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Enfermedad del demonio {Gabriel}
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Enfermedad del demonio {Gabriel}
Recuerdo del primer mensaje :
Amour una buena mañana despertó con un dolor espantoso en la garganta, le hubiera gustado gritar pero el simple hecho de sentir aquel dolor en su garganta era demasiado para él, se retorció de dolor allí por un momento al intentar tocar su garganta, estaba ya algo inflamada. Era terrible, él era el hombre más sano del mundo, no podía creer que ahora hubiese amanecido tan mal, para variar cuando intentó levantarse todo le dio vueltas por lo que supo que tenía fiebre, en la ventana podía notarse que estaba lloviendo y él moría de calor, además estaba adolorido terriblemente de todo el cuerpo, llamó a una de sus sirvientas con una "ridícula" campana que tenía para cuando no se quería molestar en gritarles aunque eso era raro pero justo ahora era preciso utilizarla -Trae... un doctor... dile que se apresure....- Le ordenó cerrando los ojos mientras su respiración se agitaba por lo enfermo que se sentía.
La servidumbre estaba vuelta loca, todas las siervas muy tristes se pasaban la noticia de que el amo estaba enfermo, lo adoraban por muy mal que el otro pudiera llegar a tratarlas en su llegada del trabajo pero finalmente el castaño siempre trataba de ser un caballero con ellas de alguna manera, sabía bien que tener de su lado a la servidumbre era bueno, como ahora que sufrían por él. El mayor de los Brice estaba muy mal, la fiebre comenzaba a aumentar, incluso comenzó a alucinar, veía a Bruno, su buen amigo Bruno rondando su cuarto... pero después vio a su hermano, este le miraba feo, lo sabía no había educado a sus hijos como el otro hubiera querido, su adorado hermano era un santo, y él un patán hecho y derecho, afrontó esa mirada supuestamente de modo digno aunque en la realidad sólo mirara a la nada con expresión decaída.
Al llegar el médico a atenderle y palpar su garganta al notar la ligera inflamación debajo de las orejas se dio cuenta que Lance había contraído paperas, mandó algunos analgésicos naturales para él y compresas frías y baños con agua fría para bajar su fiebre, no había más que hacer que dejarle reposar y esperar a que se curara solo, si la inflamación empeoraba debería alimentarse de líquidos para que no fuera tan doloroso para él, unas compresas hechas de plantas medicinales ayudarían a la inflamación en sus cuerdas bucales, Amour estaba convaleciente, realmente se sentía muy mal, ordenó como pudo que todas las sirvientas salieran de allí y cerraran con llave tras de sí, no quería contagiar a nadie y menos que le vieran convalecer, estaría delirando pero lo que sí escuchó bien en medio de su delirio fue que podría curarse solo por lo que mandó que se largaran. Se durmió durante unas horas mientras su fiebre no disminuía...
La servidumbre realmente estaba preocupada por el amo Lance, pero definitivamente no iban a desafiar sus ordenes, por lo que una de las sirvientas, la más joven corrió aterrada a refugiarse en el torso de Gabriel en cuanto le vio -¡Amo Gabriel haga que el amo Lance tome su tratamiento por favor! ¡Le han diagnosticado paperas esta mañana y nos ordenó irnos de su habitación y cerrar bajo llave! Amaneció muy mal pero no quiere que nadie lo moleste, realmente me preocupa su condición...- Le dijo la chiquilla al ojiverde muy conmocionada.
Amour una buena mañana despertó con un dolor espantoso en la garganta, le hubiera gustado gritar pero el simple hecho de sentir aquel dolor en su garganta era demasiado para él, se retorció de dolor allí por un momento al intentar tocar su garganta, estaba ya algo inflamada. Era terrible, él era el hombre más sano del mundo, no podía creer que ahora hubiese amanecido tan mal, para variar cuando intentó levantarse todo le dio vueltas por lo que supo que tenía fiebre, en la ventana podía notarse que estaba lloviendo y él moría de calor, además estaba adolorido terriblemente de todo el cuerpo, llamó a una de sus sirvientas con una "ridícula" campana que tenía para cuando no se quería molestar en gritarles aunque eso era raro pero justo ahora era preciso utilizarla -Trae... un doctor... dile que se apresure....- Le ordenó cerrando los ojos mientras su respiración se agitaba por lo enfermo que se sentía.
La servidumbre estaba vuelta loca, todas las siervas muy tristes se pasaban la noticia de que el amo estaba enfermo, lo adoraban por muy mal que el otro pudiera llegar a tratarlas en su llegada del trabajo pero finalmente el castaño siempre trataba de ser un caballero con ellas de alguna manera, sabía bien que tener de su lado a la servidumbre era bueno, como ahora que sufrían por él. El mayor de los Brice estaba muy mal, la fiebre comenzaba a aumentar, incluso comenzó a alucinar, veía a Bruno, su buen amigo Bruno rondando su cuarto... pero después vio a su hermano, este le miraba feo, lo sabía no había educado a sus hijos como el otro hubiera querido, su adorado hermano era un santo, y él un patán hecho y derecho, afrontó esa mirada supuestamente de modo digno aunque en la realidad sólo mirara a la nada con expresión decaída.
Al llegar el médico a atenderle y palpar su garganta al notar la ligera inflamación debajo de las orejas se dio cuenta que Lance había contraído paperas, mandó algunos analgésicos naturales para él y compresas frías y baños con agua fría para bajar su fiebre, no había más que hacer que dejarle reposar y esperar a que se curara solo, si la inflamación empeoraba debería alimentarse de líquidos para que no fuera tan doloroso para él, unas compresas hechas de plantas medicinales ayudarían a la inflamación en sus cuerdas bucales, Amour estaba convaleciente, realmente se sentía muy mal, ordenó como pudo que todas las sirvientas salieran de allí y cerraran con llave tras de sí, no quería contagiar a nadie y menos que le vieran convalecer, estaría delirando pero lo que sí escuchó bien en medio de su delirio fue que podría curarse solo por lo que mandó que se largaran. Se durmió durante unas horas mientras su fiebre no disminuía...
La servidumbre realmente estaba preocupada por el amo Lance, pero definitivamente no iban a desafiar sus ordenes, por lo que una de las sirvientas, la más joven corrió aterrada a refugiarse en el torso de Gabriel en cuanto le vio -¡Amo Gabriel haga que el amo Lance tome su tratamiento por favor! ¡Le han diagnosticado paperas esta mañana y nos ordenó irnos de su habitación y cerrar bajo llave! Amaneció muy mal pero no quiere que nadie lo moleste, realmente me preocupa su condición...- Le dijo la chiquilla al ojiverde muy conmocionada.
Amour Brice- Dseta
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Re: Enfermedad del demonio {Gabriel}
Estaba aturdido, era como si no fuera él en ese momento pero a la vez su consciencia estaba ahí presente, observando lo que estaba pasando, disfrutándolo de cierta manera y también sacando conclusiones sutiles de ello. Gabriel se sentía fuerte, sentía que al fin era capaz de tener control sobre algo en su vida, al menos por un instante, y vaya manera de tenerlo. El que Amour le hablara así debió de asustarlo, y en realidad lo hizo, pero de igual manera lo disfrutó. Tal vez eso era lo que más le asustaba, el hecho de que estaba gozando de todo él, de su piel, su calor, su sabor, su voz, esas caricias que de repente le daba... Sensaciones totalmente nuevas para el joven Brice y que naturalmente lo tenían embriagado y deseoso de continuar. Ya conocía el cuerpo del inquisidor, pero no había tenido conciencia de lo que se sentía realmente tocarlo, y sus manos se estaban dando ese placer.
Una de ellas bajó de nueva cuenta por su abdomen hasta llegar a su vientre, y sintió algo duro en su camino. Lo tomó sin titubear, la humedad del miembro le hizo estremecerse. Pasó el pulgar sobre la punta, y bajó un poco para estirarle la piel. Tantas veces había hecho eso, pero ninguna comparada con esa. Ahora, su mano masturbaba a su tío, queriendo que se retorciera debajo suyo, mientras que sus labios ya devoraban sus pezones salados por el sudor. El calor llegó a un punto en el que casi se podía afirmar que también estaba enfermo, pero la verdad era que estaba lleno de fuego por dentro. Se sintió sofocado por ese calor, y tuvo que detener lo que hacía para quitarse la manga larga con la que vestía, dejando su torso desnudo, olvidándose de todas las cicatrices que marcaban su piel y le avergonzaban.
Sus ojos verdes enfocaron el rostro de Amour como jamás lo había hecho, y en un momento de consciencia sintió vergüenza y culpa, ambos sentimientos fugaces que le hicieron cuestionarse. ¿Qué estaba haciendo? ¿Era aquello correcto? Tal vez lo que Jean quería era que su verdugo sintiera lo que él sentía cada que lo ultrajaba, y a la vez quería entender por qué lo hacía, pero la manera en la que se habían puesto las cosas mostraba una situación distinta de las demás, porque era claro que ambos lo estaban disfrutando. La gran diferencia era que Gabriel no podría lastimar a Lance, sin embargo sí se sentía como una bestia.
Después de reclamar una vez más los labios ajenos, se levantó de la cama con cuidado, y con prisa rebuscó entre los cajones del Brice mayor por aquel pomo de lubricante que siempre tenía a la mano para toda ocasión, porque era claramente consciente de que él no era el único con el que Amour pasaba las noches, y eso le llenaba de rabia y dolor silenciosos. Con el pomo en manos, volvió a donde debía, y tomó las piernas del inquisidor una vez más para acomodarlas y acariciarlas de forma lasciva. Miró su sexo erguido, y se estremeció. A pesar de todo, el asco no había desaparecido por completo, y pensar en engullirlo aún le causaba repudio. Así que se limitó a hacer lo que tenía en mente desde antes. Abrió el frasco, y tomó una generosa cantidad del líquido viscoso, llevando luego su mano hacia la entrada del otro. Primero acarició con movimientos circulares, y suavemente fue empujando uno de sus dedos hasta que este entró por completo, cosa que le hizo jadear. Amour era muy estrecho, ¿cómo iba a entrar en él? Pensaba en todas las veces en las que a él lo había penetrado sin preparación alguna y el hórrido dolor que eso le había causado. Era terrible... Pero el sentir lo apretado que su amo estaba le causaba continuas punzadas en el vientre. Su miembro continuaba atrapado debajo del pantalón, y ya comenzaba a doler por el deseo de ser atendido, y ver la manera en la que sus dedos eran aprisionados por aquella cavidad hacía que se le antojara aún más.
Una de ellas bajó de nueva cuenta por su abdomen hasta llegar a su vientre, y sintió algo duro en su camino. Lo tomó sin titubear, la humedad del miembro le hizo estremecerse. Pasó el pulgar sobre la punta, y bajó un poco para estirarle la piel. Tantas veces había hecho eso, pero ninguna comparada con esa. Ahora, su mano masturbaba a su tío, queriendo que se retorciera debajo suyo, mientras que sus labios ya devoraban sus pezones salados por el sudor. El calor llegó a un punto en el que casi se podía afirmar que también estaba enfermo, pero la verdad era que estaba lleno de fuego por dentro. Se sintió sofocado por ese calor, y tuvo que detener lo que hacía para quitarse la manga larga con la que vestía, dejando su torso desnudo, olvidándose de todas las cicatrices que marcaban su piel y le avergonzaban.
Sus ojos verdes enfocaron el rostro de Amour como jamás lo había hecho, y en un momento de consciencia sintió vergüenza y culpa, ambos sentimientos fugaces que le hicieron cuestionarse. ¿Qué estaba haciendo? ¿Era aquello correcto? Tal vez lo que Jean quería era que su verdugo sintiera lo que él sentía cada que lo ultrajaba, y a la vez quería entender por qué lo hacía, pero la manera en la que se habían puesto las cosas mostraba una situación distinta de las demás, porque era claro que ambos lo estaban disfrutando. La gran diferencia era que Gabriel no podría lastimar a Lance, sin embargo sí se sentía como una bestia.
Después de reclamar una vez más los labios ajenos, se levantó de la cama con cuidado, y con prisa rebuscó entre los cajones del Brice mayor por aquel pomo de lubricante que siempre tenía a la mano para toda ocasión, porque era claramente consciente de que él no era el único con el que Amour pasaba las noches, y eso le llenaba de rabia y dolor silenciosos. Con el pomo en manos, volvió a donde debía, y tomó las piernas del inquisidor una vez más para acomodarlas y acariciarlas de forma lasciva. Miró su sexo erguido, y se estremeció. A pesar de todo, el asco no había desaparecido por completo, y pensar en engullirlo aún le causaba repudio. Así que se limitó a hacer lo que tenía en mente desde antes. Abrió el frasco, y tomó una generosa cantidad del líquido viscoso, llevando luego su mano hacia la entrada del otro. Primero acarició con movimientos circulares, y suavemente fue empujando uno de sus dedos hasta que este entró por completo, cosa que le hizo jadear. Amour era muy estrecho, ¿cómo iba a entrar en él? Pensaba en todas las veces en las que a él lo había penetrado sin preparación alguna y el hórrido dolor que eso le había causado. Era terrible... Pero el sentir lo apretado que su amo estaba le causaba continuas punzadas en el vientre. Su miembro continuaba atrapado debajo del pantalón, y ya comenzaba a doler por el deseo de ser atendido, y ver la manera en la que sus dedos eran aprisionados por aquella cavidad hacía que se le antojara aún más.
Gabriel Brice- Eta
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Re: Enfermedad del demonio {Gabriel}
El recorrido de sus manos le hacía sentir espasmos de excitación, su cuerpo estaba muchísimo más sensible debido a la fiebre, cualquier toque era como el estrago de una explosión sobre su epidermis. Pero ni siquiera se había dado cuenta él mismo lo duro que ya estaba y lo deseoso hasta que el otro puso u mano sobre su erección que le dolió de lo dura que se puso con ese tacto,se retorció bruscamente abriendo la boca como un poseso, y quizá sí lo estaba, poseso de abruptas sensaciones que amenazaban con romper su razón y derribar sus débiles defensas que sólo cayeron como piezas de dominó al pensar "Déjate llevar, no intentes pelear contra esto" pero una parte de él lo contradecía "NO ¿Cómo va a respetarte si lo dejas que te monte mientras te mueres de fiebre? ¡El trabajo de tu vida se va a ir al caño!" Escuchando aquellas cosas intentó alejarlo, pero el placer lo hacía doblarse, le gustaba mucho el ritmo que estaba llevando -Ahh... bastah... detente- Alcanzó a musitar pero cuando esa lengua húmeda y lasciva se paseó por sus pezones gimió con ganas y se arqueó contra la cama -¡Noh-nnh!- Cerró los ojos con fuerza y cuando al fin se detuvo por un momento se quedó allí tirado con la respiración agitada temblando de ganas. Decidió mantener los ojos cerrados, intentar pensar en otra cosa pero le excitaba muchísimo escuchar que la ropa ajena hubiera caído al piso y que volviera sobre él, volvió a gemir avergonzándose de ello fugazmente y lo miró algo confundido pero con la mirada perdida tanto por la fiebre como por la excitación...Se mordió el labio inferior intentando poner resistencia a que abriera sus piernas tan descaradamente pero dentro de él había un debate tan confuso que sólo atinó a gruñir comenzando a abrumarse con tantas cosas -Dem...onios... ¡Ga-briel! ¡GNHH!- Tembló completo al sentir ese dedo deslizándose en esa zona que había estado completamente prohibida para un idiota como él, pero que ahora reclamaba tan repentinamente, dejó escuchar un quejido, era incómodo que le viera en esa situación porque pese a lo mucho que lo odiaba y repudiaba y gustaba de pisotear justo ahora deseaba lo que estaba pasando por bizarro e incorrecto que eso fuera. Tenía mucho tiempo que no era sometido por nadie... y si es que lo había sido no fue en sus cinco sentidos, porque para él penetrar a alguien era un método de dominación con significados más arraigados que el placer mismo que arraigaban. Entonces intentó muy débilmente debatirse de esa humillación, alejarse de él poniendo sus manos de por medio tomando su rostro con ambas manos e intentando alejarlo aunque el toque de sus manos por sus torneados muslos le erizara la piel y le hiciera derretirse -Quítate... no te atrevas...- Le pronunció agitado mirándole peligrosamente con esas orbes decaídas, ese semblante desgastado, demacrado.
Amour Brice- Dseta
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Re: Enfermedad del demonio {Gabriel}
Aquel primer dedo ya se movía con mayor soltura, y Gabriel no iba a escatimar en meterle uno más para hacer que se dilate otro poco. Devorando su piel, no le importaba nada, ni si quiera esa negación que de repente había surgido por parte de Amour. Era más que obvio que el inquisidor estaba consciente, y que justo en ese momento estaba recuperando su cordura, pero era muy tarde. Jean alzó el rostro poniendo apenas un poco de oposición al empuje ajeno, sin mover sus dedos de donde estaban ni mucho menos el resto de su cuerpo. Una alarma en su cabeza sonó, una que le decía que debería de estar temiendo esa mirada que ahora se clavaba sobre él. Pero no fue suficiente. Gabriel frunció el ceño, y en lugar de ceder a esa mirada, la suya se encendió más, retando a su tío. El movimiento de sus dedos se violentó aún más en el interior ajeno. Volteó el rostro cínicamente para dar un beso a una de las palmas que le aprisionaban, y después, aferró ambas muñecas con una sola mano, usando una fuerza de la que no era consciente. Así apartó el agarre de su verdugo, y puso sus manos por encima de su cabeza, sin soltarlas. No decía nada, solo le veía con tal seriedad que parecía lleno de ira, casi como si sus ojos verdes pudieran matarlo con el filo de su mirada. Entonces retiró sus dedos del interior estrecho, y llevó su mano a desabrocharse el pantalón. Ahora estaba dando paso a otro sentimiento que siempre se había guardado, la frustración. Estaba dispuesto a descargarse en ese momento, y la manera en la que lo besó fue evidencia de ello. Magullaba los labios ajenos con los propios, los mordía de forma intensa, un beso fiero, salvaje, en un ambiente lleno de hormonas. Su virilidad había quedado libre, estaba demasiado dura y dolía, se rozaba con el sexo de Amour al estar así sobre él, y hasta que rompió con el beso, tomó su falo y adoptó una mejor posición entre esas piernas. Se frotó el tronco con su mano lubricada, jadeando por los choques eléctricos producidos, definitivamente estaba muy excitado. Y al final, acomodó la punta justo en la entrada, y empujó sin ninguna consideración, completamente hasta el fondo, descargando su primera oleada de ira. Frunció el ceño y lanzó un gruñido que luego fue acompañado de un jadeo violento, la sensación era increíble. Estaba tan apretado que se sentía incapaz de moverse, y todo lo que hacía eran pequeños círculos con la cadera. Algo simplemente sensacional.
Gabriel Brice- Eta
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Re: Enfermedad del demonio {Gabriel}
No podía abrir mucho la boca, cuando el otro lo forzó a besarlo con tanta brusquedad dejó escuchar un quejido lastimero e intentó alejarse de eso que le hacía sentir dolor y a la vez le excitaba tanto, pero es que no podía dejar de sentirse mal, se estaba muriendo. Gruñó al sentir que jugaba así con su cordura y le miró decidido, como una fiera salvaje, no domesticada, que aterraba y seducía a la vez... semejante a ese momento en el que algún incauto se topa de frente con un majestuoso felino y y puedes oler el terror en el aire y el sigilo y la elegancia con la que el depredador decide atacar, calmado, como si nada le apurara, así era Amour, incluso ahora... Le miró y cuando el otro decidió entrar de esa manera en él se arqueó gruñendo, el placer era delicioso pero a la vez le dolió tanto que le volteó la cara de un golpe, no supo de dónde tuvo fuerzas -¡AAH! ¡Aah! Idiota...- Jadeó aquel insulto hacia él y se lanzó a morder su maxilar con fuerza para desquitar su dolor pero para intentar excitarlo de esa forma, golpeó con la palma abierta su hombro de nuevo causando un sonido sordo pero aferró sus piernas a la cintura ajena deteniendo aquel movimiento circular sólo pegando bien sus cinturas en un movimiento firme disfrutando de esa intromisión con su respiración agitada y la boca entreabierta, sus orbes castañas estaban veladas en placer, pero también con esa letalidad del "Príncipe de la muerte" tal y como le llamaban en la inquisición.
Amour Brice- Dseta
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Re: Enfermedad del demonio {Gabriel}
El dolor era algo desconocido, indescriptible, muy diferente a lo que él tenía concebido desde hacía mucho tiempo. El golpe de éxtasis que se formó en su vientre fue directamente proporcional a la punzada de dolor que recibió en el rostro. Apretó los ojos, alzó el mentón, dando paso a su verdugo para que mordiera con toda la fuerza que quisiera, en ese momento el dolor era algo que producía placer en el joven Brice. El dolor ya no le daba miedo.
Bajó sus manos, acariciando la cintura de Amour hasta llegar a sus caderas, y ahí enterró sus dedos con fuerza para empezar el impulso de sus caderas, hacia fuera, y luego embistiendo fieramente hacia el interior, una y otra vez. No escatimaba en fuerza. Las paredes apretadas se cernían en oposición a su falo que luchaba por abrirse paso a cada estocada, le estaban dando batalla, y él no dejaría de pelear. - Ngh...- Suaves gemidos salían de su garganta, acompañados de gruñidos. Trataba de controlarse, pero la bestia Brice estaba suelta, no había forma de lograrlo. Alzó más las piernas de Amour para darse espacio y hacerlo más flexible. Así mismo bajó de nuevo a su pecho para desquitarse a mordidas. El frenesí de sus estocadas era increíble, la piel de ambos chasqueaba intenso a cada golpe que su cadera profería contra las nalgas del inquisidor. El interior ajeno ardía, pronto estaba hecho un caldo en el que era fácil resbalar, y justo en ese momento Gabriel pudo sentir que alcanzaba la gloria. Gimió, gimió con un auténtico placer, como jamás lo había hecho, y su hambre creció. Comenzaba a entender por qué le gustaba tanto aquello a su tío. Imágenes llegaban a su mente, escenas de todas las veces en las que Lance había abusado de él, y cada una de ellas le prendían aún más, hasta el punto en el que sus dientes hicieron una laceración cerca de una de las aureolas de Amour. Gabriel estaba fuera de control.
Bajó sus manos, acariciando la cintura de Amour hasta llegar a sus caderas, y ahí enterró sus dedos con fuerza para empezar el impulso de sus caderas, hacia fuera, y luego embistiendo fieramente hacia el interior, una y otra vez. No escatimaba en fuerza. Las paredes apretadas se cernían en oposición a su falo que luchaba por abrirse paso a cada estocada, le estaban dando batalla, y él no dejaría de pelear. - Ngh...- Suaves gemidos salían de su garganta, acompañados de gruñidos. Trataba de controlarse, pero la bestia Brice estaba suelta, no había forma de lograrlo. Alzó más las piernas de Amour para darse espacio y hacerlo más flexible. Así mismo bajó de nuevo a su pecho para desquitarse a mordidas. El frenesí de sus estocadas era increíble, la piel de ambos chasqueaba intenso a cada golpe que su cadera profería contra las nalgas del inquisidor. El interior ajeno ardía, pronto estaba hecho un caldo en el que era fácil resbalar, y justo en ese momento Gabriel pudo sentir que alcanzaba la gloria. Gimió, gimió con un auténtico placer, como jamás lo había hecho, y su hambre creció. Comenzaba a entender por qué le gustaba tanto aquello a su tío. Imágenes llegaban a su mente, escenas de todas las veces en las que Lance había abusado de él, y cada una de ellas le prendían aún más, hasta el punto en el que sus dientes hicieron una laceración cerca de una de las aureolas de Amour. Gabriel estaba fuera de control.
Gabriel Brice- Eta
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Re: Enfermedad del demonio {Gabriel}
Oh sí, esas manos por su piel le hicieron retorcerse del deseo aunque eso le causara fuertes contradicciones mentales y sólo supo decirse "Eres tan homosexual..." Le importó poco ahora, después de todo ardía en friebre y la cercanía ajena comenzaba a dejar en segundo plano las sensaciones de enfermedad que tanto le aquejaban ahora, le hacía sentir orgulloso con el Brice que al fin había encontrado en su interior, que lo disfrutara porque en cuanto mejorara el show de Gabriel terminaría... quizá muy mal. Le gustó que se abriera paso en sus paredes con esa brusquedad, no deseaba que le tuviera piedad, aunque no se notara Amour Brice todavía tenía una consciencia y ésta se sentía expiada de pecados con las acciones del ojiverde ahora, además de que le era muy placentero eso de expiar pecados de esa manera. No tenía remedio definitivamente. Se abrazó a su cuello con las pocas fuerzas que poseía, se sentía algo mareado pero cerró los ojos respirando agitado contentrándose en ese falo que martilleaba su interior amenazando con encontrar aquel punto que lo volvía loco. -¡Ahh! Más... ¡Hah sí! Allí... ¡MNGH! Se remordió los labios y movió en pequeños círculos las caderas cuando logró en esas frenéticas estocadas encontrar su punto más sensible, sus gemiditos fueron agudos y constantes en ese momento, con la perfecta boca entreabierta y los ojos cerrados recargando su mejilla contra el oído ajeno para que escuchara a la perfección sus expresiones de placer con toda saña en ello para que siguiera con aquella locura -Ss-sigueh... ¡Nahgh!... Nnnh...-
Estaba loco, se dejaba hacer por el otro embriagado y aturdido por todo lo que ahora aquejaba su cuerpo porque como el enfermo que era el dolor estaba excitándolo muchísimo, las mordidas de Gabriel le hicieron expulsar líquido preseminal que manchó el vientre ajeno, tiró de sus cabellos con ambas manos cuando le hirió pero eso sólo le arrancó un alarido de placer indescriptible, ese sonido ensordecedor de la penetración estaba también volviéndolo todo un demente, no sabía cuánto tiempo más podría con eso, aquello era demasiado para él.
Estaba loco, se dejaba hacer por el otro embriagado y aturdido por todo lo que ahora aquejaba su cuerpo porque como el enfermo que era el dolor estaba excitándolo muchísimo, las mordidas de Gabriel le hicieron expulsar líquido preseminal que manchó el vientre ajeno, tiró de sus cabellos con ambas manos cuando le hirió pero eso sólo le arrancó un alarido de placer indescriptible, ese sonido ensordecedor de la penetración estaba también volviéndolo todo un demente, no sabía cuánto tiempo más podría con eso, aquello era demasiado para él.
Amour Brice- Dseta
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Re: Enfermedad del demonio {Gabriel}
Esmeraldas que brillaban en la lúgubre habitación, orbes centellantes como el mismo fuego del que era presa. Sonidos obscenos que se mezclaban con aquellos que inundaban sus sentidos. Era como si ese no fuera Gabriel Brice, algo no estaba bien con eso. La triste realidad era que Gabriel estaba presente, era consciente de lo que pasaba, y su subconsciente le decía que era una aberración. ¡Ah! Pero en ese momento no reinaba su cordura. Lo que mandaba en esos momentos era ese sentimiento en el pecho, confusión, dolor, ira, frustración. Su cuerpo lo manifestaba en fieras embestidas que no se preocupaban por lo violentas que podían ser, y la aprobación de Amour estaba marcada con esos gemidos eróticos que cantaba a su oído. Acompañaba los cánticos ajenos con su propia voz, llevando una especie de coro erótico que subía la temperatura entre ambos cuerpos. Y ya era suficiente decir que el cuerpo ajeno hervía por la fiebre. Eso, sumado al sudor de ambos y la increíble cantidad de feromonas que podían percibirse en el aire, eran suficientes para determinar que la cama era un horno.
Gabriel mostraba sus dientes como toda una fiera, como un joven león que experimenta por primera vez el placer de saborear la sangre de su presa, gruñía como tal, y gemía al igual que una bestia en celo lo haría. Entraba y salía, golpeaba cuantas veces le era posible, resbalaba con habilidad, la fricción era acogedora, y el sentir el fluido caliente golpear contra su abdomen fue un extra que le caldeó aún más. El nombre de Amour hacía un nudo en su garganta, no estaba dispuesto a hablarle, porque ser un Brice también implicaba tener un orgullo de por medio, y él en ese momento era lo suficientemente orgulloso como para no gemir palabra alguna que pusiese en evidencia lo mucho que estaba disfrutando de eso y lo mucho que le gustaba Amour, fuera de cualquier parámetro físico. Solo en esos minutos que probablemente podían convertirse en horas, dejaba que ese "algo" en su pecho se adueñara de él, y se permitía admitir de una buena vez por todas que sentía algo por Lance Amour Brice más allá de todo el odio que se guardaba. Sentimientos tan contradictorios y que justo ahí se estaban encontrando. Sabía que era una estupidez monumental sentir algo como eso, y más hacia ese hombre, el que le había hecho tan miserable por años. Al final él salía perdiendo, y era lo único que le quedaba por perder. Qué mas daba, su vida ya era miserable. Lo único positivo era que si no tenía nada que perder, ya no habría impedimento para huir... O de eso quería convencerse. Su mirada se veló en instantes, y frunció el ceño. Para ocultarse, recurrió a morder el hombro de su tío y gruñir, dejando escapar así un par de lágrimas traicioneras. Estaba perdido...
Al final, el placer que estaba obteniendo resultaba contraproducente al chocar con la verdad que acababa de descubrir. Era tal vez un dolor liberador, pero seguía siendo un dolor. No dejaba de ser un miserable.
Gabriel mostraba sus dientes como toda una fiera, como un joven león que experimenta por primera vez el placer de saborear la sangre de su presa, gruñía como tal, y gemía al igual que una bestia en celo lo haría. Entraba y salía, golpeaba cuantas veces le era posible, resbalaba con habilidad, la fricción era acogedora, y el sentir el fluido caliente golpear contra su abdomen fue un extra que le caldeó aún más. El nombre de Amour hacía un nudo en su garganta, no estaba dispuesto a hablarle, porque ser un Brice también implicaba tener un orgullo de por medio, y él en ese momento era lo suficientemente orgulloso como para no gemir palabra alguna que pusiese en evidencia lo mucho que estaba disfrutando de eso y lo mucho que le gustaba Amour, fuera de cualquier parámetro físico. Solo en esos minutos que probablemente podían convertirse en horas, dejaba que ese "algo" en su pecho se adueñara de él, y se permitía admitir de una buena vez por todas que sentía algo por Lance Amour Brice más allá de todo el odio que se guardaba. Sentimientos tan contradictorios y que justo ahí se estaban encontrando. Sabía que era una estupidez monumental sentir algo como eso, y más hacia ese hombre, el que le había hecho tan miserable por años. Al final él salía perdiendo, y era lo único que le quedaba por perder. Qué mas daba, su vida ya era miserable. Lo único positivo era que si no tenía nada que perder, ya no habría impedimento para huir... O de eso quería convencerse. Su mirada se veló en instantes, y frunció el ceño. Para ocultarse, recurrió a morder el hombro de su tío y gruñir, dejando escapar así un par de lágrimas traicioneras. Estaba perdido...
Al final, el placer que estaba obteniendo resultaba contraproducente al chocar con la verdad que acababa de descubrir. Era tal vez un dolor liberador, pero seguía siendo un dolor. No dejaba de ser un miserable.
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Re: Enfermedad del demonio {Gabriel}
-Ahh...- Aquello comenzaba a tener el poder suficiente para sacarle de ese jodido malestar por lo menos un momento, sí, el roce contra su próstata se daba una y otra vez y aunque jadear le dolía ya debido a la enfermedad volteó a un lado y sin mirarlo llevó una mano a acoger la cabeza de ese muchacho que era el motivo por el cual Brice se había ganado puesto de primera fila en el infierno. Acarició su nuca, sintió su piel, esa cercanía, esos sollozos que aunque interpretó perfectamente por lo descubierto hicieron que su pecho colapsara y a la vez se regocijara... Ninguno de los dos tenía escapatoria.
-Ga-briel... ¡GRRGH! De-tente...- Le pidió entre un gruñido meramente gutural y se arqueó contra la cama, no podía más, tembló y se retorció cerrando los ojos con fuerza y abriendo grande la boca en un amplio jadeo, se corrió copioso contra ambos vientres y aferró sus cabellos y su espalda quizá arañándola en el proceso de resistir aquel placer. Dejó escuchar una especie de sollozo, sus paredes se apretaron con fuerza al rededor del objeto de placer pero ni así parecía detener su furia y eso sólo aumentó el placer, lo hizo muy delirante, aquella sensación hilarante le recorrió y azotó cada fibra de su sistema nervioso para finalmente relajar sus miembros y Gabriel aún se movía... Intentó alejarlo débilmente, no podía más... no podía... Las señales en su cabeza comenzaron a ser intermitentes, miró con delirio esos ojos verdes todo lo que pudo hasta que no supo más de sí, su expresión que repentinamente había cambiado al sufrimiento se transformó en una sonrisa condescendiente antes de abandonarse a la inconsciencia... ese era su Brice... El que tomaba lo que necesitaba y no admitía otra cosa.
-Ga-briel... ¡GRRGH! De-tente...- Le pidió entre un gruñido meramente gutural y se arqueó contra la cama, no podía más, tembló y se retorció cerrando los ojos con fuerza y abriendo grande la boca en un amplio jadeo, se corrió copioso contra ambos vientres y aferró sus cabellos y su espalda quizá arañándola en el proceso de resistir aquel placer. Dejó escuchar una especie de sollozo, sus paredes se apretaron con fuerza al rededor del objeto de placer pero ni así parecía detener su furia y eso sólo aumentó el placer, lo hizo muy delirante, aquella sensación hilarante le recorrió y azotó cada fibra de su sistema nervioso para finalmente relajar sus miembros y Gabriel aún se movía... Intentó alejarlo débilmente, no podía más... no podía... Las señales en su cabeza comenzaron a ser intermitentes, miró con delirio esos ojos verdes todo lo que pudo hasta que no supo más de sí, su expresión que repentinamente había cambiado al sufrimiento se transformó en una sonrisa condescendiente antes de abandonarse a la inconsciencia... ese era su Brice... El que tomaba lo que necesitaba y no admitía otra cosa.
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Re: Enfermedad del demonio {Gabriel}
Habían muchas formas de expresar odio, de liberar ira y de mitigar la tristeza, y de entre todas esas había elegido aquella por la que pagaría muy caro. Pero no le importaba, ya nada le importaba a esas alturas, cuando las paredes de su verdugo se apretaban en su contra y lo llevaban al delirio más grande del que jamás había sido presa. Estaba tan enfurecido que el juicio se le había esfumado por completo. Las estocadas no hicieron más que aumentar en busca de terminar pronto con ello. Apartó la boca de su piel para continuar gruñendo, y no prestó atención al rostro ajeno. Ni si quiera se dio cuenta de que Amour ya no estaba consciente, porque sus pensamientos estaban nublados. Al final, cuando se está al borde del colapso, solo queda una cosa por hacer, y es resignarse. Gabriel lo hizo, y así su clímax llegó, haciéndole derramar toda su semilla dentro de esa pecaminosa cavidad, echando la cabeza hacia atrás y arqueando la espalda. Guardó silencio, pues se decía a sí mismo que no debería de estar disfrutando de ello. Sin embargo, el orgasmo había sido maravilloso, y no podía mentirle a su subconsciente: le había gustado.
Recuperaba el aire de a poco, respirando agitado, y sus ojos empezaban a enfocar de nuevo al mayor. Solo entonces notó que el Brice había caído antes que él, y que por su rostro escurría el sudor. Las marcas en su piel ya se hacían notar, y enrojeció de la vergüenza. ¿Qué diría el doctor cuando viera aquello? Eso estuvo mal... muy mal... Ligeros temblores por todo su cuerpo, y un gemido sutil delató su llanto. Las lágrimas corrían miserablemente por sus mejillas y terminaban sobre el torso de su tío. Se sentía más sucio que nunca. Era una basura...
Se separó del mayor, y no supo qué hacer en primera instancia. Pero no podía dejarlo así. Rápidamente tomó unos pañuelos y limpió su cuerpo de toda mancha. Le acomodó la bata otra vez, al igual que su cuerpo sobre la cama, y lo cubrió con la manta para que descansara. Estaba hirviendo en fiebre. Unos paños de agua fresca con esa mezcla de hiervas medicinales bastaría por el momento. Se le quedó viendo por un largo rato, parado a un lado de su cama... ¿Qué había hecho? ¿Por qué lo hizo? Estaba oficialmente loco, quería morirse. Lamentablemente sus intentos de suicidio nunca salían bien, y por alguna razon terminaba convida. Su miseria estaba destinada a no acabarse nunca. Sería miserable tanto como Amour continuara vivo. Después de todo él era su verdugo.
Salió de la habitación a pasos pesados para dirigirse a la propia, mal vestido. Y estando dentro se despojó de su ropa para entrar a la ducha e intentar limpiarse de manera miserable. La suciedad de sus actos, la mancha de su miseria, la escoria de lo que era, nunca se limpiaría. Y aún así restregó su blanca piel hasta que enrojeció y se razguñó. La sangre manchó el agua, y el joven Brice se quedó acurrucado en la bañera, llorando en silencio. Ya no había escapatoria. Estaba condenado a vivir en el infierno.
Recuperaba el aire de a poco, respirando agitado, y sus ojos empezaban a enfocar de nuevo al mayor. Solo entonces notó que el Brice había caído antes que él, y que por su rostro escurría el sudor. Las marcas en su piel ya se hacían notar, y enrojeció de la vergüenza. ¿Qué diría el doctor cuando viera aquello? Eso estuvo mal... muy mal... Ligeros temblores por todo su cuerpo, y un gemido sutil delató su llanto. Las lágrimas corrían miserablemente por sus mejillas y terminaban sobre el torso de su tío. Se sentía más sucio que nunca. Era una basura...
Se separó del mayor, y no supo qué hacer en primera instancia. Pero no podía dejarlo así. Rápidamente tomó unos pañuelos y limpió su cuerpo de toda mancha. Le acomodó la bata otra vez, al igual que su cuerpo sobre la cama, y lo cubrió con la manta para que descansara. Estaba hirviendo en fiebre. Unos paños de agua fresca con esa mezcla de hiervas medicinales bastaría por el momento. Se le quedó viendo por un largo rato, parado a un lado de su cama... ¿Qué había hecho? ¿Por qué lo hizo? Estaba oficialmente loco, quería morirse. Lamentablemente sus intentos de suicidio nunca salían bien, y por alguna razon terminaba convida. Su miseria estaba destinada a no acabarse nunca. Sería miserable tanto como Amour continuara vivo. Después de todo él era su verdugo.
Salió de la habitación a pasos pesados para dirigirse a la propia, mal vestido. Y estando dentro se despojó de su ropa para entrar a la ducha e intentar limpiarse de manera miserable. La suciedad de sus actos, la mancha de su miseria, la escoria de lo que era, nunca se limpiaría. Y aún así restregó su blanca piel hasta que enrojeció y se razguñó. La sangre manchó el agua, y el joven Brice se quedó acurrucado en la bañera, llorando en silencio. Ya no había escapatoria. Estaba condenado a vivir en el infierno.
Gabriel Brice- Eta
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Re: Enfermedad del demonio {Gabriel}
Amour no supo absolutamente nada de todo aquello, lo más divertido de esto es que se encontró en un estado tan delirante cuando todo pasó que con gran sinceridad todas sus dolencias las atribuiría a esa enfermedad del demonio, hasta la mañana siguiente que abrió los ojos y seguía sintiéndose del carajo medio se dio cuenta que sus piernas flaqueaban como por algún exceso de trabajo muscular pero de nuevo ¿Qué? Malnacida enfermedad... Medio se repuso, su fiebre lo había dejado en paz por lo menos un rato y pudo asearse por él mismo con todo y lo orgulloso que era, convaleciente se sentó con cuidado en su cama y se recostó en las almohadas, jadeó, no quería desayunar, tenía revuelto el estómago por las yerbas medicinales de un día anterior y por algún motivo no quería verle la cara a su servidumbre, sólo tenía puesta otra bata, una prenda interior, medio se cubrió los pies con la sábana e intentó dormir pero como supuso una de las sirvientas llevó el desayuno y se obligó a abrir los ojos con pesar de nuevo -Largo, deja eso allí y lárgate- Su mirada fue tan letal que la mujer no objetó nada, sólo hizo una reverencia respetuosa con la que bajó la mirada al suelo y salió rápido y en silencio.
En el pasillo la mujer de la casa, la sobrina favorita estaba allí, tomando un trago en una copa cínicamente -Buenos días señorita- Saludó la muchacha y se retiró.
En el pasillo la mujer de la casa, la sobrina favorita estaba allí, tomando un trago en una copa cínicamente -Buenos días señorita- Saludó la muchacha y se retiró.
Amour Brice- Dseta
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Re: Enfermedad del demonio {Gabriel}
Subió la cabeza ligeramente y arqueó la ceja mientras miraba la puerta de su tío, por la expresión de la mujer el hombre había amanecido mal todavía. Se terminó su trago de golpe y le dio la copa sin voltear a verle para tomar la perilla y entrar, esa mujer podía hacer lo que le diera la gana en la casa, era su casa, su tío, su privilegio. Hizo carita de compasión al asomarse -¿Estás mejor, tío?- Preguntó caminando hasta él con el cuidado de un animalito indefenso y se sentó a los pies de la cama acariciando con cariño el borde de uno de sus pies. -¿Vas a tomar tu medicación? Necesitas desayunar algo pequeño para eso...- Musitó bajo y le puso frente a él el plato con fruta tropical -Por favor- Con un pequeño gesto el hombre comenzó a comer de mala gana sin decir nada ni mirarla. -Oye... tengo que salir esta tarde, te aviso que es con mucho pesar porque estoy preocupada por ti. Sé que odias la idea pero voy a dejar a Gabriel por si necesitaras cualquier cosa ¿Vale?- Dijo y dejó escuchar una risita maquiavélica pero su tío en verdad se veía decaído por lo que se puso seria en seguida al notar que ni siquiera sonreía y acarició su frente... era un hombre tan apuesto, pero verle desvalido era algo que le hacía tener sentimientos encontrados porque le daba gusto y tristeza a la vez. Lo estimaba por el afecto que le daba pero sabía también el cómo la tenía catalogada y eso no le gustaba nada. Su mirada se perdió en un punto inexistente de la habitación por un momento con una expresión de reflexión que era temible en esa faz de esa astuta mujer y finalmente volvió a mirarlo. -En fin, recupérate pronto. Odio verte así- Tenía fiestas a olas cuales asistir y dinero qué gastar, era aprovechar esa "ausencia" de Amour ahora o nunca.
Al salir fue a paso severo hasta el cuarto de su hermano y le destapó con un movimiento brusco -Levántate inútil- Dijo con esa "cariñosa" forma de ser, tenía ese don para estarle arreando y meterse en su cabeza por la buena o por la mala. -No quiero decirte esto pero eres un idiota... Deberías aprovechar estos momentos de enfermedad de ese hijo de puta para cobrarte algunas, sino es monetariamente de otra manera ¿Y qué si se venga después? ¿Y qué si te trata como mierda? De todas formas siempre lo hace. Mientras tú duermes aquí como un saco de patatas ese maldito sigue enfermo y sigues perdiendo valiosos minutos ¡Deja de ser tan marica!- Dijo y se acercó maternal a acomodarle bien la pijama y el cabello desordenado cuando el otro se levantó de la cama. Le tomó de las mejillas y le miró fijo a los ojos -Lo digo en serio y no debería ser yo la que te de el consejo, deberías ser capaz de pensarlo por ti mismo pero sé que eso por ser tú no se puede. ¡Ya deja de lamentarte y jódete a ese cabrón!- Dijo finalmente y tomó una faz severa de nuevo borrando la poca calidez que sólo lograba tener por ese hombre tan débil que se sentía obligada a manipular y proteger -Voy a salir, compórtate un rato ¿Quieres?- Tan rápido como entró salió de la habitación. Tenía que arreglarse y salir como bólido de allí, apenas estaba amaneciendo y ella ya estaba asfixiándose dentro de esas paredes, estaba con resaca tremenda y necesitaba seguir la fiesta.
Al salir fue a paso severo hasta el cuarto de su hermano y le destapó con un movimiento brusco -Levántate inútil- Dijo con esa "cariñosa" forma de ser, tenía ese don para estarle arreando y meterse en su cabeza por la buena o por la mala. -No quiero decirte esto pero eres un idiota... Deberías aprovechar estos momentos de enfermedad de ese hijo de puta para cobrarte algunas, sino es monetariamente de otra manera ¿Y qué si se venga después? ¿Y qué si te trata como mierda? De todas formas siempre lo hace. Mientras tú duermes aquí como un saco de patatas ese maldito sigue enfermo y sigues perdiendo valiosos minutos ¡Deja de ser tan marica!- Dijo y se acercó maternal a acomodarle bien la pijama y el cabello desordenado cuando el otro se levantó de la cama. Le tomó de las mejillas y le miró fijo a los ojos -Lo digo en serio y no debería ser yo la que te de el consejo, deberías ser capaz de pensarlo por ti mismo pero sé que eso por ser tú no se puede. ¡Ya deja de lamentarte y jódete a ese cabrón!- Dijo finalmente y tomó una faz severa de nuevo borrando la poca calidez que sólo lograba tener por ese hombre tan débil que se sentía obligada a manipular y proteger -Voy a salir, compórtate un rato ¿Quieres?- Tan rápido como entró salió de la habitación. Tenía que arreglarse y salir como bólido de allí, apenas estaba amaneciendo y ella ya estaba asfixiándose dentro de esas paredes, estaba con resaca tremenda y necesitaba seguir la fiesta.
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Re: Enfermedad del demonio {Gabriel}
La noche pasó, y un ojeroso y cansado Gabriel yacía hecho un ovillo en la cama sin haber dormido un minuto, flagelándose con pensamientos autodestructivos. Se sentía mierda por haber hecho lo que hizo, pero a la vez estaba a gusto con ello. Era ese contradictorio encuentro entre el Gabriel moral, el Gabriel que odiaba a Amour y el, más imbécil, Gabriel que lo amaba. Y se devanaba los sesos golpeando a ese miserable que sentía algo benévolo por su tío, y a la vez su moral le taladraba en reproches e insultos por haber hecho una aberración como la de la noche anterior. Él no era así... Nunca lo había sido. ¿Acaso así era ser un Brice? Era tan enfermo... Estaba maldito por pertenecer a esa familia. Y entonces sus conclusiones retornaban a que era una miserable cucaracha que por mala fortuna continuaba convida, pudriéndose en su odio y su culpa. Ya no tenía más lágrimas, pues había llorado toda la noche, y sus ojos estaban rojos e hinchados. Todo lo que le quedaba era la aplastante sensación de vacío.
Lentamente su cuerpo le quiso cobrar factura por la mala noche, y envuelto en las sábanas había empezado a dormitar. Sin embargo, su calma se transformó en pánico súbito cuando le retiraron la manta de encima. Dio un brinco en el colchón y casi pega un grito, solo casi, porque no lo hizo. Era su hermana... Por un momento creyó que sería Amour. Por supuesto que el hecho de que fuera Tiffany no lo tranquilizaba menos. Se quedó engarrotado en su lugar. La observaba con ojos bien abiertos y vidriosos, mostrando el miedo que tenía cual cachorro asustado, pero las palabras de su hermana poco a poco se colaban por los pasillos de su mente, yendo hacia ese Gabriel lleno de odio... Tenía un punto a su favor. Amour siempre lo iba a maltratar, no importaba si era la persona más sumisa en su presencia, y saber eso le oprimía el pecho. Lo que sucedió la noche anterior tampoco tenía justificación, pero no se negaba que había sido liberador. ¿Se merecía Amour algo como eso? Tal vez... pero, ¿era correcto que él se cobrara años de maltrato de una forma tan sucia y burda? Se estaría rebajando a ser un Brice más, y ya se odiaba por serlo. No quería... No quería ser como ellos. No quería ser como su tío.
No quería querer a su tío.
Pero tampoco quería quedarse sin hacer nada. Con Amour convaleciente había logrado conseguir unos cuantos archivos que había memorizado perfectamente y le servirían más adelante para hacer justicia... eso si lograba encontrar a Camus para darle la información. Pero tenía muchísimo tiempo sin verle, y no sabía si quiera si continuaba convida. ¿Entonces? ¿Era aquella su única oportunidad al alcance para hacerse de justicia?
Observó que su hermana se retiraba, y un escalofrío le recorrió la columna. Tardó casi media hora asimilando todos esos pensamientos. Una sirvienta entró para dejarle el desayuno, y solo entonces salió del estado catatónico. Se levantó de la cama y salió de su habitación rumbo a la de Amour. Se paró frente a su lecho, y no supo qué hacer. Solo se quedó contemplándole, recordando lo sucedido la noche anterior y debatiéndose mentalmente sobre los pensamientos más Brice que jamás en su vida había tenido.
Lentamente su cuerpo le quiso cobrar factura por la mala noche, y envuelto en las sábanas había empezado a dormitar. Sin embargo, su calma se transformó en pánico súbito cuando le retiraron la manta de encima. Dio un brinco en el colchón y casi pega un grito, solo casi, porque no lo hizo. Era su hermana... Por un momento creyó que sería Amour. Por supuesto que el hecho de que fuera Tiffany no lo tranquilizaba menos. Se quedó engarrotado en su lugar. La observaba con ojos bien abiertos y vidriosos, mostrando el miedo que tenía cual cachorro asustado, pero las palabras de su hermana poco a poco se colaban por los pasillos de su mente, yendo hacia ese Gabriel lleno de odio... Tenía un punto a su favor. Amour siempre lo iba a maltratar, no importaba si era la persona más sumisa en su presencia, y saber eso le oprimía el pecho. Lo que sucedió la noche anterior tampoco tenía justificación, pero no se negaba que había sido liberador. ¿Se merecía Amour algo como eso? Tal vez... pero, ¿era correcto que él se cobrara años de maltrato de una forma tan sucia y burda? Se estaría rebajando a ser un Brice más, y ya se odiaba por serlo. No quería... No quería ser como ellos. No quería ser como su tío.
No quería querer a su tío.
Pero tampoco quería quedarse sin hacer nada. Con Amour convaleciente había logrado conseguir unos cuantos archivos que había memorizado perfectamente y le servirían más adelante para hacer justicia... eso si lograba encontrar a Camus para darle la información. Pero tenía muchísimo tiempo sin verle, y no sabía si quiera si continuaba convida. ¿Entonces? ¿Era aquella su única oportunidad al alcance para hacerse de justicia?
Observó que su hermana se retiraba, y un escalofrío le recorrió la columna. Tardó casi media hora asimilando todos esos pensamientos. Una sirvienta entró para dejarle el desayuno, y solo entonces salió del estado catatónico. Se levantó de la cama y salió de su habitación rumbo a la de Amour. Se paró frente a su lecho, y no supo qué hacer. Solo se quedó contemplándole, recordando lo sucedido la noche anterior y debatiéndose mentalmente sobre los pensamientos más Brice que jamás en su vida había tenido.
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Re: Enfermedad del demonio {Gabriel}
-Dios piedad...- Dijo en voz alta cuando la chica habló por primera vez pero después reacio la escuchó todavía lamentando su suerte, de alguna manera era con la única con quien se portaba condescendiente. Aceptó de mala gana comerse la fruta no era una mala sugerencia pero por dios que la vomitaría si se concentraba en lo que hacía por lo que lo hizo lo más rápido que pudo sin asimilarlo mucho. Suspiró y asintió -Por favor, sólo márchate de una vez y ya- Suplicó, síp allí iba su dinero... Eso pensó claramente al verla salir, no era tonto, esa mujer gastaría todo lo que pudiera antes de que él pudiera estar del todo habilitado para funcionar con decencia de nuevo. Después de eso se obligó a tomarse el jugo y se envolvió en la sábana cerrando los ojos y bajando el antifaz que había colocado en su cabeza para taparse de esa jodida luz de sol que le había dicho el doctor que era buena para sus síntomas, ni idea de si eso era verdad pero lo odiaba y odiaba la idea. Pronto se durmió un rato más, aún le dolían muchísimo sus pobre glándulas y aunque no se viera tan inflamado la cosa era peor por eso ya que la inflamación iba hacia adentro y sólo pensaba que esa enfermedad se la había mandado el cielo como castigo por ser tan maldito, ya hasta comenzaba a arrepentirse y eso era decir mucho para ser él. Se durmió un par de horas pero después de eso en serio que le dolía la espalda terriblemente, medio despertó y se puso de lado abriendo los ojos poco a poco... y entonces allí estaba él, pero Amour de nuevo ardía en fiebre como para relacionar bien esa presencia. -Vete... largoh...- Jadeó aquello girando con pesar para darle la espalda, se sentía terríblemente mal, sino lloraba del dolor era porque ese idiota estaba allí mirándole, pero en cuanto abrió los ojos ese dolor infernal comenzó a adueñarse de su ser. Su medicación obviamente le había valido un carajo y el problema de eso es que el dolor se hacía presente tal cual adueñándose de todo su ser, era aquello el tormento más espantoso de todos, tal vez debieran añadirlo al archivo de la inquisición. -¡Ahh!- Gimió cubriéndose la cabeza con una almohada, y suspiró profundamente. En verdad se le veía desgastado, dolido, decaído espantosamente. Se le notaba sonrojado por la fiebre y el estar ligeramente despeinado por tanto dormir le hacía ver incluso un tanto adorable, esa ligera inflamación en cada extremo de sus mandíbulas era notoria todavía, se estaba muriendo del dolor, se compactó en su cama hecho un ovillo.
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Re: Enfermedad del demonio {Gabriel}
Era tan antinatural verle en un estado tan deplorable... Le observaba, y sentía lástima por él. El pecho se le encogía porque sabía que sufría, pero otra parte de él se regocijaba de su sufrimiento. Sin embargo algo debía de hacer... pero, ¿qué? La almohada sobre su rostro despertó pensamientos oscuros en el joven Brice quien se imaginó haciendo presión con sus propias manos para privar al inquisidor de aire, asfixiándolo con la almohada. Solo se quedó como pensamiento porque, por supuesto, se asustó de ello. Mejor optó por abrazar un momento su lado noble y hacer algo para mitigar el sufrimiento ajeno. Se movilizó enseguida para preparar el remedio que le tocaba, y en cuestión de minutos lo tuvo listo para que se lo bebiera. Retiró la almohada de su rostro y con todo el cuidado del que fue capaz lo acomodó y le acercó una taza para darle de beber. - S-si no bebe esto... lo pasará mal el resto del día...- La mano trémula por los nervios sostenía la taza frente a él. No lo tomaría por voluntad propia, lo sabía. Así que con su mano libre lo tomó por el mentón para abrirle la boca. Por más cuidado que tuviera no podía evitar que le doliera, así que intentó no sentirse culpable por el aumento de quejas ajeno. El brevaje por fin se escurrió dentro de su boca, y Gabriel aminoró el agarre en su rostro... Pero no se separó. Sus ojos verdes cristalinos se clavaron en su expresión de sufrimiento. Aún no le había reclamado nada por lo sucedido, y tal vez era porque estaba convaleciente. No sabía si era algo bueno o malo. Sin embargo, el odio se le iba acumulando de nuevo mientras le observaba. Un odio entremzclado con algo más, porque Amour se veía tan indefenso y odiaba percibirlo débil, pero también deseaba su sufrimiento. ¿Por qué? ¿Cómo era posible sentirse así? Toda esa nueva ola de sentimientos le tenía confundido y asustado, más que de costumbre.
Como una caricia su mano se deslizó hasta su cuello, y la mirada de Gabriel se endureció de manera sombría. Los dedos se cerraban alrededor de su garganta y empezaba a ejercer fuerza. Había empezado a temblar, y sus ojos se cristalizaron en el acto. Un par de segundos después retiró la mano de ahí y la deslizó hasta el pecho de su tío. Le miró con profundo dolor. - No puedo...- Murmuró para sí con voz quebradiza. Ese "No puedo" tenía tantos significados encapsulados... Se mordió el labio para contener el silencioso sollozo que amenazó con salir. Y de nuevo la frustración lo estaba consumiendo ahí, sentado en la cama a un lado de Amour. Las palabras de Tiffany aún martillaban su cabeza. ¿Qué iba a hacer?...
Como una caricia su mano se deslizó hasta su cuello, y la mirada de Gabriel se endureció de manera sombría. Los dedos se cerraban alrededor de su garganta y empezaba a ejercer fuerza. Había empezado a temblar, y sus ojos se cristalizaron en el acto. Un par de segundos después retiró la mano de ahí y la deslizó hasta el pecho de su tío. Le miró con profundo dolor. - No puedo...- Murmuró para sí con voz quebradiza. Ese "No puedo" tenía tantos significados encapsulados... Se mordió el labio para contener el silencioso sollozo que amenazó con salir. Y de nuevo la frustración lo estaba consumiendo ahí, sentado en la cama a un lado de Amour. Las palabras de Tiffany aún martillaban su cabeza. ¿Qué iba a hacer?...
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Re: Enfermedad del demonio {Gabriel}
Amour no quería que nadie lo molestara ¿Era muy difícil entender eso? -Hijo de puta te juro que... Me la vas a pagar... Lo juro por Dios y el diablo que me miran...- Dijo con un tono bajo y apagado cuando le quitó la almohada y con un suspiro intentó controlarse, pasar saliva le dolía mucho ahora el brebaje era como el infierno en la tierra, se obligó a beberlo sin quejarse frente a ese imbécil, sólo se le escapó un gemido cuando le tomó así para que tragara a la fuerza y sus manos temblorosas se aferraron a esa mano intentando retirarla, por favor lo haría pero que dejara de hacer eso, se moría del dolor. Cuando terminó tosió un poco y se retorció por ello gimiendo después, se moría. Peor fue cuando a ese cabrón se le ocurrió tomarlo del cuello, se apretó a las sábanas con mucha fuerza pero no se debatió, por dios que su muerte fuera rápida, pues le dolía inmensamente y eso hizo que entrara en shock, su cabeza dio vueltas era demasiado, gruñó muy muy molesto al escuchar ese gemido y su expresión de dolor aunque era presente en su faz se volvió aterradora cuando abrió los ojos y le enfocó mientras su pulso se iba alterando, sólo los entes sobrenaturales saben lo que ocurrió, porque se levantó hecho una fiera y le lanzó la taza en la cabeza a Gabriel mientras trastabillaba al otro lado de la cama y tomaba el cuchillo que estaba en su buró, lo lanzó certero y paso justo junto a su cabeza clavándose con mucha fuerza en la pared de madera de atrás, no dijo nada pero la amenaza fue clara, se desplazó moribundo a su sillón y se sentó allí con cuidado, suspirando mientras cerraba los ojos concentrándose en su dolor que ahora sólo era más agudo que antes por culpa de ese maldito. Prefería que le patearan las bolas una y otra vez a tener que soportar a ese idiota sufriendo crisis de personalidad agudas ahora que se sentía tan jodidamente mal. Apretó sus manos a las coderas del sillón para intentar mitigar esa horrenda jaqueca y subió la mirada lentamente pasando saliva con cuidado -Lee...para mí...- Pidió moribundo.
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Re: Enfermedad del demonio {Gabriel}
Esa mirada le caló hasta los huesos. Amour sabía cómo hacerle pasar del miedo al pánico en un segundo, y se petrificó con esa mirada tan feroz. Se sintió empujado, y después el impacto contra su cabeza lo desorientó completamente. Se levantó de la cama, trastabillando en el intento y cayendo sentado en el suelo. Cuando levantó el rostro hacia su tío, una ráfaga de aire sutil le rozó la sien, e instantes después se escuchó el impacto del cuchillo contra la pared. Gabriel estaba pálido, con los ojos abiertos como platos y el cuerpo temblándole nerviosamente. El único contraste en su rostro era el carmín de la sangre que se deslizaba por un lado a causa de la herida de la cerámica. Sus pensamientos quedaron en blanco, y solo actuó por la inercia del miedo. Se levantó en silencio y tomó un libro de los que el inquisidor tenía en su cuarto, el primero con el que su campo visual entró en contacto. Era un empolvado tomo de poemas, de no más de unas décadas. Gabriel lo abrió y empezó a leer con voz queda, lento, suave y claro, intentando que su voz fuera audible para el mayor, pero el engarrotamiento de su cuerpo le estaba cerrando la garganta y era difícil mantener un volúmen de voz bueno. Caminó con lentitud sin dejar de leer para acercarse y que le escuchara mejor. No quitaba la vista del libro. No quería hacer contacto visual. Solo detuvo su lectura cuando una gota de su propia sangre cayó en la hoja que leía y manchó la línea en la que iba.
Estaba sangrando.
No solo eso. Amour lo había herido. Otra vez.
Su corazón empezaba a golpear contra su pecho. Tiffany tenía razón. Amour siempre lo trataría como escoria, no importaba qué hiciera. Ya no tenía nada que perder, y la noche anterior se lo había dicho a sí mismo. Estaba condenado al infierno. No tenía fuerzas para confrontar a su tío en plena salud, pero ahora era una situación diferente. El odio le amargó la boca, y solo entonces miró al Brice mayor con determinación. Si Amour lo mataba una vez estuviera sano, sería el miserable más feliz de la tierra. Y si no, su tortura ya no podía ser peor.
El libro se le deslizó de las manos y cayó directo a la alfombra en un sonido seco y amortiguado. Caminó a zancadas hacia donde estaba Amour y apoyó una rodilla entre sus piernas. Esta vez le tomó del cuello con determinación y apretó, a sabiendas de que le dolía. No lo iba a matar, pero deseaba tanto que sufriera... le miró a los ojos con los suyos oscurecidos. Y le empujó contra la cabecera del sillón para que recargara bien la cabeza ahí. Hecho esto, se puso encima de él. La sangre brotaba más que antes por la presión elevada, y por fin fue directo a sus labios, violentándolos sin delicadeza mientras mantenía apretado su cuello. Cambiaba de ángulo cada dos por tres, y al sentir que forcejeaba, le soltó la garganta para aprisionar sus muñecas. Bajó por su mentón y justo debajo de las glándulas le mordió, valiéndole un carajo sus quejidos. - Todavía me queda una vida por sufrir...- Murmuró para sí mismo antes de continuar con ello. No se detendría, ya era un hecho.
Estaba sangrando.
No solo eso. Amour lo había herido. Otra vez.
Su corazón empezaba a golpear contra su pecho. Tiffany tenía razón. Amour siempre lo trataría como escoria, no importaba qué hiciera. Ya no tenía nada que perder, y la noche anterior se lo había dicho a sí mismo. Estaba condenado al infierno. No tenía fuerzas para confrontar a su tío en plena salud, pero ahora era una situación diferente. El odio le amargó la boca, y solo entonces miró al Brice mayor con determinación. Si Amour lo mataba una vez estuviera sano, sería el miserable más feliz de la tierra. Y si no, su tortura ya no podía ser peor.
El libro se le deslizó de las manos y cayó directo a la alfombra en un sonido seco y amortiguado. Caminó a zancadas hacia donde estaba Amour y apoyó una rodilla entre sus piernas. Esta vez le tomó del cuello con determinación y apretó, a sabiendas de que le dolía. No lo iba a matar, pero deseaba tanto que sufriera... le miró a los ojos con los suyos oscurecidos. Y le empujó contra la cabecera del sillón para que recargara bien la cabeza ahí. Hecho esto, se puso encima de él. La sangre brotaba más que antes por la presión elevada, y por fin fue directo a sus labios, violentándolos sin delicadeza mientras mantenía apretado su cuello. Cambiaba de ángulo cada dos por tres, y al sentir que forcejeaba, le soltó la garganta para aprisionar sus muñecas. Bajó por su mentón y justo debajo de las glándulas le mordió, valiéndole un carajo sus quejidos. - Todavía me queda una vida por sufrir...- Murmuró para sí mismo antes de continuar con ello. No se detendría, ya era un hecho.
Gabriel Brice- Eta
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Re: Enfermedad del demonio {Gabriel}
No... Ahí venía ese maldito a joder de nuevo, alcanzó a ocultar en el hueco del sillón el tenedor que por supuesto había tomado antes de irse a sentar, se tensó cuando estuvo frente a él de nuevo y se repegó contra el sillón frotando los pies contra el suelo y apretando las coderas, cerró los ojos con fuerza y aunque le dolía terriblemente no iba a darle el gusto de quejarse, gruñó apenas y tensó muchísimo la mandíbula para controlar ese dolor espantoso que se expandía por todo su cuerpo bloqueando todo pensamiento y funcionamiento en su cuerpo y su cabeza. Cuando se acercó a besarlo ahogó un gimoteó en su boca pero perdió la paciencia y reaccionó a defenderse cuando le mordió y el dolor hizo que las lágrimas llenaran sus ojos, sino se revolcó allí era porque estaba realmente fúrico y fue cuando reaccionó con ira total poniendo el tenedor contra su maxilar presionándolo con fuerza aún sin herirlo, lo separó como pudo, era una fierecilla, era Amour Brice por dios, el hecho de que estuviera enfermo no quería decir que fuera menos maldito, sólo que no podía joder a la gente como quisiera por su lamentable estado de salud. -¡Deja de pendejear de esta manera! ¿¡Quieres un puto pase dorado a las mazmorras de la inquisición de nuevo?! ¡¡Mierda!! ¡¿Es tan difícil leer? ¡Te ganas lo que te pasa infeliz! Ni siquiera tengo ganas de... joderte hoy me estoy muriendo, tú eres el que empieza a molestar esta vez ¿Qué mierda te pasa? ¡Basta! Sino puedes hacer nada lárgate y ya ¡Déjame en paz! ¡Carajo, carajo!- Gruñó aquello último y presionó más el tenedor para alejar su cara de él de una buena vez logrando mantenerlo a distancia con este. Todo esto lo habló con un tono que apenas era audible, algo lastimero en realidad, pero el coraje era tanto que podía hablar y hablar para mandarlo a la mierda. Comenzaba a sentirse algo mareado, por más que se esforzara en que su pulso fuera firme era difícil porque la fiebre iba subiendo de a poco en poco, de hecho ya se le sentía más cálido de lo habitual, comenzaba a sofocarse.
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Re: Enfermedad del demonio {Gabriel}
No reaccionó a la primera. Tuvo Amour que presionar más los dientes del tenedor contra su piel para ponerse alerta y entonces separarse poco a poco, sintiendo cómo el metal se iba incrustando sin perforar. No se quitó de encima, pero sí se alejó lo suficiente para mostrar su mirada desafiante. Veía así a su pobre tío, y por dios le parecía patético estando en ese trance de valentía. Levantó su mano y tomó la ajena para presionar aún más el cubierto contra su maxilar, y lentamente lo deslizó hacia abajo, hiriéndose a sí mismo hasta llegar a su clavícula, y ahí ensartó el artilugio. Hilos carmín brotaron de su piel, y el preservaba una mirada seria que calaba los huesos. La otra mano se alzó, y en un revés dio un golpe al rostro de Amour que le viró la cara. - No me importa.- Fue lo único que le respondió. Ya había estado en las mazmorras una vez y siempre supo que tarde o temprano regresaría a ese lugar. Sufrir las torturas de los inquisidores apenas y era un nivel más de lo que sufría en la mansión.
El tenedor se lo quitó de la mano y lo tiró al suelo. Aferró las dos muñecas ajenas y por encima de su cabeza las mantuvo mientras se desabrochaba el pantalón con la mano libre, sin decir nada más. Aún en esa situación era callado. No necesitaba decirle una palabra al mayor, sus actos hablarían por él. Su miembro estaba bastante despierto a esas alturas, excitado por la idea de hacer sufrir al otro Brice. Y agradecía que solo estuviera en bata, porque le facilitaba aún más las cosas. No tuvo que forcejear mucho para abrirle las piernas y montarse una sobre el hombro para acomodarse. No avisó, ni si quiera preparó al otro. Así, con brusquedad, se introdujo apretando los dientes para contener un gemido de placer. Maldición, estaba muy apretado y, por supuesto, se sentía maravilloso.
El tenedor se lo quitó de la mano y lo tiró al suelo. Aferró las dos muñecas ajenas y por encima de su cabeza las mantuvo mientras se desabrochaba el pantalón con la mano libre, sin decir nada más. Aún en esa situación era callado. No necesitaba decirle una palabra al mayor, sus actos hablarían por él. Su miembro estaba bastante despierto a esas alturas, excitado por la idea de hacer sufrir al otro Brice. Y agradecía que solo estuviera en bata, porque le facilitaba aún más las cosas. No tuvo que forcejear mucho para abrirle las piernas y montarse una sobre el hombro para acomodarse. No avisó, ni si quiera preparó al otro. Así, con brusquedad, se introdujo apretando los dientes para contener un gemido de placer. Maldición, estaba muy apretado y, por supuesto, se sentía maravilloso.
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Re: Enfermedad del demonio {Gabriel}
De alguna manera su alta fiebre le hizo rendirse muy rápido a su intento de mandarlo a la mierda, no pudo porque se comenzó a sentir muy mal, demasiado delirante para saber bien lo que ocurría, el golpe medio le hizo agarrarse contra el sillón pero no pudo hacer otra cosa, su cuerpo estaba hirviendo y aunque se le podía juzgar como un loco estaba comenzando a excitarse, de por sí por alguna rara razón la fiebre que le daba con esa supuesta curación le ponía un raro estado, veía borroso, no sabía bien si pensaba o no, o lo que pasaba tal cual, afotunadamente esa cosa a parte de la fiebre, le aturdía y le adormecía casi por completo, por lo que cuando se acercó a él con tales intensiones y sintió la humedad en su miembro por la excitación al menos ese algo de semen le ayudó a deslizarse dentro de su cavidad que ya había sido herida el día anterior por lo que volvió a sangrar y evitó en esto que se desgarraran más sus paredes cálidas, se retorció en sus brazos y todo se sintió tan confuso y extraño que se aferró a su cuello, le gustaba esa posición y por enfermo que fuera ya estaba tan duro como el otro -¡Ahh!...- Se remordió la boca, esas facciones perfectas reflejaron dolor pero también placer, sin embargo la cara que pudo haber estado en su cabeza en ese momento no era la de su sobrino, dentro de su razonar era impensable que esas cosas ocurrieran, sin embargo claro que ocurrían... Jadeó pesadamente al sentirle cada vez más dentro y apretó una de sus piernas contra su cintura. -¡Mnnh!- Cerró los ojos con fuerza... Justo ahora su sobrino se parecía tanto a ¡Su hermano! Y en medio de su delirio rozó su frente contra la otra mejilla y acarició la otra mejilla con algo de fuerza mientras sus dedos con la mano libre se deslizaban por esa sangre llenando sus yemas de ese color carmesí y se los llevaba a la boca, cerró los ojos con fuerza y sintió cómo el pecho se le llenaba de una tristeza tremenda. Su hermano por el que tantas muertes había desencadenado en medio de su ira, ninguno de ellos era suficiente para saciar la necesidad de su hermano... de lo mucho que él lo amaba, ni siquiera sabía bien a qué nivel hasta ese momento que vio su rostro en el de su sobrino, con esa severa expresión se parecía tanto a él. -Chéri...- Le llamó bajo pero esa palabra en francés no sólo era el nombre de su hermano sino algo común también, al igual que su propio nombre, digamos que era difícil de suponer lo que podría haber en su cabeza.
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Re: Enfermedad del demonio {Gabriel}
No era como si Gabriel estuviera por completo consciente de lo que estaba sucediendo, ni tampoco quería estarlo. Por lo mismo tampoco prestó mucha atención a los llamados que su tío profería en medio del delirio de su fiebre. La palabra no le era más familiar que cualquier otro coloquio francés que usaba la gente todos los días. Ni por lejos se le ocurrió que aquello hacía referencia a su padre, del no recordaba nada. Y menos como para que se le viniera a la mente en ese momento de euforia. Su tío estaba cooperando y eso no le agradó mucho, porque quería verlo forcejear. Luego de unos momentos quitó sus manos de su cuello y volvió a empujarlo al sillón sin delicadeza. - No me toques...- Masculló con voz gutural y tétrica, con un matiz suave que solo Jean poseía. Sus caderas se iban moviendo con más brusquedad, y ya sentía que resbalaba con facilidad, seguramente por la sangre. Era extraño, pero saber que el líquido carmín funcionaba como un lubricante en esos momentos le gustaba solo porque implicaba el dolor ajeno. le agarró de los brazos, siempre por sobre la tela para no tener tanto contacto por su piel, pero con su boca iba lastimándole el torso a chupetones y mordidas que laceraban en alguno que otro lugar, nada grave más que unas cuantas gotas de sangre que el menor de los dos se bebía. Estaba hirviendo. ¿Podría Amour morirse por tanta fiebre? Ojalá, pero ese demonio no se moriría tan fácilmente ni tan pronto, y eso lo sabía. Por lo pronto y en lo que se recuperaba, se encargaría de que lo pasara mal. Ya después le daría igual lo que le hiciera.
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Re: Enfermedad del demonio {Gabriel}
Amour no reaccionaba bien pero por alguna extraña razón le gustaba lo que sucedía, jadeó agitado disfrutando de esa profundidad, al fin otra cosa que le distraía de su dolor inicial, y por lo menos aquello se entremezclaba con el placer de forma cada vez más deliciosa, el escuchar su voz era rico, no podía interpretar lo que decía pero se sentía bien que hablara en un tono tan serio, se arqueó en el sillón dejando ver esas esculturales formas resaltar y abrió la boca dejando escuchar pronunciados jadeos y gemiditos audibles -¡Mhh!... ¡Ahh sí!... ¡Grrgh! ¡Más!- Abrió más las piernas para que pudiera entrar y salir con más facilidad y llevó una mano para comenzar a masturbarse con rapidez, sus profundas respiraciones en cada estocada eran afrodisíacas para cualquiera. Y entonces al ver la sangre sólo supo excitarse más, sangre aquí y allá, aquello le encendía muchísimo pese a lo aturdido que ya se encontraba, al ver esa herida a la altura de su clavícula hecha anteriormente por el tenedor se acercó y como si fuese un vampiro se le antojó clavar los dientes con fuerza en la herida para sorber algo de aquella sangre lo cual compaginó con que las estocadas fueran cada vez más intensas y forzó aquella mordida de manera fiera gruñendo ahogado.
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Re: Enfermedad del demonio {Gabriel}
Esa pesada respiración ocasionaba estremecimientos por toda su columna vertebral. Le excitaban esos sonidos, pero apretaba los dientes para no hacer mucho ruido que lo delatara. En su lugar gruñía con rudeza mientras se empujaba una y otra vez hasta el delirio de sus caderas. La parte de Gabriel que gustaba de Amour quería darse una licencia para disfrutar del cuerpo que se arqueaba bajo de él y le punzaba el vientre del éxtasis, y ya le era un poco difícil negarse esa licencia estando en un estado más animal que cuerdo. Ya ni si quiera protestó cuando se acercó a morder su herida. Jadeó y gimoteó, pero no por el dolor sino por el placer que el dolor le produjo. Maldita sea, eso era enfermo y no estaba bien, pero nada de lo que estaba ocurriendo lo estaba. ¿Al carajo entonces? Tal vez. Ya había gemido por ello. Aún así era renuente, como todo Brice. Orgulloso a su propia manera. Le jaló del cabello para apartarlo de su piel y le miró con severidad. Quien tenía el control era él, no Amour, y si había dicho que no lo tocara le disgustaba que hiciera lo contrario. Y más aún, le molestaba que lo disfrutara. Arremetió contra sus labios, magullándolos con ira y mordió el inferior hasta hacerlo sangrar. Se relamió la sangre, suspirando por el placer que le dio saborearla. Dios, estaba por acabar, pero quería que el otro terminara primero, no sabía por qué en realidad. Solo... quería que se sometiera por completo para después llenarlo con su propia esencia. Su parte oscura disfrutaba de ese pensamiento.
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Re: Enfermedad del demonio {Gabriel}
El castaño se arqueó todavía más, sus pezones estaban muy duros, llevó una mano a uno de ellos y lo llenó con sangre de Gabriel mientras abría la boca y cerraba los ojos con un disfrute sádico y delicioso ¿Qué podía esperar Gabriel de un inquisidor? Sino le gustara la sangre y el dolor no estaría en ese trabajo. Cuando le separó así de ese tirón jadeó de nuevo y tensó la mandíbula mostrando los dientes mientras un hilo de sangre ajena escurría por su boca pintada de carmesí, de repente le enfocó mejor y comenzó a reírse algo decaído -Eres un Brice... al fin y al cabo lo eres...- Dijo entre esa risilla maldita y cuando se acercó a morderle la boca correspondió fiero y delirante con esa sensualidad propia de él -¡Ahh! ¡AHH!- Estaba por correrse, el ritmo se fue volviendo más y más frenético contra su próstata y lo mejor de eso es que él cooperaba, comenzó a masturbarse con ese ritmo, tocaba su torso para estimularse dando una imagen única de su cuerpo celestial. Cuando estaba por correrse lejos de gemir audible se lanzó a morder con fuerza su maxilar como un vampiro y hasta no marcar sus dientes allí y saborear la sangre se separó en medio de un temblor que le recorrió completo, su semilla manchó el vientre ajeno y en un pesado jadeo Amour se recargó en él sillón retorciéndose de placer -Ngh... Mnahh...- cuando sus paredes se apretaron contra él en verdad le dolió mucho pero se entremezcló con ese gran placer haciéndolo gimotear apretando los labios para que no fuera audible aún conservando algo de ese orgullo.
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Re: Enfermedad del demonio {Gabriel}
Era como si le recitara una maldición que traía por nacimiento. Portar el apellido Brice era el mayor de sus calvarios porque sabía que aunque se esforzara siempre conservaba una parte de sí que continuaba siendo un monstruo tal y como toda esa familia lo era. No tenía por qué decírselo, siempre lo supo, y aún así le daba asco que se lo recordara. Querer hacer sufrir a Amour ya era un deseo muy propio de un Brice, y en esos momentos estar disfrutando de su propio dolor era lo que terminaba de definirlo. ¡Cuánto se odiaba por ello! Pero toda su vida ha estado pagando por ser uno más de ellos, ya fuera antes, ya sea después de esos dos encuentros, continuaría pagando hasta su muerte y después de esta en el séptimo anillo del infierno. Mientras que en su pecho había vacío, por el resto de su cuerpo había una onda expansiva de placer que le caló hasta la médula cuando su tío le laceró el cuello con los dientes, y maldijo por tal éxtasis. Sus paredes le apretaron, y el aumentó la fuerza de sus embestidas cual bestia aprovechando la fricción. Luego de eternos minutos en los que continuó empujándose sin parar, y con la imagen de ese erótico y pecaminoso cuerpo plasmado en sus pupilas, Gabriel se corrió en abundancia dentro de Amour. Sus manos apretaron el sillón para sostenerse y no caer sobre el inquisidor. Pegó el mentón contra el pecho, respirando agitado, y con una mirada vacía dirigida al mayor de los dos. Su cuerpo temblaba sutilmente por la poderosa sensación post-orgásmica, intentando mitigarla sin mucho éxito. Al fin, cuando se sintió más en control, se separó del otro y observó cómo su semen se escurría entremezclado con la sangre, imagen que le hizo estremecer y guardarse una sonrisa indebida. Pensó que quería patearlo y escupirle a la cara por el repudio que justo ahora comenzaba a sentir, pero ya estaba regresando en sí. Todo lo que quería era salir de la habitación y largarse de la mansión por lo que restaba del día. Se subió el pantalón sin mirar a su tío. Buscó un trapo para limpiarse la sangre y el semen, y cuando se hubo acomodado el resto de la ropa, se retiró sin decir más, dejándole probablemente convaleciente en el sillón. Fue a su cuarto, tomó su larga y negra gabardina con capucha, y huyó de la mansión no sin antes dejar instrucciones expresas de que nadie se atreviera a entrar a la habitación de Amour a menos que él mismo los llamara. Necesitaba estar solo. Era un estúpido, porque obviamente usar los mismos métodos de Amour no daban resultado contra él. No sirvió de nada, solo se humilló a sí mismo y afirmó su sentencia de muerte. Ah... Si tan solo lo mataran de verdad... No podía ni si quiera hacerlo sufrir como era debido, y él sí lo lamentaba. Ya ni llorar valía la pena. Solo se quedó bajo el puente, contemplando el movimiento del sol sentado entre las rocas del río y odiándose a sí mismo.
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Re: Enfermedad del demonio {Gabriel}
Amour se quedó dormido sin siquiera recordar exactamente cómo es que todo había sucedido, si era real o no tampoco lo sabía del todo, porque sus delirios comenzaron quizá mucho antes de correrse (eso en definitiva fue real), jadeó y se quedó allí alucinando un rato hasta que la fiebre lo venció, después de una hora su cuerpo entumecido por la posición de estar mal sentado en ese jodido sillón lo hicieron abrir los ojos y al bajar la mirada e imaginar que estaría terriblemente herido algo loco pasó... sólo estaba manchado del semen propio, se arrastró como mejor pudo hasta el baño, y después con todo y bata se echó a la tina que ya estaba lista para él, cosa que tampoco era lógica. Se quedó allí hasta sentirse un poco mejor y razonó lo que le había pasado, nuevamente no sabía decir si aquello que sentía se lo había hecho él mismo o alguien más hubiera sido partícipe de su delirio pero lo más probable es que no, y es que esa medicina le ponía muy mal, peor aún que la fiebre al parecer le generaba episodios de locura bastante severos... Los huecos en sus recuerdos eran confusos, recordaba partes de sus alucinaciones, no estaba seguro de lo que ocurría, podría ser que hasta el mismo jodido doctor ya le hubiera visitado y él tan excitado ni en cuenta, tampoco era tan tonto, obviamente (y gracias a todo lo sagrado) no se lo habían follado y su cuerpo no mentía pero... rogaba que no le hubiera visto así ese cabrón de Gabriel. Después definiendo bien el rostro de "Chèri" tal vez fue lo único reconfortante de todo eso. Esperaba muy pronto suprimir aquellas imágenes de su cabeza, todavía no quería matarlo, era hijo de su hermano más adorado y sólo por eso se detenía, pero no es que no le faltaran ganas para hacerlo, gustó de imaginar su vida sin él en casa, sin su existencia en esa mansión y determinó que quizá se aburriría muchísimo... quizá en unos días Bruno sí fuera a visitarle... Bruno... Cerró los ojos mientras pasaba una esponja con jabón por su cuerpo y analizaba todo. Suspiró y miró a la ventana... a la mierda esa medicación... Necesitaba dejar ese jodido brebaje y sólo ponerse las hierbas medicinales sobre las glándulas inflamadas que por cierto ahora recordaba que todavía le dolían como el infierno aunque ahora tenía una idea buena, más zonas de dolor y aquello se repartía, tal vez hiciera algo al respecto más tarde, había descansado un poco por extraño que eso sonara con toda esa excitación haciéndole retorcerse. Cuando terminó de enjuagar su cuerpo salió de la tina con trastabilleos peligrosos, más no se hizo daño, se obligó a secarse, también a salir a ordenar un poco el cuarto, quitó la funda de ese sillón y la lanzó a la ropa sucia junto con su bata, después puso seguro a la puerta y pasadores, se envolvió en las sábanas para perderse todo un día más... al carajo no quería saber nada más. Estúpidas alucinaciones le tenían muchísimo muy enfadado con Gabriel y consigo mismo...
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