re: Enfermedad del demonio {Gabriel}
Fue cerrando los ojos sin poder pelear más contra sus párpados, en verdad estaba muy cansado, pero también la fiebre le tenía con sensaciones de temperatura totalmente inciertas, comenzó a temblar un poco y eso seguro Gabriel lo notó en el agarre del confesor antes de soltarlo, tosió un poco lamentando su existencia después y al medio escuchar sus palabras negó con los ojos cerrados -No... no te vayas...- Le musitó, obligándose a mirarlo ya bizqueando de sueño lo cual lo hacía ver adorable, como un niño pequeño cuando se rehúsa a dormir -Antes... ¿Puedes cubrirme con otra manta? La verdad es que estoy muriéndome del... jodido frío que tengo- Confesó aunque su temperatura seguía siendo muy alta e iba en aumento, pero por su cabeza pasó el tierno deseo de que Gabriel decidiera recostarse a su lado para transmitirle calor.
-Siento mucho... ponerte en esta situación...- Dijo de repente en medio de sus delirios por la fiebre, seguro al día siguiente no recordaría la gran cosa -Si vienes por Tiffany o las sirvientas al... final de cuentas... creo que el que estés aquí es mérito tuyo... me haces preguntarme... ¿Cuánto odio hay realmente para mí?... En... esos ojos verdes que... me gustan por ser tan... ex-preh-sivos...- Al terminar de decir aquello en medio de sus titiriteos por el frío inexistente que ahora generaba en su cuerpo se quedó inconsciente noqueado por la fuerte fiebre que le estaba haciendo hervir literalmente.
Pensar abiertamente que se había sentido feliz ante la presencia de Gabriel allí, pero era demasiado orgulloso y estaba demasiado reprimido en sus verdaderos sentimientos como para expresar tal mariquera, ni delirante podría decir algo así tan a la ligera.
-Siento mucho... ponerte en esta situación...- Dijo de repente en medio de sus delirios por la fiebre, seguro al día siguiente no recordaría la gran cosa -Si vienes por Tiffany o las sirvientas al... final de cuentas... creo que el que estés aquí es mérito tuyo... me haces preguntarme... ¿Cuánto odio hay realmente para mí?... En... esos ojos verdes que... me gustan por ser tan... ex-preh-sivos...- Al terminar de decir aquello en medio de sus titiriteos por el frío inexistente que ahora generaba en su cuerpo se quedó inconsciente noqueado por la fuerte fiebre que le estaba haciendo hervir literalmente.
Pensar abiertamente que se había sentido feliz ante la presencia de Gabriel allí, pero era demasiado orgulloso y estaba demasiado reprimido en sus verdaderos sentimientos como para expresar tal mariquera, ni delirante podría decir algo así tan a la ligera.
Amour Brice- Dseta
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Re: Enfermedad del demonio {Gabriel}
Le era tan difícil mantener su compostura con Amour en ese estado, mostrándose tan vulnerable como nunca solía verlo... Ese Amour que sabía que existía, mas prácticamente nunca presenciaba, y justo ahora estaba frente a él, pidiéndole que le cubriera con una manta extra. Así lo hizo sin pensárselo dos veces, caminó hacia el cajón de un mueble en el cual debían estar esa clase de cosas, y entonces la puso encima de su tío con real preocupación en sus ojos. Le había sentido temblar, y aún sin tener ya su mano sujeta, podía notar el sutil temblor de su mano, que luego se preocupó por arropar junto con el resto de su cuerpo bajo la sábana nueva. Finalmente se quedó quieto en su lugar, con una mirada inexpresiva cuando empezó a escuchar aquellas palabras. Su gesto fue transformándose sutilmente a uno de melancolía y tal vez estupefacción. No podía creer que su tío le estuviese diciendo tales cosas. Lo más seguro era que fuesen producto de la fiebre... Y sin embargo, Le observó con esa melancolía hasta que le vio quedarse dormido en su lecho. Entonces, y después de unos momentos, su mano vacilante subió con sutileza para acariciar aquellos cabellos castaños que estaban húmedos por el sudor de su frente.
¿Por qué? ¿Cómo es que Amour siempre lograba eso? Remover su pecho y hacerle dudar de sus convicciones... Incluso sin usar la fuerza física, estaba logrando que se doblegara ante él, con todo y sus sentimientos, y esa parte de él que no comprendía se estaba aprovechando del momento para golpearle con mayor fuerza que antes. - Te odio tanto...- Frunció el ceño mientras murmuraba aquello para sí mismo. Pero esa expresión no era referente a todas aquellas torturas que su tío le había hecho durante todos esos años. No... Más bien era un odio por el hecho de confundirle tan descaradamente, de tal forma que le impedía tener la voluntad de abandonar la mansión Brice y hacerse de su propia vida. Su pregunta eterna parecía que era ese "¿por qué?". Tal vez lo sabía y no quería admitirlo... Tal vez, esa parte que se negaba a dejar salir, realmente se preocupaba por Amour. Pero era solo un "tal vez" que él prefería considerarlo como un rotundo "no", por su bienestar mental.
Tras cerciorarse una vez más que el Brice principal se encontraba dormido y las compresas estaban en su lugar, se retiró de la habitación para dejarle descansar e informarle a las sirvientas que se encontraba bien por el momento, y que nadie lo molestara a menos que él llamara con la campanilla. Luego de un par de horas, él iría a verle para empezar a darle los medicamentos que debían de ser ingeridos, y para cambiar las hierbas de las compresas por unas frescas. La preocupación le había nublado la mente, y se había olvidado de sus propias heridas. En cambio, se había ido a la biblioteca para leer algún libro para dispersarse. Para su buena o mala suerte, había encontrado un libro sobre medicina, y se dispuso a leerlo, sin lograr concentrarse. Simplemente se levantó del sillón en el que estaba, para salirse de la biblioteca con el libro en mano, e irse a la habitación de Lance. Algo en él le pedía a gritos que no dejara de vigilarlo, por lo que tuvo que sentarse en un sofá junto a la cama para leer. Después de algunos capítulos de lectura, Gabriel se levantó para preparar la dosis de medicamentos, con un poco de coñac para que la medicina homeopática pudiera diluirse, tal y como lo había dicho el doctor, según palabras de la servidumbre, y como decía en su libro. Después, suspiró para tomar valor y despertar nuevamente a Amour. - Disculpe... pero tiene que tomar unas medicinas.- Le dijo de manera suave, con el vaso de coñac en mano. - Permítame...- Con cuidado, metió su mano debajo de su nuca, de manera que le doliera lo menos posible, y luego levantándole un poco para poder hacer que bebiera el licor con medicina, trago por trago. Podía notar lo doloroso que le era tragar en las expresiones de su cara, e internamente se disculpo por aquello. No fue sino hasta que terminó esa dosis que volvió a asentar su cabeza, y entonces procedió al cambio de las hierbas por otras frescas, para continuar refrescándole, y para que continúe absorbiendo los aceites medicinales de estas.
¿Por qué? ¿Cómo es que Amour siempre lograba eso? Remover su pecho y hacerle dudar de sus convicciones... Incluso sin usar la fuerza física, estaba logrando que se doblegara ante él, con todo y sus sentimientos, y esa parte de él que no comprendía se estaba aprovechando del momento para golpearle con mayor fuerza que antes. - Te odio tanto...- Frunció el ceño mientras murmuraba aquello para sí mismo. Pero esa expresión no era referente a todas aquellas torturas que su tío le había hecho durante todos esos años. No... Más bien era un odio por el hecho de confundirle tan descaradamente, de tal forma que le impedía tener la voluntad de abandonar la mansión Brice y hacerse de su propia vida. Su pregunta eterna parecía que era ese "¿por qué?". Tal vez lo sabía y no quería admitirlo... Tal vez, esa parte que se negaba a dejar salir, realmente se preocupaba por Amour. Pero era solo un "tal vez" que él prefería considerarlo como un rotundo "no", por su bienestar mental.
Tras cerciorarse una vez más que el Brice principal se encontraba dormido y las compresas estaban en su lugar, se retiró de la habitación para dejarle descansar e informarle a las sirvientas que se encontraba bien por el momento, y que nadie lo molestara a menos que él llamara con la campanilla. Luego de un par de horas, él iría a verle para empezar a darle los medicamentos que debían de ser ingeridos, y para cambiar las hierbas de las compresas por unas frescas. La preocupación le había nublado la mente, y se había olvidado de sus propias heridas. En cambio, se había ido a la biblioteca para leer algún libro para dispersarse. Para su buena o mala suerte, había encontrado un libro sobre medicina, y se dispuso a leerlo, sin lograr concentrarse. Simplemente se levantó del sillón en el que estaba, para salirse de la biblioteca con el libro en mano, e irse a la habitación de Lance. Algo en él le pedía a gritos que no dejara de vigilarlo, por lo que tuvo que sentarse en un sofá junto a la cama para leer. Después de algunos capítulos de lectura, Gabriel se levantó para preparar la dosis de medicamentos, con un poco de coñac para que la medicina homeopática pudiera diluirse, tal y como lo había dicho el doctor, según palabras de la servidumbre, y como decía en su libro. Después, suspiró para tomar valor y despertar nuevamente a Amour. - Disculpe... pero tiene que tomar unas medicinas.- Le dijo de manera suave, con el vaso de coñac en mano. - Permítame...- Con cuidado, metió su mano debajo de su nuca, de manera que le doliera lo menos posible, y luego levantándole un poco para poder hacer que bebiera el licor con medicina, trago por trago. Podía notar lo doloroso que le era tragar en las expresiones de su cara, e internamente se disculpo por aquello. No fue sino hasta que terminó esa dosis que volvió a asentar su cabeza, y entonces procedió al cambio de las hierbas por otras frescas, para continuar refrescándole, y para que continúe absorbiendo los aceites medicinales de estas.
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Re: Enfermedad del demonio {Gabriel}
Lance no supo de sí durante un buen rato, por su misma fiebre estuvo con pesadillas que ya no lograban aterrarlo sino sólo hacerle sentir melancólico e impotente, porque realmente la sangre así fuera la propia ya no lograba asustarlo... Después comenzó a soñar o quizá alucinar con su infancia, la primera vez que vio la sangre en él se raspó una rodilla... y Diègue estaba allí pues estaban jugando en el jardín de los señores Rousseau, el pequeño Amour lloraba por el dolor del golpe pero de repente Diègue le miraba aterrado, el chiquillo bajó la mirada y pudo ver su hueso y la piel achicharrada en la orilla de aquella sangrienta herida de la que salía mucha sangre, el pequeño Brice se desmayó del susto y entre su inconsciencia podía ver al mayor cargándolo preocupado y llevándolo a la mansión Rousseau, recodaba muy bien a la señora Baker, nana del "héroe" haberlo curado, Amour se abrazaba a Diègue llorando y restregando su pequeña carita contra el hombro del castaño, que siempre había utilizado el cabello largo en una coleta bonachona y sus rizos enmarcaban su rostro, lo recordaba tan vívidamente... Esa sonrisa adorable en su rostro era encantadora.
De repente una voz que no iba con esa época le interrumpió el sueño, se obligó a despertar abriendo los ojos a fuerza de voluntad y jadeaba de la fiebre que tenía pero demonios, le dolía mucho la garganta, le miró como pudo y dejó escuchar un quejido cuando le levantó, no pudo negarse a las medicinas porque hablar y apartarlas hubiera sido peor que hacer caso y dejar de hacer movimientos innecesarios que lo mataran del dolor, lo tomó lo más rápido que pudo pero obviamente odiando su existencia a cada trago, su ceño se frunció mientras lo hacía y cuando le dejó en la almohada comenzó a toser quejándose por el dolor en su garganta. -Ahh... maldita sea...- Se quejó removiéndose entre las sábanas, le miró preparando aquellas hierbas, por lo menos le adormecían aquel tramo en su piel, ya no se sentía tan mal... o bueno por lo menos pudo moverse un poco, iba a levantarse, iba a obligarse a ello para escribirle a Alexander, necesitaba informarle de su estado y sobre todo pedirle disculpas por no poder ayudarlo ese día, ojalá fuera a verlo en esos días. Al intentar levantarse de su cama cayó al piso de bruces, con la pluma en la mano que había alcanzado a tomar de su tocador, se obligó a sentarse en el piso de madera y se llevó una mano a la frente -Tsk... demonios...- Odiaba tener que verse tan vulnerable ante el ojiverde, realmente se sentía muy mal, la fiebre le tenia muy aturdido y si no se le bañaba con agua fría pronto seguro que se le hervía el cerebro -Ga-briel... ¿Puedo pedirte un... favor?- Le habló con mucha dificultad, su garganta estaba más inflamada que hace unas horas -Haz que preparen mi baño... con agua fría... por favor...- Le pidió mientras le daba la espalda sentado en mariposa y se cubría el rostro con ambas manos tirado allí con su pijama de dos piezas aguamarina.
De repente una voz que no iba con esa época le interrumpió el sueño, se obligó a despertar abriendo los ojos a fuerza de voluntad y jadeaba de la fiebre que tenía pero demonios, le dolía mucho la garganta, le miró como pudo y dejó escuchar un quejido cuando le levantó, no pudo negarse a las medicinas porque hablar y apartarlas hubiera sido peor que hacer caso y dejar de hacer movimientos innecesarios que lo mataran del dolor, lo tomó lo más rápido que pudo pero obviamente odiando su existencia a cada trago, su ceño se frunció mientras lo hacía y cuando le dejó en la almohada comenzó a toser quejándose por el dolor en su garganta. -Ahh... maldita sea...- Se quejó removiéndose entre las sábanas, le miró preparando aquellas hierbas, por lo menos le adormecían aquel tramo en su piel, ya no se sentía tan mal... o bueno por lo menos pudo moverse un poco, iba a levantarse, iba a obligarse a ello para escribirle a Alexander, necesitaba informarle de su estado y sobre todo pedirle disculpas por no poder ayudarlo ese día, ojalá fuera a verlo en esos días. Al intentar levantarse de su cama cayó al piso de bruces, con la pluma en la mano que había alcanzado a tomar de su tocador, se obligó a sentarse en el piso de madera y se llevó una mano a la frente -Tsk... demonios...- Odiaba tener que verse tan vulnerable ante el ojiverde, realmente se sentía muy mal, la fiebre le tenia muy aturdido y si no se le bañaba con agua fría pronto seguro que se le hervía el cerebro -Ga-briel... ¿Puedo pedirte un... favor?- Le habló con mucha dificultad, su garganta estaba más inflamada que hace unas horas -Haz que preparen mi baño... con agua fría... por favor...- Le pidió mientras le daba la espalda sentado en mariposa y se cubría el rostro con ambas manos tirado allí con su pijama de dos piezas aguamarina.
Amour Brice- Dseta
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Re: Enfermedad del demonio {Gabriel}
Solamente había sido un instante, simple, en el que se volteó para preparar las nuevas compresas, y entonces ese golpe seco le hizo brincar en su lugar, soltando las hierbas de la impresión. Se volteó entonces para ver qué había sucedido, y se angustió al ver a su tío tirado ahí, al mismo tiempo que le entraba un sentimiento de frustración en el pecho y le daban ganas de gritarle lo imbécil que era por ser tan precipitado. Se apresuró a ayudarle, pero se detuvo en cuanto le comenzó a hablar, rodando sutilmente los ojos ante tal petición. -Ahorita lo hago, primero déjeme levantarlo de ahí...- Se limitó a decir, aún sintiéndose algo irritado, y se inclinó para tomar a su tío por la cintura, sin inmutarse si quiera de esa repulsión que le daba tocar a otras personas, incluso haciendo que le abrazara, para levantarlo y volver a acomodarlo en la cama. - No sea imprudente, si trata de andar mucho, las paperas se le van a bajar a otro lado del cuerpo.- Su voz sonaba firme por la frustración, pero no dejaba de estar sumisa ante su tío. Era una mezcla entre el odio y la preocupación que sentía por él, y eso era realmente extraño. Batallar con él para recostarlo de nuevo era una odisea, por más que trataba no podía evitar hacer movimientos que le causaran dolor, así como tampoco podía dejar de sentirse culpable por ello, como siempre. Finalmente lo recostó, y volvió a envolverlo con las sábanas, para luego mirarle con sus ojos verdes llenos de angustia. - Espere aquí. Las sirvientas deberán subir para su baño. No trate de levantarse, por favor.- Indicó, finalmente suavizando su voz a un tono casi tierno, sin si quiera notarlo. Su mano retiró algunos mechones de la frente de su tío antes de darse la media vuelta y salir de la habitación a largas zancadas que se dirigían rumbo a la servidumbre.
La orden fue dada, en seguida todas se organizaron, la tina del amo se puso a llenar, una de ellas salió apresuradamente a comprar hielo para enfriar el agua, y Gabriel se sentó en su recámara un momento, suspirando por el estrés que comenzaba a generarle esa situación. No entendía cómo es que estaba atendiendo a Amour así porque sí. Sería más fácil decirle a las sirvientas que se encargaran de él ahora que estaba más dócil, aunque también sabía que el humor de su tío era muy explosivo y era probable que mandara al carajo a las sirvientas y pidiera por él solo para verlo sufrir y regocijarse de tenerlo a sus pies aún en la enfermedad. Eran muchas cosas las que rondaban en su mente. En ese momento no quería pensar más, y definitivamente él no se encargaría del baño, que lo hicieran las sirvientas. Si hacía falta, regresaría a su habitación para seguir atendiéndole, pero cuando el baño hubiese terminado. Apoyó los codos en las rodillas, y se llevó la cabeza entre las manos, cerrando los ojos por un momento. Realmente se estaba preocupando por su tío...
La orden fue dada, en seguida todas se organizaron, la tina del amo se puso a llenar, una de ellas salió apresuradamente a comprar hielo para enfriar el agua, y Gabriel se sentó en su recámara un momento, suspirando por el estrés que comenzaba a generarle esa situación. No entendía cómo es que estaba atendiendo a Amour así porque sí. Sería más fácil decirle a las sirvientas que se encargaran de él ahora que estaba más dócil, aunque también sabía que el humor de su tío era muy explosivo y era probable que mandara al carajo a las sirvientas y pidiera por él solo para verlo sufrir y regocijarse de tenerlo a sus pies aún en la enfermedad. Eran muchas cosas las que rondaban en su mente. En ese momento no quería pensar más, y definitivamente él no se encargaría del baño, que lo hicieran las sirvientas. Si hacía falta, regresaría a su habitación para seguir atendiéndole, pero cuando el baño hubiese terminado. Apoyó los codos en las rodillas, y se llevó la cabeza entre las manos, cerrando los ojos por un momento. Realmente se estaba preocupando por su tío...
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Re: Enfermedad del demonio {Gabriel}
Hizo un pucherito cuando el otro se acercó a levantarlo así, no supo qué pensar de eso, lo único que sabía es que se sintió débil e inútil y esa sensación no le gustó nada. Cerró los ojos con fuerza cuando el otro lo depositó en la cama y dejó escuchar un quejido, la cabeza comenzaba a punzarle d la jodida fiebre y mantuvo los ojos cerrados de esa manera mientras se esforzaba por escuchar las palabras del ojiverde, se arqueó un poco abriendo la boca para emitir un jadeo y contenerse de mandarlo a la mierda mientras salía de la habitación ¿Porqué chingados lo ayudaba? ¡Agh! ¡Eso lo enfermaba más! ¡Y esa actitud que no sabia cómo definir de su parte...!
Aunque ahora sufría mucho con la fiebre en cuanto carburó lo de las sirvientas no le gustó nada la idea, una de ellas se acercó y él le veía borrosa -Su baño ya está listo señor- Le informó llevando sus manos con cuidado para intentar desvestirlo y Amour capturó su mano con la respiración agitada y los ojos entrecerrados -No...- Dijo con decisión -Salgan de aquí, yo lo haré- Ordenó.
-Pero...-
-No te... atrevas a desobedecerme... ninguna de ustedes va a... verme desnudo y... mucho menos bañarme ¡Largo!- Se animó a exclamar obligándose a sentarse al ver que iba a replicar nuevamente, las dos muchachas salieron corriendo asustadas al verle molesto y Amour gruñó sosteniéndose la cabeza, se sentía muy mal -¡Agh D-demonios...!- Se retorció un poco sobre la cama y después así de mal como se sentía se obligó a levantarse con todo el coraje del que era capaz llegó al baño agarrándose de las paredes, no pudo desvestirse, al carajo, se metió con todo y ropa a la tina de agua helada echando la cabeza hacia atrás gruñendo intentando contenerse de esa sensación espantosa que comenzaba a recorrerle con la maldita temperatura radical del líquido en el que estaba.
Aunque ahora sufría mucho con la fiebre en cuanto carburó lo de las sirvientas no le gustó nada la idea, una de ellas se acercó y él le veía borrosa -Su baño ya está listo señor- Le informó llevando sus manos con cuidado para intentar desvestirlo y Amour capturó su mano con la respiración agitada y los ojos entrecerrados -No...- Dijo con decisión -Salgan de aquí, yo lo haré- Ordenó.
-Pero...-
-No te... atrevas a desobedecerme... ninguna de ustedes va a... verme desnudo y... mucho menos bañarme ¡Largo!- Se animó a exclamar obligándose a sentarse al ver que iba a replicar nuevamente, las dos muchachas salieron corriendo asustadas al verle molesto y Amour gruñó sosteniéndose la cabeza, se sentía muy mal -¡Agh D-demonios...!- Se retorció un poco sobre la cama y después así de mal como se sentía se obligó a levantarse con todo el coraje del que era capaz llegó al baño agarrándose de las paredes, no pudo desvestirse, al carajo, se metió con todo y ropa a la tina de agua helada echando la cabeza hacia atrás gruñendo intentando contenerse de esa sensación espantosa que comenzaba a recorrerle con la maldita temperatura radical del líquido en el que estaba.
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Re: Enfermedad del demonio {Gabriel}
... Era completamente insano e ilógico, no comprendía cómo es que podía estarse interesando por el bienestar de Lance. No debería, no se lo merecía. Sin embargo, su torpeza le estaba haciendo sentir mal y responsable de él. Las sirvientas no podían atenderlo como debían porque Amour era un imbécil orgulloso que las correteaba, y extrañamente a él le permitía cuidarlo sin queja alguna. Seguro era alguna de sus artimañas y luego se las cobraría o algo por el estilo, nunca confiaría en ese hombre. Ese sentimiento molesto se estaba burlando de él... Podía visualizar a esa contraparte absurda, riéndose porque estaba cediendo ante ella, su orgullo se estaba doblegando. De repente le daba miedo que Amour no se recuperara de las paperas y la enfermedad le empeorara... y eso le hizo sentir muy mal. ¿Podría soportarlo? Es que... No se imaginaba a su tío muerto...
Más bien, no se imaginaba su vida sin él.
Ese era un punto clave. Estaba demasiado acostumbrado a sus malos tratos... y tal vez, más que eso, temía quedarse solo... Aunque tenía a Tiff, pero no sería lo mismo... No, no sería lo mismo sin Amour... Y no, no es que lo quisiera, porque jamás podría quererlo. Es simplemente que su estilo de vida ya se había adaptado a él...
¿Qué haría sin su dueño? No podría ser dueño de sí mismo...
¡¿Pero qué estaba pensando?! Frunció el ceño y se levantó violentamente de su cama, pateando un mueble y tirando todos los objetos que habían en este, libros y pergaminos en su gran mayoría, junto con una botella de tinta que manchó la alfombra y varios escritos, entre ellos un par de páginas de su diario. ¿Qué más daba? Igual y decía el mismo tipo de incoherencias que estaba pensando. No le había sido útil en esos años, o al menos eso pensaba él.
Era definitivo, estar encerrado en el lugar le estaba comenzando a estresar. Tenía que salir, despejarse de alguna forma. Se le ocurrió tal vez ir al parque, o si se atrevía un poco más, llegar al Babylon por un trago de ron, no le importaba. La ira hacia su propia persona lo estaba carcomiendo, porque sabía que se estaba preocupando demasiado por su tío, y su odio hacia él le estaba reprochando ese hecho. Estaba por tomar su gabardina negra para salir, cuando tocaron a su puerta. Tuvo que suspirar para tranquilizar su ataque de ansiedad, y a pasos largos caminó hacia la puerta, abriéndole a la sirvienta joven que le había recibido en la mañana.
- Joven Gabriel, el amo no quiere que lo bañemos. Nos sacó de su cuarto y se levantó solo. ¡Tiene que hacer algo! O las paperas se le van a bajar...
De nuevo, la desesperación estaba marcada en el rosto de la sirvienta, y Jean no pudo evitar fruncir el ceño por la irritación de la noticia. Ese hombre era tan necio e idiota... Pero más idiota era él por preocuparse.
- Eh... Trataré de convencerlo para que entren a bañarlo.- Comentó con la mayor serenidad que pudo, y caminó fuera de la habitación para caminar hacia la de su tío. Abrió la puerta con suavidad, y le buscó con la mirada, sin encontrarlo. Esto le hizo sentirse un poco alterado, así que entró por completo, y caminó hacia el cuarto del baño. Se cubrió la boca con la mano por la impresión de ver a Lance tirado en la bañera con la ropa aún puesta, y con esa expresión de estarse muriendo por la fiebre. - Tío...- Su voz sonaba preocupada. - ¿Se encuentra bien?- Se acercó a la tina, parándose a un lado, y le miró detenidamente. - Debió dejar que las sirvientas le ayudaran. ¡Mírese! Ni si quiera tiene fuerzas.- Se llevó una mano a la cabeza con una expresión preocupada, pero más que por Amour, era por no saber qué hacer en ese momento. Se pensó detenidamente lo que debía decir antes de hablar. - Tiene que aceptar la ayuda de la servidumbre, para eso está.- Torció la boca ligeramente en una mueca curiosa. Gabriel era una maraña de confusión en esos momentos, sin saber qué hacer, ni qué pensar, ni qué sentir. Parecía un niño pequeño, asustado porque le piden una tarea importante y tiene miedo de hacerlo mal. Se inclinó para tocar la frente de su tío, aún estaba caliente, pero no tanto como un rato atrás, el hielo estaba cumpliendo su función. Tomó un par de pedazos y los envolvió con un trapo para hacer una compresa improvisada, y se la puso en la frente con cuidado. Después le observó con detenimiento, sintiéndose tán débil frente a él... Porque la parte de sí que no comprendía se estaba apoderando de él lentamente...
Cortó esos pensamientos de golpe, o si no, terminaría en una de sus perdiciones mentales. - Voy a llamar a las sirvientas aunque no quiera. Tiene que bañarse bien.
Más bien, no se imaginaba su vida sin él.
Ese era un punto clave. Estaba demasiado acostumbrado a sus malos tratos... y tal vez, más que eso, temía quedarse solo... Aunque tenía a Tiff, pero no sería lo mismo... No, no sería lo mismo sin Amour... Y no, no es que lo quisiera, porque jamás podría quererlo. Es simplemente que su estilo de vida ya se había adaptado a él...
¿Qué haría sin su dueño? No podría ser dueño de sí mismo...
¡¿Pero qué estaba pensando?! Frunció el ceño y se levantó violentamente de su cama, pateando un mueble y tirando todos los objetos que habían en este, libros y pergaminos en su gran mayoría, junto con una botella de tinta que manchó la alfombra y varios escritos, entre ellos un par de páginas de su diario. ¿Qué más daba? Igual y decía el mismo tipo de incoherencias que estaba pensando. No le había sido útil en esos años, o al menos eso pensaba él.
Era definitivo, estar encerrado en el lugar le estaba comenzando a estresar. Tenía que salir, despejarse de alguna forma. Se le ocurrió tal vez ir al parque, o si se atrevía un poco más, llegar al Babylon por un trago de ron, no le importaba. La ira hacia su propia persona lo estaba carcomiendo, porque sabía que se estaba preocupando demasiado por su tío, y su odio hacia él le estaba reprochando ese hecho. Estaba por tomar su gabardina negra para salir, cuando tocaron a su puerta. Tuvo que suspirar para tranquilizar su ataque de ansiedad, y a pasos largos caminó hacia la puerta, abriéndole a la sirvienta joven que le había recibido en la mañana.
- Joven Gabriel, el amo no quiere que lo bañemos. Nos sacó de su cuarto y se levantó solo. ¡Tiene que hacer algo! O las paperas se le van a bajar...
De nuevo, la desesperación estaba marcada en el rosto de la sirvienta, y Jean no pudo evitar fruncir el ceño por la irritación de la noticia. Ese hombre era tan necio e idiota... Pero más idiota era él por preocuparse.
- Eh... Trataré de convencerlo para que entren a bañarlo.- Comentó con la mayor serenidad que pudo, y caminó fuera de la habitación para caminar hacia la de su tío. Abrió la puerta con suavidad, y le buscó con la mirada, sin encontrarlo. Esto le hizo sentirse un poco alterado, así que entró por completo, y caminó hacia el cuarto del baño. Se cubrió la boca con la mano por la impresión de ver a Lance tirado en la bañera con la ropa aún puesta, y con esa expresión de estarse muriendo por la fiebre. - Tío...- Su voz sonaba preocupada. - ¿Se encuentra bien?- Se acercó a la tina, parándose a un lado, y le miró detenidamente. - Debió dejar que las sirvientas le ayudaran. ¡Mírese! Ni si quiera tiene fuerzas.- Se llevó una mano a la cabeza con una expresión preocupada, pero más que por Amour, era por no saber qué hacer en ese momento. Se pensó detenidamente lo que debía decir antes de hablar. - Tiene que aceptar la ayuda de la servidumbre, para eso está.- Torció la boca ligeramente en una mueca curiosa. Gabriel era una maraña de confusión en esos momentos, sin saber qué hacer, ni qué pensar, ni qué sentir. Parecía un niño pequeño, asustado porque le piden una tarea importante y tiene miedo de hacerlo mal. Se inclinó para tocar la frente de su tío, aún estaba caliente, pero no tanto como un rato atrás, el hielo estaba cumpliendo su función. Tomó un par de pedazos y los envolvió con un trapo para hacer una compresa improvisada, y se la puso en la frente con cuidado. Después le observó con detenimiento, sintiéndose tán débil frente a él... Porque la parte de sí que no comprendía se estaba apoderando de él lentamente...
Cortó esos pensamientos de golpe, o si no, terminaría en una de sus perdiciones mentales. - Voy a llamar a las sirvientas aunque no quiera. Tiene que bañarse bien.
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Re: Enfermedad del demonio {Gabriel}
Reposaba en el agua con los ojos cerrados -Nadie te habló ni te pidió nada Gabriel, lárgate de aquí... Te advierto que si las llamas les voy a romper el cuello una a una ¿Me oíste bien?- Habló grave bajo y paciente primero, definitivamente comenzaba a sentirse mejor, había terminado una frase sin desfallecer, aunque ¡Cómo le dolía, demonios! Lo peor de todo era que las actitudes de su sobrinito, no lograba entenderlas y enfermo menos porque sólo podía pensar en lo mal que se sentía. Al notar que no se iba se enfureció y le salpicó agua para que se alejara -¡Déjame en paz!... ¡Grr! Si tanto te pesa ¿Porqué no... te largas?- Gruñía de la impotencia que le daba ese jodido dolor, ya de por sí era muy molesto que le estuviera regañando, no era un niño, sabía perfectamente lo que hacía ¡Al carajo Gabriel! Ni él mismo se entendía y si sano no tenía la paciencia de estar cuidando niños, enfermo mucho menos, y Gabriel era un mocoso. -Es claro que jamás he... abusado de ti de esta manera...¡Porque no quiero ni tu ayuda, ni tu lastima ni tus cuidados y menos si no quieres dármelos!... ¡Gnhh! Con sinceridad si fueras listo ésta sería la mejor ocasión para anhelar verme muerto... o mejor aún obtener mi muerte y tener un buen pretexto... ¿Porqué no lo piensas bien? Después de todo eres un Brice... y... si te sabes toda la historia sabrás... porqué somos los únicos que quedan con tal apellido- Aves de rapiña, eso fueron los Brice, aunque no estaba seguro si Gabriel sabía lo que les había pasado exactamente... los Brice eran hasta que Amour acabó con ellos, por lo menos él era sincero al respecto, estaba orgulloso de su profesión y sabía a quién quería a su lado y a quién odiaba y quería muerto. Gabriel le recordaba mucho a los familiares que había dado muerte, nunca sabía lo que quería y si lo sabía no lo expresaba porque lo guardaba con oscuros fines, o eso pensaba él. -Para que lo sepas... si llego a morir todo está a tu nombre... no le des ni un maldito céntimo a la puta de tu hermana por mucho que ruegue... que se consiga un asqueroso consorte o lo que sea...- La verdad daba mucha gracia cuando se ponía a decir locuras porque su seriedad y el tono en que las decía mientras miraba a la nada eran no muy propias de alguien que siempre guardaba la compostura, además ahora con eso se que ya le iba bajando la fiebre poco a poco uno no sabía si seguía delirando o estaba consciente de las confesiones que estaba haciendo.
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Re: Enfermedad del demonio {Gabriel}
- ... Eres un idiota.- Murmuró por lo bajo, intentando tragarse esa rabia reprimida que traía, pero era tanta que gradualmente ya no pudo controlarla. Por primera vez, el Brice que llevaba dentro estaba "despertando", por así decirlo. Apretó los puños, ya estaba casi en la puerta, por lo que se volteó para verle sobre el hombro con esas esmeraldas que tenía por ojos, brillando de la ira. - ¿Crees que no quisiera tu muerte? Si realmente fuera malo, pude incluso haberte matado desde hoy en la mañana, pero no lo hice. ¡Porque no soy como tú!- Gritó eso último, con los ojos vidriosos por el coraje que le estaba recorriendo. - No puedo... No podría... Odio lo que eres y lo que haces, yo no podría ser así.- Miró el suelo por un momento, acobardándose solo un instante, pero después de unos segundos,levantó la mirada para verle con determinación renovada. - Sé por qué hiciste lo que hiciste... No soy un estúpido. Mi padre no merecía morir... Yo no soy como el resto de la familia. Si no me importaras, no estaría aquí en primera instancia...- Cuando se dio cuenta que empezaría a decir estupideces, se calló por completo, tensándose un poco. Al final ya no pudo sostenerle más la mirada a su tío, se había doblegado. Así que se dio la vuelta sin decir una palabra, y se salió del baño, azotando la puerta tras de sí. Su pecho dolía intensamente, y una lágrima se escurrió por su rostro. ¿Qué había sido eso? Ahora se sentía tan aterrado. Jamás creyó que haría algo así, pero el estrés fue demasiado para su salud. Corrió a encerrarse en su cuarto sin si quiera recordar que debía de hablar con la servidumbre. A final de cuentas, podrían resultar heridas si las mandaba a cuidar de Amour. Una vez que la puerta de su habitación se cerró tras de sí, cayó de rodillas en el suelo tras haberle flaqueado las piernas. Se aferró a sí mismo para tratar de controlar un poco esa presión en el pecho, y comenzó a sollozar muy suavemente. Estaba asustado de lo que dijo, temía que Amour se enojara con él por todas esas palabras. Pero lo que más le asustaba era lo último que le dijo.
"Si no me importaras, no estaría aquí en primera instancia..."
Jean no era como los demás, los Brice habían asesinado a su padre por avaricia. Él los odiaba a todos, tal vez tanto como su tío los odiaba, pero también lo odiaba a él. Porque era un imbécil que se había dedicado a maltratarlo y abusar de él desde que su padre murió y su madre decidió que él y Tiffany vivirían con el inquisidor. Sin embargo, lo que más le llenaba de rabia era que a pesar de todo, no podía odiarlo como quisiera, algo se lo impedía... Y tal vez sabía que era, pero jamás en su vida lo aceptaría. Primero muerto antes que decir que amaba a Lance Amour Brice... Le daba repugnanca el simple pensamiento de ese hecho, tanto, que su pecho se agitó con más fuerza, sintiendo que su corazón latía con gran fuerza. Eran puras tonterías. Debía tranquilizarse. Tocó la campana de su habitación, y la sirvienta joven de antes tocó a su puerta. Le pidió que le llevara una copa de ron, y le indicó que nadie molestara a Amour. Si se ahogaba en la tina o las paperas se le empeoraban por su negligencia, ya no era su problema. No estaba dispuesto a regresar a su habitación a soportar sus delirios por la fiebre un instante más. Su delicada estabilidad mental se lo impedía.
"Si no me importaras, no estaría aquí en primera instancia..."
Jean no era como los demás, los Brice habían asesinado a su padre por avaricia. Él los odiaba a todos, tal vez tanto como su tío los odiaba, pero también lo odiaba a él. Porque era un imbécil que se había dedicado a maltratarlo y abusar de él desde que su padre murió y su madre decidió que él y Tiffany vivirían con el inquisidor. Sin embargo, lo que más le llenaba de rabia era que a pesar de todo, no podía odiarlo como quisiera, algo se lo impedía... Y tal vez sabía que era, pero jamás en su vida lo aceptaría. Primero muerto antes que decir que amaba a Lance Amour Brice... Le daba repugnanca el simple pensamiento de ese hecho, tanto, que su pecho se agitó con más fuerza, sintiendo que su corazón latía con gran fuerza. Eran puras tonterías. Debía tranquilizarse. Tocó la campana de su habitación, y la sirvienta joven de antes tocó a su puerta. Le pidió que le llevara una copa de ron, y le indicó que nadie molestara a Amour. Si se ahogaba en la tina o las paperas se le empeoraban por su negligencia, ya no era su problema. No estaba dispuesto a regresar a su habitación a soportar sus delirios por la fiebre un instante más. Su delicada estabilidad mental se lo impedía.
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Re: Enfermedad del demonio {Gabriel}
-¡Me las vas a pagar todas mocoso miserable! ¡Sino vas matarme lárgate ahora que no tengo las fuerzas para matarte yo! ¡Aprovecha y huye ahora, hijo de puta!- Le dolió mucho haber gritado ahora que estaba tan inflamado, pero más valía, la fiebre de Amour bajó poco a poco y tuvo que llamar a las sirvientas a regañadientes para que lo sacaran de la tina y le vistieran, se sentía muy mal, apenas le pusieron la ropa interior y su bata, las mujeres le arroparon y le pusieron las hierbas medicinales que necesitaba, le proporcionaron el eucalipto que aliviaría por un momento su dolor de garganta y el otro suspiró cerrando los ojos, no olvidaría que el otro había querido pasar sobre su evidente autoridad, aprovechándose de que él estaba enfermo y quizá delirante para decir tantas estupideces tan fluídamente ahora que no podía responderle con la bofetada y la golpiza que mereciera... pero se la iba a guardar muy bien, le diría a Tiffany que lo hiciera retorcerse como un gusano mientras él convalecía en esa cama, por Dios que lo haría así.
Se quedó dormido durante todo lo que restaba del día, cada que tenía conocimiento de estar despierto los ojos se le perdían en la luz de la ventana que parecía ir cambiando de color a cada instante que recuperaba la consciencia. Durmió casi seguido un día entero, cuando despertó sus ojos pequeños miraron al rededor de la habitación, sentía algo de hambre, 24 horas sin comer nada hasta para un enfermo eran desgastantes, aunque no tenía el hambre que debiera alguien normal por la enfermedad y porque de recordar lo mucho que dolía pasar saliva se le quitaban las ganas. Se sentó torpemente recargándose en las grandes almohadas y suspiró con un rostro decaído, demacrado, cerró los ojos ligeramente y tocó la campana pasando saliva lentamente y con mucho cuidado. Le dolía mucho, no lo soportaba. Gruñó, maldecía a todo lo existente, no podía ser que ese virus estuviera haciendo ver su suerte al "Príncipe de la muerte".
Se quedó dormido durante todo lo que restaba del día, cada que tenía conocimiento de estar despierto los ojos se le perdían en la luz de la ventana que parecía ir cambiando de color a cada instante que recuperaba la consciencia. Durmió casi seguido un día entero, cuando despertó sus ojos pequeños miraron al rededor de la habitación, sentía algo de hambre, 24 horas sin comer nada hasta para un enfermo eran desgastantes, aunque no tenía el hambre que debiera alguien normal por la enfermedad y porque de recordar lo mucho que dolía pasar saliva se le quitaban las ganas. Se sentó torpemente recargándose en las grandes almohadas y suspiró con un rostro decaído, demacrado, cerró los ojos ligeramente y tocó la campana pasando saliva lentamente y con mucho cuidado. Le dolía mucho, no lo soportaba. Gruñó, maldecía a todo lo existente, no podía ser que ese virus estuviera haciendo ver su suerte al "Príncipe de la muerte".
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Re: Enfermedad del demonio {Gabriel}
Copa de ron en mano, el joven Brice se escondía como un asustado ratón en el rincón más oscuro de su amplia habitación, con suaves y amargas lágrimas escurriéndose por su rostro, y ligeros escalofríos ocasionados por rememorar una y otra vez lo sucedido horas atrás, en que su estrés llegó a un límite que jamás creyó alcanzar e hizo lo impensable: gritarle a Amour por primera vez en su desdichada vida. Estaba muy asustado, sabía que su tío tomaría represalias por ello, y probablemente no lo haría ahora debido a su estado, pero se recuperaría, de eso no había duda, y entonces el desquite sería fatal.
Pero su pregunta básica era ¿por qué? ¿Por qué se había alterado de esa manera? ¿Habría sido por todo lo que había conversado con monsieur McFadden? Lo dudaba... Lo que en realidad era preocupante, era el hecho de que lo que Lance le había dicho le había causado dolor, pero no el dolor físico de siempre, sino un dolor más allá... Un dolor extraño que le retumbó en el pecho y le hizo un hueco más grande de lo usual. Generalmente no se sentía así por las ofensas diarias, ni por las humillaciones, pero hubo algo que le hizo sentir mal, y ese era el hecho de que su tío creyera que él era capaz de matarlo. Y le desconcertaba, porque innumerables veces había deseado su muerte... Pero nunca se imaginó a él mismo siendo el causante de ello, por los mismos motivos que le había dado al mayor de los Brice: él no era como el resto de la familia. Sea como fuere, el mal estaba hecho, y era inevitable que el miedo se lo comiera vivo mientras se abrazaba penosamente en un intento por tranquilizarse. Su copa de ron temblaba sutilmente en su mano, sus ojos estaban rojos y vidriosos, y su mirada estaba perdida en la nada. Solo reaccionó para dar un trago más a su bebida, y continuar sus pensamientos, su silente tortura...
A la mañana siguiente, despertó en el suelo, en el mismo rincón de antes, con un dolor de cabeza horrible. Se maldecía a sí mismo, y eso que no había bebido más que un par de copas de licor. Paladeó su boca, estaba seca, definitivamente era resaca. Lo pensó dos veces antes de levantarse, pero lo que le hizo moverse en realidad fue el molesto martilleo de la puerta, por lo que se apresuró en levantarse con tal de que el sonido se detuviera lo antes posible. A pasos torpes y perezosos, caminó a la puerta y la abrió, y ahí estaba la joven sirvienta del día anterior.
- ¿Cómo sigue mi tío?- Preguntó con voz suave y ronca, notablemente se acababa de despertar.
- Está muy irritable, sigue con el dolor y la fiebre, pero no tan fuerte como ayer. No quiere comer nada, mi señor, y parece más desgastado. Todas estamos preocupadas.
- Lo supongo...- Fue lo que comentó, y paseó su mirada por el piso. - Encuentren una forma de que coma, no importa si se porta agresivo y les rechaza. Insistan cuanto sea posible, o si no no se recuperará pronto.
- Sí, amo Gabriel.
Asintió con una reverencia la mujer, pero antes de que Gabriel se diera la vuelta, esta le tocó un par de veces el hombro para volver a llamar su atención, tacto que al Brice le disgustó, y aún más en su estado.
- ¿Qué sucede?- Preguntó sin más.
- Joven amo... ¿No va a cuidar hoy del amo Lance?
No respondió de inmediato, cosa que produjo un silencio incómodo entre los dos.
- ... Solo si él me solicita.- Finalizó, y cerró la puerta.
Sí, ahí estaba, cediendo de nuevo.
Pero su pregunta básica era ¿por qué? ¿Por qué se había alterado de esa manera? ¿Habría sido por todo lo que había conversado con monsieur McFadden? Lo dudaba... Lo que en realidad era preocupante, era el hecho de que lo que Lance le había dicho le había causado dolor, pero no el dolor físico de siempre, sino un dolor más allá... Un dolor extraño que le retumbó en el pecho y le hizo un hueco más grande de lo usual. Generalmente no se sentía así por las ofensas diarias, ni por las humillaciones, pero hubo algo que le hizo sentir mal, y ese era el hecho de que su tío creyera que él era capaz de matarlo. Y le desconcertaba, porque innumerables veces había deseado su muerte... Pero nunca se imaginó a él mismo siendo el causante de ello, por los mismos motivos que le había dado al mayor de los Brice: él no era como el resto de la familia. Sea como fuere, el mal estaba hecho, y era inevitable que el miedo se lo comiera vivo mientras se abrazaba penosamente en un intento por tranquilizarse. Su copa de ron temblaba sutilmente en su mano, sus ojos estaban rojos y vidriosos, y su mirada estaba perdida en la nada. Solo reaccionó para dar un trago más a su bebida, y continuar sus pensamientos, su silente tortura...
A la mañana siguiente, despertó en el suelo, en el mismo rincón de antes, con un dolor de cabeza horrible. Se maldecía a sí mismo, y eso que no había bebido más que un par de copas de licor. Paladeó su boca, estaba seca, definitivamente era resaca. Lo pensó dos veces antes de levantarse, pero lo que le hizo moverse en realidad fue el molesto martilleo de la puerta, por lo que se apresuró en levantarse con tal de que el sonido se detuviera lo antes posible. A pasos torpes y perezosos, caminó a la puerta y la abrió, y ahí estaba la joven sirvienta del día anterior.
- ¿Cómo sigue mi tío?- Preguntó con voz suave y ronca, notablemente se acababa de despertar.
- Está muy irritable, sigue con el dolor y la fiebre, pero no tan fuerte como ayer. No quiere comer nada, mi señor, y parece más desgastado. Todas estamos preocupadas.
- Lo supongo...- Fue lo que comentó, y paseó su mirada por el piso. - Encuentren una forma de que coma, no importa si se porta agresivo y les rechaza. Insistan cuanto sea posible, o si no no se recuperará pronto.
- Sí, amo Gabriel.
Asintió con una reverencia la mujer, pero antes de que Gabriel se diera la vuelta, esta le tocó un par de veces el hombro para volver a llamar su atención, tacto que al Brice le disgustó, y aún más en su estado.
- ¿Qué sucede?- Preguntó sin más.
- Joven amo... ¿No va a cuidar hoy del amo Lance?
No respondió de inmediato, cosa que produjo un silencio incómodo entre los dos.
- ... Solo si él me solicita.- Finalizó, y cerró la puerta.
Sí, ahí estaba, cediendo de nuevo.
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Re: Enfermedad del demonio {Gabriel}
Respiraba dificultoso, comenzaba a ver doble, la fiebre estaba friéndole las neuronas de nuevo, se tiró bruscamente en la cama y entonces delirante medio miró a la sirvienta -¿Hubo... noticias de la... inquisición?...- Preguntó en un tono débil, ella le acercó un vaso de jugo a los labios y él apartó el rostro sutilmente -Llevate esa putada de aquí...- Respondió bruscamente -Y no te... atrevas a desobedecerme...- Se esforzaba por hablar pero le era muy difícil -Gnhh...- Se contuvo de quejarse y sólo giró a un lado dándole la espalda a aquella mujer. -Traime... vino, no quiero ese jugo asqueroso...- Ordenó finalmente y suspiró sonando tembloroso en aquello.
-Señor, llegó una carta de la inquisición en respuesta a su carta de ayer, ¿Quiere que la traiga?- Dijo la chica intentando sonar tranquila pero estaba preocupada por Amour, él le gustaba tan vez demasiado. -No puede desayunar vino, entienda que necesita comer sano para ponerse bien-
-Vete a la mierda, perra entrometida- Contestó gruñendo bajo -No te estoy preguntando... y haz que... la carta sea traida a mí por Gabriel, nadie más debe tener en sus manos un documento así...- Dijo convaleciente, aún dándole la espalda.
Se asustó al esucharlo hablarle de esa manera y los ojos comenzaron a llenársele de lágrimas, pero quería pensar que la hería porque estaba enfermo y tenía mucho dolor -Está bien, amo Lance...- Contestó finalmente levantándose y yendo a informar a Gabriel de que le solicitaban, obviamente también para darle el vino que había ordenado y decirle que es lo que había pedido el confesor.
-Señor, llegó una carta de la inquisición en respuesta a su carta de ayer, ¿Quiere que la traiga?- Dijo la chica intentando sonar tranquila pero estaba preocupada por Amour, él le gustaba tan vez demasiado. -No puede desayunar vino, entienda que necesita comer sano para ponerse bien-
-Vete a la mierda, perra entrometida- Contestó gruñendo bajo -No te estoy preguntando... y haz que... la carta sea traida a mí por Gabriel, nadie más debe tener en sus manos un documento así...- Dijo convaleciente, aún dándole la espalda.
Se asustó al esucharlo hablarle de esa manera y los ojos comenzaron a llenársele de lágrimas, pero quería pensar que la hería porque estaba enfermo y tenía mucho dolor -Está bien, amo Lance...- Contestó finalmente levantándose y yendo a informar a Gabriel de que le solicitaban, obviamente también para darle el vino que había ordenado y decirle que es lo que había pedido el confesor.
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Re: Enfermedad del demonio {Gabriel}
Luego de dormir en el piso, lo más sano era internarse en su cama, y así lo hizo. Hecho un ovillo entre las sábanas y con la misma ropa puesta, comenzó a dormitar nueva mente, hasta que la puerta sonó una vez más. Suspiró resignado, y de nueva cuenta se levantó, suponiendo de quién se trataría. No fue de extrañar que su suposición fuese acertada, la sirvienta estaba ahí parada, pero esta vez con notorios ojos vidriosos, y las manos ocupadas.
- El amo Lance quiere que usted le lleve esta carta que llegó de la inquisición, y también quiere una copa de vino.
Gabriel la miró seriamente, y tomó primeramente la carta, observándola minuciosamente.
- Ninguna de ustedes la ha abierto, ¿verdad?
- No, mi señor.
- De acuerdo... Dame la copa también. Puedes retirarte.
Y luego de la acostumbrada reverencia, la mujer se retiró y dejó a un Jean deseoso por revisar la correspondencia de su tío. Sin embargo, sería muy tonto de su parte hacer algo de esa magnitud, así que el deseo se quedaría solo en eso. Rápidamente se cambió la ropa, no iría a la habitación de Amour con ropa del día anterior. Una vez estuvo listo, carta y vino en manos, se dirigió a los aposentos de su tío, y sin tocar, entró sigilosamente, y le vio aparentemente peor que el día anterior. En su rostro había ojeras que le daban una faceta más lúgubre de la usual, cosa que le causó un escalofrío. Caminó en silencio, alargándole la carta, y mientras la abría, diluyó medicamento en el licor, no se daría cuenta. Finalmente le dio la copa, y en el roce de manos, pudo sentir que la piel ajena le quemaba, cosa que le hizo abrir los ojos como platos por la impresión. La fiebre de Amour estaba más intensa que antes.
- Ah... Necesita bajar su fiebre.- Torpemente, se volteó para buscar lo necesario para hacer compresas, inconscientemente a la espera de que Amour bramara o le dijera algo. Sus nervios estaban a flor de piel.
- El amo Lance quiere que usted le lleve esta carta que llegó de la inquisición, y también quiere una copa de vino.
Gabriel la miró seriamente, y tomó primeramente la carta, observándola minuciosamente.
- Ninguna de ustedes la ha abierto, ¿verdad?
- No, mi señor.
- De acuerdo... Dame la copa también. Puedes retirarte.
Y luego de la acostumbrada reverencia, la mujer se retiró y dejó a un Jean deseoso por revisar la correspondencia de su tío. Sin embargo, sería muy tonto de su parte hacer algo de esa magnitud, así que el deseo se quedaría solo en eso. Rápidamente se cambió la ropa, no iría a la habitación de Amour con ropa del día anterior. Una vez estuvo listo, carta y vino en manos, se dirigió a los aposentos de su tío, y sin tocar, entró sigilosamente, y le vio aparentemente peor que el día anterior. En su rostro había ojeras que le daban una faceta más lúgubre de la usual, cosa que le causó un escalofrío. Caminó en silencio, alargándole la carta, y mientras la abría, diluyó medicamento en el licor, no se daría cuenta. Finalmente le dio la copa, y en el roce de manos, pudo sentir que la piel ajena le quemaba, cosa que le hizo abrir los ojos como platos por la impresión. La fiebre de Amour estaba más intensa que antes.
- Ah... Necesita bajar su fiebre.- Torpemente, se volteó para buscar lo necesario para hacer compresas, inconscientemente a la espera de que Amour bramara o le dijera algo. Sus nervios estaban a flor de piel.
Gabriel Brice- Eta
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Re: Enfermedad del demonio {Gabriel}
Se acomodó con dificultad entre las almohadas y rompiendo el sello se cera de la carta lo cual indicaba que no había sido abierta por nadie más se dispuso a intentar leer, sus ojos se perdían con facilidad por lo que se esforzaba por memorizar la última palabra leída para retomarla. La carta le pertenecía a Alexander, con algunas noticias de lo que estaba pasando durante su ausencia y cómo habían resuelto para repartir el trabajo entre todos y lo mucho que ya lo extrañaban él y Bruno aunque apenas haya pasado un día, también le informaba que irían a visitarlo pronto pero que no informarían en qué momento para que no pudiera ocultarse de ellos.
En fin, banalidades que afortunadamente no eran tan importantes, se abrió la bata algo desganado, tenía mucho calor, jadeó recargando bien la cabeza contra la almohada y separó un poco las piernas sobre la cama para sentirse más cómodo, tomó su copa de vino y puso la carta a un lado como pudo, se mentalizó y dio un trago largo con el que se terminó la copa, se pasó el vino sin pensarlo más y se retorció después haciendo a un lado la copa en la cama dejando escuchar un quejido quedando de lado en la cama con la respiración lenta como de animal herido. Se quedó a sí durante un momento cerrando los ojos y después se esforzó por acomodarse boca arriba de nuevo mirando con los ojos entrecerrados el techo, ya respiraba con la boca abierta, su fiebre estaba asfixiándolo, comenzó a ver imágenes entrecortadas primero, como cuando se está en un estado de somnolencia pero aún se sabe que no se está dormido del todo, como pudiendo estar en ambas partes por un momento, justo eso le pasaba, poco a poco se fue dejando abandonar por esas alucinaciones que le tomaron tan débil que no hubo pretexto alguno para no dejarse ir en eso. Comenzó a pronunciar sílabas entrecortadas primero con las que era difícil definir lo que había querido decir y de repente un nombre -Bruno... Bruno, idiota, ¿A... dónde vas? No... no te vayas, no digas tonterías yo... yo... te amo...- Musitó mientras negaba débilmente con la cabeza y veía a la nada. -No te lo dije porque... soy un rastrero... rastrero asqueroso, me gusta jugar... al gato y al ratón... como en todo lo que hago...- Musitaba como un demente hablándole al viento, ah pero la silueta de Bruno estaba allí con él, podía verlo tan claramente, tal y como siempre lo anhelaba, tenerlo tan cerca sólo para sí.
En fin, banalidades que afortunadamente no eran tan importantes, se abrió la bata algo desganado, tenía mucho calor, jadeó recargando bien la cabeza contra la almohada y separó un poco las piernas sobre la cama para sentirse más cómodo, tomó su copa de vino y puso la carta a un lado como pudo, se mentalizó y dio un trago largo con el que se terminó la copa, se pasó el vino sin pensarlo más y se retorció después haciendo a un lado la copa en la cama dejando escuchar un quejido quedando de lado en la cama con la respiración lenta como de animal herido. Se quedó a sí durante un momento cerrando los ojos y después se esforzó por acomodarse boca arriba de nuevo mirando con los ojos entrecerrados el techo, ya respiraba con la boca abierta, su fiebre estaba asfixiándolo, comenzó a ver imágenes entrecortadas primero, como cuando se está en un estado de somnolencia pero aún se sabe que no se está dormido del todo, como pudiendo estar en ambas partes por un momento, justo eso le pasaba, poco a poco se fue dejando abandonar por esas alucinaciones que le tomaron tan débil que no hubo pretexto alguno para no dejarse ir en eso. Comenzó a pronunciar sílabas entrecortadas primero con las que era difícil definir lo que había querido decir y de repente un nombre -Bruno... Bruno, idiota, ¿A... dónde vas? No... no te vayas, no digas tonterías yo... yo... te amo...- Musitó mientras negaba débilmente con la cabeza y veía a la nada. -No te lo dije porque... soy un rastrero... rastrero asqueroso, me gusta jugar... al gato y al ratón... como en todo lo que hago...- Musitaba como un demente hablándole al viento, ah pero la silueta de Bruno estaba allí con él, podía verlo tan claramente, tal y como siempre lo anhelaba, tenerlo tan cerca sólo para sí.
Última edición por Amour Brice el Vie Sep 26, 2014 5:49 pm, editado 1 vez
Amour Brice- Dseta
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Re: Enfermedad del demonio {Gabriel}
Eso estaba mal, los delirios de Amour estaban fuera de los parámetros de lo normal. Gabriel lo sabía. Eso le tenía preocupado, pero no podía hacer más. Los paños estaban puestos mientras su tío se retorcía en su cama por el malestar, y él permanecía en un asiento alejado de la cama, observando en silencio, abrazando sus piernas, y con la cabeza llena de miles de pensamientos. Escuchar al Brice hablar de amar a alguien era algo que lo desconcertaba y a la vez le hacía sentir cierto rencor, un regusto amargo en la boca y una sensación extraña en el pecho, justo en donde se alojaba esa otra que le confundía tanto. Eso, sumado a todas sus reflexiones destructivas del día anterior lo mantenían en un letargo silencioso.
Entendía que esa clase de cosas salían de él por los delirios que la alta temperatura le causaba, pero también era posible que las cosas que decía fueran reales. Decían que la gente ebria decía verdades, tal vez un enfermo podría hacerlo también. Amour era un hombre muy frívolo y cruel, es todo lo que siempre veía de él. Tal vez el único amor del que había tenido conocimiento es el que le tuvo a su hermano. Pero por lo demás... su tío era la persona más despreciable que conocía. El repudio que le causaba era inmenso, pero tal vez no era tan grande como el que se tenía a sí mismo por ser tan patético. Ahora sentía que temblaba de miedo, se martirizaba pensando en lo que Lance le podría hacer una vez se hubiera curado. Siempre se preguntaba por qué...
¿Por qué disfrutaba hacerlo sufrir? ¿Qué placer obtenía al someterlo y hacerlo sentir tan débil? El placer de la carne era muy sucio y ruin, arruinaba hasta al más bueno de los hombres, corrompía... Era tan asqueroso, no lo entendía. Sentía repudio cada que él le tocaba. Sin embargo... al momento... a pesar del asco que le producía, podía sentir el éxtasis y los choques en su cuerpo. Eso era lo que más le aberraba. Sus ojos intensamente verdes lo observaban con esa frustración. Se enfocó en observar su cuerpo, en repasarlo una y otra vez, como si en ese cuerpo pudiese encontrar las respuestas a la infinidad de incógnitas que habían en su mente, pero todo lo que encontraba era piel perlada en sudor que seguramente emanaba calor, unas formas que tal vez le provocaban algo, una expresión dde debilidad que movía su pecho y le hacía apretar los labios, mientras que su tío continuaba balbuceando el nombre del otro inquisidor.
Algo en sus pensamientos, que fue acompañado de una punzada en el vientre, le hizo levantarse con suavidad, y sin quitar esa expresión penetrante, caminó justo a un lado de la cama del Brice mayor. Repasó su rostro una y otra vez, delineó la nariz perfilada con la mirada, hasta llegar al contorno de sus labios, rosados por la fiebre y húmedos por el sudor. Lo que estaba en su mente en ese momento era la misma pregunta: "¿Por qué?" Esa duda lo carcomía, porque implicaba tantas cosas... Los labios de Lance se le antojaban para resolver algo de ese mar de pensamientos que tenía, y torpemente se fue inclinando, hasta que irremediablemente, sus labios y los ajenos se unieron en un suave contacto que pareció electrocutarle de manera extraña. Por su espalda subió un escalofrío extraño. ¿Qué era esa sensación?
Entendía que esa clase de cosas salían de él por los delirios que la alta temperatura le causaba, pero también era posible que las cosas que decía fueran reales. Decían que la gente ebria decía verdades, tal vez un enfermo podría hacerlo también. Amour era un hombre muy frívolo y cruel, es todo lo que siempre veía de él. Tal vez el único amor del que había tenido conocimiento es el que le tuvo a su hermano. Pero por lo demás... su tío era la persona más despreciable que conocía. El repudio que le causaba era inmenso, pero tal vez no era tan grande como el que se tenía a sí mismo por ser tan patético. Ahora sentía que temblaba de miedo, se martirizaba pensando en lo que Lance le podría hacer una vez se hubiera curado. Siempre se preguntaba por qué...
¿Por qué disfrutaba hacerlo sufrir? ¿Qué placer obtenía al someterlo y hacerlo sentir tan débil? El placer de la carne era muy sucio y ruin, arruinaba hasta al más bueno de los hombres, corrompía... Era tan asqueroso, no lo entendía. Sentía repudio cada que él le tocaba. Sin embargo... al momento... a pesar del asco que le producía, podía sentir el éxtasis y los choques en su cuerpo. Eso era lo que más le aberraba. Sus ojos intensamente verdes lo observaban con esa frustración. Se enfocó en observar su cuerpo, en repasarlo una y otra vez, como si en ese cuerpo pudiese encontrar las respuestas a la infinidad de incógnitas que habían en su mente, pero todo lo que encontraba era piel perlada en sudor que seguramente emanaba calor, unas formas que tal vez le provocaban algo, una expresión dde debilidad que movía su pecho y le hacía apretar los labios, mientras que su tío continuaba balbuceando el nombre del otro inquisidor.
Algo en sus pensamientos, que fue acompañado de una punzada en el vientre, le hizo levantarse con suavidad, y sin quitar esa expresión penetrante, caminó justo a un lado de la cama del Brice mayor. Repasó su rostro una y otra vez, delineó la nariz perfilada con la mirada, hasta llegar al contorno de sus labios, rosados por la fiebre y húmedos por el sudor. Lo que estaba en su mente en ese momento era la misma pregunta: "¿Por qué?" Esa duda lo carcomía, porque implicaba tantas cosas... Los labios de Lance se le antojaban para resolver algo de ese mar de pensamientos que tenía, y torpemente se fue inclinando, hasta que irremediablemente, sus labios y los ajenos se unieron en un suave contacto que pareció electrocutarle de manera extraña. Por su espalda subió un escalofrío extraño. ¿Qué era esa sensación?
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Re: Enfermedad del demonio {Gabriel}
Amour estaba musitando su nombre, Bruno se iba, se iba y él estaba allí moribundo y solo... Sabía que era un cabrón, tan cabrón como él o quizá peor y por eso es que lo amaba, un amor enfermo. Pero entonces el rostro bendito de Gabriel se puso frente a él y respiró tembloroso mientras sus ojos se llenaban de lágrimas -Gabriel...- Pronunció su nombre bajito antes de que el otro consumara ese beso que le incendió el alma, se sintió conmovido, levantó una mano débilmente para acariciar su mejilla y mordió uno de sus labios cuando el otro intentó separarse -...¿Qué... haces?- Preguntó manteniendo los ojos cerrados, su respiración estaba agitada, ¿El hijo de puta pretendía aprovecharse todavía más de su enfermedad? Con la poca cordura que le quedaba pensó para sí "Ese es mi Brice..." Todavía el muy cabrón se arqueó un poco contra él con la poca fuerza que le quedaba, quizá sí estaba trastornado por la fiebre.
Amour Brice- Dseta
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Re: Enfermedad del demonio {Gabriel}
El ardor era insoportable, quemaba, lenguas de fuego que abrazaban su cuerpo, calor que viajó velozmente hasta su pecho y su vientre, y le hizo abrir los ojos como platos por el susto de esa sensación. Quiso separarse, ¿qué estaba haciendo? Pero lo detuvieron, su labio inferior sintió el tirón producto de la mordida del inquisidor. Otra descarga eléctrica, ahogó un sutil gemido, involuntario por supuesto. Todo su cuerpo se estremeció con la caricia, y fue como si sus ojos centellaran. Su tío, que estaba debajo de él, ahora se le antojaba mucho más que antes. ¡Qué giro habían dado sus pensamientos! ¿Es que era esa la respuesta? No podía ser... Su cordura no ayudaba, y su cuerpo mucho menos. Fue como si dejara de pensar, y todo lo que hizo fue regresar a besar esos condenados labios con una voracidad que desconocía de sí mismo. Tenía ansias, demasiadas, necesitaba de ese contacto porque algo en su pecho estaba despertando, y quería de una maldita vez por todas sacarse todo aquello que tenía guardado en el pecho y a diario lo mataba un poco más. ¿Odio? ¿Rencor? ¿Deseo? ¿Cariño? ¡Todo era tan confuso! Pero a la vez, esos sentimientos se entremezclaban justo ahora y lo estaban guiando, tal vez a su perdición. Su mano, temblorosa por el drástico aumento de adrenalina en su cuerpo, subió torpemente por el torso ajeno. Era una nueva sensación. Por primera vez en muchos años, el asco no estaba. Había desaparecido tal vez un instante, al igual que su consciencia. La piel le quemaba, era como si le transmitiera el calor de su fiebre, y pronto comenzaría a hervir. Recordó en un momento de lucidez que Amour estaba en esa disposición porque estaba enfermo, y a pesar de que su cuerpo le exigía ser brusco, ese "algo" en su pecho no se lo permitió, porque sabía que lo lastimaría. Con cuidado de no tropezar las paperas, bajó su rostro hasta el pecho del Brice mayor, y se dio el deleite de probar esa piel sin ningún remordimiento de momento. No se había dado cuenta, pero ya estaba sobre de él como un animal, tal vez de la misma forma en la que Lance lo aprisionaba a él, pero Gabriel no lastimaba, mas sí dominaba. Ahora estaba actuando como todo un Brice...
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Re: Enfermedad del demonio {Gabriel}
Estaba completamente loco, en ese estado sentirle sobre él fue tan jodidamente reconfortante que dejó escuchar un jadeo de satisfacción entre aquel beso, que obviamente llevaba con todo el cuidado que podía porque le dolían mucho esas jodidas glándulas que afortunadamente no se le veían tan inflamadas, quizá no se le notara mucho pero le dolían como el infierno, sólo que ese pensamiento se fue evaporando cuando los labios ajenos se posaban sobre los suyos de forma insistente y lasciva... demonios, comenzaba a excitarse demasiado, abrió las piernas un poco para que el otro se acomodara mejor y pudiera besarlo a gusto, sólo tenía en su cuerpo esa bata de seda turquesa que le cubría sutilmente esas perfectas formas. Subió el rostro con cierta lentitud pero dejándolo bajar y tembló ante la mano que le recorrió, enredó sus dedos en los cabellos ajenos y gimió bajo llevando una mano a aferrarse a las sábanas con fuerza ¿Eso también era parte de sus alucinaciones? Porque si así era deseaba estar en trance un buen rato. La fiebre estaba ayudando a excitarlo muy rápido y eso sólo lo hacía ansiar mas de aquel cuerpo que siempre le ponía a hervir la sangre con fiebre o no, Gabriel era un lujo que se daba sólo él, su propiedad, su placer, su todo en la mansión Brice.
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Re: Enfermedad del demonio {Gabriel}
La manera en la que sentía aquello era muy distinta a todas las ocasiones en las que Lance lo había tomado, porque lo había hecho a la fuerza y contra su voluntad. Gabriel siempre rehuía a ello, y aunque su cuerpo lo disfrutara, era una tortura espiritual y psicológica, y solo contribuía más a aplastar su nulo autoestima y destruir su de por sí delicado balance emocional. Pero esa ocasión... En ese justo momento, era la primera vez que sentía un vínculo, un deseo mutuo que le movía y le incitaba a continuar. Una punzada en su vientre se lo dijo al momento en el que su tío le tomó por los cabellos y dejó escuchar esos gemidos, que extrañamente encantaron a Jean. ¿Era eso lo que Amour sentía cada vez que abusaba de él? No lo creía posible... Él era más violento, más frívolo. Tendría que ser igual de cruel que él para hacerlo, pero no podía. A pesar del hambre bestial del que era presa, también estaba teniendo el cuidado suficiente como para no hacerle sentir peor por las paperas. Se acomodó sin pensarlo entre las piernas del inquisidor, sus manos bajaron descaradamente acariciando los muslos ajenos para acomodar mejor ambas piernas, y luego se metió bajo la bata para pasearse de lleno por toda esa piel. Succionaba aquí y allá, dejando irremediables marcas sin estar consiente de ello. Su entrepierna cubierta rozaba con la desnudez del otro, podía sentir cómo se endurecía esa parte en específico, y con mayor propósito movía sus caderas para friccionarla. No era un experto, pero su cuerpo recordaba cómo le gustaba o le gustaría ser tratado, por lo que Gabriel intentaba hacer eso mismo. Subió de nueva cuenta, sintiéndose necesitado de un nuevo beso. Quiso saborear la lengua de su tío, memorizarse ese sabor más que nunca, disfrutar de las sensaciones que su cuerpo le estaba brindando ahora, porque seguramente cuando reaccionara se iría a vomitar a sus aposentos.
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Re: Enfermedad del demonio {Gabriel}
Dejó que el otro le abriera las piernas sin hacer nada por detenerlo, estaba como ido recostado contra la cama en esa gran almohada de plumas mientras el otro recorría su piel de esa manera tan abrupta y deliciosa, sus labios eran suaves, fríos a comparación de su propia piel y le dejaban un cosquilleo extraño en el estómago mientras avanzaban aquí y allá, le gustaba eso de que le dejara marcas, eso lo excitaba, y aunque se sentía morir la excitación aminoraba las sensaciones que justo ahora experimentaba, se mordió el labio inferior levantando el mentón y exhalando aire con brusquedad ante el primer roce contra su entrepierna, pudo sentir lo duro que estaba, pero él era orgulloso, justo se le calibraron las neuronas en cuanto comenzó a gustarlo lo que el otro le hacía, logró traerlo del limbo a la realidad de un jalón, recordarle que no podía irse porque lo tenía a él... quizá no siempre de manera voluntaria pero sí incondicional. Impulsó sus caderas contra las ajenas en movimientos lentos e intensos acompasando su respiración a ese suave vaivén que buscaba seguir caldeando la situación a su favor. -¡A-ahh!- Gimió volteando a un lado y peinando los cabellos de Gabriel hacia atrás en una caricia que pareció cariñosa por lo espontanea que había sido. -Sigue... ¡mhh! No pares...- Le pidió de forma hilarante.
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